XVI. Cambio de aires
Cambiar de aires y con su novio le viene demasiado bien a su lamentable estado emocional.
Selecciona minuciosamente las prendas que mete a su bolso. Solo lo justo y necesario, ropa que haga un balance entre lo práctico y cómodo, sin dejar de lucir bien —porque ama sus buzos holgados y desgastados, pero no se arriesgará a verse como un chico vago como primera impresión a la familia de su novio—. Son menos de dos días, pero agradece el espacio para escapar de las tensiones en las que solito se metió.
La semana se resumía en evitar a Yoongi, verlo de todos modos y sentir que cada encuentro cerraba su garganta. Apenas se atrevía a mirarlo, al mismo tiempo, buscaba cómo sobrellevar la relación con Jimin sin involucrarlo en el problema que causó, porque no era justo explicarle si eso incluía revelar que a su hyung le gustaba.
Casi se ahogó con saliva que no bajaba expedita por su garganta al toparse frente a frente con Yoongi en las escaleras. Estuvo a nada de decirle "te ayudo con las bolsas" como era la costumbre cuando salían a comprar juntos o lo veía sobrecargado con los brazos llenos. Pudo haber partido por algo tan lógico como saludar, pero sentía que se olvidó cómo se hablaba, si decía un "buenos días", de seguro recibiría una mirada gélida que respondiera por sí misma "¿qué tienen de buenos?". Recuperó la capacidad verbal cuando el mayor le preguntó si le había contado a Jimin y su respuesta fue una rotunda negativa, no lo ha hecho, ni piensa hacerlo. No pretende exponer los sentimientos ajenos.
Primer intercambio de palabras en la semana y no lo culpa por continuar resentido.
Cierra el bolso tras verificar que lleva todo lo indispensable. Revisa su teléfono por si su dongsaeng ha escrito que ya se desocupó, lo deja en el escritorio cuando no ve nuevos mensajes. La idea era viajar el viernes en la noche, pero Jimin recibió el aviso a última hora de una práctica con su grupo de trabajo el sábado por la mañana, aunque así como aparecen noticias que cambian los planes negativamente, nada que el universo no equilibre, las clases del primer bloque de Jimin fueron canceladas y Nam se había eximido de rendir examen el lunes, día que regresarían por la mañana.
Un fin de semana que lo tiene nervioso, aunque es de esa ansiedad que disfruta, de la que causa hormigueos en el estómago y le hace revisar nuevamente si ha escrito. Quiere tanto a Jimin, quien pacientemente no presiona y pareciera tener el remedio adecuado en forma de mimos, frases y panoramas que distraen su mente cansada. Lo necesita, su capacidad de concentración va rumbo al fracaso y se desanima con facilidad.
Además de la justa distancia con Yoongi, tuvo y tendrá días con bastante carga académica. Dolor emocional y estrés son una pésima combinación, sumado a que notaba cómo eso repercutía en su dongsaeng. Definitivamente su novio es un ángel por tanta comprensión, a veces siente que no lo merece.
El celular vibra y brinca de la cama a buscarlo, es solo un compañero desorientado preguntándole fechas de los próximos exámenes, hace un chasquido con la lengua antes de grabar un audio con un itinerario de exámenes y entregas de proyectos de esta y la otra semana. Segundo mensaje, es de Jimin y su corazón da saltos bruscos dentro de su pecho.
Bolso al hombro, se cerciora que nada quede encendido y parte a zancadas con las piernas largas. Se encuentran en la estación y revuelve con delicadeza los cabellos rubios que aún se sienten ligeramente húmedos. Jimin le sonríe con ojos cerrados, irradia alegría pese a su aspecto cansado.
Namjoon no puede evitar sonreír también cuando ve a su adorable novio quedarse dormido plácidamente con la cabeza apoyada en su hombro, siendo un panorama incluso más bonito que cualquiera que pueda ofrecerle la ventana. A momentos se tienta y deja caricias sutiles, apenas un roce para no despertarlo, entiende que ese cuerpo de bailarín exija un descanso para reponerse adecuadamente.
"Lindo", piensa al ver que arruga un poco su pequeña nariz.
Cierra los ojos compartiendo la grata tranquilidad que tanto necesitaba. Al final es Jimin que lo despierta cuando están cerca de llegar. ¿Tanto durmió? Mira a su alrededor desorientado, topándose con un puchero y una queja por el dolor de cuello. Señal implícita que Nam ya sabe cómo interpretar.
—Ta hago un masaje —sonríe con cariño y espera a que su novio se acomode en el asiento antes de presionar las yemas en el cuello y cuidadosamente distribuir la presión sobre los nudos y zonas duras que va palpando.
A Jimin le encanta la delicadeza con la que esas manos pueden tocarlo. Sabe que Namjoon puede ser torpe a veces —varias—, pero no puede pasar desapercibido que con él es sumamente diligente. Se siente adorado con cada caricia y mirada, de solo pensarlo hay ciento de burbujas calientes en su pecho.
No recordaba que enamorarse fuera tan intenso, aunque la mejor parte es ser correspondido.
—Estás tenso —comenta amasando la piel con la fuerza adecuada para no lastimarlo con sus manos destructivas.
No puede evitar preguntarse si acaso va muy rápido, presentándole a su familia, llevándolo a conocer su tierra natal, proyectándose a tiempo largo e indefinido a su lado. ¿Estaría cómodo Namjoon? Apaga los pensamientos y se concentra en el exquisito masaje cálido de esos dedos que ahora bajan a sus hombros.
—¿Así está bien?
—Más —responde en un ronroneo, aunque siente la tensión considerablemente reducida en sus músculos cansados, no perderá la oportunidad de cariños adicionales.
Y Nam continúa arrastrando la presión de las yemas en círculos sobre los hombros. Se detiene para rascar su cabello. Jimin a susurros le dice que "ya está bien" y le da un descanso a sus manos. Nota como su expresión pareciera iluminarse a medida que se van acercando a su destino.
"Tan lindo". Pensamiento que se repite. No lleva la cuenta, pero sabe que resuena en su cabeza constantemente.
—Mis tíos pasarán a recogernos —comenta el rubio entregándole a su novio uno de los bolsos.
Jimin sujeta el brazo de su hyung, de tanto en tanto juega desplazándose por la piel expuesta, sigue un camino del antebrazo hasta finalmente llegar al hombro, simulando que sus dedos son pequeñas piernas que avanzan a saltitos.
Namjoon apoya su cabeza sobre la de su novio unos segundos. Se contiene de las ganas de abrazarlo y besarlo, la estación está repleta de gente.
—Hay más personas de lo usual —dice apegando su hombro al costado ajeno.
Tira de la mano del moreno cuando ve a su tía hacer un gesto de saludo a la distancia. Namjoon recuerda esas caras, son los mismos tíos que conoció el día que se quedó a dormir en la casa de los señores Park. La pareja los recibe con ánimos en el auto y cae un bombardeo de preguntas a los dos universitarios. El mayor no puede evitar sentirse tímido, no sabe cuando se desacostumbrará, pero supone que tendrá que pasar bastante más tiempo para no sonrojarse ni sonreír nervioso frente a la familia de su novio.
Dejan los bolsos en la habitación de invitados y Jimin avisa que pretender hacerle un tour a Namjoon, luego habrá tiempo para más presentaciones, sus primos pueden esperar.
—Hay un lugar donde preparan los mejores fideos del mundo, mis padres me solían llevar cuando era niño —dice feliz, su estómago reclama comida y aunque su hyung no lo mencione, sabe que debe estar igual de hambriento que él.
Jimin tiene un itinerario de sitios por los que desea pasar, aunque seguramente en menos de dos día sea imposible. El restaurante de fideos no es transable. Vez que visita Busan, pasa por el local. También hay una cafetería a la que solía ir con una de sus abuelitas.
Namjoon anota en su lista mental un recordatorio de volver a comer esos fideos. Tiene el estómago lleno y lleva zapatillas cómodas, no le molesta la idea de caminar junto a su dongsaeng que señala lugares y anécdotas. Jimin se disculpa por no tomar un autobús, pero que realmente le gusta recorrer las calles, algunas cambian, otras están casi iguales y la emoción es patente en su voz que Nam está totalmente convencido que sí está ahí es porque desea seguir conociendo aún más a su novio.
Se imagina los episodios. Imagina a un niñito de cabellos oscuros y mejillas gorditas escalando árboles y devorando tazones de fideos.
Podrían haber montones de lugares bellos en Busan, pero Namjoon siente que está pisando los sitios más perfectos de todos, ya que cada uno conserva pequeñas memorias del adorable chico que sujeta su mano y le relata de algunas aventuras infantiles que tuvo junto a Jungkook. Cada historia que cuenta lo hace con ojitos que brillan como estrellas y Namjoon recuerda que fue uno de sus puntos de partida para caer rendido ante los variados encantos de Park Jimin.
—Quizás quieres ir a un sitio en especial y yo te estoy arrastrando a los lugares que quiero visitar —dice bajando la cabeza un poco apenado, sintiéndose un anfitrión egoísta.
—Quiero conocer cada rincón de Busan que sea importante para ti.
El rostro de Jimin se tiñe de rojo y asiente. Puede que su idea sea abrumadora y no salga en algún libro de sugerencias llevar a una cita al cementerio, pero desea tanto hacer el ritual y presentarle a sus queridos abuelos a Namjoon. Es otro de sus parajes indispensables en sus viajes a su tierra.
Los ojos curiosos del chico de cabellos morados van directo a los de Jimin. No dice nada, se mimetiza al silencio del lugar, dejándose guiar. La atmósfera es tranquila, abundante color verde y el aroma de diversas flores pica en su nariz. Aunque la presión de las emociones en su pecho es aplastante.
—Tenía que presentarte a ellos —comenta bajito y con las mejillas rojas.
Namjoon hace una pequeña venia con la cabeza, le abruma las situaciones con aquella carga de intimidad y lo único que hace es un voto silencioso en la memoria de los abuelos de Jimin prometiendo que le cuidará y no dejará de verter ese cariño inagotable que siente por él.
Comparten una mirada llena de afecto, mantienen sus manos apretadas. Namjoon percibe el calor que irradia la húmeda palma de Jimin junto a la suya.
—Hyung, ¿no te estoy incomodando con todo esto?
—Deja de preocuparte, vine aquí a conocer cada rinconcito de mi novio.
Jimin traga saliva con la garganta apretada y echa los brazos alrededor del cuello de Namjoon. Se quedan compartiendo un abrazo silencioso, el mayor espera que su dongsaeng se aparte, pero parece no tener las intenciones todavía.
—Ahora sí tomaremos el autobús —dice bajito, cediendo un poco el agarre. Quiere alcanzar a ir a la cafetería y a la playa antes que se esconda el sol por completo.
Compran el café para llevar y a Jimin se le antojan los churros recién preparados que ponen en el exhibidor. Namjoon piensa desde la lógica que comerlos en la playa no es una buena idea y casi se tienta de afirmarlo cuando se sientan sobre la arena y el primer mordiscos a la masa cruje y no solo por la fritura.
El menor entre risas se queja por los granitos duros que se mezclan con su comida. Namjoon observa cómo después de comer se arremanga los pantalones, se quita las zapatillas y calcetines enterrando los pies en la arena.
—Vamos, hyung —insiste con una de esas sonrisas que hacen que sus ojos se vuelvan dos finas líneas—, llevas bermudas, será más fácil para ti.
Nam busca el basurero más cercano para arrojar los vasos desechables y bolsas de papel. Jimin lo espera con una sonrisa llena de entusiasmo. Tira de sus zapatillas y guarda los calcetines en ellas mentalizándose para meterse al agua.
Su dongsaeng sujeta su mano y jala de ella con fuerzas para levantarlo. A pasos apresurados le insta acercarse al mar. El agua acaricia sus pies y son el único par de personas que corren por la orilla escapando de las olas cuando son más fuertes y salpican sus piernas. Jimin asumió que arremangarse el pantalón no sirvió de nada porque están empapados hasta las rodillas.
—¡Me siento feliz, hyung! —exclama arrojándose en busca de un abrazo efusivo.
—Espera, Jiminnie —dice tratando de reafirmar la posición de sus pies, uno de ellos se hunde en la arena y no logra mantener el equilibrio.
Agradece tanto haber olvidado el teléfono móvil en la casa de los tíos de Jimin, ya que está de culo en la arena mojada con las olas que cubren sus piernas y el peso de su novio sobre su regazo. El rubio musita unas disculpas riendo suavecito y, aunque el agua había mojado la parte inferior de su cuerpo, no podría molestarse, menos cuando escucha los sonidos melodiosos que escapan de esos labios gruesos y rosados. Hasta que dongsaeng exclama y brinca de sus piernas cuando recuerda que guardaba el celular en el bolsillo.
Lo incómodo es el viaje de regreso, mojado hasta la ropa interior y el arena pegoteada. Lleva restos de playa en el cuerpo. Jimin con pucheros le vuelve a pedir disculpas y menciona también que tendrá que dejar el móvil en arroz por si acaso.
Namjoon se regocija con el baño que le permite quitarse la sensación pegajosa del agua mezclada con sal y lo áspero de la arena.
—Saldremos a bailar, Namjoon hyung —dice mientras cepilla con los dedos el cabello húmedo y morado.
—Quiero teñirlo —comenta vagamente cuando mira las hebras púrpuras en el reflejo de la ventana cerrada de la habitación. Además las raíces oscuras ya comienzan a notarse.
—¿Algún color en especial? —pregunta curioso, apoyando fugaz los labios en su frente.
—No lo sé —sonríe con los labios cerrados
—¿Puedo elegirlo? —Está imaginando cada color que podría lucir bien. Tal vez alguno en la gama de los rubios.
—Confío en ti —besa la punta de su pequeña nariz.
Ya le ha prestado su cabeza a Seokjin para que experimente con tinturas cuando no quiere hacer cambios de imagen solo. El morado actual también es cortesía de su hyung.
Jimin desbordaba entusiasmo, recuerda la noche que lo conoció, cuando las luces de colores se reflejaban en su cabello claro y era un "chico bonito" sin nombre con quien deseaba fervientemente pasar la noche, buscándolo con la mirada entre el tumulto de cuerpos.
Ahora chico bonito es demasiado impreciso y escaso para describir todo lo que su dongsaeng significa para él.
Deja que Jimin lo guíe en la pista, sujete su cintura y marque los pasos. Namjoon solo se entrega como lo ha venido haciendo. A una relación, a un viaje, a lo que sea.
Se limita a entregarse y disfrutar. Su novio ríe y se apega a su cuerpo, se llena de alegría cuando está tan cerca.
—Me gustaría congelar este momento, aunque al mismo tiempo pienso que contigo no necesito que las cosas sean como una fiesta eterna —confiesa sujetando ambas manos a pocos pasos de llegar a la casa de sus tíos—. Disfruto de todos los momentos, cuando nos reímos, cuando nos tocamos, cuando descansamos juntos, incluso cuando estás triste y logró sacarte una sonrisa o te acurrucas en mis brazos —había quitado el filtro y se permitía ser todo lo transparente posible, aunque termina por darse cuenta de lo meloso que acaba de sonar su discurso.
Namjoon no responde y eso hace que el calor queme más fuerte en su rostro, hasta las orejas arden. Quizás no debió decir nada.
—Debes pensar que soy muy cursi —se adelanta en decir soltando sus manos para tapar las mejillas acaloradas. Namjoon iba a responder, pero lo interrumpe—: Es que estoy tan enamorado de ti.
—También yo, Jimin-ah —responde con una sonrisa con hoyuelos que tanto le gusta al rubio.
Entran a la casa sigilosamente y a oscuras para no despertar a nadie, Namjoon choca con la esquina de un mueble reprimiendo un quejido, Jimin casi tropieza por las escaleras, una vez encerrados en la habitación de invitados, se deshacen en un abrazo y un beso anhelado desde que estaban con los cuerpos apegados en la pista de baile. Profundo y calmado, resguardados en la serenidad de una habitación solo para los dos. Ambos ignoran que hay dos camas, el rubio no duda en acoger a su novio contra el pecho y Namjoon se incorpora apenas para buscar sus labios.
A ninguno de los dos le quedan energía y se quedan laxos tendidos en la cama compartiendo besos lentos.
Nam se refugia contra su cuello. Jimin lo envuelve con sus brazos, se siente seguro y tranquilo, su espacio favorito.
Su novio ha hecho tanto y no puede no confiar en él, la necesidad de explicarle un poco aquello que ha preguntado toda la semana lo carcome.
—Yoongi hyung está resentido conmigo —murmura bajito, nota las vibraciones de la piel donde apoya sus labios, seguramente va a decir algo—. No lo digo para que me veas como víctima, fue mi error, debí hablar con él antes y no lo hice, tardé mucho porque estaba asustado —se apresura en aclarar.
Jimin está lleno de preguntas, pero se abstiene, le alivia saber que su hyung si se está apoyando en él y no pretende exigir más detalles, aún con la curiosidad encima.
—Creo que Yoongi hyung te quiere mucho, solamente dale tiempo.
Asiente en silencio y lo abraza un poco más fuerte. Es la primera vez que comparte una cama con el pijama puesto y las manos sin explorar bajo el pantalón, pero dormir arrullado por el calor y las caricias es placentero en sí mismo.
El sol filtrándose por las cortinas y el movimiento en la casa termina por despertarlos más temprano de lo que habrían querido. Durante el desayuno Namjoon ve nuevas caras, son otros familiares, más tíos y primos curiosos de conocer al novio de Jimin. El chico de cabellos morados vuelve a sentirse más tímido que nunca, respondiendo preguntas y rascando su nuca en un intento de aliviar la tensión.
No sabe en qué momento terminó usando uno de los pantalones deportivos de su novio que le quedan un poco más arriba de los tobillos y cargando botellas de agua mientras Jimin guarda snacks y los primos preparan el resto de las cosas para un agradable domingo de senderismo.
Y si bien la familia de su dongsaeng le está haciendo pasar un buen rato, el bosque es precioso y ha tomado muchas fotos al lugar, además de Jimin —que embellece el paisaje con su presencia— y algunas selcas juntos, sus piernas exigen un descanso, el día anterior fue agitado y el actual no da tregua.
—Cuando lleguemos a casa solo quiero tirarme en la cama —se queja en un susurro cerca del oído de su novio.
—Apoyo completamente.
Ambos arrastran las piernas exhaustas de tantos recorridos. Los primos de Jimin comparten las fotos y las anécdotas del día, pero el rubio y su novio se excusan con todo el cansancio acumulado después de la cena para retirarse.
Un baño, el pijama y un colchón nunca se habían sentido tan agradable. Permanecen tendidos de espalda en la cama, dormitando. Jimin se incorpora para mirar la hora en el celular de Namjoon, aún queda tiempo para seguir durmiendo.
—¿Jimin-ah? —susurra desorientado, apoyando los codos para levantarse.
—Son las dos, hyung, podemos seguir durmiendo.
Namjoon bosteza y a Jimin le enternece la expresión cansada. Sujeta sus mejillas y las acaricia, delineando los pómulos con los pulgares. Observa sus labios con la escasa luz de la lámpara que olvidaron apagar, tan llenos, dibuja el contorno con el índice y aplastan con la yema sintiéndolos blanditos. Nam muerde su dedo, un apretón que no duele. Sonríe y piensa que un beso de buenas noches viene bien.
Aunque de un roce sutil, el beso de buenas noches fue escalando de niveles cuando las manos de su hyung recorrían su cintura. Quizás un polvo rápido antes de dormir sea una buena manera de finalizar el corto viaje.
Jimin tira de las muñecas de Namjoon, lo atrae hacia su regazo, pone ambas manos en las caderas y empuja para sentir la presión. Su hyung se reacomoda, aprieta sus costados con las piernas y busca su boca. Muerde su labio inferior, lo chupa delineando con la punta de la lengua y el beso se intensifica.
Lo besa balanceando el peso sobre sus piernas. La presión cosquillea y gime contra la lengua que se frota con la suya. Levanta las caderas simulando embestidas y comprime sus nalgas con descaro. Acaba de tener una imagen mental que lo hace temblar, evoca cómo serían una a una las sensaciones, piensa en Nam desnudo, con esa expresión contraída por el placer cabalgando la erección que palpita bajo la fina tela del pantalón. Cree que se va a correr en cualquier momento con la ropa puesta, solo con el roce y la imaginación activa que recrea cada a detalle.
Namjoon suspira con la fricción y los dedos que se hunden en la superficie acolchada de los glúteos, amasa y los separa, se estremece al sentirlo restregarse duro justo en medio. Tiembla cuando mira directo a los ojos hambrientos y demandantes de su novio.
El pijama es delgado y ambos portan tiendas de campaña. Calientes, cabello revuelto y mejillas rojas, contemplan deslumbrados a la persona hermosa que tienen al frente.
El mayor se detiene para empezar a quitar las ropas. Jimin está con la espalda apoyada sobre el colchón y las piernas separadas. Nam lo prepara con cariño y lubricante —que junto a los condones son parte de un kit de viaje imprescindible—. Se pregunta qué diría Namjoon si le mete los dedos, si lo penetra de la misma forma que lo está haciendo, si acaso le gustaría la sensación de tenerlo a él expandiendo centímetro a centímetro. Se contrae deseoso de imaginarse sofocado por esas paredes estrechas.
No lo han hablado, pero quiere intentarlo.
El sudor humedece sus pieles y se esfuerzan por contener los gemidos y hacer mínimo el ruido en la habitación. Echa el cuello hacia atrás y estruja las nalgas de Namjoon para empujarlo contra su cuerpo, acaricia entre ellas, delinea la entrada con el índice y su novio parece no notarlo hasta que intenta hundirlo un poco, la expresión varía y se percata del leve sobresalto, entonces retira su mano como si tocara algo que quema.
Los movimientos son rápidos y cortitos, Nam acelera la llegada del orgasmo con los dedos que se ciñe a su pene. Aprieta los ojos con montones de estímulos entre los reales y los imaginarios. La palma caliente sube y baja por la longitud, siente la tensión de sus músculos que se cierran sobre el invasor y a la vez fantasea en proporcionarle ese mismo placer a su novio. Una descarga que nace profunda, fuerte y lo deja temblando, absolutamente rendido.
Namjoon se levanta para abrir la ventana, traer pañuelos y eliminar la evidencia. Lo último que querría es que los tíos de Jimin encuentren algo que dé luces de la agitada actividad en plena madrugada. Regresa para acurrucarse devuelta en los brazos delgados y firmes.
No quiere pensar que se delata sin necesidad de presión, porque basta con que la tía de su novio pregunte si durmió bien y las mejillas empiezan a ganar tonos rosados, haciendo un esfuerzo considerable para no tartamudear al responder.
Llevan el desayuno para el camino. Jimin se queja con un puchero diciendo que no quiere ir a la clase de la tarde. Namjoon prefiere omitir que se ha eximido de exámenes y su asistencia es buena, por lo que faltar no supone problemas.
Jimin recarga su cabeza en el hombro contrario y los párpados le pesan.
—Gracias por la invitación —acaricia su cabello con la mejilla.
—Podemos volver, el acuario aquí es muy bonito, la próxima vez deberíamos visitarlo.
—Estaré esperando el próximo viaje —dice en voz baja como si no quisiera alterar el sueño que cae sobre su dongsaeng—. Jiminnie...
Escucha un suave "mmh" en respuesta del chico que somnoliento intenta mantenerse despierto.
—El próximo fin de semana podrías acompañarme a un almuerzo con mis padres.
Los latidos de su corazón se disparan y el sueño desaparece, se aleja de su hombro de un salto para mirarlo con sorpresa. Conocer a la familia de su hyung...el palpitar ansioso retumba y es consciente que no podrá dormir el resto del viaje.
***
Ando fluff hoy uwu.
Gracias por apoyar esto ;u;
les amo 💕💕.
(Pd. también amo a Nam de pasivo -tenía que comentarlo y dejarlo como futura advertencia-)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top