CAPÍTULO 20
RUBY
Aquel viejo rostro me hizo reírme ligeramente; no tenía idea que aquel pardillo del instituto que iba detrás de mí era el hermano del incordio de Daryl y que había cambiado tanto.
En aquellos tiempos las cosas eran diferentes, mi padre seguía vivo y todo estaba bien. Mi madre murió joven así que él se ocupó completamente de mi educación de forma absolutamente perfecta. Matt por aquel entonces se hacía llamar Matthew, era un niño extremadamente delgado, alto y con gafas. Era un intelectual, pero demasiado blando para la sociedad en la que por desgracia vivimos, por lo que siempre estaba de peleas.
Y fue en una de ellas cuando me convertí en su salvadora, en la que le protegía de cualquiera que le tocase un pelo. Nuestra amistad solamente se desarrolló en el colegio y, unos años después, él tuvo que irse. No me dio sus razones y tampoco pregunté porque temía una respuesta poco agradable.
Y así el tiempo fue pasando sin saber nada de aquel chico hasta que me metí de lleno en la arqueología y las habladurías de un gran conservador de antigüedades me hicieron sentir curiosidad. Un tal Erik Ortega se llamaba; aquel tipo se hizo de oro gracias a sus conocimientos y su talento.
Si no lo llamaban para restaurar alguna reliquia, lo hacían para que hiciera réplicas exactas y así exponerlas en diferentes partes del mundo. Su labor era increíble y admitía que me convertí en gran admiradora de su trabajo. Pero el problema de los grandes genios es que a veces su ambición puede llevarlos por malos caminos.
Un encargo le costó la vida. Fue encontrado muerto y su taller completamente desbastado como si un ciclón hubiera pasado por allí. Lo más extraño de todo era que la investigación se cerró en seguida dando por archivado el caso. Erik Ortega pasó al olvido de todos de la noche a la mañana, bueno de casi todos porque había algunos que no lo olvidaban.
Sus hijos y por supuesto yo.
Fue una sorpresa saber de la existencia de ambos y más al comprobar que habían heredado el talento de su padre. Les seguí la pista, pero, de pronto, dejaron de trabajar en lo mismo que Erik. Por mucho que intenté saber de ellos, no pude.
Pero entonces uno de mis contactos me puso al corriente; uno de los encargos que les fue dado salió mal. Según los hermanos Ortega, el joyero que habían restaurado había desaparecido y no sabían dónde podía estar. Por desgracia, la familia propietaria de dicho artefacto era muy poderosos y llegaron al acuerdo con ellos de que, si conseguían el dinero en menos de un año, no irían a la cárcel. El precio eran tres millones de dólares y ellos sabían que, con el escándalo del joyero, los clientes apenas aparecerían por su taller.
Y como agua de mayo, un amigo de Matt apareció con la idea de un negocio redondo. Le habían ido bien las cosas y había invertido en un concesionario de coches de lujo. En cuanto les mencionó a ambos lo que podían llegar a ganar con ese tipo de trabajo, supieron que era la solución a todos sus problemas.
Quedando así ambos manchados metiéndose en un mundo demasiado turbio y peligroso.
Fue cuando vi una oportunidad, una alianza para que todos saliéramos beneficiados. Y aunque mis métodos nunca han sido ortodoxos, el resultado siempre ha sido satisfactorio.
Matt seguía completamente mudo mirándome impactado. Sentí la necesidad de pincharle como cuando éramos pequeños:
-Me sorprende que el pequeño Matthew haya cambiado tanto, me sorprende mucho que el mundo sea tan pequeño. Así que te fuiste por el trabajo de tu padre, ¿Verdad?
Él desvió la mirada ante mi pregunta, pero la respuesta estaba completamente clara. Daryl observaba la escena entre sorprendido y horrorizado. No le culpaba, la situación era sumamente extraña.
. Pero Daryl no era de los que se quedaba precisamente callado, así que pronto comenzó a hacernos preguntas y para mi sorpresa fue Matt el que comenzó a responderlas:
-Ella era una amiga de la infancia, una que me gustaba mucho admito. Siempre me salvaba el culo de los matones, pero dejé de verla cuando nos mudamos con papá a Canadá. Fue la tercera vez que nos mudamos, la primera fue tras el divorcio de nuestros padres, pero éramos demasiado pequeños para recordar gran cosa.
-Entonces, ¿De verdad os conocíais? ¿Por eso tú nos buscaste? -Me preguntó Daryl intentando unir las piezas de información que estaban sobre la mesa. Los busqué por su talento, no porque supiera que uno de ellos fue parte de mi vida; aquella noticia admitía que era impactante para mí y después de lo de Ákseli, aún seguía en baja forma.
Eduardo se dio cuenta en seguida que necesitaba retirarme así que su eficiencia me hizo quitarme un peso de encima:
-Señores, la señorita Chase se encuentra un tanto indispuesta por lo que yo seré vuestro guía para indicaros el camino y así sepáis por donde se os está permitido andar. Os enunciaré las normas de esta casa y os mostraré vuestros sendos dormitorios, pero por el momento voy a acompañar a la señorita a su habitación.
-Tranquilo Eduardo, yo seré el que la lleve. Ocúpate de ellos mientras que me ocupo de Ruby-Dijo Edward apareciendo de improvisto. Le sonreí agradecida ante su amabilidad y lentamente me llevó por las escaleras evitando que pudiera tropezar y caer.
Mientras caminábamos por el pasillo, Edward cortó el silencio:
-El mundo es un pañuelo, ¿No es cierto?
Aquella pregunta hizo que le mirara con cierta intriga. Si Edward lanzaba algo así era por una razón; su enigmático carácter a veces me sacaba de mis casillas, pero a él parecía divertirle. Cuando llegamos a mi dormitorio, su leve sonrisa me hizo decirle:
- ¡Dime ya lo que tienes en esa cabeza!¡Me estás poniendo de los nervios!
El carraspeó sin dejar su sonrisa idiota; aquel viejo iba camino de volverme loca un día.. Él me ayudó a sentarme en el borde de la cama y justo cuando pensaba que me iba a dejar con la palabra en la boca, él comenzó a hablar:
-La vida te está dando una segunda oportunidad, una señal de que todo está en tu tejado. Solamente debes de abrir la mente, abrir los ojos y los brazos a todo lo que te está viniendo y lo que va a venirte. No tengas miedo a querer Ruby; todas las personas del mundo seamos como seamos estamos capacitados para amar. Tú no eres tan ruda ni tan odiosa como pretendes hacer creer a todo el mundo, lo sé porque conocía a mi hijo y te conozco a ti.
-Sigo sin entenderte Edward, a veces parece que hablas en otro idioma o que mi cabeza quizás no es capaz aun de entenderte.
Se acercó de nuevo a mi dándome un beso en la frente de forma cariñosa. Se aproximó de nuevo a la puerta de mi habitación y se despidió de mí:
-Algún día lo harás Ruby y espero seguir vivo para cuando eso pase.
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