VIII. Incomodidades y oportunidades
No sabe en qué minuto el pequeño apartamento se llenó. Estaba junto a Yoongi sentado en el sofá, exhausto después de la práctica de básquet, al siguiente parpadeo está Hoseok con paquetes de frituras envasadas y riendo, un par de parpadeos más y hay tres novatos atravesando la puerta. Uno de ellos tiene la habilidad de ponerlo nervioso con solo una sonrisa de ojitos entrecerrados. Una sonrisa que lo hace experimentar una muerte momentánea cuando su corazón se detiene por milisegundos para agarrar vuelo y latir a toda velocidad.
Estaba sentado y medianamente tranquilo, ahora en un par de abrir y cerrar de ojos el ambiente se redujo y pronto será sofocante —tanto física como psíquicamente—. Reconoce que uno de los novatos es el otro chico que bailaba genial junto a Jimin. ¿Jungkook? O eso recuerda que su dongsaeng le comentó. Tampoco se ve a gusto, se arriesgaría a decir que está obligado. Luego su atención confusa viaja a Taehyung, quien tiene la mirada de animalito desorientado. Los entiende a ambos, se siente igual.
Quien no tarda en aparecer es Seokjin luciendo guapísimo. Es todo sonrisas y amabilidad desmedida con sus invitados. Si Yoongi no estuviera tan pendiente de Jimin quizás habría bromeado, porque no es común arreglarse tanto para una "sesión de estudios", pero no tenía moral para decirlo; en lugar de los buzos holgados que llevaba cuando visitaba el piso de sus mejores amigos, había seleccionado cuidadosamente la ropa. Hoseok aprieta los labios, ya que ese es el pantalón que resalta el culo de su amigo y se ajusta muy bien a esas piernas delgadas y firmes. Se supone que no debería estar mirándole el culo a su amigo.
—¿Cuándo comenzamos? —la voz de Jungkook se abre paso con suavidad en el silencio más extraño de su vida. Nota esas miradas que viajan de un lado a otro, distingue las caras incómodas, las felices...y se pregunta "¿qué demonios hago aquí?". No necesita ayuda en inglés. Bueno sí, pero no así.
Los cuadernos se desparraman en la mesita de centro, Jin como buen anfitrión trae galletas caseras y Hoseok lo ayuda repartiendo en fuentes las frituritas variadas.
La comida arranca una sonrisa en Jungkook y Taehyung, especialmente en este último, pues considera que con la boca llena tiene la excusa para hablar menos y desviar su foco atencional del apuesto anfitrión de cabello rosado.
¿Es normal lucir así de atractivo? Tae imagina que duerme y despierta igual de guapo, como los personajes de las películas, que hasta cuando se bañan no dejan de hacerlo desprendiendo sensualidad, de tal manera que pareciera que por ellos no pasa el cansancio y el desastre. Él despierta con el pelo revuelto como nido, a veces saliva en la cara y atontado. Cuando se baña batalla para que la espuma no entre en sus ojos y su expresión se frunce en una mueca poco agraciada. ¿Batallará Seokjin? Puede que la pregunta le quite el sueño. Muchas veces asaltan interrogantes azarosas a su mente activa.
Levanta la mirada hacia el ¿amigo con beneficios? No recuerda que Jimin le dijera que son novios o algo como aquello.
—¡No aún, vamos lento! —había intentado explicar.
—¿Follar el día que se conocen y los consecutivos es ir lento?
—En lo afectivo, Kookie —se excusó.
Taehyung no entiende a cabalidad las sutilezas de las relaciones interpersonales por las que discuten sus dos amigos. Solo le quedó claro que a Jimin le ofendió que Jungkook insinuara que lo que tiene con Namjoon no era para nada serio.
Se distrae pensando en la vida ajena, ya que si no lo hace corre el riesgo de mirar como animalito encandilado a Seokjin o de pensar en cómo seguramente luce tan apuesto hasta cuando despierta.
Siente alivio al segundo que el casi novio de Jimin le habla: —¿Me mostrarías lo último que viste en clases?
Namjoon, con toda la paciencia del mundo que carga encima, le preguntaba a cada uno en qué iba para saber por dónde partir. Es extraño y se siente incómodo, es decir, ha hecho clases a grupos antes, semanalmente suele ayudar a estudiar a medio equipo de básquetbol, el detalle es que ellos sí están ahí para eso: aprender. Aquí es un grupo de personas llenos de deseos distintos y segundas intenciones. Una excusa.
Si pudiera resumir su deseo sería estar a solas con Jimin y retomar los besos pendientes —siempre los hay, la promesa de mimos es algo de todos los días—. Suspira resignado y pone de su parte para el juego, les hace armar oraciones básicas en tiempo presente. Espera que eso le permita reír un poco y disipar la tensión que se reúne en su estómago.
Nam observa a sus alumnos temporales. Jin se ve rebosante de alegría sentado al lado de Taehyung, rozando su costado en el espacio estrecho. El menor luce nervioso y juguetea con la orilla del cuaderno. Continúa con su recorrido, Jungkook parece genuinamente concentrado resolviendo la tarea, sigue hacia Hoseok, quien pone su atención en Yoongi y este último en Jimin. No es difícil notar que mira detenidamente los labios gruesos del muchacho rubio que muerde el lápiz una y otra vez. Tampoco logra quitar la vista de ahí...
Vuelve la culpa, especialmente porque piensa en las maravillas que ha hecho Jimin con esa boca que le encanta. Lo piensa con Yoongi al lado, devorando los labios ajenos con los ojos.
Las mejillas extremadamente pálidas se colorean ligero al instante que Jimin alza la vista y le sonríe. Namjoon siente que Yoongi emite cierta fragilidad, sonrojado y con los ojos oscuros brillando. El corazón se le encoge.
"¿Pueden ser más incómodas las cosas?" Y sí, sabe que la respuesta es afirmativa en su totalidad. Mejor deja de pensarlo o terminará por llamar a la calamidad. Hacer de lo que puede ser peor una profecía autocumplida. Hasta quiere ofrecerse a ayudar a Jin a cocinar el japchae. Lo que sea para salir de ahí.
Entre Jimin y Jungkook presionan a Taehyung. El primero con empujoncitos pequeños y el segundo con la mirada fija. El problema es que el chico de cabellos miel no se da por aludido y se empeña en terminar sus oraciones y suelta unos "espera", "me falta poco".
—Taehyung se ofrece a ayudarte, Seokjin hyung.
Ahora lo entiende todo. Las intenciones de sus amigos se revelan explícitas. Se queda en silencio y la mirada amable de su sunbae anula por completo la capacidad de negarse y poner pretextos. Tenía uno perfecto y que al mismo tiempo es una verdad: "soy un desastre en la cocina".
Deja el cuaderno encima y se levanta después de asentir.
Seokjin respira alivio. Quedó con la idea grabada que Taehyung puede rechazar cualquier cosa que haga y le aterra esa posibilidad. Cada bolsa de galletas que ha regalado lo hace como pasando por el borde del acantilado, haciendo equilibrio, cada pisada es cuidadosa y una lucha segundo a segundo para mantener el balance centrado.
"Y todo por UN rechazo, qué exagerado", se regaña.
Pero sucede que Taehyung sigue incómodo a su lado, lo percibe. No quiere que sea de esa forma, anhela por las conversaciones cortitas y ligeras, pidiendo que se extiendan al punto que las horas vuelen mientras hablan de lo que surja espontáneo.
—Taehyung...—pronuncia con suavidad, quiere aclarar lo que sigue pendiente, darle a entender que era sincero y solamente pedía por una oportunidad para conocerse más.
—Creo que es mala idea que esté aquí —interrumpe mirando a su alrededor como si estuviera atrapado. No muy lejano a su actual sentir.
Jin comienza a reproducir varias películas con finales tristes y desastrosos en su mente. Está aterrado e intenta hablar, pero las palabras se revuelven en su cabeza.
—Soy un peligro en la cocina, creo que voy a estorbar más que ayudar —prosigue, jugando con sus pies, apoyado leve en la encimera.
—No te preocupes por eso, nadie puede ser más destructivo que Namjoon —sonríe aliviado. Quiere decirle que está más que satisfecho con su compañía—. Puedes sacar del refrigerador los vegetales.
—Eso puedo hacerlo sin problemas —sonríe un poco. No le gusta sentirse tenso, aunque su mente le señala con luces de neón razones para estarlo. Se esfuerza por ignorarlas, cerrando los ojos las luces desaparecen.
Seokjin había preparado todo con anticipación, comprar los ingredientes, picar los vegetales, dejar los fideos y la salsa de soya fuera de la despensa.
—Eres muy práctico... —y es como si escuchara a Jimin repitiendo, incluso con el codazo imaginario en las costillas, la frase: "deberías llamarlo hyung"—, Seokjin hyung —escapa del colador mental. Era consciente que su filtro no era el mejor, pero definitivamente acaba de romperse.
Funcionó, Jimin probó su teoría que las cosas le entraban por cansancio, ya que le dijo tantas veces "llámalo hyung, lo harás feliz" que sin procesarlo reemplazó el sunbae por algo más cercano y se siente raro. Más extraño aún cuando se percata de la expresión feliz del mayor.
—Es más fácil y reduce tiempo dejar vegetales trozados.
Taehyung asiente porque no sabe qué decir. Alzó la mirada, se topó con la belleza deslumbrante y ahora está mudo. No sabe tampoco qué hace en ese apartamento. No sabe qué hace con su vida.
Sabe que tiene hambre, piensa en el japchae y lo necesita frente a sus ojos, dentro de su boca, llenando el vacío ansioso en su estómago. Quiere regresar y sacar un puñado de frituritas si es que quedan, pero se limita a entregarle ingredientes y utensilios a Seokjin a medida que se los pide con amabilidad.
—Taehyung, tengo una pregunta curiosa —inicia tanteando el terreno. El silencio le pone de los nervios.
Quien siente la tensión en cada nervio, endureciendo de a uno sus músculos y aturdiendo su corazón es Taehyung que no sabe qué esperar de su sunbae.
—¿Sobre qué? —logra reunir las sílabas para responder.
—¿Qué hacen en el club de Ufología?
Nota la auténtica curiosidad, acompañada de aquellos ojos de ciervo intrigado. Puede empezar a relajarse, sabe que no se está riendo, que no lo observa como a la criatura rara que deambula los pasillos. Nunca lo ha hecho. Comienza a explicarle de qué va, qué actividades hacen, el grupo heterogéneo que lo compone; se va soltando por cada pregunta, le cuenta respecto a los análisis de videos.
—...Los chicos de física y astronomía se entusiasman y especulan cálculos, los de cine analizan el video como tal, ellos saben cuándo se trata de montajes y esas cosas —relata con el ánimo de un niño contento.
Le habla de la sesión antepasada, los estudiantes de ciencias sociales presentaron un análisis socio-cultural de una película de culto. A Tae le encanta estar llenándose de conocimientos y no duda en expresarlo también.
El hyung de cabellos rosados reparte su atención entre la comida y el lindo chico que trae su mundo de cabeza, le gusta escucharle hablando con el corazón puesto, apasionado, distendido. Hasta se tienta de ofrecerle su compañía algún día al club, porque capta su interés de la forma que lo expone. Taehyung convence, podría venderle un refrigerador en la Antártida y estaría seguro que hizo la inversión del año —podrían hacer esa actividad en el club de teatro: vender cosas absurdas—.
Seokjin se siente morir con las emociones que vibran en su interior, Tae muestra interés en saber un poco más de él, le pregunta sobre gustos e intereses. Sonríe tan lindo cuando le menciona que sabe tocar guitarra y sus ojos se iluminan como los de un niño feliz al decirle que en el tiempo libre además de cocinar le gusta leer mangas.
—¡¿Cuáles?! —dispara la pregunta, cero filtro, incluso hace brincar al mayor.
Punto de partida para una conversación como que estaba anhelando Jin. De las que hacían volar el tiempo. Entre gustos en comunes, recomendaciones y debates de cuál era el mejor manga de la temporada la tensión se desvanece.
—Hyung, eres genial, puedes cocinar y hablar al mismo tiempo —ríe ligero y pone una mano sobre su estómago que gruñe estimulado agradablemente por el aroma.
Aprieta los labios llenos, de haber sido otra persona, un "lo sé" con tono soberbio habría brotado natural. Es más que consciente de sus muchos talentos, pero escucharlo del chico de sonrisa rectangular bloquea su habitual exceso de confianza. Que él le diga que es genial es algo de otro mundo, hace que los latidos retumben fuerte en su pecho y realmente se siente genial en todos sus posibles significados.
—Pronto estará listo —atina a decir casi con timidez, tratando de no morir con las mariposas que atacan dentro de su cuerpo.
—El japchae es mi favorito.
Lo sabe, apenas Jimin lo comentó no necesitó pensarlo dos veces, estaba decidido a cocinarlo. Omite revelar la identidad de su informante y prefiere hacerse el desentendido, comentando de forma vaga la importancia de preparar por separado los vegetales porque cada uno tiene tiempos de cocción distintos, también de lo mucho que le gusta la marca del aceite de sésamo que está usando. Toma un par de palillos y coge algunas verduras, haciendo un gesto con la mano para llamar a su dongsaeng.
Taehyung sin vacilar avanza un par de pasos y sin pensar acerca la boca —si lo piensa, se percataría de la forma en que se está dejando alimentar por el rostro bonito de la universidad que se supone que está enamorado de él—, retrocede al instante tras sentir el ardor sobre sus sensibles nervios. Jin se asusta y sopla la comida caliente con un "ahora sí". El menor sigue pensando con el estómago en lugar de la cabeza, cierra los labios y degusta un pequeño fragmento de explosión de sabores. Emite un "mmh" y se niega a tragar rápido, porque es una maravilla que acaricia sus papilas.
—No quiero interrumpir, solo vengo a dejar esto —dice Hoseok divertido con la escena, alzando las fuentes vacías que pone sobre la encimera antes de huir de la cocina, así como huyó de la pequeña sala de estar.
No debería afectarle. Podía con eso de ver a Yoongi y las personas que le gustaron. Podía con las sonrisas que le dedicaba al rubio adorable las veces que se cruzaban por el campus. Ahora no entiende por qué no está pudiendo con lo que lidiaba de hace tiempo. Quizás está más sensible, puede que sea el sol, la luna o algún planeta que no está alineado con su signo, pero algo pasó, no sabe qué fue, pero no sé sintió capaz de seguir por otro segundo más exigiendo a su rostro mostrar la expresión carismática habitual.
No era nada fuera de lo común, se exigía acostumbrarse a mirar cómo Yoongi buscaba roces breves y aparentemente casuales. Moja su cara con agua fría, ayuda a despejarse. Lo último que quiere es pensar en la posibilidad que se asomen celos que no tienen justificación. ¿Cómo no enojarse consigo?
Toma aire, se enfría igual que el agua que refresca su piel. Tampoco quiere ser duro, de la teoría a la práctica hay mucha diferencia. Una cosa es creer que no le afectará, imaginarlo, ponerse en la escena; otra diferente es estar ahí con los dedos de Yoongi acariciando los de Jimin para llamar su atención, intercambiar frases y sonrisas.
Quiere que las cosas resulten bien para su mejor amigo. Quiere que no le afecte...
Lo repite porque quiere convencerse.
Un par de golpes interrumpe la charla entre Hoseok racional y Hoseok sensible. Dice en voz alta un "enseguida salgo".
Abre y se encuentra con la expresión cansada de Jungkook.
—Necesito revivir —le comenta a su sunbae—. Tanta tensión y coqueteos me roban la energía.
—Dímelo a mí —sonríe y se hace a un lado para darle espacio al joven novato con quien comparte club.
—Sabía que cuando Jimin me dijo "vamos a estudiar inglés" había algo raro —comienza a contarle mientras moja su cabello castaño oscuro—, luego agregó "así Tae-Tae se encontrará con Seokjin" y confirmé de qué iba el plan.
—Pero está funcionando, los vi más cercanos en la cocina —dice como queriendo demostrar que siempre hay un lado positivo—. Además ha sido divertido...
—Hoseok hyung, no es necesario que me mientas —expone sincero. Le agrada el mayor de cabellos rojos, el tiempo que lleva con él en el club le ha cogido cariño—, tampoco parecías divertirte.
Se miran en silencio. Jungkook seca las manos con la toalla rosada y piensa que no especulará las razones de fondo, aunque su mente ágil y aguda le sugiere un panorama bastante completo de lo qué está pasando. De hecho sigue preguntándose en qué segundo aceptó formar parte de ese pretexto —"Es que si no vas Tae-Tae va a sospechar", un par de pucheros y ahí tiene su respuesta—.
Suspira resignado. Debería estar en el gimnasio sudando. No quiere volver y sentir la tensión implícita de triángulos amorosos. Además su amigo ni se da cuenta que el mayor de cabellos decolorados lo mira anhelante, que a su ¿casi novio? se le filtra tras el rostro sonriente la aflicción, igual que a su hyung pelirrojo mordiendo su labio y la vista fija en las interacciones físicas aparentemente casuales que Jimin corresponde, ya que el rubio desborda cariño, lo sabe mejor que nadie.
"Terrible", a diario tiene que lidiar con Jimin enamorado y un Taehyung confundido. "Te gusta...sale con él. No te gusta...dile que no te interesa". ¿Qué tan difícil es?
Las personas poco prácticas le infunden desesperación y ganas de jalar su cabello castaño. Y como no va a tirar su cabello, lo hace con sus amigos cuando puede, se la deben, especialmente por estar en el pequeño apartamento sofocado y consciente de cómo invierte su tiempo de forma poco provechosa. Los bíceps y cuádriceps no se trabajan solos.
—Sí, bueno, es un poco extraño todo esto.
"¿Un poco?", pregunta en silencio a la nada, a las paredes, a sí mismo.
—La otra vez olvidé comentarte que vas muy bien, aprendes rápido, Jungkook-ah —dice cálidamente.
Jungkook nota el intento desesperado por cambiar el tema. No tiene razones para no seguirle. Le agrada Hoseok y quiere sentirse cómodo. Contribuirá para que ambos puedan.
—Gracias, aunque hay una secuencia que me complica —responde sincero—. Los dos pasos que siguen a este —y hace el movimiento flojito y sin amplitud en lo que le permite un baño estrecho.
—Puedo ayudarte cuando quieras.
Resulta fácil hablar de bailes y coreografías. Es tierra segura, Jungkook aprovecha de sugerir canciones al repertorio y a Hoseok le gustan, así que no dudará en llevarlas a sus sunbaes. Terminan compartiendo pasos y tips para facilitar las transiciones. El mayor considera que nunca se deja de aprender.
La puerta semi cerrada se abre, Yoongi mira a Jeon apoyado contra los azulejos y a Hoseok desplazando sus pies con elegancia a la par que carga el peso de sus caderas y mueve sus brazos. Su amigo siempre luce ligero cuando baila. Pareciera que reproduce música aún si no la hay.
—La comida está lista —avisa aún con la expresión aturdida.
Lo último que esperaba al asomarse era ver a alguien bailar en un baño. A su mejor amigo encerrado con el otro mocoso. ¿Debería preguntar o pensar algo más? Decide que no. Hoseok sigue sus pasos y cuando lo alcanza recarga parte de su peso contra su espalda pese a la queja floja "yah, no me empujes". El de cabellos rojos ríe radiante como un sol.
Jungkook viene tras ellos, los observa unos segundos y piensa que no quiere seguir sacando conclusiones tampoco, aunque le alivia ver más cómodo a Taehyung, hablando animadamente con el anfitrión de pelo rosado. Al final de la junta, la mayor certeza que tiene al respecto es que comió un japchae muy bueno y que no volverá a acompañar a esos dos a "estudiar inglés", déjenlo fuera de sus planes. Para empeorar le toca aguantar todos los lamentos de un Jimin que hubiera deseado más momentos de intimidad con su ¿casi novio?
—Ni siquiera le pude tomar la mano —hace un puchero.
—Claro, aunque tu hyung blanco fantasma de lo más bien que te estuvo coqueteando.
—Yoongi hyung no me estuvo coqueteando, es amable conmigo.
"Peor ciego el que no quiere ver", rueda los ojos y da por terminada la conversación. A veces olvida que Jimin coquetea por naturaleza, es algo que está en su sistema operativo, surge tan espontáneo y normal como respirar. No siempre distingue los matices y pareciera que cree que es la forma natural de interactuar. Esperará que se de cuenta por sus propios medios. Jungkook no quiere más guerra por el día de hoy.
—Me agrada Yoongi hyung, además con ustedes también es normal el contacto...
—No te justifiques conmigo.
No-quiere-más-guerra y Jimin no se lo pone fácil.
—No me estoy justificando, solo es un comentario.
Debió decirle a Taehyung que le dejara quedar en su casa. Sus padres no estaban y su hermano mayor realizaría una junta con ex compañeros de sus años de instituto, amablemente y con dinero en mano había cedido su pieza a los invitados que venían de otro extremo del país. Mala jugada de su mente práctica que le decía "Jimin es tu vecino, es más cómodo".
Jimin se reivindica encendiendo la consola. Kookie tiene una paciencia enorme con él y lo mínimo que puede hacer es jugar un par de partidas con él, permitiendo que se ría las veces que quiera de sus malas estrategias cada vez que pierda. Ni siquiera mencionará el tema de Namjoon, Yoongi, la "cita doble" del domingo.
Sigue sin entender dónde estuvo el coqueteo. Le gusta su relación cercana con Yoongi. Una de las expectativas que tenía y mantiene es ampliar su círculo social, conocer gente, hacerse de varios amigos. Llenarse de hyungs y dongsaengs, entregar y recibir cariños por montones. Disfruta de las personas y su compañía.
De a poco se van llenando sus expectativas: conoció a Namjoon, hyung genial con el que quiere proyectarse de muchas maneras más, Yoongi en quien ve a alguien que puede llegar a ser un amigo cercano, igual que Seokjin y Hoseok, sin contar a otros chicos con los que comparte en clases y en el club de baile.
Cuando Jungkook pone en pausa el juego aprovecha de escribirle un mensaje a Namjoon. Una queja porque realmente deseaba mimos, añade varias caritas tristes y un corazón roto. No tarda en recibir una respuesta en que le promete muchos cariños, partiendo por un almuerzo juntos el miércoles y el jueves los espera la sesión de estudios y caricias, que se multiplicaran el sábado porque Jin no estará por la tarde en el apartamento.
El miércoles escapan a un local de ramen bastante popular en las inmediaciones del campus. A Jimin le encanta cuando Namjoon le comparte de su comida y aún más esos besos que atacan sus labios en una calle vacía. Puede regresar contento a las clases que le quedan y no puede evitar esperar verlo a la salida al terminar las actividades del club.
No todo se cumple como pensaba. Sale del salón de prácticas y busca a su hyung con la mirada, se topa con Seokjin que avanza hacia él. Recorre el perímetro nuevamente y ni rastros de que Namjoon esté por ahí. No puede culparlo, por lo general le avisa cuándo pasará por él y esta vez no fue el caso, aunque le habría gustado una pequeña sorpresa.
—Buenas tardes —saluda sonriendo al mayor.
—Buenas tarde —corresponde con una sonrisa—. Pensé que Taehyung vendría a buscarte.
—Hoy será al revés, tiene maratón de películas con su club, nosotros iremos por él, ¿vienes?
—No puedo, pero ¿le puedes entregar esto por mí?
Mira los esponjosos muffins y batalla contra las ganas de comerse uno. Las decepciones siempre desaparecen con comida dulce de por medio. Quiere llorar de agradecimiento cuando Seokjin saca uno de la caja y se lo entrega.
—Seguramente debes tener hambre después de la práctica.
—¡Muchas gracias! —exclama y le da una mordida. Tan esponjoso, dulce y celestial que no se resiste a atacar sin piedad, aunque procura dejarle la mitad a Jungkook.
Seokjin se despide con una sonrisa gentil y agradecida una vez que Hoseok sale agotado y con una toalla en el cuello. Habría querido acompañarlos, pero es miércoles familiar —sus tres dongsaengs son su segunda familia— y pedirán pizza en el apartamento de sus amigos.
—¡Nos vemos, chicos! —Hoseok agita la mano con entusiasmo y Jungkook alza la suya.
Jimin custodia la caja que lleva en sus manos de la mirada hambrienta del castaño, para quien medio muffin distaba de ser suficiente.
—Tae no sabrá si sacamos uno —sugiere con los ojos fijos en el regalo— o si lo llega a saber no le molestará.
—Kookie, no —apega la caja a su pecho—. Después compartirá.
—¿Cuál es la diferencia entre después y ahora? —Kookie es un sujeto práctico.
Vuelve a negar y camina más rápido, tentado de caer bajo las influencias del demonio Jungkook. Justo en la gula, pero debe ser fuerte y hacerlo por su gentil hyung que ha confiado en él como mensajero.
Taehyung no alcanza ni a saludar a sus amigos cuando la caja es puesta frente a su mirada curiosa.
—Son muffins —Jimin dice con las comisuras de los labios extendiéndose.
—¿Ustedes los compraron?
—Nah, son un regalo de ya-sabes-quién y estaría enormemente agradecido y hasta podría llamarte hyung por tres días si me regalas uno —Jungkook aprovecha de negociar. El hambre después de una práctica de baile es demoledora.
—¿Quién? —pregunta sin entender.
—¿Quién es la única persona que te ha estado haciendo regalos? —expone lo obvio. ¿Es mucho pedir un muffin ahora ya?
—En club de Ufología también me regalan comida...
—Son de Seokjin hyung —el mayor aclara y observa como algo varía en el rostro de Tae, algo como una sonrisita que termina apareciendo.
Jungkook se dedica a devorar el muffin tras decir el "gracias, hyung" más forzado de su vida y el bailarín rubio se come el suyo con calma, disfrutando en cada mordida el talento culinario de Seokjin, no duda en remarcárselo a su amigo distraído.
—No todos los días un chico atractivo cocina para ti.
—Debo agradecerle, me invitó a almorzar el viernes.
—¡¿Te invitó a almorzar?! —exclama Jimin alegre y sorprendido. "Por fin".
—Cuando nos topamos en la cafetería durante el receso esta mañana.
—Te prepara dulces, te invita a almorzar...haz algo lindo por él —sugiere Jungkook—, hyung.
Jimin espera que llegue mañana y la ansiedad lo acompaña durante gran parte de la noche, clases y actividades de su jueves.
Ansiedad a la espera de las caricias prometidas, al punto que apenas se despide cuando termina la sesión del club de fotografía, Taehyung y Jungkook estaban disponiendo de él como modelo y recibía diversidad de regaños por las risitas que escapaban cuando se suponía que debía mantener la expresión serena.
Namjoon lo está esperando con esa sonrisa que marca sus hoyuelos y el cabello mojado. Su hyung vuelca toda su atención en escuchar un resumen de su ayer y hoy, incluyendo sus ilusiones de salir y encontrarlo. Queda más que satisfecho cuando le sugiere mimos en compensación.
Caricias y mimos que aparecen apenas se encierran en el apartamento vacío. Hacen el recorrido directo a la habitación del mayor, estudiar queda para después, ya que hay prioridades en la vida. Y para ambos tocarse como si no hubiera mañana mientras se podía es una necesidad primordial.
A Jimin le fascina como Nam cede y se deshace bajo sus manos. Le gusta sujetar sus muñecas y escuchar los "por favor, Jiminnie". Adora besar cada porción de su bonita y lisa piel morena. Adora todavía más que entienda las señales, como tirar de su cabello y empujar para indicarle dónde quiere que estén esos labios abultados. No pasan más de dos segundos para tenerlo entre las piernas y sentir como el calor de esa boca envuelve su erección.
Las deliciosas descargas ascienden, no quiere cerrar los ojos porque le encanta la visión de su hyung haciendo un trabajo que lo tiene temblando, sin embargo, lo hace la lengua deslizándose por toda la extensión sensible, sumado a los dedos que se hunden y presionan en el lugar exacto es demasiado.
Quiere quejarse al instante que aleja su boca y retira los dedos, pero lo descarta cuando mira ávido como desplaza el preservativo. Gime un "Namjoonie" en voz alta y agudo, acorde a las intensas sensaciones provocadas por aquello externo que fuerza a sus músculos a recibirlo. Una barrida de ardor y placer por sus nervios cada vez que sale y vuelve a entrar.
Se deshacen empuje tras empuje, fundiéndose en un beso y dedos que comprimen piel sólida de donde pueden agarrarse, caderas, hombros, brazos. Namjoon trata que sus agarres no dejen marcas, no quiere que sus destructivas manos hagan de las suyas. Aunque Jimin se había burlado en una ocasión diciéndole "no es como si tuvieras tanta fuerza, hyung".
Hacen una segunda parada por el baño y terminan en la sala de estar, ahora con los cuadernos sobre la mesita de centro y Jimin puchereando, pues deseaba quedarse en la cama prolongando una sesión larga de cariños.
—Si obtienes una calificación perfecta en tu examen tienes un vale para pedir lo que quieras.
—No creo que llegue a tener una calificación perfecta —reclama con entonación infantil—, pero necesito ese vale, ¿no puedes dármelo solo porque sí, hyung~?
—Jimin-ah, funcionas con refuerzo positivo, piensa en el vale mientras rindas el examen.
Retoma la guía pendiente. Esas partes de "complete la oración" no se le hacen particularmente difícil, hasta que llegan ejercicios sean de redacción o de expresión oral y siente que se desempeña como un Tarzán. "Yo, Jimin. Tú, Namjoon". Se había reído su hyung la primera vez que le escuchó formular oraciones en un inglés paupérrimo.
—Lo estás haciendo bien —dice honesto y lo refuerza con un beso en la frente.
Seokjin no tarda en aparecer delatando el cansancio en su rostro, mochila al hombro y una bolsa llena de telas de colores. Namjoon se acerca a ayudarlo a liberarse del peso.
—Gracias, Joonie —suspira arrastrando los pasos, su expresión varía a la de sorpresa—. Oh, Jiminie —le sonríe al invitado y futuro informante.
El chico rubio pierde la atención, levanta la mirada hacia su amable interlocutor y hace un gesto de saludo con la mano. Necesita una pausa, su cerebro está por hacer un cortocircuito tratando de pensar en un segundo idioma, totalmente lejano y extraño.
—Necesito de tu valiosa ayuda —se deja caer al lado del menor en el sofá.
—¿Qué puedo hacer por ti, Seokjin hyung?
—Invité a Taehyung a compartir el almuerzo conmigo... ¿qué le gusta comer? ¿Qué no le gusta? ¿Es alérgico a algo?
Jimin sonríe hasta que sus ojos desaparecen bajo las pestañas. Encuentra que es un hyung adorable. Tae es un muchacho con suerte que no se ha dado cuenta todavía.
—Mientras tenga carne Tae-Tae estará feliz.
—Gracias, Jiminnie —responde alegre—. También por lo de la salida.
—No puedo esperar al domingo.
—Yoongi ya consiguió tickets para el acuario.
La conversación empieza a tomar forma de planificación: lugar de encuentro, hora y cualquier otro detalle. Namjoon aprieta los labios, prefiere seguir en silencio revisando los ejercicios. Cada vez mejor y menos errores. Debía escribir en al menos seis líneas una descripción de sus actividades favoritas. La mezcla de emociones y sentimientos le torturan, por una parte, está Yoongi y sus ilusiones seguramente alimentadas con la cita doble del domingo, por otra, Jimin que acaba de escribir que además de bailar, una de las cosas que más le gusta hacer en su tiempo libre es estar juntos.
Los latidos se agitan más fuerte cuando su dongsaeng lo mira de reojo con las mejillas rosadas. Desea revolver su cabello y besar primero sus mejillas gorditas para luego seguir con sus labios.
Todo sería más fácil si hablara. No logra conseguir ese impulso que coordine lo que piensa, movilice a su cuerpo y salga su voz. Ya son varias las veces que está por marcar al número de su amigo pálido y es como si su dedo se negara a presión el ícono verde.
—Joonie, ¿te preocupa algo? —la pregunta cae una vez que están a solas en el apartamento.
Al igual que otras veces, opta por eludir.
—Nada de qué preocuparse.
No dice un nada a secas, puesto que sí pasa algo, pero no quiere involucrar a Seokjin en un enredo, hacerlo sentir que debe tomar partido por alguna de las dos partes. También sabe que es cavar un poco más hondo en hoyo en el que tendrá que enterrarse si no le cuenta a su amigo y compañero de piso, quien seguramente se sentirá traicionado y subestimado el nivel de confianza.
Y todo se habría evitado si ese día hubiera forzado a su cerebro a convencerse de que hablaban del mismo chico y empujado su voz afuera con un: "también me gusta, estamos camino a algo".
Aún no lo hará, menos cuando Seokjin espera ansioso el domingo. Ha comentado toda la semana al respecto, incluso después de acompañar a Jimin a la parada del autobús, entró y lo primero que escuchó fue lo feliz que está por el almuerzo de mañana y la cita del domingo.
—Con la cara que traes obviamente me preocupo.
Sabe lo que Seokjin dirá a continuación...
—Pensé que con el tiempo que llevamos juntos dejaba claro que puedes confiar en mí.
Es un pinchazo certero justo en el pecho.
Incluso sabe lo que añadirá...
—No todo lo puedes resolver por tu propia cuenta, puedo ayudarte.
Solo quiere y pide en silencio que esa ayuda esté cuando la bomba estalle.
***
¡Muchas gracias por leer y el amor que le dan este hijo! 💕
Les mando mucho cariño >u<
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