IX. Alimento de ilusiones
A Taehyung aún le da vueltas aquello de hacer algo por Seokjin, el problema es que no se le ocurre qué. Cocinar queda totalmente descartado, no quiere envenenar al hyung con mirada de ciervo. ¿Comprar comida? No, le parece casi una falta de respeto a la dedicación que tiene el mayor preparándole cosas personalizadas. Quizás está exagerando y comprar helado no sea mala idea.
Mira el techo de su habitación sintiéndose atrapado. Piensa en la cantidad de emociones a las que se ha visto enfrentado desde su ingreso a la universidad. Una odisea, porque de solo imaginar el almuerzo de mañana nota algo raro en su estómago y no es el hambre. Desvía la vista del techo blanco que funciona como lienzo para su mente creativa, solo que ahora no aporta con ideas útiles, se limita a recrear el momento en que Seokjin acercaba los palillos con comida a su boca.
Sus ojos van al costado, a su repisa, mira sus peluches de Pokemon, observa apilados sus mangas e historietas y se levanta de un brinco de la cama. Justo lo que necesita y estuvo ahí todo el tiempo mientras estrujaba a sus pobres redes neuronales.
Las horas avanzan, Tae se entusiasmó releyendo en lugar de dormir. Guarda los primeros tres tomos con cuidado en su mochila, justamente el que le había recomendado a su sunbae —hyung— el día de la junta de estudios más extraña de su vida —en eso concuerda plenamente con Kookie—. Prestarle a sus hijos a Jin es en definitiva un gesto lindo y valioso.
Taehyung ama a sus hijos en papel, así como los videojuegos. Compartirlos es acto sagrado como ofrendas de paz y pactos de amistad. Son tratados implícitos.
Observa el celular y se horroriza con lo tarde que es. Sus horas de sueño se vieron reducidas. Solloza para sus adentros y se encoge bajo las frazadas para intentar dormir el resto de tiempo que queda. Con situaciones así cae en cuenta de lo malo que es gestionando sus horarios —claro que menos que la cocina—.
Despierta agotado, batalla para mantener los ojos abiertos y es una lucha aún más grande poner un pie fuera de la cama. Tiene tanto sueño que tironea de su armario un pantalón de mezclilla oscuro y un chaleco delgado.
La ducha logra espantar un poco el agotamiento e incluso se siente renovado después del puñado de cereales que sacó despreocupadamente de la caja para ir comiendo en su trayecto a la parada de autobús.
Su mañana transcurre entre clases, breves pestañazos y un poco más. Una compañera le dio una suave sacudida para despertarlo cuando los ojos de un profesor estaban encima. Avergonzado limpió la saliva de su mejilla, notando el desastre entre humedad y tinta, su piel estaba manchada y el apunte escurrido. A veces es un desastre. ¿Qué vio Seokjin en él? Y sacude la cabeza para alejar ese pensamiento, especialmente a poco rato de encontrarse con el chico atractivo de la universidad.
Le parece tan extraño no esperar a sus dos amigos. En lugar de ellos aparece Seokjin guapísimo, con una bolsa de género y la mochila en la espalda. Sonríe amplio al saludar y se disculpa por el atraso. A Tae no le pareció gran cosa esperar cinco minutos adicionales, no cuando Jimin podía tardar muchísimo más cuando le daba por arreglarse antes de salir.
Exploran en busca de un sector de pasto y sombra en el jardín de la facultad de artes, trata que sea alejado porque Seokjin no quiere que nadie interrumpa ese momento especial. Toda su atención le pertenece a Taehyung.
—Gracias por acompañarme hoy —dice suave, sacando las dos cajas de almuerzo de la bolsa.
—Gracias a ti por las galletas, los muffins, el almuerzo —aprieta sus manos, realmente se siente como un niño no acostumbrado a los mimos siendo llenado de ellos y no sabe de qué forma reaccionar—. Haces mucho por mí.
—¿Te incómoda que haga estas cosas para ti?
—No, no, es solo que no estoy acostumbrado, es como... extraño que de repente alguien me preste tanta atención —explica alzando lento la mirada a su apuesto interlocutor. Atención positiva, pues sabe que la tiende a llamar por lo "raro".
Seokjin no entiende cómo es eso posible si Taehyung es un chico lindo y adorable. Un culto conocedor de mangas, videojuegos y fenómenos extraterrestres. Hábil y talentoso por lo que ha visto en el club de teatro y las fotografías que comparte en redes sociales. Ahora le queda más claro por qué huyó despavorido el día que se le declaró. Tal vez debió partir con algo tan simple como un almuerzo juntos y habría ahorrado bastante incomodidad para ambos.
—Mientras te hayan gustado estaré feliz.
—Seokjin hyung, son las mejores galletas que he comido —dice sonriendo con tan solo mirar la ordenada y apetitosa comida que acaba de poner frente a sus ojos.
El mayor no da espacios al silencio, busca temas que sacar a la conversación, parte con uno seguro: los profesores y consejos para lidiar con los que son más complicados, le ofrece sus apuntes de años anteriores y Taehyung se siente tan consentido por Seokjin que decir "muchas gracias" comienza a no ser suficiente.
La comida es increíble, ese hyung es increíble...
Jin se entusiasma relatando la trama de uno de los últimos dramas de los que quedó enganchado y Tae lo escucha intrigado, pensando en añadirlo a la lista y verlo junto a Jimin —y forzar a Jungkook— el próximo viernes en su noche de mejores amigos, si es que el rubio no tenía una cita con su casi novio, por supuesto.
Mientras el chico de cabello rosas habla y come al mismo tiempo, Taehyung lo observa y graba detalles, como lo lleno que son sus labios y lo bien que se oye su risa aguda que le contagia. Otra sorpresa es que no come como imaginaba: delicadamente como si posara para un comercial. Mete y mete grandes cantidades de comida despreocupado y sus mejillas se abultan igual que una ardillita. Le gusta que el mayor sea así de libre y genuino en su presencia, que no aparente nada. Ver esa parte de él que es imperfecta que difiere de esa manera que lo pintan todos en la universidad, de las diversas facultades, que endiosan a Seokjin.
No lo controla, su brazo se extiende y su mano toca el cachete llenito. Jin abre aún más los ojos por la sorpresa y su cara se calienta ante el tacto ligero. Sus dedos tiemblan y el trocito de comida resbala de los palillos directo en su camisa favorita.
Tae preocupado coge la servilleta de papel, se siente culpable por su acto impulsivo e intenta limpiar la mancha, aunque solamente consigue esparcirla por la tela. "Ups". Tiene que apretar sus labios, ya que es tan torpe, piensa en ese video que le envió Kookie hace un par de días de unos sujetos que intentan rescatar a un corderito de los alambres y después el desdichado animalito rueda cerro abajo. Así es él tratando de ayudar: arruinarlo, extender la mancha.
Quiere reír, pero tensa su mandíbula para no hacerlo; Seokjin mira a parpadeos e incrédulo de cómo algo pequeño creció tanto.
Empieza a reír y se disculpa entrecortado, por la mancha y por las carcajadas que lo ahogan cada vez que se empeña en hablar. Seokjin intenta fingir indignación, se trata de su camisa favorita que eligió para lucir apuesto para el chico que le gusta, pero no funciona, Taehyung lo contagia y debe sujetar su estómago. A ojos entrecerrados ve como su dongsaeng seca algunas lágrimas que comienzan a formarse.
Las risas cesan lentamente, a momentos se miran y vuelven, respiran lento con la vista al cielo y se calman.
—No importa, se lava —dice sonriendo con las mejillas acalambradas.
—Hyung, traje algo —dice antes que su razón del desvelo sea en vano; a veces es despistado y olvida muchas cosas. Mete las manos a su mochila, siente los tomos y los saca con cuidado. Son sus hijos de papel después de todo—. Es el que te comenté el otro día.
—Los cuidaré como si fueran mis hijos —los lleva a su pecho y se siente tan feliz que no le cabe dentro del cuerpo.
La hora termina y las clases están por iniciar. Seokjin sufre que haya sido tan corto el tiempo juntos, pero Tae se encarga de borrarlo con un: —Deberíamos almorzar juntos de nuevo.
Los dos retomaron sus actividades con sonrisas y Taehyung reconoce lo mucho que le agrada la compañía del sujeto de quien estuvo empecinado en escapar. Quizás podría...
"Deberías darle la oportunidad", la frase mental suena con la voz aguda de un Jimin emocionado.
Al finalizar el día regresa a casa junto a sus dos amigos. El mayor lo llena de preguntas y Tae les cuenta feliz lo agradable que fue almorzar con su hyung, lo bien que cocina y que no pensaba que tuvieran tantos gustos en común. También agrega la mancha en la camisa y a Jimin le enternece porque piensa en Namjoon y su poder destructivo inintencionado.
—Te está conquistando por el estómago —expone Jungkook medio en broma y muy en serio—. ¿Le das ilusiones o piensas corresponderle?
—No son ilusiones, me gusta que haga estos gestos para mí, almorzar juntos...
—¿Te gusta? —Jimin brinca y se acercarse más.
—Me gusta pasar tiempo con él, así como lo paso con ustedes —no sabe explicarse, ni siquiera a sí mismo, aún está tratando de descifrar los matices que distinguen el valor y significado que tiene la compañía de Seokjin.
Jungkook arquea la ceja ante la respuesta ambigua.
Jimin esboza una semi sonrisa y reformula la pregunta anterior: —¿Te gustaría besarlo?
Taehyung se sonroja hasta las orejas. No tiene forma de decir que no cuando piensa en los labios llenos. Esa es la pregunta que distingue y separa modos de relacionarse. A sus amigos cercanos no los besa —bueno, pasó una vez...y solo eso—, tampoco piensa en lo bonita que son las formas de sus bocas cuando le insinúan la idea de besar a alguien.
—Apuesto que lo harías muy feliz si tomas la iniciativa y le propones salir —sugiere Jimin pasando un brazo por su hombro.
—Le propuse almorzar juntos de nuevo.
—Pero además de almuerzos, ya sabes, algún plan juntos fuera de la universidad.
—Saldremos el domingo contigo y el hyung pálido.
—Yoongi hyung —corrige el rubio.
Jungkook le da un golpecito en la nuca a Taehyung que pone a prueba los límites de su paciencia.
—Jimin...
—Jimin hyung —acota Tae. Intentos infructíferos, pero no pierde la esperanza que funcione aquello de que entre por cansancio en Jungkook el honorífico que se tienen más que merecido.
—Se refiere a que lo invites a una maldita cita, vayan al cine o qué sé yo.
Taehyung recordaba lo complejo que fue también distinguir las sutilezas entre salir y una cita. Es decir, él tenía citas al dentista y con las personas cuando acuerdan hora y lugar. "Es que hay citas y citas", Jimin intentó explicarle.
Ya no pretende calentarse la cabeza, pero sí acepta la idea de compartir alguna salida juntos, cita o cómo sea que le quieran decir.
Jimin se alegra de lo bien que están resultando las cosas para Taehyung y Seokjin. Al fin hay avances y su amigo no huye, espera que la salida del domingo refuerce aquello que se está formando.
La llana verdad es que espera con todas las ansias concentradas en su ser compacto al fin de semana, ya que el sábado saldrá con Namjoon, le prometió que lo ayudaría con una rutina de ejercicios. Idea que surgió un día que Nam subestimó su fuerza y Jimin echó el cuerpo de su hyung al hombro alzándolo sin dificultad. El mayor se alarmó cuando el rubio tambaleó al avanzar y al quejarse recibió una nalgada.
—¿Ves? Sí puedo levantarte, eres liviano hyung, no es como si pesaras mucho más que yo.
—Pero te sobrepaso por varios centímetros —comentó observando sus extremidades colgar.
—Tengo mayor masa muscular —sonrió con orgullo de su cuerpo trabajado con horas de esmero y sudor—. Podría ayudarte con una rutina, podrías acompañarme algún día al gimnasio.
Y acabó convenciendo a su hyung, quien el sábado vistiendo un buzo que cae holgado por sus caderas y piernas largas lo mira arrepentido de su decisión. A Jimin le gusta mucho como se ve con ropa deportiva, más cuando la camiseta se pega mojada a su torso después del calentamiento aeróbico.
Namjoon piensa que su mañana ha tenido las peores cuentas regresivas en años. Reconsidera la idea de acompañar a Jimin nuevamente. El chico llega y levanta peso como quien toma un cojín de plumas, solo en el último par de series su rostro se frunce por el esfuerzo y le sigue pareciendo el ser más adorable que pisa la tierra. Él por su parte sufre de principio a fin, el rubio le pregunta "¿quito peso?" Y no le queda de otra que asentir, si bien tiene resistencia desarrollada por las prácticas de básquetbol, no puede decir que sus músculos estén preparados para soportar mayor peso que lo cercano al propio.
Tiene que admitirlo, Jimin es bastante más fuerte, lo ha levantado en brazos y lo ha cargado como si fuera una princesa sin arrugar las facciones de su rostro delicado.
—Solo diez más —dice abrazando sus rodillas y cuenta de diez a uno.
Jadea y se obliga a seguir con la secuencia de abdominales. Terrible cuenta regresiva, se repite. Lo que hace que no sea tan espantosa como trabajar hombros levantando pesas, es que el rubio bonito rodea sus piernas con los brazos y cada vez que se incorpora sus rostros quedan de frente, tan, pero tan cerca que desea besarlo y se contiene por la simple razón que el gimnasio está bastante concurrido. Ganas que no le queda más opción que postergar. Así como ha postergado un montón de cosas más que le pasarán una factura enorme, cada día acumula intereses.
—Me gustan tus labios, hyung —comenta con una de esas sonrisas que están cerca de matarlo—. Cuatro...
Puede sentir como por un segundo su respiración se corta y se obliga a inspirar profundo. Tres. Nuevamente de frente y mira esa pequeña naricita que quiere besar, igual que sus mejillas rojas.
—Qué rostro tan bonito —confiesa al dos con la entonación ahogada por el esfuerzo. Su abdomen comienza a acalambrarse.
—Uno —finaliza retirando sus brazos y observando al moreno descansar de espaldas en la colchoneta—. ¿Estás bien?
—Me duele todo —se levanta sintiendo como cada parte de su ser envía señales de queja. Le duelen hasta los pensamientos.
—Si no duele no sirve —extiende la mano para retirar las gotitas de sudor de la frente de su hyung.
—Recordaré decirte eso —levanta las cejas y Jimin se sonroja al entender lo sugestivo del mensaje.
Al salir del gimnasio de la universidad, Namjoon rodea al chico más bajito con uno de sus brazos, lo aprieta segundos cortitos contra su cuerpo. Su cabello mezcla la sal y aromas frutales, le encanta, más todavía cuando lo degusta en su piel.
—Entonces, ¿vendremos de nuevo?
No puede decir que no cuando le sonríe con los ojitos cerrados.
Caminan rozándose las manos y a momentos Jimin recarga su peso en el costado de Namjoon, se dirige a su apartamento que está cerca, además Seokjin no se encuentra y una ducha juntos es una oportunidad que no se puede desperdiciar. Se anticipa pensando en las caricias bajo el agua y masajes con espuma, en los besos con ojos cerrados y el roce de sus cuerpos.
La fantasía se interrumpe. Namjoon siente el sudor frío cuando al llegar a la entrada del viejo edificio se topa de frente con Yoongi y Hoseok que miran con expresión curiosa a ambos. Jimin saluda con ánimos a sus hyungs y el chico alto no encuentra vía de escape.
—¿Y ustedes? Tan temprano en pie —es la forma sutil de Hobi de pedir una explicación.
—Venimos del gimnasio —responde Namjoon, al menos hasta ese punto no ha ocultado nada y mirar a Yoongi no es tan terrible. Solo terrible.
—¿Y desde cuándo vas al gimnasio? —pregunta con una sonrisita de labios cerrados que atrapa la risa. Quería agregar "con Jimin", ya que ahí está lo que desea saber.
—Desde que le dije que tenía poca masa muscular y es el intercambio de servicios por lo de las clases de inglés.
Namjoon no sabe cómo agradecerle a Jimin esas ayudas ni siquiera intencionadas que lo han salvado de que Yoongi se entere de la peor manera...y siente que si no habla pronto su temor será una realidad.
"Después del domingo", se promete.
Yoongi asiente, aunque con esa sensación rara, una corazonada quizás, de las que te dicen que algo no está claro y en orden. Algo que lo perturba y no entiende qué es. Hoseok tira de su brazo para recordarle que vuelva a la tierra. Se despide, aún extrañado, de su amigo y el chico que le gusta.
—Nos vemos mañana, Yoongi hyung.
Mañana. Eso le brinda cierto alivio, tendrá la instancia perfecta, puesto que el plan consiste en dejar a solas a Seokjin y el otro mocoso, entonces tendrá toda la atención de Jimin.
Avanzará lento, con paciencia, no pretende agobiarlo, aunque ha visto que el rubio es atento y afectuoso con todos, por lo que su relación no pareciera marcar la diferencia. Aprieta los labios con la mirada perdida, los muerde un poco hasta que Hobi nuevamente lo ancla al presente.
—¿En qué o quién piensas tanto, hyung? —pregunta pese a que intuye la respuesta en forma de mochi adorable.
—En que no siento que mi relación con Jimin suponga una diferencia de la que tiene normalmente con sus amigos —responde sincero, soltando un suspiro.
Hoseok analiza unos segundos lo que plantea su mejor amigo. No le dará una respuesta alimento de ilusiones para salir del paso como: "ya verás que sí resulta, seguro le gustas también", aunque sí desea que eso ocurra.
Hasta que en su cerebro pasa algo como un click al mirar de espaldas a Jimin y su cabello rubio, los recuerdos se conectan y su corazón da un vuelco de pensar que él es el "chico misterioso". La posibilidad derrama varios temores.
Se convence que está armándose un drama. Ni por asomo se lo comentará a Yoongi y arruinar la salida que lo tiene entusiasmado. No, tampoco es eso solamente, también está que no desea enturbiar su amistad sin información fundamentada.
No se trata de un cotilleo universitario de los que a veces comparte con sus amigos. Se niega a mirar la posibilidad.
—El domingo podrás ver si puede pasar algo más —suelta la primera frase que se le ocurre y sonríe. Algo que alimente ligero los ánimos de Yoongi, pero sin llegar a lo improbable.
Hoseok palmea el hombro de su amigo pálido y le incita a que camine más rápido, no quiere llegar tarde a su práctica. Tiene que exponer una coreografía próximamente para la evaluación de uno de sus ramos y Yoongi quedó de acompañarlo.
Al mayor le gusta ver a Hobi bailar, lleva años haciéndolo. Siempre le transmite distintas gamas de sensaciones y al mismo tiempo es tan familiar y tranquilizador. Incluso apacigua ese algo incómodo que surcaba su pecho luego de haber visto a Jimin y Namjoon.
Los movimientos se aprecian ligeros y llenos de energía. Sonríe porque su amigo está en el territorio que domina, se desplaza como quiere y explota una faceta cautivante.
Hoseok lo atrapa en una secuencia hermosa que incorpora, mezcla y traduce la música.
Cuando termina corresponde a la sonrisa radiante con una más pequeña. Sus mejillas están rojas como su cabello y su rostro brilla. Le tiende una toalla y halaga sus mejoras del ensayo anterior a este.
Pasar el día con su mejor amigo implica harto movimiento, ir de un lado a otro y Yoongi, sin entender cómo no está cansado después de una práctica, se quejaba diciendo que como le haga caminar cinco pasos más tendrá que cargarlo. Hoseok acepta y su hyung reclama, ya que no lo decía en serio. Terminan descansando al llegar al apartamento.
El desgaste de energías y los variados sitios a los que acompaña a Hobi le restaron espacio a pensar en la cita. Lo recuerda cuando está tendido en su cama evaluando con qué vestirse.
Problema solucionado, a la mañana siguiente Hoseok lo ayuda a elegir una combinación y arregla su cabello con los dedos.
—Te queda bien cuando lo llevas un poco despeinado.
Se siente nervioso y esperar a que Seokjin aparezca lo aumenta. Cuando toca su puerta el mayor del grupo luce como si fuera a una sesión de fotografía, incluso lleva maquillaje sutilmente aplicado que acentúa su mirada y suaviza su piel. Se contiene de alegar que fue por toda esa producción que van atrasados. "Te ves igual que siempre", se tienta a decir solo para atormentarlo un poco.
Jin mira ansioso a su alrededor y Yoongi lo hace con aparente calma, acotando un "ya deben estar por llegar".
—Siento la tardanza —Jimin inclina la cabeza en señal de disculpas.
—Siempre demora horas en prepararse para salir —expone Taehyung recibiendo un pequeño codazo de su amigo que lo mira ligeramente ofendido.
Yoongi no logra evitar la sonrisa, el que Jimin no tome las dos primeras prendas del closet le hace pensar en posibilidades que enseguida se fuerza a pasarla bajo el colador del raciocinio.
"Jimin se preocupó en arreglarse para esta salida...y no significa que lo haga para ti o para alguien". El rubio siempre luce bonito, incluso si no aplica sombras suaves, lleva sudaderas holgada y rostro cansado por la rutina académica.
Aparta sus ojos con las mejillas acaloradas cuando Jimin lo descubre observándolo.
A Yoongi le parece curioso ver como si hubieran imanes en Seokjin y Taehyung que camina por delante, a medida que avanzan la distancia se reduce y a momentos sus hombros se rozan.
El rubio le sonríe con cierto matiz de complicidad y le devuelve el gesto. Quiere acercarse más, sentir que son imanes también, pero no ocurre eso de la cercanía involuntaria que da cuenta de dos personas que se atraen a tal punto que es natural la reducción de espacio.
Yoongi aprieta sus labios, no quiere que acudan pensamientos cargados de negatividad y antesala de un fracaso que no ocurre. Piensa en lo que le diría Hoseok para animarlo y aunque con Jimin no sean imanes, deja de darle vueltas a las atracciones espontáneas y toma la decisión de caminar un poco más cerca.
Las comisuras de Jimin se estiran y en un gesto cariñoso se aproxima un par de pasos más. El corazón del mayor se acelera y lo hace todavía más cuando susurra despacito cerca de su oído que deberían dejarlos a solas un rato, que de seguro ni se dan cuenta que desaparecieron.
Asiente, los otros dos conversan y mira como señalan distintas criaturas, trazando caminos de un sitio a otro.
Tae no se percata en que momento es tan normal sujetar la muñeca de Seokjin —así como suele hacerlo con sus dos mejores amigos— y lo guía a los lugares que quiere ver.
—Hyung, vamos a mirar los tiburones —le dice con el entusiasmo de un niño que a Jin le encanta.
Siente a detalle el tacto de los dedos calientes ceñidos alrededor de su muñeca. Desea tanto sujetar su mano. No lo hace y Taehyung le suelta unos segundos después. Caminan por un largo pasillo iluminado principalmente por tonos azules y reflejos del agua, observan quietos tras el vidrio la recreación del habita acuática, Jin se estremece con un pequeño saltito cuando ve de tan cerca a un imponente tiburón tigre y, al parecer, su dongsaeng también porque le aprieta suavecito el brazo.
—Es enorme —comenta sin soltarlo—, mira el que está allá —señala con su otra mano—. Una vez aquí un tiburón devoró a otro.
Seokjin de solo pensarlo siente que un escalofrío viaja por su espalda, pero se atenúa con el contacto de la mano que se desliza a lo largo de su brazo. Adora las caricias sutiles y no quiere por nada del mundo que Taehyung se detenga.
—No me habría gustado verlo —y se acerca más, está tan receptivo que percibe hasta el calor ligero del cuerpo a su lado, nota los aromas y observa de reojo cada particularidad de su rostro. Puede afirmar que le fascina ese pequeño lunar en su nariz.
Cree que podría morir de un infarto, se le hace inesperado que Tae apoye el mentón en su hombro mientras mira los tiburones y los cardúmenes que se desplazan a lo largo del pasillo.
El menor se siente bastante cómodo con su hyung, tanto que se permite acercarse como lo hace con las personas que tiene confianza cimentada y a la vez nota esas agradables revoluciones que ocurren al interior de su cuerpo.
Empieza a asumir que tienen un significado y no quiere huir de ellas ahora que las está experimentando, de hecho comienza a buscarlas. No es habitual que aparezcan personas que provoquen ese tipo de cosas, quizás esa es la persona especial, a la que se refería su abuela que alguna vez conocería.
Corrobora que en Seokjin hyung, además de talento y atractivo, hay mucho más que le gusta, como esa forma de comer en la que en engulle sin delicadeza, los sobresaltos adorables... incluso se tienta a abrazarle por lo tierno que le pareció ver su expresión turbada cuando miraba atento a numerosos peces de colores y un lobo marino se cruzó entre ellos casi rozando el vidrio.
Emitió una pequeña exclamación y retrocedió dos pasos. "Adorable". Sonríe y le divierte como Jin es tan hiperreactivo. Concluye que se asusta fácil, seguramente si Jungkook entrara en confianza no dudaría en gastarle varias bromas.
—Creo que a Jimin le gustarán esos peces ángel —señala un grupo que pasa casi por la curva del techo que hace que el pasillo sea un túnel azul—. ¿Dónde fueron?
Ambos recuerdan la existencia de sus mejores amigos cuando al observar a sus alrededores no los encuentran.
—No lo sé, aunque está bien que tengan su tiempo a solas —responde Seokjin con una sonrisa. Espera que Yoongi esté feliz aprovechando la instancia con el dongsaeng adorable que tanto le gusta.
Sus latidos golpean tan fuerte su pecho y teme que sus manos suden cuando el menor la sujeta y tira de él diciendo que quiere ver a los pingüinos.
Taehyung dejó de pensar, actuaba por impulsos. Quería tocar a Seokjin, lo hacía. Quería sujetarle la mano para arrastrarlo por todo el acuario ¿por qué no? ¿Algo se lo impide? No. Envolvía sus dedos sin importarle que al cabo de un rato se sintiera húmeda y caliente.
Sonríe amplio cuando ver a esas pequeñas aves gorditas deslizarse de panza por las bajadas y comprime más los dedos ajenos con un: —¡son muy lindos, hyung!
Jin avergonzado solo quería secarse las palmas en el pantalón —maldito sudor— y volver a sujetarle la mano. Más cuando de los tiernos pingüinos pasaron al sector de océano profundo. Veía medusas de colores que activaban su sistema nervioso a estado de alerta aún estando protegido y crustáceos enormes que le provocaban escalofríos.
Taehyung libera los dedos de Jin cuando el celular vibra en su bolsillo y atiende la llamada de su amigo. Coordinan encontrarse al cabo de un rato en la cafetería.
El café de Taehyung es frío y muy dulce, aunque no más que el de Seokjin, que sin importar nada y la posibilidad de un beso indirecto —en la que sí piensa Jimin con una sonrisa— lo comparten y comparan sabores.
Yoongi acerca el suyo al rubio que lo prueba con una sonrisa que desaparece cuando su expresión se contrae, su pequeña nariz se arruga y al mayor le parece muy lindo.
—Amargo —suelta su veredicto, contrarrestándolo con su café dulce antes de ofrecérselo a su hyung.
—Muy dulce —niega con la sensación empalagosa en el paladar.
—Quiero ir al baño —comenta Taehyung mirando a sus alrededores la señalización.
—Yo te acompaño, capaz te pierdes en el camino si vas solo —sugiere Jimin medio verdad, medio mentira, porque su amigo ni con carteles y flechas se orienta bien, pero su real intención es averiguar como ha ido todo con Seokjin hyung.
Jin sonríe y lentamente comienza a reír de lo feliz que está, apoya sus manos en sus mejillas sonrojadas, contándole a Yoongi hasta el último de los pormenores de la cita. Necesita seguir saliendo con Taehyung.
—Entonces, cuéntame, ¿cómo va todo con Jimin? —pregunta una vez que desahogó el cúmulos de vibrantes sensaciones.
—Bien, mejor —responde corto, aunque sus labios se estiran un poco recordando el contacto físico ligero y las fotos que se han tomado juntos.
—Esperaba más detalles, Yoongi-ah —apoya los codos en la mesa disconforme.
—Tenemos fotos —le enseña algunas de las selcas que se tomaron tras los cardúmenes llenos de colores y mantarrayas.
Seokjin también quiere fotos con Taehyung. Quizás le sugiera algunas para el recuerdo cuando regrese.
Acaba de recordar otra cosa importante, lo vacía que está su cocina y al instante toma su celular y comienza a elaborar la lista que le enviará a su compañero de piso. Dedicar tiempo a la repostería ha consumido enormes cantidades de azúcar y harina.
—¿Qué haces? Estás demasiado serio de un segundo a otro.
—Mi despensa está vacía, solo le aviso a Namjoon que aunque esté con su chica misteriosa no olvide comprar aceite de sésamo, fideos de arroz, azúcar, harina...
"Chico misterioso" se tienta a replicar.
—Nah, Hobi fue a verlo.
—Pensé que aprovecharía el apartamento a solas —se encoge de hombros—. De igual forma, quiero las compras de mi lista cuando llegue, sin excusas.
Seokjin no escatima cuando se trata de sus listas de supermercado. Siempre se encarga que el refrigerado y la despensa estén abastecida. Bajo su cuidado ninguno de sus dongsaengs pasará hambre y se los recordaba en las ocasiones que lo acompañaban y cargaban al menos tres bolsas por brazo, quejándose camino de vuelta a casa.
Al menos está Hoseok junto a Nam para ayudarlo a cargar las bolsas esta vez.
—¿Si añadimos cerveza a lista? —Hoseok pregunta alegre, alzando un pack.
—De acuerdo —asiente Namjoon sacando con extremo cuidado una bolsa del estante. No se olvida del día que tomó una y el azúcar se derramó. No fue su culpa, la bolsa estaba rota, pero sus amigos no le creyeron.
—¿Ramen instantáneo para no cocinar hoy?
—Buena idea —aprueba revisando la lista larga que envió su hyung y sacando las cuentas del mes.
Llegan con los brazos acalambrados y mientras Namjoon ordena —no quiere recibir los regaños de Seokjin— el pelirrojo calienta agua y abre dos de los botellines de cerveza.
Comen ramen y se echan en el sofá con el televisor encendido. Hobi brinda por la cita de sus dos amigos, esperando que todo haya salido bien, aunque para ninguno de los dos es exactamente una noticia que haga que la felicidad vibre en sus pechos, de igual forma alzan, chocan las botellas y sonríen resignados.
Namjoon ha estado todo el día intentando no pensar en la cita, en la culpa que lo carcome, en Jimin...
—¿Cuándo me dirás con quién sales? —Hoseok no lo ayuda haciendo esa pregunta.
—¿Por qué piensas que salgo con alguien? —responde con otra interrogante. Emocionalmente está agotado y sabe muy bien que es por su propia responsabilidad.
—He tenido años para conocerte —se reacomoda en el sofá y apoya su cabeza en las piernas de su amigo—. Entonces ¿hay alguien? ¿Quién es la chica?
—Chico...—se sincera un poco, al menos con algo.
—¿Cómo pasó? —suena curioso y busca su mirada. Ya era hora que lo confirmara.
—Lo conocí el día de la fiesta de bienvenida —aprieta sus labios segundos después, ya que quiere soltar que se trata de Jimin y es una conversación que debiera tener con Yoongi antes que con Hoseok.
—¿Fue a él que lo invitaste con versos a tu cama? —ríe ordenando mentalmente las piezas de lo que recuerda de esa noche. Su amigo distraído y constantemente mirando a su alrededor.
Namjoon asiente avergonzado. Quizás podría decirle, pedir ayuda, aunque tratar de evaluar la reacción de Hobi es impredecible.
—¿Qué hay de ti, hyung? ¿Hay alguien?
—Nada nuevo, lo mismo de siempre.
Nada nuevo porque no pretende hacer algo para que su relación con Yoongi cambie, después de todo sigue conforme y cómodo así. No tiene la certeza que podría salir bien si se arriesga.
Lo mismo de siempre cuando su mejor amigo le envía un par de fotos de su tarde especial, en una sale junto a Taehyung, Seokjin y Jimin, en otras a solas con los peces, mantarrayas y tiburones de fondo. En todas las fotos salen muy cerca y el chico pálido apoya su mejilla sobre el cabello rubio del mochi, en la última lo envuelve con uno de sus brazos delgados.
Intenta que no le afecte y le muestra las fotos a Namjoon, quien balbucea algo respecto a lo grande que son las mantarrayas. Omitiendo lo lindo que se ve Jimin y lo pequeño que luce entre las criaturas que fácilmente superan los dos metros y más.
—Al menos les está yendo bien —aprieta las orillas de su celular, cierra los ojos y se concentra en el par de dedos que se enredan en su pelo rojo.
—¿Entonces por qué tienes esa cara? —pregunta suavecito, rascando su cuero cabelludo. "Esa cara que no dice que estás feliz", quiere agregar.
—¿Cuál? —no abre los ojos.
Namjoon niega, tal vez intuye el trasfondo, arrastra sospecha de años observando a sus amigos, pero se limita a prolongar las caricias. Parece que es lo que ambos necesitan en ese momento. Un poco de apoyo, un poco de cariño.
***
No iba a estar en paz conmigo si no actualizaba antes que acabara la semana uwu (semana csm 😣 -desahogo-)
Muchas gracias por leer, comentar, votar 💕.
Mucho amor para uds >u< ❤️
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