CAPÍTULO 17
RUBY
Conforme pasaba más tiempo en aquel avión al lado de Daryl, la necesidad de tirarme en paracaídas para alejarme de él iba en aumento. Aquella forma de mirarme y de acercarse a mí me estaba poniendo completamente tensa y no podía escapar de donde estaba. El estado de mi brazo tampoco ayudaba y la cantidad de tiempo que llevaba sola era otro obstáculo más en cuanto a intentar mantener mi cabeza en orden.
Hacía ya unos cuantos años que Edgar ya no estaba a mi lado y desde entonces he renunciado a todo tipo de vida amorosa. Solamente hubo una vez en la que eché una cana al aire y fue por trabajo. Tenía que sacarle información a un tipo y para ello tuve que ligar con él en un bar. De esa forma ambos terminamos bebiendo y la soledad aparte de la necesidad de la información crucial que llevaba, hizo que terminara en la cama con él. A excepción de ese día, no había vuelto a estar con nadie.
Y esa soledad pesaba demasiado, a veces casi parecía una penitencia que me había impuesto yo misma. Quizás era eso y no me había dado cuenta, pero, aunque intentara pasar página, no podía hacerlo y siempre volvía a mi despacho, cogía la camisa de Edgar y terminaba tocándome pensando en él y en nuestros días felices.
Quise ignorar a Daryl y su intento de seducción volviendo la cara en dirección a la ventanilla. Cuando pensé que quizás se había dado por vencido, su mano se deslizó hasta mi rodilla y eso me petrificó de cabeza a los pies. Al volver a mirarlo de nuevo, sus ojos eran aún más oscuros que antes. Su pecho se acercó al mío sigilosamente como una serpiente y yo era un ratón que estaba contra la pared. No había escapatoria y por primera vez en mucho tiempo, un calor extraño se extendió por mi cuerpo.
Una sonrisa llena de promesas indecentes se dibujó en el rostro de Daryl.
-Por ahora te dejo en paz, pero en cuanto te revise el médico, tu y yo tenemos asuntos que resolver.
-Tu y yo no tenemos que resolver nada, ¿Te recuerdo que trabajas para mí hasta nuevo aviso y que soy tu jefa? -Le contesté gruñéndole cómo podía. No iba a jugar conmigo porque yo era más fuerte de lo que aparentaba, pero, a pesar de mis formas, jamás lograba amedrentarlo.
Daryl me contestó con una confianza típica en él:
-Y yo te recuerdo que tengo la llave de tu placer, una llave que hace tiempo tú no tienes. Puedo proporcionarte todo el placer que desees y que necesites, así que ambos estamos sobre el mismo tablero, ¿No crees jefa?
Ante esa contestación me quedé completamente sin palabras. No sabía quién demonios se creía, pero admitía que nadie me dejaba sin palabras, nadie excepto él y eso era un mérito a reconocer.
Al mencionar el piloto que estábamos tomando tierra, apreté contra mí la almohada de viaje que tenía entre mis manos. era necesario que me escapara de la presencia de Daryl porque si no acabaría haciendo alguna tontería de la que me arrepentiría toda la vida.
Tras aterrizar, un mensaje me sobresaltó y lo miré inmediatamente; era Cinthia informándome que Matt había sido localizado y que estaba bajo su ala. Le dije que me lo trajera a la mansión en unas dos horas.Pensé en mencionárselo a Daryl pero prefería darle una sorpresa.
Eduardo se acercó a mí y me ayudó a bajar del avión, aquellos escalones amenazaban con hacerme caer hasta romperme la crisma. Mi torpeza estaba alcanzando unos niveles que rozaban el ridículo, pero en presencia de aquellos que consideraba como de mi propia familia, no me importaba lo más mínimo.
Pronto me instalé de nuevo en la calidez del hogar, más concretamente en mi dormitorio donde esperaba a que viniera el doctor. Todos me habían insistido tanto que acepté para que al menos dejaran de preocuparse tanto por mí. sabía que no sería nada serio así que estuve bastante tranquila mientras aquel tipo miraba la herida de mi hombro, pero entonces una mueca en su rostro hizo que comenzara a preocuparme. Se me adelantó antes de preguntarle:
-Ruby, la herida ha pasado muy cerca de una arteria importante, casi provocas un desangramiento bastante serio que hubiera provocado tu muerte. Tu herida no es cualquier cosa, es algo serio y debo de curártela cuanto antes además de tener que observar como va curándose por si se infecta.
-Pero he tenido heridas mucho peores-Le repliqué al doctor, pero él no parecía estar de acuerdo conmigo.
-No es la herida en sí sino el lugar, a veces las heridas más pequeñas en los lugares menos indicados pueden provocar la muerte más que una herida aún mayor en otro lugar del cuerpo. No olvides que cualquier percance que sufras, acudas a mí. tengo entendido el tipo de trabajo que tienes así que me ofrezco a ser tu médico personal y así no levantar sospechas.
-Lo cierto es que no lo había pensado, pero ahora que lo dices sí que podrías serme útil.
Él me tendió la mano y yo se la tomé en señal de que teníamos un trato. Era extraño, pero en una circunstancia grave como aquella, un aliado inesperado hizo su aparición.
Tras vendarme con cuidado y darme unas indicaciones para saber cómo cambiarme los vendajes y las medicinas que debía de tomar, él abrió la puerta y entraron a la sala los que me esperaban fuera. Korovin,Daryl y Eduardo entraron como si se tratase de una estampida y eso me hizo especial gracia; era como una película.
Los hombres hablaron con el médico y en seguida pude comprobar hasta qué punto ellos estaban preocupados. Por sus quejas, supe en seguida que me tratarían como una paralítica de ahora en adelante, cosa que odiaba. No era ninguna dama en apuros, más bien era una hiedra venenosa.
No iba a darles la oportunidad de que me hicieran todo el trabajo sucio; el percance en la casa de Edward no iba a amedrentarme en cuanto a irme al museo de Londres para robar la reliquia que Akseli iba a vender a una familia adinerada; eso sería por encima de mi cadáver.
La reliquia la iba a recuperar y tenerla bajo mi custodia. Tenía que proteger la historia con todas mis fuerzas evitando así que cayese en malas manos.
Tenía que investigar más acerca del comprador que iba a adquirir dicho espejo para así saber su localización. Si sabía dónde se encontraba y cuando viajaría a Londres, mis programadores podrían cancelar el vuelo para tener un poco de margen y así tomar la reliquia antes de poder ser descubierta. E incluso podía hacerme pasar por él si sabía su aspecto...
Miré a Eduardo y le hice una señal para que se acercara. Con su semblante serio de siempre.se acercó a mí y se sentó al borde de la cama.
-Necesito que averigües más acerca del comprador del espejo del museo de Londres. A pesar del percance vamos a evitar que sea subastado cueste lo que me cueste, pero para eso necesito de tu ayuda y no, no necesito sermones ni que me digan lo que hacer. Esto lo haré con o sin tu ayuda así que decide.
Un breve silencio me hizo pensar que quizás él no estaría dispuesto a ayudarme. Tras bajar la mirada y soltar un suspiro, Eduardo respondió:
-Cuenta conmigo jefa.
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