CAPÍTULO 24
RUBY
Pasamos unos minutos en mi estudio en un completo silencio. Por lo que me dijo Esward, estaba esperando la señal que necesitábamos para poder salir de la mansión sin ser vistos por el resto de mis guardaespaldas y gente del servicio.
Técnicamente yo pasaría el resto del día en mi dormitorio por encontrarme enferma, una tapadera perfecta ya que nadie se atrevería a molestarme.
Aunque de todos modos uno de los hombres de Korovin estaría vigilando en la puerta de mi habitación por si a alguien se le olvidaba mi estado o simplemente deseaba averiguar un poco más. Esa era la parte más importante de todo el plan.
La segunda parte del plan era que nuestros teléfonos se desactivasen y para ello todos ellos se entregarían a los hackers que Edward conocía y que tomarían control de todas las cámaras de la mansión. Una vez desactivados, tendríamos unos nuevos con el mismo número para que, si alguien del servicio o de mis empleados llamaba, pudiera dar conmigo o con cualquiera de nosotros.
Apenas debía de sentirse cambio alguno para evitar la sospecha de que todos estaban bajo vigilancia; al más mínimo movimiento extraño de cualquiera de ellos, la vigilancia se triplicaría sobre esa persona.
Un leve pitido pudo escucharse del teléfono de Korovin, ¿Ese teléfono no era diferente del que tenía?
Al ver como lo miraba de forma interrogante, sonrió y me explicó:
-Digamos que he sido el primero que tiene el nuevo modelo de teléfono: cortesía de mis queridos amigos que, por cierto, acaban de avisar que están en la parte trasera de casa en un ángulo donde las cámaras no pueden verlos. Van a entrar por la ventana de tu dormitorio y dos de ellos llamarán a puerta principal haciéndose pasar por un médico y un enfermero para crear una distracción por si acaso. De esa forma es más creíble que estés enferma y no habrá demasiadas preguntas.
Asentí completamente asombrada; todo parecía bien coreografiado.
-Solo espero que ninguno de nosotros cometa un error y todo se vaya al traste.
Edward comenzó a reírse, pero lo cierto es que estaba demasiado nerviosa para poder verle el sentido cómico al asunto. Pero siempre había confiado en él así que en esta ocasión no iba a ser menos.
-Ya están aquí, ahora el timbre va a sonar y alguien del servicio irá a abrir. En ese momento se abrirá la puerta de esta sala y entrarán mis hombres.
Asentí en silencio y la puerta principal sonó como Edward había dicho. Unos pasos se escucharon fuera en el pasillo hasta rápidamente bajar por las escaleras que daban al hall. Tras escuchar el crujido de la puerta abrirse, se abrió la puerta del despacho pudiendo a varios hombres vestidos con trajes de color negro y corbatas del mismo color. Sus gafas de sol hacían que no pudiera distinguir los unos de los otros; casi parecían la misma persona.
-Sé que intimidan mucho, pero deben de proteger su identidad al trabajar para una organización secreta, razón por la que no puedo presentártelos formalmente.
-No te preocupes, lo entiendo-Le dije a Korovin mientras veía alucinada como comenzaban a sacar maletines con cientos de dispositivos electrónicos y los ponían sobre la mesa. Uno de los maletines tenía varios teléfonos, todos exactamente iguales al de Edward. Uno de ellos me tendió uno y al cogerlo me dijo:
-Tus compañeros también tienen el suyo. Ahora debéis de salir por donde nosotros hemos entrado. Vamos a crear una distracción; adulteraremos las cámaras de seguridad para que no os veáis en las imágenes, pero va a ser por unos instantes así que debéis de ser rápidos.
- ¿En serio se puede hacer eso? ¿Qué clase de brujería es esa?
Además de no responderme, se dio la vuelta para seguir ayudando a sus compañeros con la instalación que estaban realizando en mi despacho. Estaban creando una especie de base de comunicación para mantenernos informados de todo desde la distancia. Iban a ser nuestros asistentes en todo momento.
-Ahora debemos de irnos Ruby. Chicos, mantenedme informado en todo momento y sobretodo, ojos bien abiertos.
Un sonido brusco salió al unísono de sus gargantas y abandonamos la estancia rápidamente. La pregunta era qué iba a hacer con mi maleta que seguía en mi dormitorio, pero Edward me dijo que ya estaba en el helicóptero. Desistí en preguntar porque viendo como esos tipos era tan eficientes, temía la extraña respuesta que iba a darme.
Prefería pensar como cuando era pequeña que quizás la magia existía.
Caminamos rápidamente por el pasillo desierto hasta llegar a mi dormitorio cuya ventana estaba abierta. La brisa mecía suavemente las cortinas pudiendo vislumbrar una cuerda atada desde la pata de mi cama hasta más debajo de la ventana.
Por ahí habían entrado aquellos hombres de negro.
-Es hora de marcharse. Tenemos treinta segundos para cruzar todo el jardín trasero y poder llegar a la furgoneta que hay esperándonos más debajo de la calle, ¿Preparada?
-Nací estándolo-Le contesté mientras miraba abajo. Daba gracias a mi entrenamiento y mi gran agilidad física que me permitía escabullirme de los lugares más peligrosos y aunque Korovin no era precisamente un niño, no se quedaba atrás. Tenía una gran fuerza en sus manos pudiendo desencajar una mandíbula de un buen mandoble con su mano.
DARYL
Casi como si se tratara de un truco de magia, pudimos bajar al sótano a través de un sistema complejo de puertas que estaba tan bien oculto como lo estaba la habitación donde habíamos tomado el café. Desde allí usamos una especie de ascensor, el mismo a través del cual aquella caja con nuestros anteriores móviles, descendió más allá de nuestra vista.
Eduardo nos explicó que aquella era una salida de emergencia por si acaso había algún tipo de accidente o entraba algún loco dispuesto a hacer daño a cualquiera de ellos incluyendo sobre todo a Ruby. Aquella salida tenía acceso directo al sótano donde había un coche con cristales tintados y el motor bien silencioso para que pudiéramos salir sin hacer ruido alguno.
-Ey no seas plomo Eduardo, déjame conducir-Le dije antes de que él se sentase en el asiento del piloto, pero su rostro serio como siempre me decía que se negaba en rotundo. Mi hermano me tiró del brazo abriendo la puerta de los asientos traseros, empujándome hasta caer dentro de mala gana.
-Deja de hacer imbecilidades Daryl, tenemos poco tiempo porque nos jugamos demasiado. Bastante que estoy en contra de mi voluntad haciendo estas mierdas para tener que aguantar tus juegos de bebé de teta.
Eduardo suspiraba mientras abría la puerta del sótano intentando mantener su calma habitual. Desde luego, la paciencia de ese hombre era más que legendaria y cada día comprendía más el motivo por el que era el guardaespaldas principal de Ruby.
-Agarraros fuerte, vamos a coger mucha velocidad.
Y antes de si quiera poder abrocharme el cinturón, aquel boludo pisó el acelerador tan fuerte que mi cuerpo fue a parar contra el cristal de mi ventanilla.
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