CAPÍTULO 15

Edgar y Ruby en la foto^^

RUBY

Los recuerdos dolorosos del pasado me asaltaron de pronto al escuchar su inconfundible voz. Mientras que estaba agazapada bajo aquella cama, la voz de Akseli se me introdujo como un puñal en mis sienes alzando la rabia que tenía contenida dentro de mí. Como un fuego que se extendía desde mi pecho a mis extremidades, palpé el lugar donde estaba mi arma antes de salir de mi escondite. Pero al hacerlo, uno de los esbirros de él me vio y arremetió contra mí.

Intentó tumbarme propinándome un cabezazo, pero en un descuido tiré de su brazo con fuerza para llevarlo contra la pared. Lo tomé del cabello y le golpeé contra la pared para intentar aturdirlo, pero era muy grande y su fuerza era demasiado para hacerle si quiera cosquillas.

Se giró al pisarme y yo liberarle de mi llave quedando a merced de aquel tipo. De la nada, él sacó un cuchillo para intentar matarme, pero yo no podía dispararle porque alertaría a Akseli y eso sería fatal para Korovin.Mientras que esquivaba los golpes, mi mirada vagaba por toda la habitación en busca de algo que pudiera usar para defenderme.

Me cubría como podía, pero ese cuchillo afilado me tenía demasiado amedrentada y me dejaba en una clara desventaja. La preocupación de que me hiriese de gravedad y no poder salvar a Edward me quemaba las entrañas y sacó a la luz la enorme rabia que sentía.

Pude distinguir un abrecartas en la mesilla de noche al lado de la cama, por lo que di una voltereta sobre ella para poder alcanzarlo, pero aquel tipo se me echó encima con el cuchillo provocando una gran herida en mi hombro. Apreté los labios para no emitir ningún sonido que pudiera escucharse abajo, alargando la mano en un rápido movimiento y alcanzando el objeto con la punta de mis dedos. Pude incrustarlo en su garganta, impidiendo así que pudiera gritar al cortar sus cuerdas vocales. La muerte fue rápida.

Tomé al tipo y lo arrastré al suelo con cuidado de no llamar demasiado la atención, escondiéndolo bajo la cama. Las sábanas ensangrentadas las quité y las escondí junto con el cuerpo. Me dirigí al armario para tomar una manta nueva y así disimular el estropicio por si alguien pasaba por delante de la puerta.

Decidí tomar el cuchillo del tipo para estar armada por si tenía otro percance de nuevo, deslizándome al exterior no sin antes pone la oreja sobre la puerta para escuchar algún paso o movimiento que pudiera indicarme que había alguien cerca, pero todo parecía despejado.

Me conocía aquella casa como la palma de la mano, eran cientos las veces que había caminado por la larga moqueta del pasillo para alojarme en la habitación de invitados que no quedaba muy lejos de la de Edward. El cuarto de Edgar era el del fondo, el que tenía los jarrones con flores blancas para honrar su memoria. No quería pasar por aquella puerta porque me traía demasiados recuerdos y no podía mostrar ningún tipo de debilidad. Cuando venía de visita tras su muerte, Korovin me recomendaba quedarme a solas en su cuarto para aceptar que ya no estaba porque, según él, me vendría bien para comenzar a superarlo, pero jamás pude entrar, me negaba a ello quizás por esa misma razón; el no aceptar su marcha. Quizás por ello aun guardaba su ropa y el anillo de compromiso, tanto el suyo como el mío.

Yo lo llevaba puesto en el dedo hasta que se me hacía demasiado doloroso llevarlo, pero no quería deshacerme de él por lo que opté a colgármelo al cuello cerca del pecho. Cuando las cosas se ponían difíciles, lo tocaba con mis dedos e inspiraba profundamente justo como lo estaba haciendo en ese preciso momento. Era completamente inconsciente como todo lo que hacía en su nombre, probablemente estaba enferma, pero a estas alturas ya nada me importaba y menos lo que pensaran los demás.

-Vamos Edgar, protégeme-Pensé en voz baja mientras que mis pasos se acercaban más y más a la escalera principal. Las voces eran más claras y me indicaban la ubicación de ambos lo que no me hacía difícil idear por donde podía realizar el ataque. Tras bajar todas las escaleras, pegué mi cuerpo a la pared para que fuera más fácil ser invisible. Pude escuchar mejor la conversación de ambos; Korovin y Akseli parecían estar solos en el comedor.

- ¿Dónde está la señorita Chase?¡Hace tanto que no la veo!, pero parece ser por un pajarito que va a visitar mi museo de Londres en breve, ¿Me equivoco?

Puse la mano en la boca completamente helada, ¿Cómo demonios podía saber eso?

El pánico se adueñó de mí, eso solo podría significar que alguien de mi entorno era un topo y eso era algo que debía de solucionar cuanto antes porque eso podría ser fatal en cuanto a nuestros planes de acabar con el contrabando de reliquias y antigüedades.

Korovin no tardó en contestar a sus provocaciones:

-No comprendo quién te dio esa información, pero es falsa, en cuanto a Ruby no tengo idea de dónde está.

Una carcajada maligna resonó entre las paredes del comedor. Temía que aquella respuesta fuera la última que Korovin daría estando con vida. Aquel tipo era peligroso y no lo sabía por simples rumores sino porque de primera mano sabía que era así.

Debía de sacar a Edward de allí antes de que las cosas se pusieran feas. Lentamente, me agaché hasta llegar al suelo y gateé hasta el umbral de la puerta del comedor. Eché un vistazo rápido y vi que Akseli estaba de espaldas a la puerta y Korovin justo en frente. Parecía ser que sus secuaces estaban por la casa, pero no por la habitación donde ambos estaban hablando. Era el momento de hacer algo.

Tenía que llamar la atención para que él saliera y yo pudiera entrar para que Edward y yo saliéramos por el jardín trasero. Gracias a la llamada de Eduardo, sabía que fuera estaban mis hombres esperando una señal así que estaría protegida.

La puerta trasera no estaba muy lejos del comedor, tan solo teníamos que correr por el pasillo que conducía hasta la cocina y salir por la puerta del jardín. Mis ojos se posaron sobre los vasos de cristal que reposaban sobre la repisa del hall. Si rompía una, Akseli saldría a mirar el origen del ruido y yo podría entrar rápidamente al comedor.

Esperaba que a Korovin no le importase.

Tomé la vajilla y la estampé contra el suelo, volviendo de nuevo a una de las columnas que quedaba cerca del umbral del comedor, un quejido pudo escucharse dentro de la habitación:

- ¿Qué demonios ha sido ese ruido?¡Espero que sea Ruby que ha venido de visita!, sería tan delicioso verla.

Comencé a escuchar pasos y me agazapé aún más de donde estaba. Akseli pasó por mi lado sin verme y pude respirar con alivio. Su vista paseaba por un flanco ciego de donde yo estaba, así que corrí al interior del comedor donde Edward estaba completamente sorprendido de verme.

- ¡Vamos, por la puerta del jardín trasero! -Le dije en voz baja.

Lo tomé de la mano y ambos corrimos para alejarnos lo más posible del peligro. Teníamos un margen de tiempo muy pequeño para escapar y debíamos de aprovecharlo.

-Veo que descifraste mi mensaje, buen trabajo Ruby-Me dijo sonriendo.

-No era complicado, sabes perfectamente que odio el té blanco, la primera vez que visité tu casa me lo serviste y tuve que tomarlo por cortesía. Eso me hizo vomitar y tú lo supiste porque Edgar te lo contó. Desde entonces pareces recordármelo en cualquier ocasión.

En cuanto llegamos a la cocina, uno de los hombres de Akseli estaba haciendo acopio del frigorífico, pero no había tiempo para noquearlo así que opté por la vía rápida. Tomé el arma que tenía a mi cintura y lo apunté amenazándole.

-O nos dejas escapar o te dejaré un bonito agujero en el estómago, así no podrás volver a comer ni volver a respirar.

Aquel tipo palideció ante mis amenazas y se marchó corriendo. Eso me hizo reír ante la cobardía de alguien tan grande; desde luego Akseli no tenía siempre buena vista con sus soldados o matones.

Edward tomó las llaves del jardín trasero y abrió la puerta rápidamente. Una vez fuera, una señal de luz me hizo mirar hacia la copa de un árbol y pude distinguir a mis hombres. Escuché un sonido de walkie talkie:

-Chicos, la señorita Ruby y el señor Korovin están a salvo, ya podéis traer el coche.

Edward apretó su mano contra la mía pudiendo sentirnos completamente a salvo. El problema era el viaje a Londres, ¿Cómo se suponía que podría robar el espejo sin ser detectada antes de ser vendido en una subasta?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top