XVII. Obsequio perfecto

—Un honor hacer negocios, Yoongi-ssi, confío plenamente en ti.

Yoongi ni siquiera ha extendido la mano y ese chiquillo le está dando un confiado apretón. Quiere pensar que no es tan terrible, que es más ligero que vender el alma al diablo, supone. Solo varias horas de trabajo extra y exprimir al máximo posible sus neuronas.

"No es necesario un pago en dinero".

La frase no fue un alivio, aunque bien puede estar ajustado económicamente, prefiere el efectivo a las formas de pago alternativas, especialmente ahora que empieza a figurarse cómo hacer un ensayo extra y un proyecto de composición ajeno, sin que se note su impronta en ellos, para un sujeto que Yoongi define como "inútil afortunado". Inútil porque trabaja poco y está rodeado de gente interesada que hace las cosas por él, Afortunado ya que tuvo la suerte de ser hijo de padres directores en la industria musical y de entretenimiento. Obviamente atrae atención y tiene regalías que vender, esto último lo lleva a su terrible trato: un pase para un fansign y un par de entradas para el concierto.

—Las entradas son de cortesía, seguro quieres ir con tu novia —había dicho con arrogancia antes de tenderle los tickets y el chico pálido lo maldijo en silencio, mordiéndose la lengua antes de arruinar el negocio.

Todo sea por Hoseok.

Su sábado de planificación perfecta había cambiado apenas ese compañero ofreció los pases por el grupo de los estudiantes de composición al mejor postor y Yoongi metafóricamente saltó encima, escribió en seguida para negociar su sentencia.

Su mejor amigo estará feliz y es lo mínimo que puede hacer después de aguantar años de quejas, sarcasmos y consuelos cada vez que se enfrentaba a un fracaso sentimental.

Sabe que Hobi ama a esas chicas, tiene un póster de ellas en la habitación, canta las canciones en la ducha, se sabe a la perfección y con maestría cada coreografía. Ha comprado los discos desde su debut y siempre guarda la esperanza que la suerte le sonría con el premio de la rifa. "Para otra será", decía resignado, otro año sin poder conocerlas.

"Bueno, sigue lleno de esperanzas, Hobi".

Ahora tiene que cruzar la facultad para ir al auditorio. No estaba en sus planes de sábado encerrado en casa asistir a la práctica de Hoseok, pero aprovechando el viaje se dice "¿Por qué no?". Es inspirador verlo bailar.

Entra al auditorio, se ubica ni muy cerca, ni tan lejos de otras personas que al igual que él están de espectadoras. Sus labios se curvan un poco, involuntariamente, cuando mira a su amigo parado al centro con desplante dando instrucciones para acomodar a sus compañeros de grupo y arreglar la secuencia.

Hoseok puede llenar tan bien y con tanta fuerza los escenarios. Le gusta el lenguaje de su cuerpo, cada movimiento rebosante de expresión, llenarse de sensaciones mientras lo observa en su hábitat natural desplazándose grácil y ligero.

Siempre ha sido talentoso, no se arrepiente de cada día que lo motivaba a dedicarse a la danza como profesión y no un mero pasatiempo. "Le harás un favor al mundo", le decía, la humanidad necesita artistas llenos de carisma y pasión como su amigo.

El rostro del pelirrojo salta de una expresión a otra, primero ojos grandes y boca entreabierta por la sorpresa, luego alegría. Sonríe y hace un pequeño gesto de saludo.

La música comienza del principio y Hoseok focaliza toda su concentración de vuelta a las secuencias. Exigente y en constante búsqueda de sacar el mejor potencial de sí mismo y de su equipo.

No percibe el paso del tiempo, solo se deleita con la danza, con las repeticiones. Música que se detiene y vuelve a empezar una y otra vez como un bucle en el que gustosamente está atrapado. 

Hacen una pausa, Hoseok seca su frente y una de sus amigas le revuelve el cabello rojizo mientras otro compañero se cuelga de su cuello y se apega a su costado con una expresión de felicidad. Se pregunta si acaso Hobi no nota lo obvia de la situación. Es un chico bonito, debería darle una oportunidad, tuerce los labios ante los notorios intentos por obtener un poquito de la atención de Hoseok. No quiere pensar que en algún momento se vio así de penoso anhelando gustarle a Jimin. Cree que no, lo salva ser comedido en las muestras de afecto, aunque por dentro se siente como ese mocoso que dice "hyung" y se deshace en sonrisas cuando el pelirrojo palmea cariñosamente su espalda.

—Yoongi hyung, no me avisaste que vendrías —dice aún agitado y ganas de desplomarse a descansar.

—Sorpresa —responde calmado y con una sonrisa.

—¿Almorzaste?

Yoongi entrecierra los ojos, conoce tan bien a su mejor amigo como la palma de su mano. Ya lo ha visto otras ocasiones descuidar su salud con exceso de prácticas en periodos de evaluaciones. Le recordaba que debía cuidar de su instrumento de trabajo, sin su cuerpo sano no rendiría, aunque antes era peor, era todavía más autoexigente. Ahora había aprendido a manejar un poco mejor la presión académica y la frustración de estar compitiendo constantemente.

—Eso debería preguntarlo yo y apostaría que llevas horas ensayando con el estómago casi vacío.

Hoseok asiente totalmente expuesto. Estaba tan preocupado por pulir la presentación que sus prioridades cambiaron de orden, primero la calificación, después el alimento. Yoongi da un par de golpecitos en su hombro diciendo "vamos, yo invito" antes de emprender el viaje a la cafetería de la facultad.

El mayor mira a su amigo devorarse un sándwich con un hambre descomunal junto a una ensalada de frutas que rápidamente desaparece del recipiente plástico. Ni siquiera habla, sus acciones se limitan a masticar y tragar con expresión de placer.

—¿Traigo algo más?

—Gracias, hyung, así estoy bien, seguiremos dentro de veinte minutos —contesta sonriendo y limpiando la comisura de los labios con la servilleta de papel—. Tenemos que presentar la coreografía el lunes, pondera el porcentaje más alto de la calificación final, a todos nos tiene un poco nerviosos la evaluación.

—Entonces regreso sin ti, tengo que avanzar en un ensayo.

"Dos ensayos". Se recuerda muy a su pesar. Además se comprometió a enviar un avance de la introducción en la noche...

Prefiere pensar en la felicidad de su amigo y así motivarse a escribir. 
 
 
 
  
  
  
 
Jungkook no admitirá en voz alta que internamente le contentó que Taehyung lo llamara para proponerle salir y almorzar juntos el sábado. Claro, solo olvidó un pequeñísimo detalle, preguntar qué harían, porque ahora llega a una universidad ajena y su amigo torpemente le pregunta a los guardias por la ubicación de la las facultades.

Taehyung voltea sonriendo como un niño, amplio y contento. El menor no entiende nada.

—Por aquí, a la derecha creo...

—Izquierda —repone el chico de cabello oscuro. Escuchó atento las instrucciones.

—Gracias, Kookie, me desoriento fácil.

—Lo sé, si me hubieras dicho que veníamos a esta universidad, no nos habríamos bajado del autobús tanto paraderos antes.

—Lo siento —lo mira con ojos de cachorrito.

—Está bien que como amigo salga contigo de vez en cuando y disfrutemos de la compañía mutua y todo eso —dice Jungkook mirando a su alrededor el montón de puestos repartidos en un patio de una universidad que no conoce—, pero me puedes explicar ¿qué hacemos aquí?

—Busco una piedra —responde antes de morderse el labio como tentado a reír.

—...Buscas una piedra—alza ambas cejas pensando que es una broma.

Parece que no lo es...   

¿Se puede quejar porque su amigo lo hizo cruzar media ciudad para invitarlo a mirar piedras?

—Para Seokjin hyung.

—Buscas una piedra para Seokjin hyung...—repite incrédulo.

Asiente enérgico y avergonzado al mismo tiempo.

—¿Y para qué Seokjin querría una piedra? ¿No la puedes sacar del jardín? —lo dice en tono de queja y expresión confundida.

Taehyung no sabe cómo explicarle sin que suene ridículo en voz alta, en realidad suena ridículo incluso cuando lo repite en la cabeza. ¿En qué momento le pareció una buena idea?

Lo recuerda, partió cuando encontró una piedra con forma de corazón en el jardín de la facultad de artes y la guardó en su bolsillo. Luego en casa su hermana menor la vio y emocionada le pidió que se la regalara, se sentó a su lado en el sofá y le habló sobre las curiosidades del reino animal que aprendió en clases.

Los pingüinos...

—No puede ser cualquier piedra.

—No estoy entendiendo una mierda, Tae.

—Ese vocabulario, dongsaeng.

—¿Para qué quieres conseguir una condenada piedra para Seokjin? —pregunta alzando los hombros y mirando los puesto que exhiben variados minerales—. ¿Tu novio necesita un pisa papeles? ¿Un tope de puertas?

—Te vas a reír de mí si te explico —juega con sus dedos y desvía la mirada.

—Ya me estoy riendo de ti por traerme a otra universidad a conseguirle una piedra a tu novio, no puede volverse peor.

Taehyung toma aire y ordena la información, usando sus dotes actorales sostiene una expresión segura e inicia su explicación: —Los pingüinos emperador cuando cortejan a su pareja buscan la piedra más perfecta de toda la playa para regalársela.

Jungkook parpadea, procesa y su mueca se tuerce un poco. ¿Tae lo llevó a otra universidad para emular el comportamiento de los pingüinos y conseguir una piedra? Sabe que su amigo es raro, no por nada se lo decía con cariño, y son este tipo de cosas que se lo recuerdan cuando lo olvida. Quiero abrir la boca para soltar algún intento de queja, pero termina riendo y sujetando su estómago.

Taehyung es tan...único.

—¿Pingüinos emperador? ¿Es en serio, Tae? —pregunta cuando recupera el aire—. Solo a ti se te ocurre regalar piedras pensando en pingüinos.

—Te sigues riendo de mí —reclama con un pequeño puchero.

—Era obvio que me seguiría riendo de ti, me traes a buscar piedras.

—Minerales —corrige.

—Vamos por tu piedra antes que me dé hambre o un ataque de risa nuevamente—estira la mano para dar un suave empujón.

Tal vez y solo quizás busque algún cuarzo bonito para Yugyeom.
 
 
  
  
  
  
  
  




"Al menos elige un tema".

Le envió a su compañero diez minutos atrás. Un par de ideas que lo guíen vendría bastante bien para al menos elaborar un ensayo sobre algo que le haga sentido a su "contratante".

Mira hacia la cama de Hoseok y en la pared del costado hay un póster de las chicas que adora. En su lado de la pared también ha pegado los suyos. Compartir habitación es cómodo, se mezclan sus estilos, entre los vivos colores de Hobi y los suyos en blanco y negro. Lo decidieron para así dejar el otro cuarto pequeño como un estudio improvisado. Namjoon también había aportado con sus equipos e iba a trabajar ahí. Claro, no últimamente. Recuerda su mirada de cachorro triste y la rabia se diluye.

Yoongi sabe que es blando tras tu gran muralla de sarcasmo y aspecto tranquilo.

"Confío en tu decisión, Yoongi-ssi".

Maldito ser humano que no puede facilitar un poco su trabajo. ¿Cómo no puede pensar en un tema que le interese? Bufa con el ceño fruncido y piensa en decidir cualquiera que se le haga fácil de abordar, total lo que importa es la calificación.

Todo sea por uno de los sueños de su amigo, se repite cuando cree que no tendrá paciencia.

Yoongi no sabe cuántas horas lleva con la vista fija en la pantalla del computador portátil, solo tiene la noción que son varias y los ojos arden, incluso tras haberle bajado el brillo. Ya no quiere más, quiere arrojar el aparato por la ventana y olvidarse de cualquier evaluación. Es un simple pensamiento, no le sobra el dinero para comprar otro, pero al menos dentro de su cabeza se imagina una serie de acciones violentas con objetos y el sujeto al que le vendió su libertad. Sirve para canalizar el estrés.

Deja el computador a un lado porque nota como se está calentando, cierra los ojos unos minutos procurando no dormirse. Se conforma con que al menos ya tiene la estructura de la introducción, solamente necesita complementar y pulir. Cuando se lo dice suena tan simple, hasta que cae en cuenta la cantidad de material bibliográfico que debe leer para sustentar cada idea y redactar acomodándose al estilo ajeno.

"¿En qué me metí?".

Aún tiene que terminar su propio ensayo.

...Y los trabajos de composición, aunque termina convenciéndose que una cosa a la vez y eso lo dejará para semana.
 
 
  
  
  

 
 
Taehyung está contento con la amatista que lleva en su mochila. Le encanta el color y la textura áspera llena de relieves de la piedra en bruto. Hasta Jungkook había comprado un cuarzo de tonos rojizos después de regodearse entre varias opciones.

—¿Qué? Si vine aquí contigo, al menos me llevaré algo para sentir que aproveché el viaje —se había defendido sin necesidad cuando Taehyung abrió la boca para pronunciar su nombre, el resto de la oración se deshizo en una sonrisa. ¿Por qué a su dongsaeng le costaba tanto admitir que también encontró adorable la forma de cortejo de los pingüinos emperador?

Fue una travesía decidirse, primero debía evaluar el color, la forma, el tipo de piedra y más importante aún, que no le vendiera alguna de imitación. Afortunadamente se encontró con su compañero de geología que le señaló a los vendedores más amables y confiables que conocía para que lo asesoraran en su búsqueda.

Morado.

Necesitaba una piedra en tonos morados.

Es un color que siempre le ha gustado, el último del arcoíris. Además le transmite confianza y amor, más que el rojo que es demasiado intenso y pasional. Inevitablemente le recuerda a su hyung y a todo lo que está sintiendo por él.

Su hyung tan elegante y excéntrico, justo como el morado.

La amatista es la piedra perfecta.

—Es ideal para un sagitario —comentó una chica que estaba parada a su lado examinando las distintas muestras.

Su hyung es sagitario. Tiene en su agenda mental grabada la fecha de cumpleaños, aunque no había asociado que eso implicaba que al nacer bajo determinada posición de los astros también asignaba una piedra en particular.

Tae no se fijaba en aquello de los signos zodiacales como una especie de determinante de "personalidades", compatibilidades y tantos detalles más, los conocía por las constelaciones que tanto le gusta aprender. Supo de esas especulaciones cuando una compañera de clases comentaba que alguien sagitario como Seokjin sunbae era más compatible con alguna persona de signo aire como ella, en lugar de un signo tierra como Taehyung —¿cómo es que sabía su signo?—, no pudo evitar fruncir el ceño y pensar que se trataba de una estupidez.

Su compatibilidad con Seokjin está atravesada por otros aspectos considerablemente más relevantes. Como lo bien, lo cómodo y la confianza que sienten el uno junto al otro.

Solo que Taehyung a veces olvida que está en una posición receptora de envidia y lo desconcierta toparse con las evidencias directas.

Se despide de Jungkook quien aparta la mirada de su teléfono con una sonrisita alegre en los labios. Jimin tiene razón, su dongsaeng está enamorado.
 
  
  
 
 
 
 

Tae toca la puerta del apartamento, siente la ansiedad que acelera sus latidos y hormiguea en su vientre, no quiere imaginar la expresión de su hyung por anticipado cuando le entregue el obsequio, quiere que simplemente ocurra. Seokjin aparece, Tae avanza unos pasos para entrar y al abrir la boca para decir algo, el mayor lo besa.

Cierra los ojos y su mente se divide en dos: labios tibios apretando los suyos y "mi hyung está castaño". Se ve tan atractivo que sonríe sobre su boca. Al separarse respira agitado, las manos van directo al cabello que mesa con los dedos enredándose entre las hebras. Debe confesar que con cualquier color que llevara, Seokjin no dejaría de ser arte para sus sentidos.

—Se empezaban a notar las raíces y no quiero preocuparme tanto del cabello por un tiempo —comenta al notar la mirada curiosa de su novio.

—Hyung, te ves muy bien —halaga, aunque siente que un "muy bien", no le hace real justicia a su belleza.

Jin sujeta sus mejillas y vuelve a besarlo cuando siente que la vergüenza por el cumplido le quema el rostro.

—Parte del panorama de hoy es enseñarte a preparar galletas, Tae-Tae —comenta tomando su mano para guiarlo a la cocina.

Si algo le gusta a Seokjin además de cocinar para las personas que aprecia, es hacerlo junto a ellas.

—También la podemos glasear, todavía tengo moldes de aliens y naves.

—Siempre me da un poco de pena comerme las galletas cuando son tan tiernas.

Jin roza su frente con los labios antes de alejarse hacia la despensa en busca de los ingredientes. Taehyung lo mira con horror, todavía recuerda cuando intentó junto a Jimin y Jungkook preparar bollitos con rostros felices, pero se inflaron dentro del horno y el resultado fue una siniestra criatura de masa con múltiples caras de expresiones sufrientes que asustó a sus hermanos menores —y a él también, pero tenía que fingir ser valiente—. En su segundo intento de relación con un horno, carbonizó las galletas por no regular la temperatura.

Confía en las lecciones de su hyung. La primera, manos limpias. Después las cantidades que seguramente olvidaría. El resto fue ensuciarse con harina, amasar, reír y batallar con los moldes. Jin entusiasmado le explicó sobre la temperatura ideal para que pudieran quedar doradas sin quemarse.

La segunda batalla larga fueron las horas decorando. Taehyung miraba las primeras galletas de aliens con expresiones faciales deformes y las últimas que lucían bastante decentes. De tanto en tanto, no resistía sacar glaseado, entonces Jin lo veía y en lugar de reprochar buscaba su boca para un beso literalmente dulce.

Ahora Tae enfrenta su tercera batalla lavando los utensilios, su hyung los seca y guarda, afirmando con ánimos que son un buen equipo juntos.

—El mejor —confirma Taehyung totalmente convencido. 

Coloca galletas en un plato mientras su hyung prepara el té, no resiste a comerse una de las primeras que hizo, de esos alien con expresiones que clamaban la muerte rápida, le enorgullece saber que por primera vez cocina algo horneado que sabe bien. Incluso le pide a Jin apartar las que quedaron más lindas para llevársela a sus amigos de poca fe.

Se sientan sobre el sofá, la comida y las tazas humeantes están sobre la mesa de centro. Seokjin prende el televisor y echa un vistazo al catálogo de películas y series, preguntando si tiene alguna idea o preferencia en especial.

Taehyung recuerda su gran propósito, toma su mochila para buscar la piedra con los latidos que hace eco en sus oído, revuelve sus cosas bajo la mirada atenta de Jin, finalmente la encuentra al fondo y envuelta en un paño se la entrega tímidamente al castaño.

Los ojos de Seokjin son iguales a los de un cervatillo curioso. Acaricia los relieves y presiona las puntas con la yema del índice. Nunca le habían regalado una roca. Se acordaba que una vez compró un pequeño cuarzo y se perdió por alguna parte.

La amatista es preciosa.

—Los pingüinos emperador buscan la piedra más perfecta para regalarla a su pareja...—dice en voz baja como si temiera escucharse ridículo. Cree que en su cabeza tenía más sentido que ahora que parece una persona jugando a ser pingüino.

Seokjin comienza reír con los ojos entrecerrados, sabía que Tae es excepcional y le encantan sus ocurrencias poco comunes. Adora a ese chico, ¿cómo puede ser tan lindo? No sabe qué hacer con toda la ternura que burbujea en su pecho. Lo mira morderse el labio y con las mejillas rojas. La risa continúa y espera que su novio no lo tome a mal, pero es que es tan tierno que no puede.

Taehyung acaba de hacer de un regalo sencillo, algo especial. Su amatista es la muestra del desborde de cariño que su novio siente hacia él.

—Y el color morado me recuerda a ti —agrega encogiéndose ruborizado y cohibido.

Estira los brazos en un llamado a que se acerque. Taehyung avanza gateando por el sofá y se apoya contra su cuerpo, Seokjin lo envuelve con un agarre firme en su cintura, su dongsaeng se afirma en el respaldo y con la mano libre sujeta su nuca, enredando los dedos en su cabello.

—Tan lindo —pronuncia despacio y con una sonrisa que remece a Taehyung—. Muchas gracias —deja cortos besos en sus labios.

Taehyung se acomoda sobre su regazo, la posición ya es familiar, sabe que ahora tiene un lugar en las piernas de su novio, debe reclamarlo más seguido, tanto como esos labios gruesos que muerde sin fuerza. Jin gime bajito y se apega más a su cuerpo. Disfrutan cada minuto y caricia, manos que trazan caminos por el cuello y dedos que dibujan las facciones ajenas. Tae ama los mimos que se prolongan largos y con conversaciones tranquilas. Seokjin le habla sobre sus últimas evaluaciones y lo cansado que se siente, el menor le cuenta sobre su travesía para conseguir la amatista.

Tanto como ama los mimos, también ama la risa aguda y contagiosa de Jin.

—Me gusta tu risa —dice suavecito apoyando los labios en el cuello, sintiendo las vibraciones cuando su hyung pronuncia su nombre.

—Es terrible —ríe de nuevo—, no pasa desapercibida en clases, algunas veces me sacaron del salón cuando iba en el instituto.

—¿Para qué necesitas que pase desapercibida? Me gusta que rías y estés contento.

Lo adora. Adora a Taehyung. Si hubo algo perfecto fue que su atención se la robara desde el día que le cedió el último panecillo. Dulce y amable. Único.

Definitivamente las próximas galletas que hornee tendrán forma de pingüinos.

Ahora tienen códigos de pareja. Amatistas, pingüinos, morado

Busca otro beso, quiere derretirse en el calor que le produce por todo el cuerpo y el que percibe traspasarse a través de la ropa. Los abrazos son cálidos, el interior de su boca aún más. Cuando Tae balancea las caderas sobre su regazo siente que arde. Ahora no le avergüenza que los besos tengan efectos secundarios, los mismos que nota en su novio, quien empuja algo duro contra su abdomen.

Están solos y tienen el fin de semana entero por delante.

—Mi cama es más cómoda —dice Seokjin con una pequeña sonrisa.

Taehyung le devuelve el gesto, sonrojado y con la erección oculta bajo los pantalones, avergonzado y deseoso por seguir experimentando con su hyung. Aún hay varias fantasías que quiere intentar y las piensa en tanto va quitando cada prenda con prisa sentado en la cama de su novio.

Desnudo vuelve a trepar al regazo de Seokjin en busca de roce directo y besos que no tardan en ser correspondidos. Las manos acarician la piel disponible, los dedos y sus bocas buscan lugares sensibles que atacar. Taehyung no se había dado el tiempo de pensar que pellizcos y mordidas en los pezones causarían un pequeño dolor tan agradable.

—Hyung, quiero que seas tú quien me lo haga esta vez —expone con decidido.

—¿Seguro? —No es como que fuera a decir que no, muere de ganas por hacerlo, quiere que su novio disfrute al máximo cada experiencia, pero no puede evitar buscar una confirmación.

—Quiero intentarlo todo contigo —confía tanto en Seokjin que entregarse se le hace natural.

—Espera —dice buscando el lubricante en la superficie de la mesita al lado de su cama—. Acércate a mi boca, te devolveré el favor, Tae-Tae.

Obedece, aprieta los párpados, está avergonzado y gimiendo ronco cuando su hyung lo envuelve en tanto calor y humedad, es como terciopelo, además hace algo con su lengua que se siente tan suave y tan bien que echa el cuello hacia atrás. También percibe la tensión de sus músculos rígidos cuando Jin mete un dedo. Nuevamente un poco de dolor se mezcla con el enorme placer que le proporciona su boca.

—Seokjin hyung un poco más —ruega cuando ya son dos dedos que se mueven con precisión y pareciera que se funde cuando el dolor desaparece y sus nervios envían cosquillas que lo tienen temblando.

—Si duele podemos detenernos —avisa Seokjin observando el hermoso desastre que es Taehyung en ese instante con el cabello desordenado, el sudor bajando por su frente, las mejillas tan rojas como su labio inferior de tanto morderlo.

Taehyung no tiene intenciones de retroceder, aunque la ansiedad vibra en su estómago cuando observa atentamente cómo desliza el preservativo por la longitud.

—Vamos a tu ritmo —señala su regazo y Taehyung apoya una mano en la cadera del mayor y con la otra sostiene la erección antes de intentar bajar.

Pareciera tan fácil y no lo es, sus músculos se cierran en rechazo. Seokjin reparte besos por su rostro susurrándole un "tranquilo, Tae-Tae", vuelve a meter con cuidado sus dedos para dilatar y le pide que trate nuevamente. Respira profundo, mira directo a los ojos que destilan cariño y preocupación, baja con lentitud, ahora funciona y duele la sensación tirante en su interior, no tanto como para no aguantarlo, supone que solo necesita relajarse y prefiere hacerlo contra los labios de su hyung.

Los besos son un calmante y su cuerpo parece adaptarse con el paso de unos minutos. Comienza a moverse despacio y Seokjin sincroniza perfectamente a su ritmo pausado, continúa un poco más rápido y siente las descargas intensas. Abraza a su novio y pide más conforme el placer se distribuye en oleadas por sus nervios.

Taehyung cree que podría enloquecer, Jin empujando profundo a la par que sus dedos rodean su pene. Es demasiada estimulación. Se esconde contra su cuello deleitándose con el aroma del perfume mezclado con la sal en su piel. Se consume en calor, desde la ingle ascendiendo por su vientre, todo arde y hormiguea. No puede más.

Nada le causa más satisfacción que vivir cada experiencia íntima con Seokjin. Lo reafirma cuando se desploma cansado sobre su pecho.

Si tuviera que elegir una palabra para describir lo que está viviendo, exhausto, respiración irregular y completamente encantado por el chico de cabellos castaños que lo limpia con una toalla húmeda, diría "morado".

Seokjin lo mira enternecido, su novio duerme con las rodillas recogidas y la boca entreabierta. Acaricia con suma delicadeza su cabello claro para no despertarlo y con aún más cuidado se levanta de la cama, se viste con un pantalón deportivo suelto y una camiseta.

Ha guardado galletas para Yoongi y Hoseok, quizás consiga endulzar un poco la tarde de sus amigos. Es el chico pálido que abre la puerta y su expresión transita entre el cansancio y el hastío, murmurando un "trabajos pendientes" en respuesta a su mirada consternada. Los periodos de evaluaciones no perdonan a nadie.

—Gracias, Seokjin hyung, debo continuar con un ensayo.

"Dos ensayos", se tienta a decir el motivo de la presión adicional.

Seokjin se despide y dejándose llevar por el aroma dulce, Yoongi saca una de las galletas. Guarda las demás a la espera que Hoseok regrese para compartirlas con un café. Merece un descanso después de haber pasado toda la tarde con los ojos en la pantalla y dedos en las teclas.

Regresa a la habitación y le envía a su compañero los avances, espera que no tenga quejas. De hecho le alivia que pasado los minutos el "inútil afortunado" le escribiera deshaciéndose en halagos. Suspira pesado, ahora debe continuar con el suyo, al menos ya tiene distribuida la información que necesita redactar.

Ha perdido la cuenta de la cantidad de veces que ha resoplado y ha reescrito el mismo maldito párrafo, está bloqueado, ha sido mucho, es la forma que tiene su mente de exigir una pausa, le recuerda que existen umbrales de concentración y justo no está en uno, ni siquiera cerca. Cierra el portátil y se tiende de espalda en la cama.

El sol se ha ocultado y Hoseok lo despierta al entrar a la habitación con el bolso colgado al hombro. También luce exhausto.

Café y galletas. Un poco de azúcar quizás renovaría un poco la energía de ambos.

—Prepararé café —dice su amigo pelirrojo justo como si hubiera leído sus pensamientos.

Bosteza y se talla los ojos. Perezosamente se baja de la cama y arrastra los pasos a la pequeña sala de estar. El aroma del café basta para terminar de despertarlo y aguar su boca.

—Necesito echarme sobre algo blando y no levantarme en horas.

—Seokjin hyung trajo galletas —comenta sacando dos tazas del mueble—. Podemos echarnos en el sofá y ver ese reality de mierda que tanto te gusta —propone con una sonrisa de labios cerrados que entibia el pecho de Hoseok.

—¿Y para qué quieres ver un reality de mierda? —ríe sirviendo café en las tazas.

—Para reír un rato —se encoge de hombros y acerca una de las galletas de alien a la boca de Hobi.

Hoseok tiene que reconocer que le gusta ver televisión con Yoongi y sus frases ocurrentes llenas de sarcasmo que le arrancan varias carcajadas.

—Ella es popular solo porque es más bonita —señala llevándose una galleta entera a la boca—, no me gusta, mi voto es para la chica bajita, canta mejor, apuesto que es tu tipo.

Hoseok asiente, ciertamente lo es, bajita, delgada, pálida. Y le parece terrible, porque de pensar en salir con alguien como ella..."su tipo", estaría en gran parte influenciado por el parecido con Yoongi.

—Espera, tengo algo que alegrará tu día, no, tu semana entera.

Mira a su hyung levantarse con calma, desaparecer al entrar a la habitación y acercarse con un par de tickets en la mano.

—Ten, disfrútalo —le entrega las entradas y los ojos de Hoseok se agrandan por la sorpresa.

Entradas para sector exclusivo. ¿Cómo las consiguió? ¿Cuánto gastó en ellas?

¿Por qué?

—¿Cómo...

—Es un secreto.

Yoongi puede leer el flujo de emociones en Hoseok, desde la sorpresa, la alegría y la confusión nuevamente, como si no lo creyera y no supiera qué hacer con el regalo inesperado.

—Podría besarte —suelta sin pensar, aún con la sorpresa y la euforia corriendo por su sangre.

Y se arrepiente enseguida tras escucharse, no tiende a bromear con eso porque es una especie de boicot a sí mismo. El único que pierde es él, arriesgándose, incluso si es forma de broma, a un rechazo indirecto o a que siga el juego y alimente ilusiones con básicamente nada.

—¿Y no lo vas a hacer? —pregunta rompiendo el silencio con la semi sonrisa en sus bonitos labios rosados.

El chico pálido tampoco entiende por qué acaba de seguir el juego y sus ojos están fijos en la boca de su amigo, justo el lunar que resalta en el nacimiento de la curva externa del arco de cupido, siempre le llamó la atención, aunque jamás lo ha confesado en voz alta.

—Bromeo, disfruta del concierto —aparta brusco la mirada. Lo que si entiende es lo difuso que resultan algunos límites y debe regularse antes de cualquier impulso tonto—. Y del fansign, también irás a eso.

—¿Qué?

—¿Acaso no querías conocerlas?

El "bromeo", pudo haber sido una pequeña espinita en su corazón sensible, pero lo que acaba de decir sobre el fansign entremezcla la tensión y la alegría. No termina de creerlo y debe preguntar "¿es en serio?" varias veces antes de poder convencerse. Los latidos son bruscos dentro de su pecho e imagina de forma anticipada lo nervioso que estará ante ellas, quizás hasta se atasquen las palabras. Sus manos sudan y no puede dejar de reír.

Ama a su hyung y no porque le consiguiera una entrada y un pase para conocer a sus idols favoritas, sino por el tiempo que se toma en alegrarlo con detalles —y vaya detalle—, porque han sido varias las veces que Yoongi hace algo lindo como si nada y para Hoseok lo significa todo.
 
  
  
  
  
  
  
 
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