Parte 25
- Me promestiste que nunca me ibas a dejar sola - susurra, con lágrimas en los ojos y por la cara. El rímel mancha sus ojos y las sábanas de la cama, dónde lucha entre la vida y la muerte su compañero - No estás cumpliendo tu promesa.
- Romanoff, lleva días aquí. No ha comido, ni dormido, ni si quiera bebido nada - dice su superior.
- No tengo hambre, ni estoy cansada - se limita a contestar, fría como el hielo. La única persona que la conocía realmente, estaba en una cama de hospital, enganchada a mil máquinas y tubos que lo mantenían con vida.
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