CAPÍTULO 1
Daryl en la foto^^
CÁRCEL DE SIERRA CHICA (UNIDAD PENAL Nº2) OLAVARRÍA, ARGENTINA
Estaba hasta los mismísimos cojones de estar encerrado en aquella porquería de lugar mientras que mi hermano se las daba de rositas y estaba fuera de este cuchitril. Él estaba metido hasta el fondo en la misma mierda que yo así que no era mejor que yo en lo más absoluto.
Digamos que no éramos trigo limpio y trapicheábamos con coches robados sobretodo, aunque también joyas robadas que aparecían en casas abandonadas de ricos que no tenían familia o que les entraron a robar. Yo sabía bien lo cabrón que era, pero mi hermano Matt se creía que él era el buenazo de los dos.
- ¡Estás en el horno, Orteguita! -Me gritó el policía mientras se paseaba haciendo malabares con las llaves de las celdas. Me limité a mirarlo con asco porque no quería decirle las cuatro cosas que rondaban por mi cabeza.
- ¿Qué onda Orteguita? ¿La lengua te la tragaste?
Seguía callado, pero pensaba que, si abría ahora mismo la celda y salía, él no estaría tan bravo como lo estaba en esos momentos. Pero aquel pelotudo hijo de su madre me estaba reventando los santos huevos con sus idioteces y la paciencia no era una de mis virtudes.
Pero una voz de una mujer con bastante carácter hizo que ese imbécil se callara de golpe y casi le lamiera las botas. Tenía un aspecto demasiado limpio para ir de aquí a allá con esa pinta de niña bien:
- ¡Teniente Pérez! ¿Qué se supone que haces? ¿Acaso perdiste los modales cuando saliste del vientre de tu madre?
- ¡Oh señorita Chase discúlpeme, es que ese preso...
- ¡Basta! -Le interrumpió mientras le hacía pucheros- ¡Me tienes harta tú y todos los jodidos imbéciles que como tú os pensáis con el derecho de hacer lo que os dé la real gana, ¿Acaso queréis que llame a mi hermano?
Aquel tipo la miró con los ojos a punto de salírsele de las órbitas, ¿Quién demonios era esa mujer? ¿Y porque le lamían el culo así?
- ¡No señorita, no es necesario por Dios! ¿Qué se le ofrece? -Le preguntó con amabilidad y cortesía. El rostro de esa mujer no reflejaba precisamente placer sino un profundo aburrimiento. Con un gesto de la mano, le dijo:
-Tráeme un café y lo quiero ya. Y también algo de dulce y espero que elijas bien.
Aquella amenaza se la tomó con bastante miedo y se fue corriendo. La mujer comenzó a reírse y yo no podía dejar de mirar con confusión aquella escena. De su bolsillo sacó una llave que reconocí de inmediato: era igual a las que llevaba el teniente Pérez.
Cuando abrió mi celda me quedé en el mismo lugar mientras ella me miraba esperando a que pusiera un pie fuera, pero llevaba tanto tiempo en aquel lugar sometido a juegos mentales que pensaba que se trataba de una broma. Ella pataleó el suelo con impaciencia mientras me miraba con insistencia para que saliera:
- ¡Demonios, eres libre, sal de ahí de una buena vez y ven conmigo! A no ser que prefieras pudrirte en una esquina de esa celda que huele a pis revenido.
- ¡Que boca tan educada!-Le dije bromeando mientras ponía un pie fuera de mi celda. Ella no se rió en lo más absoluto y me hizo una señala para que la siguiera.
Tomamos un ascensor que no había visto nunca y que llevaba una llave magnética la cual ella llevaba una copia. No podía dejar de mirarla como si fuera un fantasma y no era para menos; era una jodida aparición que, sin explicación, me había sacado de la cárcel. Quería preguntar, pero no sabía si ella me daría alguna razón coherente.
-Te preguntarás la razón de porqué una tía que tiene mis pintas está en un lugar como este para sacar a un traficante de joyas robadas y de coches de lujo. Pues bien, la razón es bien sencilla; tengo un trabajo para ti porque necesito personal así que tú eres perfecto para lo que yo necesito.
Comencé a reírme a carcajadas como si esa mujer me hubiera contado el chiste del año. Entonces le respondí con socarronería:
-¿Y crees que voy a aceptarlo tan alegremente?
De pronto, ella sacó una especie de fusta, golpeándome el lateral de la pierna con fuerza dándome una patada mandándome a una de las paredes del ascensor. Estaba encabronada, demasiado:
- ¡Mira pedazo de cabrón, me he jugado el culo para sacarte de esta mierda de sitio así que harás lo que te diga o juro por Dios que te quedarás aquí el doble del tiempo que te condenaron!
Levanté las manos en señal de rendición, sonriéndole para quitar hierro al asunto.
-Está claro, si hablando se entiende a la gente...
Ella volvió a su lugar y se apoyó en la pared. Tras varios minutos bajando, las puertas se abrieron y varios tipos vestidos de esmoquin nos esperaban. Todos parecían ser la misma persona por la similitud de sus rasgos. Ella me explicó:
-No soy idiota, elijo a mis guardaespaldas muy semejantes en apariencia a caso hecho. Es más seguro para mí.
Seguía mudo ante la actitud de esa mujer misteriosa. Nos acercamos a un coche no menos que lujoso y nos metimos en su interior. Ella habló en un idioma que no entendí y se puso en marcha.
- ¿A dónde se supone que vamos? -Le pregunté intrigado mientras ella se servía una copa de ¿Whisky?¿a estas malditas horas de la mañana?
-Vamos a casa y allí hablaremos de tu contrato. En cuanto al tiempo que trabajarás, digamos que es indeterminado pero el sueldo y la protección serán cosas por las que no tendrás que preocuparte. Como premio, limpiaré tu expediente de delitos para que puedas trabajar en cualquier otra cosa cuando prescinda de tus servicios. Digamos que soy una buena jefa, ¿No?
-Sí señora...una jefa cojonuda...
Mientras tanto, yo me acomodé y miré por los espejos tintados de la limusina. No podía quejarme; era libre, tenía alcohol a mano y la posibilidad de empezar una nueva vida. Podía haber sido peor...mucho peor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top