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(Capítulo con contenido sexual)
Esteban estaba llegando a la casa de Luna, su novia desde hace ya tres años, se paró en frente de su casa, una casa pequeña, se notaba que si alguien gritara ahí dentro todo el vecindario se daría cuenta, al fin y al cabo, al lado de la ventana derecha había otra ventana, como en las leyendas donde dos amantes se hablaban de ventana en ventana.
Esteban quería disociar un poco más, disociaba para olvidar las cuerdas y velas que llevaba en la mochila y que usaría por vez primera en otra persona que no fuera el, respiro profundo contando cuatro tiempos en la inhalación, reteniendo y suspirando en cuatro tiempos. Era de día, la una de la tarde para ser exactos, pero estaba tan nublado que daba el aspecto de ser de madrugada, el frio llegaba hasta los huesos, pero Esteban se sentía tan caliente que este frio no le importaba en lo más mínimo, respiro otra vez y paro de golpe al ver a Luna viéndolo desde la ventana de su habitación riéndose, ahora estaba más que claro para ella lo nervioso que estaba el, y ya viéndose descubierto se acercó a la puerta.
Gracias a los nervios solo atino a girar la perilla, estaba abierta y entro a la casa. La casa de Luna siempre tenía un aspecto macabro, sus padres nunca estaban así que se sentía como si solo una pequeña alma dormitara en esa pequeña casa, espero a que lo recibieran y cuando dio cuenta de que esta formalidad no sería cumplida decidido ir directamente a la habitación de Luna sin más. La puerta de la habitación era rosa, lo que hacía un extraño contraste con las paredes negras y el marco dorado, toco a la puerta y luna en un pequeño susurro dijo.
—Pasa.
Esteban giro la perilla y entro a una habitación con olor a vainilla, Luna estaba de espaldas mirando hacia afuera desde su ventana, tenía un vestido azul que le llegaba a las rodillas, medias blancas y en su mano derecha una pulsera de perlas, su pelo estaba anudado en una coleta alta y el vestido dejaba ver su espalda. Esteban ante tal espectáculo no pudo contener el rubor de sus mejillas, dejo la mochila en la cama con edredón de flores de Luna, la abrió y saco una cuerda larga roja, le había valido la mesada de todo el año y dos meses de práctica, le temblaban las manos, pero sabía que Luna quería ser poseída eso ella se lo había pedido, pero aun así no le quería hacer daño, o al menos lo mínimo.
Acerco las cuerdas a sus manos y las anudo, con toda la cuerda sobrante llego a inmovilizarla desde el pecho hasta los tobillos, saco un pañuelo color blanco y le anudo los ojos. El volteo y pudo ver que ella también sudaba y que ella también tenía los cachetes rojos, le dio un pequeño beso en la mejilla, y volvió a su trabajo. De la cama tomo varias almohadas, salió y tomo más cojines, y sobre estas agrego una manta transportada por él, encima de los cojines y almohadas.
Se posiciono nuevamente en frente de ella y la tiro, Luna lanzo un pequeño grito pero al sentir las almohadas volvió a respirar con tranquilidad, Esteban cerro las cortinas de las ventanas y encendió algunas velas, que posiciono a los lados de Luna, las sombras reflejaban distintas verdades de realidades distorsionadas y Esteban ya había ganado un poco más de confianza, volteo a Luna y la miro, estaba atada y seguía sudando, la habitación subía de temperatura gracias a las velas, Esteban tomo unas tijeras y en las aberturas que mostraban unos pechos tomo las tijeras y corto el vestido para dejar ver unos pezones rosados, Esteban había visto porno claro que sabía que hacer, o al menos tenían una idea, tomo una vela, la apago y un poco más fría la cera la vertió sobre los pezones de Luna, le dio un escozor y torció su boca, Esteban no resistió y pregunto alarmado.
—¿Luna, estas bien?
—Sí, sí, continua.
Volvió a encender la vela, desato las cuerdas de las piernas de Luna y el cambio de tal forma que se mantuvieran arriba y abiertas. Corto las medias y las pantis azules tomo de su mochila ya casi vacía un poco de lubricante y cuando lo iba a derramar descubrió que ya no era necesario, Luna estaba muy mojada, Esteban nunca había visto una vagina en la vida real, era extraña, con su dedo toco lo que le pareció como el clítoris y Luna se estremeció bajo sus manos, empezó con los dos dedos a moverlos con lentitud, esta parte estaba dura, las leyendas eran ciertas, el clítoris parecía un pequeño pene, quería derramar cera también aquí, pero decidido no hacerlo. Se acerco a la cara de Luna mientras seguía moviendo sus manos, ella tenía los labios presionados, el empezó a besarla, ya lo habían hecho antes al final de cuentas, y Luna empezó a jadear mientras se besaban.
Siguió con eso un rato más, Luna empezó a querer juntar sus piernas y luego a mover sus caderas, ella estaba llorando, parecía avergonzada, pero no había dicho nada y gracias a no querer arruinar el momento movió su mano un poco más rápido y entre jadeos Luna susurro.
—Mas fuerte.
Esteban presiono su mano y la movió rápido, sentía que se le acalambraba, Luna movió las caderas y soltó un gemido, sus piernas temblaban y tenían contracciones, Esteban se preguntó qué pasaría si volvía a tocar, acerco su mano y volvió a tocar, una contracción más fuerte que la primera, la movió y Luna ya no podía controlare sus reacciones.
—No, no, Esteban, no puedo más —jadeaba Luna.
—Cuando no puedas más de verdad di "pastel" ¿ahora necesitas de verdad que pare? —pregunto Esteban.
—No —dijo entrecortada.
Con su pulgar acaricio el clítoris de Luna, paso saliva y con la otra mano introdujo un dedo, Luna no dijo nada, metió otro y todavía no decía nada, metió tres y se retorció, empezó a moverlos, era difícil.
—Estas muy apretada Luna.
—No digas eso.
Esteban subió los dedos como si con su palma quisiera tocar el clítoris, y volvió a hacer eso rápidamente, Luna volvió a mover sus caderas.
—Se siente extraño, se siente extraño —dijo casi gritando.
Esteban volvió a mover su mano ahora más rápido, y más fuerte, Luna empezó a gritar y a moverse más fuerte, casi alcanzando a tocar el fuego de las velas, y de un momento a otro, agua salida de la vagina de Luna roció a Esteban, pero Esteban continuo con sus movimientos hasta que Luna sin poder soportarlo más grito.
—¡PASTEL, PASTEL!
Esteban retiro su mano y vio como las ultimas contracciones atacaban al cuerpo de Luna, él lo tenía duro y ese espectáculo frente a sus ojos no lo ayudaba... quería meterlo y eso era algo que debía preguntar, empezó a desatar a Luna y le quito el pañuelo de los ojos, ella ni siquiera lo podía ver a su cara, y ya sonrojados los dos Esteban pregunto.
—¿Puedo, meter?
—Sí, pero apaga las velas.
Todo estaba mojado así que Luna subió a Esteban a su cama, quito la mochila y se despojó de su vestido y lo puso en la cama, se acostó nuevamente abriendo las piernas, Esteban se sacó el miembro y un condón de su mochila y se lo puso, se acercó a la vagina de Luna, lo introdujo, sentía muy húmedo y no tan apretado como al principio con los dedos, tomo las manos de Luna, se acercó a su cuello y la empezó a morder y a chupar mientras se movía ligeramente, mordió un poco más fuerte y fue un poco más fuerte, la empezó a besar, y cuando iba a empezar más rápido se escuchó la puerta abriéndose y a una mujer decir.
—¡Luna regresamos temprano!
Este giro en su leyenda de amantes apasionados, Esteban, no se la esperaba.
Numero de letras: 7288
Participante del concurso: Clocktober 2021
Reto iniciado en el grupo de Facebook: El club de lectura de la escritora del reloj 🕰️📖
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