X. ¿Y qué fue eso?
Jimin disfruta como nunca meterse bajo las frazadas, la salida y las emociones consumieron su energía. Recuerda que zamarreó entusiasmado a Tae cuando le contó que le sugirió a Seokjin hyung salir nuevamente. Aprovecha de mirar las fotos que guardó en su teléfono móvil, hace un recorrido mirando los rostros sonrientes. Yoongi se ve muy bien cuando muestra esa expresión alegre, recordará decírselo la próxima vez que se topen por la universidad.
Deja salir una risa tenue en la foto que hacen muecas extrañas, también en la que su amigo rodea al chico de cabellos rosados pasando un brazo por sus hombros. Aparecen otras de días y semanas anteriores, elimina imágenes de apuntes, comidas y cosas innecesarias que llenan la memoria. Se dedica un tiempo más largo a contemplar las que comparte con Namjoon, su hyung lo abraza, en otras besa su mejilla y en algunas sale durmiendo, leyendo concentrado —suspira porque se ve muy atractivo—, comiendo con las mejillas abultadas. Elige una de ambos para dejarla de fondo de pantalla.
Tiene que admitir que desea subir las fotos y compartir en el mundo virtual esos pequeños fragmentos de felicidad, pero ha estado esperando que Namjoon dé el paso y diga "hazlo", que quiera ponerle un nombre a esa relación que tienen. No olvida cuando Kookie insinuó que no era seria y, a veces, una vocecita le dice: "bueno sí, técnicamente no han acordado exclusividad, ni nada". Jimin no ha buscado a nadie más y asume que su ¿hyung con beneficios? tampoco.
Siente que todo se basa en supuestos y no le gusta cuando lo atacan las inseguridades. Ya suficiente tiene con los temores académicos con los que lidia día tras día.
Quizás su hyung no quiere nada serio y él por su parte no quiere presionar. Emite un suspiro y se acurruca bajo las ropas. Tal vez le pregunte, porque Jimin sí quiere algo con nombre o al menos merece saber en qué están.
Sí se proyecta e imagina todo lo que implica la palabra novio.
Relee un tierno mensaje de buenas noches que dejó Namjoon hace varios minutos atrás y se permite un poco de paz. Todo a su tiempo y las cosas tomaran un curso definido, se autoconvence, lo repite para reforzarlo y quién sabe si así se cumple antes.
La mañana llega y se levanta con ánimos, hay que iniciar bien la semana. Siendo ese tipo de pensamiento que hace que Kookie le diga que es raro porque al común de la gente no le gustan los lunes. Jimin arma un panorama de los días próximos: las salidas con Namjoon, las prácticas de baile que tanto disfruta, el partido de básquetbol de sus hyungs —no piensa perder la oportunidad de gritar sus nombres—, un examen de inglés que no consigue mermar su energía.
Le gusta como se ve su semana. Además por la tarde tiene una especial sesión de mimos y estudios que le dan esa dosis de ansiedad y hormigueos en el estómago a su día.
—Deberías convidarme un poco de tu energía —murmura un Taehyung que intenta sobrevivir metiendo azúcar y cafeína aportados por una coca-cola. Dejó para última hora un ensayo y pagó las consecuencias trasnochando.
Jungkook se limita a mirarlos desde su cómoda posición desparramado en la mesa, envidiando la vitalidad del mayor, siendo consciente que no debió destinar tiempo en el afán de darse vuelta un juego.
—Eso pasa porque no duermen lo suficiente, tampoco creo que una coca-cola sea lo mejor para iniciar el día...
—Ya, mamá, no nos regañes —se queja Jungkook estirando el brazo para coger la lata de refresco de Taehyung.
Jimin suspira resignado y murmura algo respecto a que sus dongsaengs no aprecian su esfuerzo por cuidarlos.
Cuando ve a sus hyungs entrar a la cafetería alza la mano para saludar con las energías que le sobran y recibe de vuelta varias sonrisas. Seokjin y Yoongi se acercan, quiere que Namjoon también lo haga, pero él junto a Hoseok se quedan haciendo la fila.
—¿Y ese puchero tan tierno? —pregunta Seokjin que saca galletas del paquete que Tae acaba de abrir.
Jimin se sonroja, ni siquiera se dio cuenta en qué momento lo hizo. Todos los ojos curiosos caen encima provocando que se encogiera en su puesto.
—No es nada —niega con la cabeza también.
—Siempre los hace cuando algo no resulta como estaba pensando —delata Jungkook recibiendo un codazo entre las costillas que le hace soltar un quejido.
Yoongi ríe, el chico que le gusta es adorable y le intriga saber las frustraciones que esconde esa cabecita rubia. Se arma de valor para brindar una caricia cortita en su cabello, el menor cierra los ojos disfrutando de mimos matutinos. Si sus dongsaengs no lo consienten un poco, al menos confía en que sus hyungs sí lo hagan.
Namjoon y Hoseok aparecen con café y comida para repartir. Jimin le dedica una sonrisa a Nam y recibe una pequeña de vuelta, sin hoyuelos, no se alcanzan a formar, no estira lo suficiente sus labios.
—Me encantan los desayunos grupales —cometa Hoseok animado. Otra persona más que desborda ánimos en las mañanas.
—Eres un sol —susurra Jungkook como si le hubiera llegado justo un rayo de entusiasmo en el rostro. Demasiado brillante, aunque ayuda a disipar un poco la tensión y de paso aprende que halagar a sus hyungs trae recompensas como un poco de comida adicional.
Jungkook suspira resignado con el sobreesfuerzo de Jimin por dejar las manos quietas, pero es tan difícil cuando el deseo de acariciar los dedos largos de Namjoon y entrelazarlos con los suyos es más poderoso. Se esmera en mantenerse ocupado desmenuzando a pequeños trocitos su sándwich. A ratos busca la mirada del moreno y le desespera que su llamado mudo no sea atendido.
Último recurso: intenta dar una patada suavecita por debajo de la mesa, solo que no contaba con que hay un montón de piernas más y a veces es torpe y carente de precisión. Es Seokjin quién brinca y reclama ligero. Jimin se disculpa todavía más avergonzado, aunque obtiene la mirada de un Namjoon que le sonríe y el alivio vuelve.
¿En qué momento se convirtió en algo tan poderoso? Con esas sonrisas que arman y desarman. Si es sincero, sabe que desde el principio cuando añoraba encontrarlo por el campus después de la noche de la fiesta de bienvenida.
Incluso antes, en la fiesta misma, cuando quedó atrapado en esa sonrisa con hoyuelos.
Lavaba sus manos y mojaba su cuello para refrescarse, víctima del ambiente sofocante. Jungkook lo esperaba cerca de la salida del baño, si se separaban seguro se perdían entre la cantidad de gente. Volteó, iba a dar una zancada y frenó al notar una figura larga y delgada. Sonrió a modo de disculpas y quedó sin aire tras recibir esa sonrisa de vuelta. Antes de ponerse en ridículo a sí mismo, escapó cohibido. Cuando la racionalidad regresó de su paseo a quién sabe dónde le regañó por no preguntarle el nombre al chico alto.
—Era muy atractivo y sonreía tan bonito —se quejaba elevando la voz. Entre el bullicio que llenaba el lugar era difícil captar oraciones enteras.
—Termina tu cerveza quizás te ayude a tener más valor —comenzó y antes que el rubio reclamara agregó—: y vuelve a la barra, en algún momento todos van ahí, capaz lo encuentras de nuevo.
Evaluaba la opción de custodiar la barra hasta ver una cabeza teñida de púrpura.
—¿Y qué estás esperando? Búscalo, consigue su número ¿o quieres que lo haga por ti?
No se diga más. Jimin partió decidido, en el peor de los casos, si su misión fracasaba, podría conseguir otra cerveza para el consuelo.
Ahogó un ruido de sorpresa al distinguir los mechones púrpuras del sujeto alto, intentó abrirse camino entre empujones y estrellones. Lo pisaron varias veces y él también sin intención, hasta que tropezó entre tantos pares de pies, su hombro chocó contra el costado de alguien, levantó la vista y ahí estaba... y no había volteado a mirarlo. Respiró profundo, se armó de valor y con la sangre caliente quemando en sus mejillas habló.
—Nos volvemos a encontrar —reprodujo la frase en su mente y sonó terrible, se sentía tan ridículo—. Park Jimin —¿qué clase de presentación más insulsa fue esa? No culparía al chico alto si quisiera escapar de él. Internamente se lamentó.
—Kim Namjoon —quedó fascinado con su voz—. ¿Cerveza?
¿Era posible quedar más encantado? ¡Le estaba hablando, sonriendo y sin huir!
—Por favor —intentó sonreír sin que desbordara la euforia. El atractivo desconocido de sonrisa bonita, Namjoon, le estaba invitando un trago.
Guardaba la esperanza que además de conseguir un trago pudiera guardar su número. Aunque al final de la noche consiguió versos que literalmente calentaron su organismo, besos, un buen polvo, desayuno, sonrisas tímidas y con hoyuelos, pero no su número.
Hasta que volvió a sonreírle para invitarlo a salir con una torpeza enternecedora y nuevamente se deshizo. Era como si todo lo que sostiene su cuerpo en pie se disolviera líquido y espeso con un gesto simple. Si lo besa, se evapora, se consume contra sus labios.
—Presta atención, estás rojo —dice en un susurro tras verlo con la mirada fija en un punto cualquiera.
Ha pasado más de la mitad de la primera clase perdido en sus fantasías. Mira su cuaderno casi en blanco —no se acuerda en qué segundo anotó un par de líneas— y suspira.
—Después puedes usar mis apuntes —aprieta el hombro de su dongsaeng en un gesto cariñoso. Tiene toda la compensación del mundo cuando Jimin le sonríe con los ojos cerrados.
—Gracias, hyung —responde bajito, no quiere recibir un regaño por parte del profesor que tiene a Yoongi entre ceja y ceja.
El día transcurre en clases y anhelos hasta que llegan despedidas rápidas de sus amigos y sujetar la mano de Namjoon cuando van rumbo a su apartamento. Quiere preguntarle sobre aquellas incertidumbres que le quitan horas de sueño y atención en sus responsabilidades, a Yoongi no fue al único que le pidió apuntes prestados.
No contaba con que los besos y las manos que trazaban camino por su espalda harían que las palabras se desplazarán a un rinconcito olvidado en su mente y las prioridades cambiaran. Primero disfrutar plenamente de las caricias, después estudiar, hablar o lo que fuera.
El tiempo es contado y Jimin no piensa perder ni un segundo, tira de las ropas y ataca con los labios la piel morena. Desliza caminos por el relieve de las costillas y las caderas con ambas manos mientras su boca busca puntos sensibles. Se entretiene con un pezón, Namjoon arquea la espalda y pronuncia su nombre. Es recién el comienzo, baja y sigue, la ropa interior es un impedimento del que se deshace de inmediato. Par de besos y lamidas tanteando el terreno y su hyung suplica.
Pone dedicación a su tarea, quiere llenarse de sensaciones. El aroma, el calor contra su lengua, sabores, texturas, las facciones contraídas y los sonidos roncos, otros ahogados. Namjoon se deshace, quizás así experimente el efecto que tiene en él. "Es lo justo", piensa.
Jimin disfruta del mayor con cada uno de sus sentidos.
Brinca cuando siente un par de dedos mojados y resbalosos entrar sin permiso. Sus piernas tiemblan y Namjoon los mete más profundo.
—Intercambio de servicios —susurra a duras penas. La boca caliente y labios esponjosos lo tienen en la gloria misma.
Lo retira de su boca para acomodarse en su regazo. El par de horas están cronometradas y siempre hay riesgo de fallo de cálculos. No tienen el espacio distendido que quisieran para mimos, orgasmos, más caricias y más orgasmos.
Quisieran tocarse por horas.
Jimin gime sonoro aprieta las piernas alrededor de su cintura. Solo un poco, un minuto al menos para besarlo lento y percibir a detalle como sus nervios sensibles captan el ardor, el palpitar y como su cuerpo se amolda para recibirlo.
Termina rendido y protesta porque no quiere levantarse, ni repasar las guías. Desea un abrazo largo y acurrucarse contra el pecho de Namjoon, quien le dice que su examen de inglés es el jueves. Entre pucheros atrapa a su hyung envolviéndolo con las extremidades y prolonga unos minutos más la estadía en la cama.
Vuelve a pucherear cuando revisa la última guía, pero se acuerda de que si le va perfecto podrá pedir lo que quiera. Guarda esperanzas que sus aprendizajes y conocimientos no fallen y se infunde ánimo con un "Fighting!".
La pausa a sus neuronas cansadas de trabajar con una segunda lengua llega junto a Seokjin, cruzando el umbral con expresión cansada, pero satisfecha. Ambos asumen que Taehyung tiene algo que ver con esa sonrisita enamorada y que cante al preparar la cena.
—Jiminnie, necesito de tus sabios consejos, necesito ideas para citas.
—Tae-Tae no es particularmente complicado, panoramas al aire libre, exposiciones de arte, películas —Jimin menciona lo típico y no se olvida de agregar lo que tiene más valor—: lo que importa es la compañía, aunque si quieres algo más específico podrías ofrecerle un tranquilo panorama casero con una maratón de películas de Studio Ghibli.
Seokjin toma nota mental y empieza a preparar todos los pormenores de sus futuros planes con Taehyung. Aprovecha de hacer más preguntas y el menor termina contando anécdotas de su época escolar cuando Tae era un muchacho delgado y moreno, hasta que llegó el golpe de la pubertad, su voz tuvo los divertidos cambios hasta engrosarse y se estiró más de lo que era justo.
—¡Fui más alto que él!
Jimin le promete a sus hyung traer fotos de los anuarios. Si bien Namjoon ha visto algunas de su pequeño dongsaeng adolescente, cabello negro y rostro aniñado, no perderá la oportunidad de contemplar más.
Su hyung sonríe y al ver los tiernos surcos en sus mejillas el estómago se le llena de mariposas. No sabe en qué piensa, o se atrevería a decir que ni siquiera lo hace. Se arriesga a tontas y a ciegas, no evalúa consecuencias, toma el valor de empujar su afecto que ya no lograba contener, inclusive si están bajo la atención de Seokjin, deposita un beso cortito en la mejilla, justo donde se forma el hoyuelo que le encanta.
"¿Qué hice?", resuena en su mente al notar el par de miradas.
—Gracias por todo, Namjoon hyung —agrega tratando de sonar lo más natural posible. Tratando también de no temblar.
Se despide con un abrazo de un Seokjin todavía impresionado y Namjoon sin decir nada lo acompaña a la parada del autobús. Lo único que tranquiliza el sismo interno es que el mayor sujeta su mano.
—No debí haberlo hecho —murmura, iba a añadir una disculpa, pero Nam lo interrumpe.
No hay nada que disculpar.
—Está bien, Jimin-ah —estrecha el agarre de su mano, la expresión preocupada desaparece y da paso a la bonita forma en que curva sus labios.
Realmente lo está, no piensa en censurar las muestras de afecto del rubio, pese a que si llegaran a ocurrir frente a Yoongi sería un terror hecho realidad. Otra señal de que necesita decirle.
"Después del partido", se repite y quiere pensar que no lo aplaza como excusa, sino porque necesitan mentes concentradas.
Apenas entra ignora olímpicamente la mirada intrigada de Jin. Toma los apuntes y va directo a su habitación antes de escuchar algún "¿Y qué fue eso?". Sabe que la frase bastaría para hacerle explotar y soltarlo todo. También le resulta imperioso mantenerse centrado, por lo menos hasta el viernes.
Afortunadamente cuando su amigo toca la puerta de su habitación y entra con sobras de galletas, es solo para conversar de su día y pedir que le ayude a escoger un plan al que invitar después de clases a Taehyung. Namjoon hace sonreír a Jin al sugerirle que dentro de un par de citas más podría dejarle el apartamento por todo el día y noche cada vez que lo necesite.
No es como que Seokjin no muriese de ganas por preguntar "qué fue eso", pero la cara de pánico de su amigo, hizo retroceder su tentativa, después de todo no tiene la sensibilidad de una piedra, entiende cuándo se puede y cuándo es mejor esperar. Sabe que Jimin es cariñoso, no pensaba que tanto.
Elabora la situación hipotética de si hubiera estado Yoongi presente y mejor lo deja hasta ahí, de solo imaginar un posible conflicto entre los chicos que considera su familia basta para tensionar sus músculos. Hasta el estómago pareciera comprimirse en su sitio.
Mañana le sugerirá a la Tae que invite a Jimin al almuerzo. Yoongi estará feliz. Es un buen plan y antes de cualquier imprevisto le escribe un mensaje rápido que exige que no arme panoramas y le explica por qué.
Piensa en el lugar de ramen que está cerca del campus, aunque suele llenarse, vale la pena e intuye que a Taehyung le gustará. Ni siquiera lo medita, escapa un poco antes de clases para tomar número de espera a una mesa desocupada. Además Jimin se había unido animadamente a la junta.
El chico de cabellos platinados aparece junto a los dos novatos justo cuando le asignan una mesa al rincón. Tae mira embelesado la decoración y recibe un pequeño manotazo cuando quiere tocar un jarrón. No puede molestarse con Jimin, las probabilidades que lo hubiera roto por un descuido son altas.
—Una vez vinimos aquí con Namjoon hyung —comenta el rubio sonriendo un poco. Recordaba los besos en la calle vacía y siente que el calor sube—. Me gustó mucho —lo decía tanto por el ramen como por los besos.
Los dos mayores guardan segundos de silencio procesando la información. Yoongi pensaba un "demasiada cercanía", pero su cerebro se negaba a coordinar alguna respuesta.
La pregunta "¿y qué fue eso?" volvía a la mente de Jin que se esforzaba en construir el rompecabezas con las piezas sueltas.
Taehyung invoca telepáticamente al mesero para que aparezca con la orden, ya que ahora entiende algo sobre esa tensión que le comentó Jungkook. Lo que no entiende es cómo su amigo no se da cuenta que todo circula a su alrededor.
En medio del raro silencio a su creativa imaginación se le ocurre distraerse haciendo figuras toscas de origami, podría hacerle un barquito a su hyung. Trata de sacar un par de servilletas del dispensador y se desparraman en la mesa. Aprieta sus labios y la miradas dejan de estar en Jimin en cosa de segundos y Seokjin sonriendo ayuda a recoger los trozos de papel. La tarea de devolverlas al aparato se la dejan a Yoongi.
El hambre y la comida ponen en pausa la incertidumbre. Yoongi se tranquiliza cuando el rubio con una adorable sonrisa saca un pedacito de carne de su plato.
—Claro, a mí ni me dejas acercarme a tu comida —protesta Seokjin haciendo enrojecer las mejillas pálidas.
—Él es mi dongsaeng —dice con el calor quemando su rostro, intentando parecer imperturbable.
—¿Puedo sacar también? —Taehyung pregunta curioso.
Al final Yoongi resignado termina accediendo a que los pares de palillos se hundan en su tazón. Internamente sufre de un shock de felicidad cuando Jimin acerca comida a su boca.
Taehyung observa como Seokjin devora los fideos, no termina de tragar y mete más, emitiendo gemidos de completa satisfacción. Le gusta lo dichoso que luce su hyung comiendo, como si la alegría se concentrara en algo tan sencillo como un plato lleno.
—Imagino que pediremos postre —sugiere ilusionado.
—¿Todavía te queda espacio? —Yoongi no puede con más. Siempre ha sido un misterio que pueda engullir tanto sin subir ni un gramo y no le vale su excusa de "si la comida es deliciosa no cuentan las calorías".
Taehyung no se niega, siempre hay espacio para postre y termina por compartir un helado frito de té verde con su adorable sunbae que observa con ojitos tristes el tazón vacío. Yoongi y Jimin prefirieron algo más liviano como un granizado de de frutos rojos.
Seokjin mira atentamente los gestos cariñosos de Jimin, intenta darle un sentido y se autoconvence que fue un simple beso en la mejilla, nada más y nada menos que un ligero roce de labios en la piel. Un par de veces ha besado a sus amigos en el rostro.
—El viernes haré un cartel para animarlos a ti y a Namjoon hyung en el partido —dice feliz. Incluso convenció a Kookie que le ayude dibujando a la mascota del equipo.
—Tan adorable, Jimin-ah.
La sonrisa del rubio se ensancha y sus ojos parecen dos líneas finas. Tae piensa que en realidad su amigo no tiene idea de nada, tampoco quiere ser él quien le diga las sospechas. El menor de su grupo lo hace sin pelos en la lengua y Jimin no lo toma como posibilidad. Entonces, tras un análisis del escenario actual, asume por consiguiente que el casi novio no le ha contado al hyung pálido, ni a Seokjin y parece un drama juvenil como esas películas que a veces miran los viernes.
Como espectador quisiera hacer algo aunque sabe que no le compete. No quiere ver triste a Jin cuando las verdades se aclaren y tenga que batallar con las presiones de amistades tensionadas. Tampoco quiere que Jimin esté cabizbajo y, conociéndolo como lo hace, culpándose por lo que no tiene responsabilidad.
Sus cavilaciones quedan perdidas y relegadas al segundo que su hyung de cabellos rosados le pone fecha nuevamente a las salidas que quedaron prometidas: Jueves al terminar las clases.
Después en la noche le llega un mensaje que pregunta un "estará soleado ¿qué tal el parque?". No tarda en escribirle a sus amigos. Jimin le sugiere que lleve alimento envasado. Lo hace, aunque ansioso se come los paquetes de galletas en clases. No quiere aparecer con las manos vacías, por lo que corre a la máquina expendedora.
Camino al parque Jin le habla alegre acerca de como fue su día y las felicitaciones que recibió de parte de uno de sus profesores. Le comenta también información por adelantado y confidencial respecto a las posibles obras de teatros que podrían realizar a final de año mientras extiende una tierna manta con ovejitas —Alpacas, corrige su hyung—.
—Quería algo tranquilo, además me gusta conversar contigo —dice tomando asiento y sacando los muffins de miel y almendras.
—Espera, también traje algo cuando me dijiste que vendríamos al parque —rebusca en su mochila un par de latas de café helado.
—Podríamos volver otro día y almorzar aquí —sugiere probando un trocito del bizcocho esponjoso.
El menor mueve afirmativamente la cabeza con la boca llena y pequeñas miguitas en la comisura de los labios. Seokjin quiere retirarlas, pero es el mismo Tae que sin notar que la mano ajena se acercaba, los limpia.
—Te quedaron muy buenos —dice entre mordida y mordida.
Eso es suficiente para hacerle sentir satisfecho. Que a la persona que le gusta disfrute de lo que prepara es un placer en sí mismo.
Mira con curiosidad como Taehyung pega un salto en su sitio. Emite un gemido apenas audible y retrocede.
—¿Qué...?
—Abejas, hyung —el muffin se suelta de sus manos.
Seokjin es más escandaloso para reaccionar, ya que no contiene la exclamación, da vuelta el café y arroja la comida cuando una de las abejas se acerca. Los zumbidos de los pequeños insectos ponen nerviosos a los dos que sosteniéndose de las manos, se alejan toscamente varios pasos.
—No me gustan —murmura apretando la mano de su hyung.
Se sentían ridículos a unos buenos metros de distancia de la comida desparramada esperando que las abejas marcharan. Sujetándose los brazos, en estado de alerta. Jin hasta piensa en la posibilidad de llamar a Yoongi o Namjoon —Hoseok descartado— para que después de la práctica recojan su manta y espanten a las abejas.
Seokjin trata de reunir el valor que le queda e intenta acercarse, pero basta con un zumbido y revoloteos para hacerle retroceder y mirar con un puchero frustrado a su acompañante.
Se quedan sentados en el pasto observando desde zona segura. Taehyung se apoya en el mayor, la nariz roza su cuello y hormiguea. Susurra nuevamente que no le gustan las abejas y Jin disfruta del aliento tibio acariciar su piel. No deja escapar la oportunidad de rodear uno de sus hombros. Están tan cerca y es sobre consciente de sus latidos acelerados retumbando en sus oídos.
Cree que podría morir cuando Tae busca su mirada y están tan, pero tan próximos que bastaría solo moverse un par de centímetros y chocaría con sus labios. Es el menor quien reduce la separación apoyando su frente contra la otra. Seokjin está paralizado, lo piensa todo y queda en blanco de un segundo a otro.
También es Taehyung quien se aparta primero, no tiene idea qué pasaba por su cabeza, pero el calor que concentra en sus mejillas le hace querer de nuevo su espacio y un poco de aire. Tan cerca..., eso le robó el aliento, mirar en zoom sus facciones atractivas y labios llenos.
"No", su cuerpo no reaccionó para impedirlo, "no te alejes". Seokjin quiere tirar de la manga del chico de cabellos claros y atraerlo de vuelta.
La mente de Taehyung está específicamente rememorando a detalle el rostro ajeno. Se mueve por inercia a recuperar la manta, coger las latas de café y deja los muffins ahí con un par de abejas merodeando alrededor. Tener a Jin a escasa distancia provocando mil reacciones en su interior le causaba más pánico que un par de insectos con alas y lancetas.
—Se ensució con café —dice intentando doblarla.
—Ha tenido manchas peores —guarda su preciada manta en la bolsa.
—¿Saldremos el sábado?
—A un lugar sin abejas —confirma Seokjin con felicidad que lo inunda al notar que Tae quiere seguir compartiendo tiempo juntos—. ¿Almorzamos mañana?
—¡Claro, hyung!
Que los planes y salidas se volvieran algo cotidiano está en el deseo de ambos. Taehyung se ha encontrado con que su gentil sunbae lo tiene encantado. Disfruta de su compañía y no quiere dejar de salir con él, incluso si las abejas los persiguen en el parque.
El viernes Seokjin almuerza junto a Taehyung, sus dos amigos y Hoseok que se unió en el camino. Ayudan a Jimin a pintar pancartas de apoyo a la universidad y a dos de los integrantes en particular: Yoongi y Namjoon que están con el equipo de básquetbol afinando detalles para el inicio de la temporada de competencias.
No son los únicos, otros estudiantes preparan cantos, hacen sus propios carteles, decoran los pasillos y visten camisetas del equipo o con el logo de la universidad. Se siente una vibra distinta por todo el campus, el entusiasmo se traspasa de unos a otros cada vez que hay alguna competencia o evento.
Tienen que batallar y saltarse actividades de los clubs, talleres y clases para encontrar una buena ubicación, sumado al séquito de fieles estudiantes de la universidad en competencias. Taehyung se agarra de los brazos de Jimin y Seokjin, sabe que su atención distendida puede hacer que se pierda tanto en insignificancias —como las camisetas con la mascota ajena que es un mapache muy tierno— y literalmente entre tantas personas.
Jungkook aunque es alto, también es ágil en igual medida y logra escabullirse para agarrar una fila de puestos en las gradas, dejando caer su sudadera y la mochila para marcar territorio ocupado.
Se deshacen en gritos, cánticos, aplausos y exclaman los nombres de sus amigos. Taehyung y Hoseok comparten y agitan el cartel más grande con el logo del equipo y Jimin el que remarca con colores los nombre de Namjoon y Yoongi.
Nuevamente Jin captas señales que inquietan su panorama, hay algo en la forma en que ese dongsaeng adorable grita "¡Kim Namjoon!" eufórico y sus pequeños ojos brillan y desaparecen tras los párpados cuando le sonríe al moreno que hace un fugaz gesto de saludo. Sopesa la posibilidad que a Jimin le guste Nam y de pensar planteárselo a Yoongi para que vea cómo proyectar sus ilusiones, si luchar o dejar una batalla sin sentido, le asusta.
Ha visto que el segundo mayor es firme y parece algo cercano a una fortaleza impenetrable con su apariencia tan serena, pero quienes han estado a su lado conocen el lado B, ese en que muerde sus cutículas y sufre drásticas bajas de peso. Será fuerte, pero no está exento de puntos débiles.
No le gusta cuando su instinto grita que preste atención a los detalles y signos.
Quiere disfrutar del triunfo, de las risas de Namjoon y Yoongi, que sin importar el sudor y el calor son abrazados por sus amigos. Jimin ciñe el delgado cuerpo de Yoongi primero soltando un "felicidades, hyung". Prosigue extendiendo sus brazos al moreno alto que le sonríe con una mezcla de timidez y ternura después de tantos elogios y como un imán se apega al rubio que lo envuelve.
Jin no pierde detalles de cómo su amigo alto estrecha el cuerpo más bajito por la cintura. Nota que el contacto se alarga y es lo que definiría como un "abrazo con ganas", porque se apretujan y recargan su peso el uno en el otro y pareciera que no quieren soltarse.
Agradece que Yoongi esté siendo exprimido por los brazos y piernas de Hobi, escuchando los reclamos roncos que exigen espacio y descanso, apenas puede con su propio cuerpo en pie.
Seokjin no duda en invitar a los tres chicos de primer año a una celebración improvisada en el apartamento. Compran cerveza y el mayor del grupo feliz se dispone a cocinar, disfruta haciéndolo, más cuando Taehyung se ofrece a hacerle compañía.
Disfruta todavía más al sentir el peso del chico en su espalda, con el mentón sobre su hombro mirando hipnotizado como saltea las verduras. No quiere moverse, pero debe sacar las papas dulces que dejó hace rato dentro del horno y preparar el arroz.
Deja a Tae a cargo de las verduras, recibiendo una mirada asustada en respuesta.
—Solo tienes que agitar un poco el sartén, confío en ti, Tae-Tae —alza el puño en señal de ánimos.
Una vez su mamá le dijo que hiciera lo mismo, tuvo un error de cálculos conectando su cerebro y el brazo, la comida voló y tuvo que limpiar. El recuerdo se pierde entre el cosquilleo que le produjo el "Tae-Tae", suele escucharlo solamente de parte de las personas con las que guarda mayor grado de confianza. Su hyung está plenamente autorizado.
Seokjin de vez en cuando se asoma a mirar que todo esté en aparente orden. Es un alivio ver a Jimin echándose encima de un Jungkook que rehuye bajo los atentos pares de ojos de Namjoon y Yoongi. Hoseok ríe, hace apuestas de cuántos segundos más tardará el rubio en conseguir el abrazo y sostiene las latas de cerveza que tambalean en la mesita de centro.
"Todo en orden", Jimin es un sujeto asiduo al contacto físico.
Hasta que desiste de abrazar a Jungkook, dongsaeng que desde ahora asocia con un conejito esquivo, y mira al chico más bajito arrimarse a Namjoon.
Necesita llevar la comida a la cuenta de "ahora ya". Necesita preguntarle sutilmente a Taehyung de qué van todas esas señales que llegan confusas.
Si bien la comida focaliza la atención de todos, después son las conversaciones, Hoseok, Jungkook y Yoongi se enfrascan en un debate de quién es el mejor rapero surcoreano. Taehyung le habla y debe repartir su concentración entre él y la forma en que Jimin acaricia a cortos instantes los dedos de su compañero de piso. Se siente peor cuando nota el breve segundo en que rasca su nuca con cariño y expresión cálida.
"¿Acaso Namjoon le está dando ilusiones al chico?". Y no cualquier chico, sino quien le gusta a Yoongi. Quiere protestar y exigir una respuesta.
—Terminé de leer el manga que me prestaste —acota a propósito de que Tae comentaba su impresión de un webcomic que ambos siguen.
—¿Y...? Dime qué te pareció.
—Lo resumiré en: ¿tienes los otros tomos?
Tae asiente entusiasmado y menciona que el lunes se los traerá.
—Iré a buscar los que me pasaste —camina a su habitación y Taehyung como si fuera una extensión del mayor lo sigue.
—Lo siento —dice cuando se detienen frente a la puerta. ¿Por qué lo está siguiendo? Niega despacio y da media vuelta para regresar con los demás.
—Adelante, puedes entrar —le sonríe, no quiere que se aleje. Quiere aprovechar el espacio a solas. Podría hacer la pregunta sutil que confirme o niegue sus temores.
Tae da un par de pasos tímidos y analiza la distribución del espacio y las cosas. El escritorio está lleno de libros y papeles mal apilados. Las repisas están ordenadas, le gustan los peluches de Mario Bros, también el oso gigante en la cama, imaginar que su hyung lo abraza mientras duerme recrea una escena muy tierna en su cabeza que le hace sonreír.
—También debo tener por aquí los apuntes que te prometí —aprovecha de buscar entre sus cuadernos viejos.
Tae se agacha hasta quedar a su altura y lo mira hurgar la parte baja del estante. Pone su mano para impedir que por mala estimación espacial Seokjin golpee su cabeza contra el escritorio. Susurra un gracias y pierde el aire porque están a pocos centímetros. Realmente quiere besarlo, la vista se centra directo en su boca y el bonito lunar en su nariz. Tan simple como avanzar.
Siente las manos grandes en sus mejillas, los pulgares se deslizan por la piel que enrojece y se calienta. Cree que sueña cuando un par de labios se encuentran con los suyos. Es Taehyung quien lo besa, apenas una presión ligera y cálida antes de retroceder.
Seokjin nota la tensión en el estómago, las cosquillas que recorren su interior, su pulso se disparó más allá del cielo. Esta vez no, no dejará que retroceda, sujeta su nuca y lo atrae hasta su boca nuevamente. Degustar el calor y la humedad del gesto lento y tímido se ha convertido en la prioridad número uno del día. Besar a Taehyung deja su cabeza en blanco, un lienzo para llenarlo de sensaciones que merecen ser grabadas con varios colores y matices.
Había olvidado lo increíble que podía llegar a ser un beso hasta que aparece aquel chico que se acomoda en sus brazos y no se aparta de su boca.
***
;u; Muchas gracias por leer y el apoyo, >n< no pensé que tardaría más de la cuenta en actualizar.
Tienen todo mi amor 💕💕
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