XXV. Al borde de un abismo

Ha pasado una semana desde el inicio de un nuevo semestre y para Hoseok ha sido una ardua tarea convencer a su hyung que salga del apartamento o, como mínimo, de la cama, pero Yoongi alega que siempre los primeros días son una pérdida de tiempo e intenta persuadir al menor que se quede junto a él prolongando una mañana llena de mimos. A veces se rinde fácil y acepta, quitándose el pantalón para meterse bajo las frazadas.

Otras veces insiste y tira del brazo de su novio intentando removerlo, pero Yoongi se defiende.

Debe aceptar que Jimin estaba en lo cierto. Está teniendo algo muy bueno y con muchísimo más que algunos besos diarios. Tiene esa sensación que por fin todo encaja en el lugar que corresponde y a momentos le asusta que su vida esté tan equilibrada, Seokjin le dice que lo disfrute, que es el efecto "vacaciones y estar enamorado" que ya vendrán los sufrimientos cuando los profesores los saturen en exámenes y trabajos.

Aún con toda la sobrecarga académica inminente, Hobi estará a su lado y podrán refugiarse en abrazos y ánimos cuando todo esté cuesta arriba, como siempre lo han hecho, solo que ahora pueden sumarle las caricias que estaban censuradas y no previstas en su esquema relacional.

Yoongi lo disfruta. Cada sencillo elemento de la rutina juntos es reconfortante.

—Vamos, hyung, es jueves, además tienes práctica en la tarde.

—Tu mismo lo has dicho, en la tarde —se envuelve con la ropa de cama—. Deberías quedarte un rato más —pide con la voz ronca que a Hoseok se le asemeja más a un ronroneo y apenas asoma su bonita mirada oscura.

—Quiero llegar contigo —forcejea para quitarle el cobertor de encima.

Yoongi se queja, por lo general lo hace a modo de juego y si Hobi no cede y lo convence, termina por levantarse. Ahora realmente siente su cuerpo cansado y quiere reponer sus energías para la tarde, de preferencia que sus caderas no envíen señales molestas de dolor cuando esté corriendo en la cancha. Asume que debe ser el karma por reírse de Namjoon un día que disimuladamente trataba de esconder la incomodidad y sin necesidad de unir tantos cabos descubrió la razón. "Al menos no lo hagas 'abajo' antes de una práctica", le había dicho y ahora entendía su respuesta "con el entusiasmo se olvidan algunas cosas".

Y anoche había sido intenso, demasiado bueno. Literalmente sus piernas temblaban.

—Anoche llegaste conmigo, ¿no cuenta? —comenta con un deje de picardía.

Pese a que ya han hecho tanto y se conocen hasta el último de los rincones, Hoseok no puede evitar que el calor suba directo a las mejillas. Anoche decidieron un pequeño cambio de roles y piensa que quizá lo hizo muy duro, está seguro que si mira sus costados verá la marca de sus dedos en la piel blanca.

—¿Cómo te sientes, hyung? —pregunta sentándose a su lado, dejando caricias cortitas rascando el cuero cabelludo, recibiendo un relajado gemido grave como primera respuesta.

Ayer se había disculpado, ninguno de los dos pensó en la importancia de las prácticas de básquetbol, cuando debió ser una prioridad, más ahora que viajarían a un partido a otra ciudad pasado mañana. Su hyung ponía restricciones al sexo duro antes de cualquiera de sus presentaciones o ensayos fuertes. Se había sentido tan culpable, pero haberlo tenido con las rodillas hundidas en el colchón diciendo su nombre entre gemidos cada vez que se enterraba profundo anuló su capacidad para cualquier planificación futura.

—Claro, ahora te preocupa mi condición física —bromea con una expresión de falsa indignación.

—Lo siento, Yoongi hyung.

—No imaginas lo bien que se sintió —estiró los brazos como señal para que se acercara—. Negociemos, te propongo llegar al siguiente bloque de clases, pero quédate una hora más conmigo en la cama.

Hoseok no puede negarse y menos reclamar, porque su mañana inició de la mejor forma posible. Cubierto de cariños, compartiendo besos ligeros y el agradable tacto de las yemas desplazándose por la piel expuesta.

Yoongi cumple su parte del acuerdo, mira la hora en su teléfono y luego a Hoseok que dormita en su pecho, lo despierta llamándolo suavecito, pellizcando sin fuerza su mejilla rosada.

—Te quiero, hyung —dice flojito, sonriendo.

Yoongi responde con un "también" besando sus labios, apenas un apretón breve.

Se levantan con toneladas de pereza sobre el cuerpo y es tanta que el chico pálido le pide a su novio que elija la ropa que va a usar porque ni siquiera quiere avanzar a revolver su closet. La verdad es que no quiere caminar y si se mueve brusco nota cierta incomodidad.

Todavía se pregunta cómo fue que pasaron tan rápido las vacaciones si siente que fue ayer que viajaron a Daegu y planifican una segunda parada a la casa de los señores Jung. De un momento a otro Nam le avisa que había que elegir asignaturas y armar el horario, que iniciaban por adelantado los entrenamientos de básquetbol y le pregunta si estaba preparado para un nuevo semestre. No lo estaba. Sigue sin estarlo, siempre siente que los inicios de clases son como una avalancha y por eso prefiere darse una semana de asimilación.

En el camino a la facultad Hoseok conversa alegre de lo emocionado que estar de empezar algunos cursos y proyectos. Mira a su alrededor y ve otras caras similares a la suya, rostros de personas desorientadas y con sueño. Personas que aún no salen del "modo vacaciones", otros están radiantes como su novio —aunque no más que él, Hobi es un sol—. Acerca la palma a su hombro y lo atrae a su cuerpo para un abrazo corto antes de separarse, prometiendo almorzar juntos después.

Hoseok sonríe con el corazón palpitando rápido. Las muestras de afecto de su hyung nunca dejan de sentirse tan bien, un golpe de euforia que llena de cosquillas su estómago. Disfruta de los sentimientos que han superado exuberantes a cualquier fantasía.

Había imaginado que ser correspondido por Yoongi sería como una especie de evento mágico, pero vivirlo es intenso, cálido y no acostumbra a sentirse tan bien.

Avanza feliz a su clase, recuerda lo que le han dicho sus amigos de la facultad respecto a que parece un día de verano y siente que es inevitable exteriorizar todo. Años conteniendo y ahora por fin puede derramarse con libertad.

Piensa en todo lo que el tiempo le ha permitido conocer de su mejor amigo y todo lo nuevo que ha ido descubriendo de su novio, no puede evitar sonrojarse. "Oficialmente me conoces más que cualquier persona en el mundo, siempre me ha gustado exponerme a ti, siempre ha sido cómodo", se sintió tan conmovido cuando su hyung se lo dijo de imprevisto, voz ronca y tranquila con la mirada fija en su rostro mientras ordenaban el cerro de ropa limpia. Se aferró a él por largos minutos, estrujaba a Yoongi con sus brazos.

Está a pasos de su aula, la puerta está abierta y escucha el barullos de las conversaciones entremezcladas de sus compañeros. Apenas distingue a la persona que pasa veloz por su lado cuando está a un paso de cruzar el umbral.

—¡Buenos días, hyung!

Si no es por el saludo no sabría que fue Jimin, quien atrasado avanzaba a zancadas con sus piernas cortas, pero con saltos amplios. Le grita un "Fighting!" a la distancia, ya imagina a qué clase de dirige y le desea suerte.

Sonríe cuando escucha la voz entusiasta de Hoseok, pero no voltea y sigue corriendo, respirando agitado dobla por el pasillo y esquiva a un par de estudiantes que circulan tranquilos. Él no puede mantener la calma, no cuando un sunbae le advirtió de lo puntual que sería el profesor que conocería ahora. Alcanza a llegar justo cuando se disponía a cerrar la puerta, el hombre lo miró serio y el rubio tragó saliva.

Rápidamente se acerca a un asiento disponible, ni siquiera logra visualizar a sus compañeros conocidos para buscar un lugar a su lado, el único propósito fue molestar lo menos posible al sujeto de mirada severa, que ignoró los golpes que anunciaba a otros estudiantes impuntuales que parecía detestar por la forma en que torcía su expresión, así como cualquier distracción y murmullos que terminaron por extinguirse. Mantiene la atención de todos en el aula, quienes horrorizados se van haciendo una idea de cómo será el semestre con él y la rigurosidad de las evaluaciones tanto teóricas como prácticas.

Se lo habían advertido, así que mentalmente se preparaba para enfrentarlo. Se siente fuerte, además cuenta con personas en quienes apoyarse para no hacer de las responsabilidades un agobio. Namjoon es uno de sus pilares. Cuando pensó que terminaría destruido anímicamente tras un rechazo —aún teniendo prevista la posibilidad— su novio lo sostuvo al llegar los inevitables pensamientos sombríos y pesimistas de: "no me esforcé lo suficiente", "quizás esto no es para mí"; sus amigos también lo apoyaron —Hoseok le contó de varias experiencias similares y consejos para futuras audiciones— y su familia lo llenó de cariño al visitar su tierra.

La mayor parte de sus vacaciones fue pasarlas junto a Namjoon, lo tomó de la mano y lo arrastró a cada lugar de Busan, en especial los que tenían valor afectivo lleno de sus experiencias infantiles y anécdotas.

Ahora también tenía anécdotas que contar acerca de su novio durante las vacaciones con su familia. Recuerda con sonrisas —está seguro que ahora sonríe en clases como un tonto enamorado, absolutamente distraído, evocando escenas bonitas— los momentos de torpeza en los que las mejillas de su hyung se teñían de rojo y su expresión se volvía tímida, pidiendo disculpas, frotando su nuca o jugando con los dedos antes de hacer todo lo humanamente posible para remediarlo. Como cuando tomó una bolsa de arroz que se desfondó y a tropezones corrió a buscar una escoba mientras su madre reía.

Bueno, fue víctima del karma cuando visitaron por algunos días a los padres de Namjoon. Perdió la cuenta de la cantidad de veces que su cara se encendió como una hoguera cada vez que la señora Kim lo escrutaba con una expresión insondable, aunque fue menos incómodo que la primera vez, cuando almorzó con ellos y la mujer le hizo demasiadas preguntas. Se sintió morir y tartamudear sin poder responder algo concreto en aquel significativo momento en que ella frotó su hombro con cariño y le dijo "a veces he dudado de las elecciones de Namjoonie, pero este no es el caso, es bonito tener un nuevo hijo".

Sabe que su suegra sigue sin conformarse con la elección de carrera, pero ciertamente a él lo ha consentido como a un hijo y no perdió oportunidades de mostrarle fotos adorables, contarle un montón de experiencias infantiles y enseñarle con orgullo las distinciones de Namjoon, que avergonzado decía: —mamá, por favor, ya es suficiente.

—¿Es suficiente, Jiminnie?

Entonces no podía evitar negar con una sonrisita traviesa. Nunca era —ni es— suficiente cuando de trata de Namjoon y lo que puede conocer de él.

Sabe que tiene un novio brillante, aunque Namjoon en su enorme humildad solía encogerse de hombro y bajarle el perfil, por más que Yoongi y Hoseok decían "no le creas, tenía las notas más altas de instituto". El moreno se sonrojaba cuando la señora Kim le mostraba fotos de un muchacho largo y delgado con medallas prendidas al uniforme, o sosteniendo algún trofeo o diplomas de honor.

—Salgo con un hyung que tiene un coeficiente intelectual por las nubes —le dijo acostado sobre su pecho, mientras sus ojos recorrían el cuarto de su novio, todo pulcramente organizado, hartos libros en los estantes, también cómics, fotos de él y sus amigos, pósteres empapelando algunos sectores de las paredes. Cada cosa era un pedacito de su hyung, un fragmento de algún instante de su vida.

Su imaginación volaba pensando en cómo era su mayor de adolescente, ese que escribía partes de canciones en las esquinas de las hojas de sus cuadernos. Aún conservaba como un tesoro el que le pasó con apuntes de inglés.

—No es tan así, las pruebas de coeficiente intelectual...

—Con alguien que ha tenido puntaje nacional —interrumpió con un beso cortito sobre los labios—. Tan inteligente~.

—Yah, Jiminnie —se lamentó con la sangre subiendo al rostro. A Jimin le gustaba mucho cuando sus mejillas se tornaban así de coloradas.

—Un hyung tan inteligente que teniendo todas las facilidades para seguir las expectativas de sus profesores y padres, decidió dedicarse a lo que lo apasiona, creo que salgo con alguien demasiado genial.

Era imposible que la cara de Nam estuviera más rojas, incluso ahogó un ruido de sorpresa antes de estrujarlo entre sus brazos.

Son tantas la cosas que a Jimin le encantan y remecen de Namjoon que no sabe por dónde comenzar a enumerar. Si parte desde lo más superficial no puede no mencionar esa sonrisa con hoyuelos que lo conquistó desde el principio, siguiendo por esas clavículas que adora morder, continúa con los labios gruesos, las piernas largas, la piel suave y tostada. A veces el moreno sumido en la modestia —y en la percepción errónea de no haber sido el chico deseado del instituto, "más de una vez me dijeron que lo atractivo de mí estaba aquí" y señalaba su cabeza— no es consciente de lo hermoso que es y Jimin no tiene problemas en recordárselo mencionando detalle por detalle, tocando y besando cada parte.

Namjoon está lleno de detalles cautivadores.

Su hyung es precioso en cada forma posible. Porque además de su cerebro brillante y copiosas cantidades de atractivo, es sensible y comprensivo, tanto que le estruja el corazón, incluso habían veces que se sentía culpable, como en ese periodo del terror cuando Namjoon tuvo que aguantar su versión más desagradable. 

Hace algunos días volvió a sentir rastros de culpa. Estaba sintiéndose triste, es decir, le había dicho que viajaría con él e iría al partido y no le gustaba tener que romper una promesa, pero se le presentó la oportunidad de prepararse y ser el reemplazo de un bailarín lesionado en el cuerpo extra, el hecho que su profesora lo haya contactado justamente a él fue toda una sorpresa y un halago, pero cuando le informó de la fecha de los ensayos algo dentro de su pecho se comprimió de forma dolorosa.

—De verdad quiero ir —había pedido disculpas varias veces en tanto le contaba la situación que lo tenía en una disyuntiva y sumido en dosis de angustia.

—Habrá más partidos —le respondió con una sonrisa cariñosa y manos tibia que afirmaba sus mejillas y, de alguna forma, Jimin también sentía que sostenía su corazón asustado.

—Lo mismo podría decir sobre las oportunidades, podré tener otras...

—Jiminnie, aquella profesora te buscó porque sabe que eres talentoso y responsable, da tu mejor esfuerzo mientras yo doy el mío, ¿qué mejor manera de darnos apoyo mutuo a la distancia que entregando lo mejor de nosotros?

Lo adora, lo quiere tanto como no recuerda haberlo hecho con otra persona. Siente que Namjoon constantemente le da esos empujoncitos de seguridad que a veces pierde en un ambiente tan competitivo como lo es el mundo artístico. Jimin siempre ha querido dar lo mejor de sí mismo y su novio no deja de apoyarle.

Tiene que morder su labio y asentir cuando su compañera le comenta que no sabe cómo hacerlo para sobrevivir al curso que tiene pinta de ser demoledor —asignatura colador, piensa Jimin—, pero si debe ser sincero, pasó la clase entera fantaseando sobre su genial y adorable novio que no prestó atención a más de mitad de la introducción del profesor de mirada severa.

Cuando su celular vibra mira al remitente del mensaje, la señora Kim le envió un par de archivos, sumido en la curiosidad los abre y al instante emite un pequeño ruido agudo similar a un "awww". Le agradece y contempla las fotos de su tierno hyung en plena pubertad, largo y delgado con sus facciones aún infantiles, sosteniendo un trofeo.

Se ha vuelto una costumbre, sus madres intercambian fotos de ellos cuando niños, lo saben, también se las envían a ellos y ninguno se queja de añadir un poco de ternura a sus galerías de imágenes.

—Hyung te ves muy lindo con esos lentes, esa bata blanca, ahí todo orgulloso con tu trofeo de campeón en las olimpiadas matemáticas —dice enseñándole la foto, aprovechando de sacar un pequeño bocado del almuerzo de su novio.

—Hace poco recibí un video de un pequeño niñito de mejillas muy gorditas tratando de imitar a un bailarín frente al televisor —comenta sonriendo de vuelta.

Jimin se queja de haber pensado que su madre no tenía ese video en el móvil.

—Yah, hyung, no te rías de mis inicios.

—Desde siempre tan adorable —acaricia su mentón y el rubio no deja de derretirse por dentro cuando le sonríe mostrando esos hermosos hoyuelos.

—¿De qué hablan? —Seokjin aparece con su caja de almuerzo junto a Taehyung que camina a su lado.

También se suma Jungkook y su novio, sentándose en el pasto.

Seokjin sonríe a gusto de ver como su pequeño grupo cercano se duplicó. Un almuerzo en conjunto es una buena forma de iniciar bien un nuevo ciclo en la universidad.

—De fotos y videos tiernos y bochornosas —responde Jimin con su sonrisa de ojitos cerrados.

—Oh, sobre eso, tengo varias fotos de Namjoon-ah en sus años de escuela —dice Hobi que se integra al círculo, seguido de Yoongi que se acomoda a su lado.

—¡Las quiero! —pide con entusiasmo, pese a la mirada suplicante de Namjoon—. Por mi parte puedo ofrecer de de Tae y Jungkookie —dice sabiendo que dos chicos querrán saltar encima por ellas.

Yugyeom sonríe extenso y Seokjin negocia ofreciendo una foto inédita de Namjoon con un cosplay de Sailor Moon con peluca incluida.

—Esa te la cambio por una de Tae-Tae con traje de Blancanieves —ofrece el bailarín rubio.

—Todavía tengo esa de Tae con un vestido de mariquita hasta con cintillo con antenas.

—Tengo una de Jimin hyung de un día que hicimos un café con temática maid, a Namjoon hyung podría interesarle.

—Por favor, Taehyung-ah —junta ambas manos, aunque Jimin ya lo sorprendió una noche con un delantal de vuelitos corto y sugerente.

—Guardé una foto de Namjoonie y Yoongi hyung con el uniforme femenino del instituto —comenta Hoseok con una sonrisa brillante con toques nostálgicos.

Yoongi recuerda que fue cuando estaban cerca de graduarse y junto a las chicas hicieron un intercambio de uniformes para una de las últimas fotos grupales. Una de ellas hasta le puso una peluca negra y tinte rojizo en los labios. No solo a él, todos pasaron por el set de maquillaje de sus compañeras, un par de pelucas y accesorios para el cabello.

Hoseok un tiempo después salió con una chica bajita, pálida y de melena oscura con flequillo. Si hacía un recuento, su amigo por lo general salía con personas parecidas a él. Tanto tiempo, todavía pincha en su pecho pensar en los años que estuvo intentando sobrellevar los sentimientos. Yoongi aprieta un poco más firme su mano, dejando caricias antes de soltarla temporalmente para comer. Hobi se recarga en su hombro picando su brazo en señal que acercara comida a su boca.

Las conversaciones continúan casuales y ligeras después de la negociación de fotos. Seokjin mira a Taehyung que sonríe satisfecho, le sorprende que todavía no cuente nada, siendo que si de algo está convencido es que su novio es tan espontáneo que a veces habla más de la cuenta.

—¿Iremos a la cafetería después de clases? —pregunta Taehyung enganchando sus dedos a los de su novio.

—Claro, tenemos que hacer una pequeña celebración —sujeta su mano y tira suave de ella para acercarlo—. Estaba pensando en practicar unas nuevas recetas este fin de semana y necesito a mi preciado voluntario.

Taehyung asiente con entusiasmo, le encanta probar los experimentos culinarios de su novio. De hecho si pudiera definir en pocas palabras sus vacaciones sería: trabajo, mimos y mucha comida. Por lo general su trabajo en una de las tantas tiendas de ropa del centro comercial consumía sus días, le quedaba el consuelo que al terminar su turno Seokjin lo pasaba a buscar o lo esperaba con algún platillo novedoso en el apartamento. Tae estaba más que feliz de devorar sus preparaciones y escucharlo hablar animado respecto a su curso de cocina.

Era parte de la rutina comer juntos en la noche, si no era en el apartamento de su hyung, él lo visitaba y cocinaba también para sus padres y hermanos. Su familia adora a Seokjin y eso alegra de sobremanera a Taehyung.

Por su parte además de ofrecerle cantidad de abrazos y besos únicamente limitados por las horas libres que tenían para compartir, una parte de su primer sueldo fue invertida para comprarle a su novio un par de figuritas de un videojuego que sabe que le encanta y un corto escape el fin de semana a mirar las estrellas lejos de las luces artificiales de la ciudad que le quitaban el encanto al cielo nocturno.

A veces Tae se pierde en el tiempo. A momentos piensa que todo transcurrió tan rápido que no se dio cuenta cómo fue que terminó en los brazos de su hyung —y en definitiva no quiere que dejen de envolverlo—. En otros, siente que lleva mucho más que un semestre al lado de Jin, se complementan tan bien que le da esa impresión de conocerlo desde hace mucho, como una constante, asumiendo que así funcionaría la relación a temporalidad indefinida, llenos de planes y cariño ilimitado.

Todavía recuerda la expresión emocionada de Seokjin cuando empezó a pedirle con mayor frecuencia ensayar e improvisar juntos algunos guiones. Como buen hoobae sabe que su novio puede enseñarle tanto. Al mayor le enorgullece el hecho de que Tae lo mire como un referente a seguir, tuvo que tragarse las lágrimas y esa sensación densa que comprimió su garganta cuando el menor declaró admiración absoluta por su trabajo, contándole lo fascinado que quedó tras verlo en videos de las obras en las que había participado.

El periodo de vacaciones les dio una tregua, ahora vuelven al intenso ritmo en la universidad y a una rutina estructurada en el club de teatro. Toda la energía estará dirigida en la preparación de la obra para final del ciclo. Sabe que tiene un gran peso sobre los hombros y quiere demostrarse a sí mismo que está a la altura de tal responsabilidad aún si es un simple novato de primer año.

Aunque sigue teniendo su pequeño oasis en medio del caos académico. Siempre encuentra refugio en el club de ufología junto a sus diversos compañeros, con quienes estrechó buenos lazos. Ellos le aseguraban que sea cual sea su papel en la obra, irán en grupo a verlo y aplaudir su debut en las tablas.

De vez en cuando Seokjin lo acompaña al club y el corazón de Taehyung se agita cada vez que lo hace —cada vez que muestra interés en sus pasatiempos, en realidad—.

—¿Cuándo les dirás a todos que ganaste el papel de antagonista? Pensé que lo anunciarías feliz en el almuerzo.

—No quiero que lo sepan aún, quiero que sea una sorpresa cuando me vean en el escenario.

—¿Sabías que también estaba compitiendo por ese papel? —confiesa mordiéndose el grueso labio inferior. No resistía no contárselo.

Sonríe ante los ojos que se abren un poco más por la sorpresa. Es la primera vez que Seokjin pierde un papel en una audición para el club, pero no le sienta mal, todo lo contrario, lo impulsa a poner más empeño, porque su novio es talentoso y un buen rival. Qué mejor que crecer juntos, empujándose mutuamente a dar lo mejor.

—No tenía cómo saberlo si no quisiste decirme —no lo dice como queja, es solo un comentario al aire. Cada integrante preparó celosamente su audición y guardó en secreto el papel para el que estaban interesados en postular. Cuando le quiso contar a Seokjin, su hyung puso un dedo sobre sus labios y lo silenció con un "no me digas todavía, imagina si competimos por el mismo".

—Eres asombroso —acaricia su nuca y Taehyung cierra los ojos disfrutando de las yemas que rascan justo en el nacimiento del cabello.

—Tú me has ayudado mucho —responde dedicándole una sonrisa agradecida.

Porque Seokjin vio más allá del chico raro del club de extraterrestres. Justo en ese mismo jardín cuando se le declaró por primera vez y Taehyung buscaba la forma de salir huyendo asustado. La relación es abrumadora, lo ha llenado de tantas emociones que hacen estragos dentro de su cuerpo, le ha hecho mirar y explorar partes de sí mismo que desconocía, incluyendo la explosión de deseo. Hasta antes de Jin no creyó que fuera posible anhelar tanto el toque de un par de manos trazando trayectos en su piel sensible.

Cuando doblan haciendo un atajo para entrar por la puerta trasera del edificio de la facultad, Taehyung mira hacia todos lados cerciorándose de que no hubiera nadie cerca atento a ellos, sujeta sus mejillas y en un acto osado le roba un beso rápido, apenas un roce a los mullido labios de su hyung. Un gesto anticipatorio, una invitación a los besos que vendrán después, encerrados en la habitación fundiéndose tibios el uno contra el otro. Si hay algo que Tae considera como acogedor es aferrarse fuerte a esos hombros amplios.

—Mi clase está por comenzar —dice a modo de despedida temporal, sonriendo de aquella forma que Seokjin adora. Infantil, radiante, rectangular. Tan única de Taehyung.

—Nos vemos más tarde —besa su frente y Tae ríe suavecito.

Seokjin percibe sus latidos que galopan apresurados, también las mariposas que no desaparecen. Le gusta que todas esas señales de persona enamorada sigan haciéndose presente ante los gestos casuales que le dedica Taehyung. 

Su historia recién comienza junto a ese chico que lo cautivó.

Le gusta mirar el inicio de su historia, partiendo por el primer rechazo de su vida —ámbito amoroso, en otros aspectos no ha estado exento a experimentar la frustración de un rechazo—, siguiendo por las torpezas variadas de las primeras citas y ahora le sumaba la primera vez que perdía un papel para una obra. Su relación con Taehyung ha estado llena de primeras veces, aunque en estricto rigor algunas ya las había vivido, pero junto a su dongsaeng se experimentaban diferentes. Por primera vez sentía algo nuevo e intenso de algo que ya hizo y creía conocer.

Su historia todavía está en curso, así como ha visto otras formarse a lo largo de una mitad de año que creyó sencilla, un subestimado semestre más, que para darle la contraria a sus expectativas lo llenó de sorpresas, de subidas y bajadas como una montaña rusa a él y sus amigos.

Son un conjunto de historias que no dejan de escribirse, donde cada decisión tomada por simple que sea siempre es un salto. Algunas como un salto al vacío, una entrega a la incertidumbre, a emociones intensas que se sienten como si comprimieran el estómago en un descenso brusco y no calculado. Una caída y, a veces, hay otra persona que te recibe en los brazos, porque brincar al riesgo de una relación se percibe tan extremo como caminar al borde de un abismo.

Y si se lo preguntarán a alguno de ellos dirían convencidos que, pese a los miedos y enredos que conlleva, son riesgos que vale la pena tomar. 
  
   
   
   
   
   
  
  
  
  
  
  
***
Bueno hemos llegado al fin
(Por fin uwu). Quizá si más adelante se me ocurre algún extra y demases los iré agregando, pero al menos por ahora dejaré a este hijo descansar (se supone que esto iba a tener como 16-17 capítulos, pero siempre me extiendo).

De todas formas, hacer finales son un tormento u.u
Recuerdo que habían momentos que decía y si le pongo más drama c:<, pero no, mi intención era hacer y mantener algo sencillo, intentando transmitir experiencias y conflictos muy cotidianos y formas de enamorarse casuales (que veces son tan rápidas, literalmente flechazos, y otras más lentas, a veces de personas que siempre estuvieron). Quería fluff porque vivo y me alimento de fluff uwu  

En fin, muchas gracias por acompañarme con esto 💕.

Ahora debo cuidar y atender a los otros hijos. Ando con antojos de escribir algún namkook o quién sabe uwu la inspiración es caprichosa.

Todo mi amor para uds. 💜

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