XII. Expuesto y subestimado

Para Namjoon es extraño estar sentado frente a padres que no sean los suyos o de sus tres amigos cercanos. Tuvo escasas relaciones estables y conoció a pocos padres de sus parejas. Recuerda que fue en sus años de instituto cuando su cabello era un conjunto de dreadlocks que capturaron la mirada desaprobatoria de los ex suegros. A la familia de Jimin no parece importarle su cabello morado.

Además de sus padres están unos tíos que vienen de Busan a pasar lo que queda de la semana. El señor Park sonríe y dice que hay espacio para todos. Pese a las muchas interrogantes y ojos curiosos, le hacen sentir bienvenido y con los nervios a flor de piel a la vez. Intenta con todas sus fuerzas no romper nada, no voltear ningún vaso, ni chocar con algún mueble y tirar de paso algún adorno.

El plan original era pedirle alojo a Hoseok, pero Jimin se adelantó diciendo un: —Puedes quedarte en mi casa, Namjoon hyung.

—¿Estás seguro...

—Ya les he hablado de ti a mis padres y me preguntan cuándo podrán conocerte —lo miró con expresión adorable de "por favor, hyung" y negarse no fue opción.

No es como que no imaginara que en algún momento conocerían a sus familias. Sus planes con Jimin son algo a largo plazo. Uno muy largo si es posible. Aunque no pensaba que sería tan pronto y que tendría que mirar al rubio cuando su madre preguntó "¿Y él es...?" sin saber exactamente cómo autodenominarse.

—Mi hyung.

Seguido a otras frases como "nos han hablado de ti", "¿cómo se conocieron?", "nos han dicho que eres uno de los estudiantes prodigiosos de la facultad", "¿están saliendo?". Con esa última pregunta, en medio de la confusión y habiendo preferido hablarlo primero con Jimin, porque la relación pese al tiempo no tenía nombre, impulsivamente terminó afirmándolo con un y su dongsaeng sonrió tan amplio que sus ojitos desaparecían tras los párpados.

Ayuda a Jimin a armar el sofá cama que tiene en su habitación y la Señora Park llega con frazadas dobladas entre sus brazos. Aunque la verdad sea dicha, todos en la casa saben que una pareja de jóvenes terminará bajo el mismo cobertor. Es el hermano quien con una sonrisita ladina dice un: —No sean bulliciosos.

Namjoon nota que el calor comienza a quemar sus mejillas. Las del pequeño rubio están iguales o más rojas.

—Entonces...—inicia alargando las vocales— ¿Estamos saliendo?

—Hace bastante, solo que no lo hemos hablado —extiende sus manos y Jimin las sujeta—. En realidad, esperaba que me lo dijeras —confiesa con cierta timidez y aún el sonrojo notorio.

—Esa es mi línea —reclama tirando de él para acercarlo a su cuerpo.

Comparten miradas y sonrisas antes de un beso. Unen sus labios y sincronizan movimientos lentos, sensación blanda y tibia que absorbe a ambos. Aprietan sin fuerza y todavía no se sueltan las manos. Un beso que guarda cierta inocencia y mucho cariño.

—Conocerte ha sido lo mejor que me pudo haber pasado —si algo tiene que transparentar Namjoon es eso. Pese a las consecuencias desencadenadas por sus miedos, mirar aquellos ojos brillantes de tan cerca y probar sus labios gruesos hace que todo valga la pena.

Jimin es fascinante. Trata de verlo más allá que con su filtro de persona enamorada, más que su aspecto adorable y bonito que encanta a quien se cruza con sus ojos sonrientes. Es tenaz, entregado y apasionado, dulce y un amigo confiable, perfeccionista y exigente. Piensa que es hermoso por dónde se le mire.

A veces cree que son una combinación un poco desastrosa. Entre los tropezones de Jimin y sus manos destructivas pueden potenciar el caos.

—Deja de robar las frases que yo debería decir —se queja con un puchero y Namjoon no duda en morder el abultado labio inferior—. ¡Hyung...! —es silenciado por la lengua que delinea y entra. La recibe, la encuentra con la suya y se deja fundir.

—¿Vemos una serie antes de dormir? —pregunta con las manos sobre sus caderas, dibujando círculos sobre los huesos que resaltan—. O podemos tener una larga sesión de mimos.

—¿Por qué no ambas?

—Porque mimarte absorbe mi completa atención —sonríe y se marcan los hoyuelos que Jimin toca con uno de sus dedos.

Al rubio le gusta escuchar aquellas frases que lo hacen sentir que está integrado y mimetizado en la vida de su hyung. Es mutuo, Namjoon ocupa bastante espacio de sus pensamientos y le alegra saber que están en la misma situación de par de torpes enamorados.

—Intentemoslo de todos modos —prende el televisor y buscan en Netflix algún estreno nuevo.

Se acerca a su armario para arrojar un pijama al mayor y le enternece ver cómo sus extremidades son más largas que la ropa, aunque es delgado y la tela se apega sin estirar demás a su torso y los muslos.

Le encantan los muslos de Nam, cuando puede los amasa y nota los músculos firmes tras años de básquetbol. Los días que lo acompaña al gimnasio no duda en potenciar una rutina ideal para esas piernas.

Se distraen con besos y caricias. Jimin se retuerce cuando las manos grandes rascan en su vientre diciendo "cosquillas" y su risa llena la habitación.

—¡Hyung! —se queja con la voz ahogada y lágrimas en los ojos, batallando por escapar sin conseguirlo, porque Nam oprime sus costados con las piernas largas. Percibe como su cuerpo se amolda tan bien al otro.

Namjoon se detiene y deja un par de besos en el cuello. Notando las vibraciones de la risa ya más suave a través de la piel. Y se cumple lo que dijo, su atención no está en la pantalla, sino a completa disposición de Jimin, quien sin poner pausa se acomoda sobre sus piernas y ejerce presión en un área específica.

—Jimin-ah, está tu familia —suspira cerrando los ojos, quiere resistirse, pero al mismo tiempo hundirse en el rubio adorable se torna una necesidad que debe controlar.

—Lo sé, mis tíos están al otro lado de la pared —ríe y empuja de nuevo. La tela fina no oculta nada.

—Ni siquiera tenemos...

—No es necesario que lleguemos al final —responde desplazando las manos por la amplitud del pecho. Está tan acostumbrado a que el centro de acción sea en el apartamento de Namjoon que no se ha preocupado de tener algún preservativo en el cajón, solo pañuelos—. Me basta con que podamos tocarnos un rato.

El de cabellos morados no se niega y tira del pantalón de Jimin exponiendo su erección que atrapa con una de sus manos moviéndose con calma por la extensión.

Jimin gime bajito y lucha con la prenda inferior: —Namjoon hyung, levanta —ordena para facilitar su tarea.

Exploran y los dedos se ciñen a la dureza caliente, frotan las puntas que gotean y disimulan los ruidos más agudos y más graves en besos intensos. Nada, ni nadie los apura, se tocan despacio, juegan con el ritmo, un poco más rápido y frenan cuando se aproxima el orgasmo. Un poco de dolor surcando el placer no viene mal. Sueltan risas y quejidos a volumen bajito con los labios juntos. Prolongan la sesión, deleitándose de los redescubrimientos. "Jimin-ah, aprieta justo de esa forma", "Hyung, tócame así, me gusta mucho", dicen en susurros.

Namjoon atesora cada segundo de la experiencia que no deja de sentirse tan íntima y abrumadora, aún cuando se limitan a masturbarse, llegando a olvidar lo exquisito de solo tocarse con parsimonia. Entre tantos polvos rápidos y las ansias de llegar siempre al último paso, se perdía el encanto de muchos juegos previos que con Jimin vuelven a enriquecer esa dimensión afectiva en su vida. Acariciar al chico que quiere trasciende al sexo y los destellos de placer fugaces. Cada caricia que sea con adoración.

¿Cuándo fue la última vez que sintió tal grado de conexión con alguien? No se viene otro nombre a la cabeza que no sea el de quien tiene al frente, haciéndole temblar con las subidas y bajadas de su mano.

Namjoon termina primero, aunque le ruega al rubio que lo haga más lento para ver si logran coordinar y hacerlo al mismo tiempo, pero no es escuchado y Jimin usa todo lo recientemente descubierto para obligarle a cubrir su boca antes de la segudilla de espasmos.

—Namjoon hyung —dice con un puchero.

—¿Cómo prefieres terminar? —comprime la erección hinchada y escucha un gemido en respuesta.

Jimin toca sus labios y no necesita palabras para pedirlo. Envuelve y baja lento, notando el peso sobre la lengua, relaja para llegar más profundo y basta con un empuje para que el calor se desparrame. Tiene un poco más arriba la preciosa imagen del rostro de su dongsaeng con los párpados cerrados y mejillas rojas.

—Deberíamos hacerlo más seguido, deberíamos dedicarnos largas horas a mimos y tocarnos por todas partes —ríe bajito y saca los pañuelos desechables del cajón.

Termina siendo el mayor quien se recuesta en el pecho del rubio. Le relaja la sensación de los brazos ajenos rodeándolo, la respiración acompasada y los latidos retumbando, percusión agradable para sus oídos. En cualquier momento sus ojos se cerraran y no los abrirá hasta un par de horas después.

—El sofá cama está intacto —murmura con la voz somnolienta.

—Mañana decimos que dormiste ahí de todos modos.

Quiere decirle pequeño mentiroso, pero siente que esa frase es casi un descaro viniendo de su parte. Mejor deja de pensar o si piensa en algo que sea en los dedos que dibujas patrones indefinidos en su cuello.

Cuando despiertan son un enredo de extremidades, ríen al darse cuenta de los cambio de posición. Una de las piernas largas de Namjoon cuelga de la cama y su brazo se acalambra bajo Jimin, quien además cruza sus caderas con uno de los muslos haciendo peso.

—No siento el brazo —aunque tras quitarlo y sacudirlo, los hormigueos y pequeños pinchazos lo recorren en toda su extensión.

Jimin se baja primero y estirándose le dice: —Me habría quedado contigo en la cama el día entero.

Y es terrible porque piensa en Yoongi con frases como esa.

—Levantarse no es tan malo —se acerca a tirar las manos de su por fin novio, están saliendo después de todo y su familia ya lo conoce—. Muero de ganas por hablar con Taehyung y saber qué pasó ayer —Jimin sonríe y eleva las cejas.

También se lo pregunta. Intuye que es la interrogante de ambos grupos de amigos.

Cuando a Nam le dicen con cariño si durmió bien por la noche mientras desayunaban, solo atina a decir algo relacionado con lo cómodo del sofá cama. Jimin aprieta sus labios para no reír.

Llegan tarde al primer módulo de clases y excepcionalmente prefieren saltarlo y compartir besos a escondidas, sintiéndose como un par de adolescentes.

Jimin queda de ir a buscarlo a la salida de las actividades de básquetbol y revuelve el cabello rubio antes de separarse. Durante el almuerzo junto a Hoseok interceptan a medio camino a Seokjin y lo mismo hace Jimin y Jungkook con Taehyung.

—Jin hyung —canta Hoseok—, tienes mucho que contar y con detalles. ¿Qué hicieron?

—Más bien ¿qué no hicieron?

—Solos nos besamos y dormimos abrazados —responde con las mejillas rojas.

Los pares de ojos lo miran con confusión.

—Pensé que el apartamento vacío era para...

—No todos follamos al primer encuentro —dice Seokjin cruzando los brazos.

Ambos reprimen el "¿y eso no ha pasado antes?", no recordaban que Seokjin fuera particularmente asiduo a la abstinencia, al menos hasta antes de Taehyung si podía de vez en cuando tener alguna aventura rápida y sin compromiso, lo hacía.

—Hyung, no estés a la defensiva —Hoseok habla suave.

—Es que Tae-Tae se veía tan...confundido que no quise hacer nada que lo hiciera sentir presionado

—¿Taehyung daba señales de no querer o tú entraste en pánico?

Jin recuerda la forma en que danzaba sobre su regazo al ritmo de los besos ansiosos. Namjoon tenía razón en la última parte de su pregunta. Una mezcla de signos que no supo cómo sobrellevar. Asustado que fuera mucho o poco y de su propio cuerpo de reacciones rápidas, pensaba que algunas cosas se superan en la adolescencia.

—Lo último —baja la mirada avergonzado.

—Recién están empezando, nadie los apura —Hobi da palmaditas en su hombro.

—Puedes pedir el apartamento cuando quieras.

—Y Namjoon-ah puede quedarse cada vez que quiera en el mío si es que no se va donde la persona misteriosa.

Namjoon y Seokjin comparten una mirada incómoda y el silencio se hace entre los tres.

—Gracias, hyung —se fuerza a responder el moreno.

Hoseok reanima la conversación comentando chismes y disputas entres profesores de la facultad de las distintas carreras mientras comen. Seokjin lo corrobora porque una de las maestras dedicó al menos diez minutos de una clase a descargar indirectas sobre "cierta persona que imparte introducción a la composición".

—El viernes los chicos de danza harán una fiesta para reunir fondos, ¿se suman?

—Iré, hyung —afirma el menor de los tres. Se acuerda que Jimin le había mencionado algo previamente.

—También, espero que Tae-Tae quiera venir.

Hoseok se levanta desbordando ánimos y se despide. Los últimos días corre de un lado a otro dispersando su tiempo en varias actividades. Namjoon le comenta vagamente a Jin que debe ser para llegar tan exhausto que apenas note la ausencia de Yoongi.

—Cuando no estabas por varios días el apartamento se sentía vacío sin ti —agrega, ganándose una sonrisa del mayor, a quien le encanta saberse tomado en cuenta.

Jimin lo espera a la salida con una lata de café helado que apoya sobre su cuello, viendo a Namjoon encogerse y mostrar los bonitos hoyuelos en sus mejillas. No propone ir al apartamento, dado que su compañero está realizando un trabajo grupal, pero lo invita al cine y el rubio no suelta su mano en toda la película.

Lo termina acompañando a casa y le propone algún fin de semana próximo que vayan juntos a visitar a sus padres y como el ánimo y la relación con ellos dependen del clima y factores azarosos, prefiere tantear previamente antes de confirmar un día en particular.

Jimin se despide con un abrazo apretado y un beso rápido antes de cruzar la puerta. Sonríe por lo que fue una buena tarde y pasa a comprar pasteles de frutilla que le gustan a su hyung. Todavía están los compañeros del mayor cuando llega, saluda haciendo un gesto con la mano y no interrumpe la lectura del guión.

En su habitación revisa sus cuadernos y organiza los tiempos de su semana, anticipándose a las evaluaciones que se vienen encima. Al cabo de un rato escucha las despedidas y el apartamento se vuelve silencioso, oye los pasos de Jin desplazarse de un lado a otro y se asoma por si necesita ayuda. Termina lavando platos sucios.

—Estoy agotado —se queja apoyándose en la encimera.

—Descansa, puedo terminar de ordenar.

—¿Y si destruyes la cocina?

Namjoon entrecierra los ojos y Seokjin suelta un par de carcajadas agudas.

—Es broma, Joonie —dice tras reír, más relajado—. Que sepas que jamás olvidaré lo de mi tazón.

—Lo sé —con absoluta delicadeza traslada los platos apilados al mueble.

—Ayer nos besamos, él estaba encima, se me puso dura y me avergoncé —si no se lo contaba a su amigo ¿entonces a quién más?

—A cualquier hombre se le puede levantar con un buen beso y roce—se encoge de hombros sin tomarle mayor importancia—. ¿Desde cuándo es un problema?

—Me dijo que estaba duro, no sé qué me pasó y en lugar de seguir como lo hubiera hecho o decirle alguna frase de ligue en esas situaciones y continuar, me levanté por té.

—Puede que Taehyung también quisiera algo más.

—Si es así, quizás se sintió rechazado cuando me aparté —hace un puchero—. No es como si no hubiera querido avanzar más, pero me asusté, tenía ese rostro tan inocente y confundido que no sé...

—No será la última oportunidad, hyung.

—¿Y si está molesto conmigo?

—¿Lo estuvo durante la noche?

—No, me abrazó por la espalda al dormir y me dijo que soy el mejor hyung del mundo entero —sus mejillas se colorean del rosado que tanto le gusta.

—Ahí tienes la respuesta. ¿Te acompañará a la fiesta este viernes?

—Sí, imagino que llegaremos los cuatro, Hobi nos esperará allá.

—Que Taehyung te acompañe ya dice bastante del aprecio que tiene por ti, Jiminnie me ha comentado que no suele ir a fiestas —ríe ligero y se apoya a su lado en el espacio sobrante en la encimera.

—¿De qué te ríes?

—Pensaba en la ocasión que Jimin me contaba que escapaba a fiestas con Jungkook en sus años de instituto y era Taehyung que a escondidas los recibía en su casa, ayudándolos a trepar por su ventana o los iba a buscar si alguno estaba mal.

Los labios de Seokjin se curvan y cierra los ojos, quiere que Tae disfrute la fiesta. Reír juntos y cuando suene una de sus canciones favoritas correr a la pista de baile.

—Me acabas de subir el ánimo, Joonie.

—Y sé que lo haré con más fuerzas cuando veas el pastel que traje para ti.

—Te adoro —en menos de un segundo ya está hurgando el refrigerador.
  
  
   
    
Namjoon mira el rostro concentrado de su ahora novio con todas las letras, peinar con los dedos su cabello desordenado. También experimenta aplicando sombras ligeramente a ras de las pestañas y difuminando. No lo resiste y se levanta un poco para besarlo cortito.

—Hyung, distraes mi labor —se queja con un puchero.

—¿Y cuál es esa labor?

—Hacerte ver incluso más guapo de lo que ya eres.

No puede, las mejillas arden y oculta su cara con una de las manos.

—Yah, hyung, cuidado con mi trabajo y debo seguir con Tae-Tae.

El aludido, cómodamente sentado en el suelo de la habitación de Namjoon, alza la vista unos segundos y vuelve a esconderse tras el manga como si fuera a protegerlo de las entusiastas manos de Jimin y su gusto por jugar a ser estilista. Recuerda que su cabello ha pasado por distintos colores cada vez que llegaba a su casa con un frasco de tintura. "¿Qué te parece el rojo?".

—¿Qué están haciendo con Tae-Tae? —pregunta Seokjin asomándose por la puerta abierta—. Luces muy bien, Joonie.

—Transformo a mi amigo en un idol.

Taehyung está a merced de las manos del rubio. Tiene los ojos cerrados y cree que el sonrojo debe de notarse cuando escucha la voz de Jin.

El mayor del grupo queda fascinado mirando como el cabellos luce desordenado y la mirada intensa, apenas con aplicaciones sutiles. Dualidad de la inocencia y sensualidad.

Jimin sonríe orgulloso de sus modelos y sabe que atraerán miradas en la fiesta y no se equivoca en su predicción. Nota como voltean con la atención puesta en los cuatro cuando avanzan entre la gente intentando divisar la cabeza pelirroja de Hoseok.

El local está lleno y a Namjoon se le viene a la memoria la noche de la fiesta de bienvenida.

—Pensaba en la fiesta que nos conocimos —dice Jimin cerca del oído de su hyung.

¿Acaso fue telepatía? Sonríe y responde: —Pensaba lo mismo.

—Es que estamos conectados —sujeta su brazo.

Taehyung se apega a las dos personas familiares de todo ese montón de gente: Namjoon y Jimin. Seokjin cada tantos pasos saludaba a quienes se le acercaban hasta que un par de compañeros de carrera secuestraron su atención. El rubio lo nota y pasa una mano por su hombro y lo convence de ir a bailar los tres.

Sabe que se comporta como un niño que se niega a soltar el brazo de sus progenitores, porque se arrima a Jimin para que no se acerquen otros estudiantes a sacarlo a bailar. Le agradece a sus dos hyungs que lo hacen sentir incluido y bailar al medio de los dos le causa demasiada gracia que termina riendo y contagiando a sus amigos.

—Los había perdido —Seokjin dice en voz alta entre el ruido en la pista y sujeta las manos de Tae. No perderá la oportunidad de bailar con él.

Se alegra que su hyung hubiera regresado y se deja llevar por el ritmo de la melodía pegajosa, se mueve balanceando las caderas muy próximo a Jin que es todo sonrisas y ojos que brillan de emoción casi gritando que le encanta esa canción. Más todavía de compartirla con quien se está arrimando a su cuerpo.

El menor se asegurará de recordarla: la primera canción que bailó con su hyung.

—¡Vamos por cerveza! —grita Jimin intentando hacerse escuchar en el bullicio.

Namjoon sujeta la mano del chico más bajito y lo guía entre la gente hasta la barra. Poco después aparecen Seokjin y Taehyung con los rostros teñidos de rojos y el cabello alborotado.

—Nunca había bailado tanto —Tae dice con entusiasmo y aparta los cabellos que se apegan a su frente húmeda.

—¿Se están divirtiendo? —llega Hoseok junto a Jungkook.

—Y yo que tantas veces intenté hacer que Taehyung bailara con nosotros y el ochenta por ciento del tiempo se negaba —expone Kookie con una semi sonrisa.

Seokjin se siente privilegiado.

Hoseok ha pasado toda la semana de plan en plan, no permanece mucho rato con su grupo, pronto le toca estar apoyando detrás de la barra, sin embargo destila energía e incluso baila un par de canciones antes de prometerles que los buscará apenas se desocupe en una hora.

Jimin tira del brazo de Namjoon, ambos necesitan un poco de aire y descanso. Salen del local y no recordaban el placer del viento refrescante. No hay mucha gente en el exterior, un par de chicas vuelven a entrar después de fumar y una pareja se besa ajeno al resto del mundo un poco más alejados.

—También quiero uno antes de volver —dice rodeando a Nam por el cuello.

El más alto se agacha un poco para llegar a los labios abultados que lo llaman en un murmullo. Colisión suave entre sus bocas y hace estragos en el interior de Namjoon que siempre que se besan los latidos se aceleran. Jimin lo empuja y no puede quejarse de estar entre su cuerpo firme y la pared. Aprieta los párpados concentrado en el calor y como el aire se consume.

Respira agitado al separarse, abre los ojos y mira por sobre el hombro de Jimin, notando que alguien los observa a un par de metros. Su corazón se detiene cuando nota que se trata de Hoseok y una expresión que sugiere que todavía está tratando de convencerse de la escena que tenía al frente.

—Hoseok hyung —dice con ánimo el rubio al voltear con el rostro como hoguera. Las ganas de probar los labios de su novio le hicieron no pensar en nada, ni nadie que pudiera estar cerca. Ser como la pareja que sigue besándose en su esquina sin preocupaciones.

—Jiminnie, justo buscaba a Namjoon, necesito hablar un momento con él —pronuncia suave cada palabra, incluso sonríe.

El chico bajito aprieta las manos del moreno y menciona que irá a buscar a los otros chicos.

Un silencio desagradable se instala por varios segundos que se hacen eternos. El pelirrojo tiene una expresión insondable en la mirada y Namjoon evalúa las consecuencias de haberse quedado esperando. Ver cómo una ola crece a la distancia y estar quieto en la orilla diciendo "ya llegará".

—Sabes, lo que más le dolerá no es el hecho de que salgas con el chico que le gusta —inicia igual de tranquilo, ni siquiera eleva el volumen—. No quiero tomar partido —inevitablemente tiende hacia el lado de Yoongi—, conversa primero con él y luego escucharé tu versión completa —sonríe triste.

—Pretendo hacerlo apenas vuelva —no quiere levantar la vista, pero se fuerza a hacerlo.

—Ve ahora, llegó hace poco al apartamento y no apareceré hasta dentro de algunas horas —traga saliva, sabe que si Nam no lo hace, será él quien le diga—. Por favor, no subestimes a Yoongi hyung.

Se había mentalizado para enfrentarlo un día sábado por la tarde y los planes se adelantaron, ahora busca a Jimin para avisarle que regresará antes. El rubio sonríe, lo abraza fuerte y dice que se quedará con Jungkook un rato más.

En el camino al apartamento no consigue pensar en nada concreto, ni siquiera los escenarios hipotéticos y cuál sería la mejor forma de empezar. Solo se repite "hoy sí", incluso cuando toca la puerta y aparece Yoongi con expresión cansada, pero le sonríe.

"Hoy sí", aunque vuelve a sentir el nudo en la garganta y su amigo le cuenta lo más estresante y anecdótico de los días visitando a su familia.

—Mi madre me dijo que parecía un dumpling hervido.

—Yoongi hyung...

—Ya quiero que sea lunes, nunca pensé que diría algo como eso, pero con Jiminnie tenemos que avanzar en un trabajo para historia del arte y yo que pensé que odiaría cursarlo de nuevo, pero no, hasta disfruto ir, aunque sigo odiando al anciano miserable que lo imparte.

Namjoon lo mira con culpa recordando cómo hasta hace pocas horas bailaba dejándose guiar por el rubio. Cómo lo besaba antes que Hoseok apareciera. En lo bien que se siente cada vez que sus pieles se rozan y cuando sus cuerpos se acoplan como piezas de una misma figura.

No puede seguir...

—Estamos saliendo...—la frase se corta y tiene que tomar aire y valor—, con Jimin estamos saliendo.

La expresión de Yoongi endurece y lo escruta de una forma que le produce escalofríos.

—¿Desde cuándo? —la pregunta suena como balde de agua helada.

—Empezamos algo desde la fiesta de bienvenida...

—Eso querías decirme el domingo —murmura bajito, más para sí mismo.

Namjoon asiente lento con la tensión concentrada en cada músculo. Está helado y rígido en su sitio. El silencio es terrible. Sigue a la espera que Yoongi estalle, que le grite aquello que merece escuchar.

—Lo siento...

—¿Por qué no me lo dijiste antes? Sin excusas.

Namjoon prefería a Yoongi enojado, alzando la voz, maldiciendo, frunciendo el ceño y mandándolo a la mierda de cien formas distintas por ser un pésimo amigo, que al de rostro inmutable y tono gélido. Sabe que no hay respuesta ni explicación justa. "No quería dañar nuestra amistad" le faltaría el respeto, porque de ser así, lo habría dicho desde el principio.

—Tuve miedo, fui cobarde.

Yoongi sigue impávido, mirando los ojos vidriosos de su amigo. No puede guardar la compostura por más tiempo y deja salir un suspiro herido y resignado. Su mente evoca todos esos momentos cuando Joonie le decía "enfríate, hyung" y eso intenta.

Está dolido y enojado, pero no deja de querer demasiado a Namjoon. Todos los años y la cantidad de veces que arriesgó el pellejo para salvarlo de diversas situaciones en el instituto. Las ocasiones que se autoculpaba como la mente maestra para que los regaños y castigos no cayeran en un Yoongi con matrícula condicional y un Hoseok asustado. Las tantas otras que lo cubrió ante sus padres.

No tenía una cuenta exacta de todas las veces que Namjoon se expuso gratuitamente a problemas para aligerar los de Yoongi. Fueron muchas.

Piensa en todos los consejos y veces que se enfrió gracias al sujeto que tiene al frente y que por primera vez lo ha decepcionado.

Sabe también que es un pasaje, que requiere más tiempo para enfriarse y que puede superarlo.

No ahora. Después.

—¿Miedo a qué? ¿Tan inmaduro crees que soy? No vamos a dejar de ser amigos por esto.

Porque otra de las cosas que le duele —y mucho, más que el el hecho que salga con Jimin— es haberse sentido subestimado, que no confiara en que la amistad era tan fuerte para sobreponerse a una disputa como que a ambos les guste la misma persona. Que no le diera la oportunidad de superar una prueba difícil, que lo tomara por alguien débil.

—Tantos años juntos para que me digas que tuviste miedo...

Yoongi no sabe por dónde comenzar a exprimir su enojo.

—Solo necesito tiempo para enojarme, maldecirte y digerirlo —pronuncia ronco, siente que el pecho se aprieta y no quiere seguir hablando—. Necesito alejarme hasta que se me vayan las ganas de romperte la cara.

—Puedes hacerlo si te hace sentir mejor.

Namjoon se estremece, porque ve el dolor de Yoongi, ve que está decepcionado, pero no hay rencor en su mirada infinitamente triste.

Y sí, no solo estuvo guardando información, hizo lo que el chico pálido más detestaba: lo había subestimado y se dio cuenta a última hora por centrarse en el mensaje y en fantasías negativas, siendo que Yoongi jamás fue rencoroso con sus amigos cercanos.

—No, Joonie, no haré eso, no te ayudará con la culpa ni a mí con la rabia. Al menos me lo dijiste, si me hubiera enterado por terceras personas de seguro no te lo perdono.

El Joonie le duele tanto como la mirada triste. El menor está mudo mientras se dirige a pasos lentos a la puerta.

—Jiminnie es un buen chico.

Uno excepcional, piensa con una mezcla de angustia y liberación.

Estaba hecho.

***

Gracias por todo bellas personas 💕>u<

Cumplí mi misión de la semana. Tengo que hacer mi mea culpa de que igual me distraje con otro hijo que en algún momento verá la luz, YoonKook (par de alfas) y TaeJin (par de omegas) y no tengo idea que saldrá de eso.

Tienen mi montones de mi cariño~ 💜 

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