🅰🅽🆂🅸🅴🅳🅰🅳
Lorena escuchaba la clase de biología de fondo mientras su mirada estaba fija en las pastillas ubicadas sobre su repisa, la llamada se trabo y ella no busco arreglar el problema, estaba cansada de todo esto, de las clases, de no importar si estaba en clases o no, reprobar, estaría afuera o adentro de su habitación se seguía sintiendo sola, adentro o afuera siempre era una decepción.
Simplemente apago la computadora, que tontería seguir en la clase cuando no le iba a servir de nada, y ¿quién la regañaría por reprobar otra vez?, ¿sus padres?, ellos ya sabían que era un desastre, siempre se esforzaba lo más que podía y siempre mal, siempre calificación reprobatoria, se preguntaba desde cuando todo había terminado por los suelos, cuándo se empezó a sentir tan sola, y cuándo sus padres se terminaron acostumbrado a su fracaso ya rutinario.
Se levanto de su escritorio y fue a la cocina, hacía frio y todo estaba oscuro, era de esperar ya que eran las 6 de la mañana; decidido no prender la luz para no advertir a sus padres que todavía estaban dormidos, al llegar a la cocina le dio una repasada rápida con la mirada, había fruta y mucha cerveza aparte una botella de su padre, que había estado escondida ya un buen tiempo, la tomo, junto con una copa, ellos pensarían que estaba en clase, cuándo lo podrían imaginar, ella tomando vino en sus clases, claro que no.
Se sentó en su cama y sacando el corcho con los dientes lo abrió y sirvió en la copa anteriormente robada, sostuvo la copa en su mano y volvió a ver el frasco de pastillas en la repisa, eran pastillas para dormir, ella sufría de insomnio y su madre le daba una en emergencias, previendo tal vez, el posible segundo intento de suicidio de su hija. Ella había estado recolectándolas, usualmente pedía unas tres a la semana, esto le había propiciado tener ahora ese frasco mediano rebosante de pastillas, se levantó y tomo el frasco, lo había sacado del escondite la noche anterior pensando en cómo ahora podría terminar todo de una vez por todas, y recordó todos esos consejos de su psiquiatra ante estos pensamientos. Pero, pagar por doctor no la había ayudado en nada, él hablaba, ella hablaba, pero sin interés en responder, no quería estar ahí, los medicamentos no impedían que ella no quisiera estar en este mundo y eso lo había decidido ya desde hace tiempo.
Se sentó en su cama y preparo su coctel, primero puso cincuenta pastillas en la copa, era una copa grande para vino tinto y las pastillas no llegaban ni a ser algo muy notable, sirvió más vino y lo revolvió con su dedo, lo tomo lentamente sintiendo como las pastillas pasaban su garganta con el vino sirviendo de facilitador. Puso otras cincuenta y repitió el proceso, así hasta terminar con todo el frasco, estaba mareada y se dejó caer boca arriba en su cama, durmiendo al instante.
No soñó nada no pensó nada, ella había muerto; o eso le hubiese gustado, despertó en el hospital otra vez, estaba viva, con la variante de que estaba esposada y su psiquiatra entraba por la puerta del hospital, todo se reiniciaba una vez más.
Numero de letras: 3066
Participante del concurso: Clocktober 2021
Reto iniciado en el grupo de Facebook: El club de lectura de la escritora del reloj 🕰️📖
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