xvi. Luna llena y un ancla

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Existían ciertas cosas que quedaban guardadas en la memoria. Y si se era totalmente sincero, era algo molesto como muchas veces estas eran las más inservibles e innecesarias. Liam Dunbar podía recordar fácilmente cuál era la película y el sabor de helado favoritos de Marianne, pero no podía rememorar hasta todo lo que su alfa le había explicado sobre la luna llena y como enfrentarla de un modo correcto.

«Tienes que encontrar tu ancla».

Esa era la única frase que estaba en su mente y lamentablemente le sonaba a algo muy complejo. No lograba comprender de donde es que sacaría algo que le recordara su humanidad y lo mantuviera calmado, más aún teniendo en cuenta que últimamente no se sentía en total calma jamás. Entre la maldición, su nueva condición, el secuestro de Scott y Marianne, oh, sobre todo ella.

Desde que se había dado cuenta del aprecio verdadero que le tenía que había comenzado a actuar como tonto cada que estaban cerca. Apenas se atrevía a mirarla a los ojos sin sentirse extraño. Estaba acostumbrada a la idea de que ella no lo soportaba, que se dedicaba a hacerlo sentir miserable y solo se preocupaba por si misma. Pero no, ya no era más así. Eso si que le daba miedo.

—Creo que un café no te haría mal. —El comentario repentino de la dueña de sus pensamientos provocó que se sobresaltara. Ella lo observaba fijamente—. Se nota que ni dormiste, y eso esta muy mal.

¿Por qué tenía que preocuparse? ¿era necesario?

Si era honesto, no le gustaba la idea de la pelinegra preocupándose por él, porque sabía que si se permitía desarrollar sentimientos hacia ella serían intensos. Sabía que de quererla tendría que dedicar toda su vida a superarla, porque la conocía y se conocía a si mismo. Ella era como una estrella, pero una fugaz, que tarde o temprano se desvanecería, dejando solo los recuerdos sobre el espectacular brillo que alguna vez mostró.

—Eso no importa ahora, Marianne Boniadi —respondió de mala gana, restándole importancia.

La muchacha frunció el ceño ante la forma en la que había pronunciado su nombre, como si fueran totales desconocidos y todo lo que había ocurrido en los últimos meses no hubiera pasado jamás. Tal cual como si volvieran a ser quienes eran antes de la maldición.

—Haz lo que quieras, Liam Dunbar —respondió del mismo modo, arrepentida de ser amable con él e irritada por su comportamiento.

El beta tragó saliva y solo al observar en sus ojos como lejanía la había dañado fue que se dio cuenta que había estado mal. Sin embargo, no alcanzo a hablar para tratar de enmendar su error porque justo antes ruidos desde la escalera se escucharon.

—Váyanse a sus casas. No vendrán con nosotros. —Les dijo Stiles apenas hizo acto de presencia y los pudo ver esperándolo como un par de cachorritos abandonados.

—¿Por qué no? —interrogaron casi al mismo tiempo los adolescentes, provocando que tanto el humano como la coyote presente los observaran con extrañeza debido a su conexión.

—Porque hay luna llena —pronunció con obviedad.

Marianne frunció el ceño.

—A mi no me afecta, así que si puedo ir. —Se apresuró en excusar con toda la intención de ir a salvar a Scott, pues resultaba que a este y a su novia los habían secuestrado en México. Si. Al otro lado lado de la frontera, justo antes de la temida luna llena.

Stilinski volvió a suspirar con estrés, tratando de no perder la paciencia con el par nuevamente.

—No tengo ganas de conducir a México para que te mueras a mitad de camino porque Liam no esta cerca...y tampoco quiero llevarlo para que tu vivas y a mi me rompa el cuello —añadió de forma dramática, siendo apoyado por un par de asentimientos de Malia.

Marianne era tan capaz de construir barreras como de derribarlas, fue así como término derribando las del humano, que luego de un par de palabras termino aceptando fácilmente el permitirles ir con ellos al rescate de su mejor amigo. Aunque era una total locura el meterse en ese embrollo por voluntad propia, y más aún teniendo en cuenta la extraña actitud que había comenzado a tener su novio falso con ella.

Y como si fuera poco, ahora debía viajar durante horas, tratando de alejarse lo más posible del repentinamente odioso Liam.

—No, tú vienes con nosotros. —La tomó del brazo Stiles al ver que se iba tras su novia con toda intención de dejarlo encerrado en un automóvil de transporte de prisioneros con el beta en plena luna llena.

—Pero yo no quiero —reclamó mientras se soltaba de su agarré, volviendo a posicionarse junto la coyote—. Prefiero a Malia y su papi —añadió con un tono irónico en lo último, pues cada que veía al Hale pensaba en cómo había sido él quién le había cambiado la vida a su hermano mayor, sin más razón que buscar poder.

—Tenme más respeto, niña...o te acusaré con tu querido hermanito. —Le respondió Peter con malicia en su timbre, provocando que todos los presentes se tensaran y el ambiente se volviera pesado.

—Liam va a necesitarte. —Stilinski se aclaro la garganta y la alejo del hombre con rapidez, como si temiera que la dañara. Lo que menos necesitaban en ese momento era que comenzara una discusión y que todo acabara mal—. Así que vienes con nosotros —insistió.

Y así fue como termino encerrada como los prisioneros junto a Stiles, Derek y su irritante novio falso en plena luna llena, ¿que podía salir mal?

Absolutamente todo podía salir mal.

Fue por pura suerte que luego de varios minutos de viaje y un silencio incómodo que el beta se durmió, esposado al asiento y a una gran distancia de Marianne, quién se había cansado de ser amable con él para revivir su indiferencia. Ella no comprendía la razón tras su lejanía, era como ahora fuera él quién la odiará, así que actuaba del mismo modo...o al menos trataba.

—No estás actuando como una novia preocupada. —Se atrevió a cuestionarla el castaño una vez que la incomodidad fue demasiado notoria y la falta de conversación lo estaba consumiendo.

La chica suspiró antes de decir con simpleza:

—Es que no soy su novia.

—¿Qué? ¿terminaron? —interrogó sorprendido, mientras que el Hale a su lado parecía demasiado hundido en sus pensamientos como para poder reaccionar.

—Lo inventamos para ocultar la maldición. Ni siquiera nos llevábamos bien antes de esto. —Sus palabras estaban cargadas de pura sinceridad, se había decidido a decir la verdad sin filtros ahora que toda la situación había cambiado y la mayoría sabía sobre lo que verdaderamente los unía—. Soy actriz, y una muy buena...por eso me salió tan creíble.

El joven Stilinski la observaba completamente ofendido. No podía creer que lo hubieran engañado durante tanto tiempo, y peor aún, que ahora la chica soltará todo con tanta simpleza. Su instinto nunca le había hecho sospechar de ellos, y se sentía decepcionado por no haberlo descubierto antes.

—Mira, actriz, escojo creer que Liam tiene sentimientos reales por ti y que su amor impedirá que nos asesine a todos —compartió su falso escenario digno de película sin ocultar lo alterado que verdaderamente se encontraba.

La pelinegra alzó los hombros despreocupada, lo que llamó la atención del chico de lunares mucho más.

—¿Por qué siento que sabes más de lo que dices? no es normal que estés tan tranquila con un peligro en potencia al lado. —La observaba con desconfianza, con los labios apretados en una línea fina.

—Porque la maldición a mi me unió físicamente a Liam, si lo dañan, me dañan. A él lo unió sentimental, solo que no lo sabe —explicó con lentitud y tanta relajación que parecía imposible que realmente fuera la misma persona que conocían todos—. Así que si estoy calmada, él va a estarlo.

En ese momento, la indignación de Stiles sobrepaso todo límite posible.

—¡¿Y te guardaste esta información todo el tiempo?!

—Iba a contarle a Scott. —Se excusó Marianne con una mirada inocente—. Y le dije a él —señaló a Derek, provocando que este reaccionará y los mirara devuelta con confusión.

—Ustedes son increíbles —pronunció con un tono cargado de sarcasmo mientras los miraba mal.

Anne se tomó su tiempo para releer la copia del guion que había llevado para entretenerse durante las horas del viaje e ignoró al resto. Necesitaba asegurarse de que todo saliera bien, pues era la primera presentación que haría junto al grupo de su beca y sería en una ciudad cercana. Tenía que hacerlo perfecto para seguir impresionando a los productores y que no le quitaran el beneficio de ser una de ellos.

—Marianne, Marianne, Marianne. —La llamaba repetidas veces Stiles, cada vez con más desesperación. Ella elevo la mirada de sus papeles y lo observó—. ¿Qué tan calmada estás ahora mismo? Porque la luna ya apareció.

La Boniadi menor enderezó su espalda y puso su mirada sobre el beta, que lamentablemente ya había despertado y comenzaba a perder el control.

—Oh...esto no funcionará, definitivamente no va a funcionar —balbuceó la chica sin parar, con los nervios de punta al encontrarse encerrada en un espacio tan pequeño con un licántropo descontrolado—. Vas a tener que usar tu talismán mágico, Derek —añadió con extremo nerviosismo, tratando de mantenerse alejada.

—¿No que ibas a estar muy calmada? —cuestionó Stiles estando igual de alterado que ella y tratando de murmurar para no interrumpir las explicaciones que Hale trataba de darle al beta para calmarlo.

—Lo estoy...lo estoy —habló más para si misma que para él.

Mar no supo con exactitud cuánto tiempo paso tratando de escuchar las explicaciones de Derek, con toda la esperanza de que su técnica funcionará. Incluso comenzó a seguir sus instrucciones ella misma para intentar calmarse y no caer en toda la locura que se esparcía por el ambiente. Fue entonces que una idea llegó a su mente como el salvavidas perfecto para su actual ahogo.

—Déjenme intentar algo. —Su voz salió más temblorosa de lo que deseaba, mientras se acercaba con cautela a Liam.

—Marianne, no...aléjate de mi —soltaba el rubio tratando de controlar sus impulsos, siendo solamente detenido por las esposas que tenía y probablemente se romperían en cualquier momento. Solo sabía que aún estaba lo suficientemente consciente para saber que si la chica se acercaba, iba a terminar causándole daño y odiándose por eso—. ¡Dije que te alejarás! —exclamó tratando de advertirle con desesperación, pues podía escuchar los latidos acelerados de su corazón.

La aludida hizo caso omiso a sus palabras y siguió acercándose de forma lenta, tratando de regular su respiración para que las palabras le salieran.

—No me alejaré porque no me harás daño. Lo sé...tú nunca me harías algo malo. —Comenzó a quebrantar la distancia prudente a la que se encontraba para tomar su mano e ignorar las garras que en algún momento tanto temor le habían provocado—. ¿Recuerdas como se calmaba Luc? ¿esas tres cosas que no se ocultan?

El beta parecía haber vuelto medianamente a si mismo, pero igualmente sus ojos seguían brillando y la posibilidad de transformación era un peligro latente.

—Solo tienes que repetirlas conmigo, como él hace...el sol, la luna, la verdad —repetía al mismo tiempo que el chico había comenzado a hacerlo. Por suerte, no paso mucho hasta que sus ojos volvieron a la normalidad y sus garras desaparecieron.

—Funcionó —aclaró Derek luego de que reinara el silencio y todos los presentes lo observarán esperando una confirmación—. Me parece que alguien encontró su ancla.

Y nuevamente silencio, aquel tan incómodo.

Ante los ojos de Marianne, lo que había funcionado y evitado un escena aún más terrorífica había sido su idea de apelar al recuerdo de su hermano mayor y ayudarse de lo que este usaba. Solo que por el contrario, para Liam, no habían sido las palabras ni su significado. Solo había sido ella y las sensaciones inexplicables que le provocaba lo que le recordó que era humano.

—Claro, solo que casi nos cuesta la vida —añadió Stiles con su común dramatismo, observando de forma intercalada al par de adolescentes—. Por suerte alguien se mantuvo calmada —añadió con clara ironía para provocar reacciones.

—No imaginan cuanto extraño a Scott ahora mismo. —Les dijo mientras soltaba un suspiró y se volvía a acomodar en su lejanía con la intención de volver a revisar sus papeles, que lamentablemente se habían esparcido por todo el lugar.

Genial, iba a ser un viaje largo.



© STAIRSCARS

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