CAPÍTULO 27


DARYL

Notaba a Ruby realmente inquieta a pesar de que había sucumbido al sueño. Era increíble el cómo la conocía apenas conociéndola de algunos meses.

Pero habíamos conectado por mucho que ella lo negase; se notaba la atracción que había entre nosotros, pero comprendía que por el tema de su marido iba a ser imposible si quiera, probar una porción de su piel.

Admitía que no era de tener relaciones serias y no era que deseara unirme de por vida a Ruby, tan solo deseaba que ambos lo pasáramos bien porque necesitábamos un poco de paz y alegría. Demonios, ¡Quizás ni siquiera volveríamos a casa! O si lo hacíamos, quizás sería dentro de un ataúd.

Eso inevitablemente me hizo recordar a papá y su muerte extraña. No pude ver el cuerpo a pesar de que lo exigí varias veces, además que no era un niño para que se me escondiera algo así. Tan sólo habían pasado cuatro años desde su asesinato así que tanto mi hermano como yo teníamos veinticuatro años.

Fue a partir de ahí que todo cambió, no solo porque él dejó de estar en nuestras vidas sino porque también decidimos seguir un sendero diferente. Ahí es cuando el negocio de los coches de lujo se nos apareció delante de nuestras narices y dejamos de ser traviesos pasando a ser un poco, digamos, cabrones.

Y no era para menos porque la vida nos había tratado como la mierda más grande a pesar de que siempre habíamos hecho todo lo posible como para ser mejores personas. Quizás la ausencia de nuestra madre nos hizo ser lo que éramos o, simplemente, estaba en nuestro ADN.

Pero lo cierto era que, al igual que Ruby, también me obsesionaba la muerte de una persona realmente importante en mi vida y que ella pensara que quizás tenían relación por estar en mundos semejantes, era una idea poco descabellada.

Decidí preguntar a Korovin sobre el marido de Ruby ya que parecía conocerla bien desde hace un buen tiempo. Solo sabía que había sido asesinado hace un tiempo, pero nada más. Me acerqué ligeramente a él y le hice la pregunta:

- ¿Cuándo sucedió lo del marido de Ruby?

Quizás debí de ser más cuidadoso, pero eso no estaba en mi vocabulario por mucho que lo intentase a lo largo de los años. Al menos este tipo era más amable que la hermosa morena que descansaba en el séptimo sueño.

Korovin parecía haberse revuelto en su asiento y respirar un tanto agitado, pero por sus labios temblorosos pude adivinar que simplemente no encontraba las palabras. Finalmente, él comenzó a hablar:

-El tema de Edgar es un tema complejo, sobre todo para Ruby y para mí. No creas que para Eduardo es menos doloroso pues era su mejor amigo. Era como su hermano y eso es algo que siempre será de esa forma. Probablemente no sepas demasiado de Edgar, ¿Me equivoco?

Negué con la cabeza lo que hizo que Korovin sonriera. Conocía a esa mujer mejor que nadie y se notaba por sus acciones que la quería profundamente.

-Edgar era mi hijo, mi único hijo porque mi mujer tuvo que operarse por una infección en el útero bastante grave. Ambos criamos a Edgar en las mejores escuelas, pero quiso estudiar en la misma universidad donde yo me licencié y posteriormente daba clase. No podía ser su profesor debido a mi parentesco con él por lo que tuvieron que ponerle con otro profesor en otra aula diferente con un temario mucho más complejo que el resto. Le avisé que sería difícil, pero es lo que él deseaba. Él nunca me decepcionó; jamás. Era brillante, audaz, cariñoso conmigo y con su madre además de ser realmente humilde. Siempre tuvimos dinero, pero eso a él no le importaba.

El rostro de Korovin se contrajo ligeramente intentando ahogar las lágrimas que comenzaban a perlar sus pestañas inferiores. Sus manos temblaban contra el mando con el que pilotaba el helicóptero, pero se notaba que todo lo tenía bajo control. Seguí preguntando para intentar evitar que aquel pobre viejo sacara su pena.

-Entonces digamos que era un buen partido. Estoy seguro que le lloverían las mujeres-Le dije dando una ligera palmada sobre su hombro derecho. Korovin sonrió con franqueza liberando un tanto la tensión que comenzaba a sentirse a nuestro alrededor. Miré hacia atrás y vi que tanto Matt como Ruby estaban durmiendo como troncos.

Korovin continuó hablándome de él.

-Digamos que era bastante popular sí pero solo tenía ojos para Ruby. Siempre fue una rebelde, una rebelde brillante que no se dejaba amedrentar por nadie. No era raro que en plena clase tirase abajo hipótesis de cualquiera de mis colegas de profesión. Lo cierto era que lo que a unos le parecía irritante a mí me parecía refrescante. Ella iba a mi clase y una de las veces en las que mi hijo fue a verme, ella salía por la puerta. Digamos que le llamó la atención, pero no fue hasta que la escuchó hablar en una de las exposiciones sobre el imperio Otomano cuando realmente se empezó a interesar en ella. Digamos que ambos estaban destinados; él le daba la paz que ella necesitaba y ella le daba un poco de aventura a su aburrida y sencilla vida. Ambos eran perfectos para llevar una vida juntos.

Tras escuchar aquella frase, un pinchazo de rabia sacudió mi pecho. No podía ser que sintiera, ¿celos? Yo nunca estaba celoso por ninguna mujer y Ruby me interesaba eso era verdad, pero tanto como para sentir celos, eso no podía ser.

Mi rostro un tanto molesto llamó la atención de Korovin que me miraba por el rabillo del ojo sin dejar de prestar atención a la conducción. Por su risa torcida estaba seguro que iba a decir alguna tontería.

-Soy viejo, pero no estúpido, a ti te gusta Ruby.

Y como esperaba, dijo una gran idiotez. Pero tampoco podía negar que algo había porque pensaba demasiado en ella; quizás era una atracción un tanto fuerte.

Mientras pensaba que decirle, él se me adelantó como queriendo convencerme de lo que sentía. Estaba perdido con aquel tipo a mi lado:

-Sé que me dirás mil cosas para convencerme de lo contrario que pienso, pero te ahorraré el esfuerzo muchacho. Tanto tú como ella sois tercos como mulas; solo espero que llegue el día en el que ambos aceptéis que estáis hechos el uno para el otro. Eres el que puede salvarla de sí misma y ella será la que te ate a la tierra de una buena vez Ortega. Ambos estáis sacados de la misma fruta, la misma esencia corre a través de vosotros en forma de un hilo que ahora está tenso, pero pronto os envolverá y no podréis escapar. Escucha esto: llegará un momento en el que tu corazón pueda más que tu orgullo, ¿Y ahí qué harás, amigo mío?

La respuesta a esa pregunta rondaba mi cabeza, pero no iba a admitirlo. Era cierto que mi orgullo iba siempre un paso delante de mí y me acarrearía más de un problema en el futuro, de eso estaba seguro.

Solo esperaba que pudiera ceder a mi yo egocéntrico y superficial para abrazar a Daryl el hombre. Era necesario tomar las riendas de mi alocada vida y si con ello podía salvar a alguien más, estaba dispuesto a hacerlo.

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