Ⅷ: Trompeta del ángel
Antes de la decisión final que lo tenía nuevamente frente al lienzo que se sentía realizado de retratar, tuvo que debatirse entre sus dos pasiones, excluyendo a su pareja de esa preferencia porque él iba en otra categoría diferente.
Lo que lo dejó entre dos distintas realidades, aunque pertenecientes a la misma categoría, son opuestas y agresivas en esencia, la pintura y la música, en especial el magistral piano que tanto le apasiona desde la infancia; siendo el instrumento que durante años practicó hasta ser un prodigio en el área, dominándolo hábilmente hasta la actualidad en medio de los estudios de música que tuvieron que ser pospuestos después del accidente y de su residencia en el hospital para su tratamiento.
Y era lo que tanto lo inundaba de melancolía, porque si no hubiese sido por esa fatídica noche, ahora mismo estaría sobre el escenario como un orgulloso miembro de la Orquesta Filarmónica de Seúl, un anhelo que se encontraba a escasos pasos de alcanzar y que se le fue arrebata por la inestabilidad de su mente.
―Una experiencia que ha sido recompensada ―susurró mirando el retrato que le devolvía el rostro de TaeHyung en el lienzo.
Pasión que a lo largo del tiempo perfeccionó pero que debido al rumbo de su vida, el piano fue el centro de gravedad que se llevaba todo su esfuerzo, y aunque seguía presente cuando daba pequeños recitales para los demás pacientes, también se permitió incursionar más a fondo en el arte y era el nuevo pasatiempo que lo embargaba de felicidad y desahogo por medio de las obras que pintaba.
Ahora no quedaba más que aplicar el sellante sobre el óleo ya seco y visualizar finalmente su creación. Una gran elección que le costó invertir mayor tiempo en el efecto de las flores marchitas para darle los colores añejos que debían simular la textura que estas poseen una vez la vida se ha desvanecido, las cuales logró recrear a la perfección, otorgándole un aura decadente y nostálgica que eclipsaba el rostro de TaeHyung en los fragmentos que se desprendían para emigrar en la mortalidad de las flores disipadas.
Solo quedaba esperar un día más y la realización artística y deportiva inundaría cada rincón de Destello de vida.
―Lo harás increíble mi cielo ―animó TaeHyung a su nervioso novio que terminaba de arreglarse o repasar una y otra vez sus manos sobre las prendas que vestía, un acto repetitivo para liberarse de la sana ansiedad que comenzaba a sentir.
Estaban a escasos minutos de separarse y que cada uno tomara la posición correspondiente en el lugar de exposición en el que debía estar, aunque en este caso solo sería JungKook, porque el castaño debido a su fobia social prefiero no ser partícipe de la actividad, pero si se aseguró de preparar una pequeña actuación para su novio, la cual, le enseñaría al finalizar el día.
Una celebración privada y una disculpa secreta por lo que tendría que hacer después, ausentarse y mantenerse entre las sombras.
―Estaría mucho más tranquilo si no tuviera que explicar el porqué de la obra que realice ―mencionó el azabache refugiándose en los cálidos y fuertes brazos de su pareja, que comenzó a dejar suaves caricias sobre su espalda, logrando relajarlo.
―Pero no estás obligado a hablar sobre la razón principal de lo que elegiste pintar, sino una semejanza o el simbolismo de los detalles que agregaste ―el castaño sugirió a ciegas y según lo que JungKook le explico a cerca de la breve introducción que debía dar sobre su obra. Porque aún no había tenido la oportunidad de ver el cuadro que su novio elaboró, queriendo mantenerlo en una sorpresa para el día actual.
Así que no sabía muy bien de lo que hablaba.
―Será un poco complicado saltarme ese detalle cuando el foco principal es lo que retrate en el cuadro ―manifestó el de orbes ónix sin dar mayores detalles a su pareja del porque no podría omitir la explicación principal.
No podría hacerlo cuando el rostro de TaeHyung estaba allí plasmado y suponer que podía evitar el tema central, si este estaba expuesto y claro para quienes observen su obra. Pero era un detalle que debía seguir callando ante su novio.
―¿Qué me estás ocultando? ―canturreo el castaño haciéndole cosquillas a su pareja para escuchar su melódica risa y colmar su corazón de alegría.
―Basta... ―pidió tratando de zafarse del cuerpo de TaeHyung, que lo guiaba hacia la salida de la habitación y comprendió que su hora finalmente llegó.
―Imagina que es una experiencia similar a los recitales que tenías que dar antes de ingresar aquí, pero piensa en especial en el primero al que fuiste invitado, porque lo que estás a punto de vivir es tu primera vez en el arte, en la pintura, y lo lograras como todo aquello que te propones ―hábilmente beso los labios impropios en los que se derramaron la ambrosía que cada día necesitaba con mayor frecuencia, un hecho verídico que entre los suspiros que abandonaron sus cuerpos, sus almas se deshacían en fragmentos para formar parte del contrario que los recibía.
―Quiero verte allí tan solo por unos minutos ―murmuró JungKook con la respiración un poco acelerada.
Sabía que pedirle una exposición directa y prolongada a su pareja sería un error de su parte, y no quería presionarlo para que esté presente por más tiempo del recomendado y del que ha ido aprendiendo en las sesiones terapéuticas. Por lo que, esperaba tan solo verlo unos instantes y que observara la dedicatoria que le había hecho con el cuadro.
―Estaré para ti Kook ―afirmó TaeHyung, dejando ir el cuerpo que sostenía entre sus manos, para verlo resplandecer ante los rayos de sol que cubrieron el cuerpo que se alejaba cada vez más en dirección a la sala de arte, donde se llevaría a cabo el siguiente acto en el día cultural.
La última imagen que el castaño detallo fue la dulce sonrisa de su pareja que con emoción se despidió en la lejanía para correr y acortar el camino que lo separaba del lugar al que tendría que prepararse para ingresar y no sucumbir a la desesperación de evitar no asistir. Porque era inconcebible lastimarlo nuevamente con una falsa promesa incumplida.
Como su pareja, era importante apoyarlo y decirle que todo el esfuerzo que él hacía por ayudarlo en sus terapias no era en vano. Lo haría por él y por sí mismo.
El instante esperado había llegado, los artistas se encontraban ubicados al frente de las obras que crearon, formando un semicírculo en el fondo del amplio salón, respetando la distancia de unos a otros para que los grupos que iban a tener la oportunidad de ver las composiciones artísticas, a medida que fueran llegando se posicionaran frente al artista que relataría el concepto que dio forma a lo realizado.
JungKook sentía sus manos sudar por la ansiedad de tener que hablar ante un grupo que esperaba su explicación para comprender el significado que la obra realizada tenía. Y cuando el primer grupo llegó su corazón aumentó sus latidos y el bombeo impetuoso de sangre lo sintió palpitar por todo su cuerpo, pero le bastó recordar las palabras mencionadas por su pareja e inspiración de la obra, que con un suspiro y un paso al frente dejó fluir entre sus palabras la simbología representada.
―El retrato ha sido formado para inmortalizar el amor que nace hacia una persona desconocida desde el primer instante en que dos distintos mundos se entrelazan en una nueva realidad que los termina uniendo ―comenzó a explicar al nuevo grupo que tenía delante, y que en cada sucesiva repetición se iba sintiendo más cómodo y tranquilo, pero expectante de ver más allá de donde estaba por si TaeHyung llegara a aparecer―. Un amor que se origina en medio de la perturbación que un trauma arraigado en la psique por azares de la vida o el destino mismo, termina enlazando a dos extremos opuestos ―detuvo su relato y una gran sonrisa iluminó sus orbes obsidiana al ver el motivo de su felicidad presente.
Una acción que contagió a los asistentes que terminaron sonriendo sin indagar en el verdadero motivo de tan bello gesto.
―Disculpen, solo recordé algo ―se excusó brevemente sin mencionar específicamente el motivo de su euforia, para no revelar la ubicación de su bonito novio, que tímido lo veía desde uno de los rincones de la entrada―. Y como pueden verlo, es una persona, un rostro que esconde toda una amalgama de sombras ―indicó señalando la parte intacta del rostro de TaeHyung―, en algún momento puede perder la contención que mantiene a sus dolores silenciados y llegar a fragmentarse hasta terminar pereciendo en la existencia mortal del delirio y el tormento ―finalizó guiando su mano a los pedazos que terminaban deshechos en las flores marchitas que complementaban la analogía que representó.
Y le dio paso a la pregunta que uno de los pacientes tenía.
―¿Esa persona que ha dibujado es su pareja? ―pregunto JungWon.
―¿Qué te hace creer que lo es? ―devolvió la cuestión al adorable azabache. Y con su mirada expectante trató de ubicar de nuevo a su pareja a quien había dejado de ver de un momento a otro, cuando inició con la siguiente parte de su explicación.
―Porque a medida que con su mano señalaba lo que decía, en su mirada emergía un inconfundible brillo de cariño y tristeza a la vez ―mencionó JungWon esperando no haber incomodado a su mayor.
―Muy observador de tu parte ―JungKook contagió con su risa al grupo que entre agradecimientos y comentarios de admiración se despidieron para continuar con el recorrido.
En un ir y venir constante, más personas se acercaron y resaltaron su precioso trabajo, y por más que la admiración se ramificaba por todo su ser sintiendo que valió todo el esfuerzo que puso, fue inevitable no sentir como una incipiente amargura amenazaba la sonrisa que mantenía en su rostro, que hacía el final de los últimos grupos que debía guiar, ya la sentía plástica y artificial como si estuviera encubriendo las dudas que se aferraban a su entendimiento.
Por más que lo analizaba mientras continuaba hablando de forma automática, recuerda haber visto su presencia orbitando en la sala de arte, era real, su esencia vivificada estaba allí, pero lo que comenzó a desvanecer la felicidad ilusoria que edificó al verlo y la confianza que sintió, se vio lacerada por una sola cuestión a la que su mente aludió, y fue causada por el momento en el que estaba con ese grupo en específico que al volver su mirada segundos después de haberlo visto TaeHyung ya no estaba.
Remarcando su presencia como un efímero recuerdo que lo alertó y sembró una duda de la que no pudo deshacerse.
¿Acaso TaeHyung había podido sortear tan ágilmente los cuerpos que en ese instante estaban ingresando a la sala y acortar la escasa distancia en la que estaba recluido tan rápidamente?
Al finalizar el evento todos los artistas aplaudieron con gran efusividad y exclamaciones de dicha y entusiasmo por los buenos resultados que obtuvieron. Una manifestación que se transformó en halagos y en un mayor tiempo de apertura de la exposición de arte, debido al interés de los demás asistentes en cada una de las obras presentadas.
Ahora ya podían descansar y relajarse para ir a las demás actividades que se tenían planeadas para el resto de la jornada, precisamente en la zona deportiva.
―Felicitaciones JiMin-ah, tu obra quedó preciosa y al público le encantó, y sé que tu hermano desde el lugar en el que se encuentre se siente honrado por lo que has hecho ―expresó JungKook abrazando al pelirrojo, que estaba conmovido después de haber explicado una vez tras otra el significado de su obra.
Manteniendo el recuerdo presente de su hermano cada que contaba la anécdota que le dio forma al colibrí que deslumbró a más de uno en medio del descubrimiento de un ave que no habían llegado a contemplar y que despertó la admiración colectiva.
JiMin se sintió gratamente recompensado por las dulces sonrisas que los demás dedicaban al mirar su obra, sintiendo que cada expresión se transformaba en una voz de aliento para terminar de enfrentar la difícil etapa de su vida. Y toda la emoción que retuvo en su ser finalmente se liberó en el reminiscente abrazo que el azabache le dio, justo allí sintió una lejana calidez que creía haber olvidado y volvió en uno de los mejores días que pronosticaban un nuevo desenlace a la historia que los seguía conectando.
―Me harás llorar Kook ―dijo con su voz ahogada por la posición en la que estaba con su rostro en el cuello de JungKook, tratando de mantener sus memorias en el presente y no confundirse con el sutil aroma que emanaba el cuerpo contrario.
―Si son de felicidad no me opongo a que lo hagas ―bromeó el de orbes ónix, deshaciendo el abrazo y retirando con delicadeza las lágrimas que se deslizaban por las mejillas impropias.
―Ambos han realizado un gran trabajo ―felicitó NamJoon a la vez que mantenía un fuerte abrazo en sus dos pequeños, sin importar que JiMin fuera su igual, siempre sería su pequeño amado.
―Sáquenme de aquí ―pidió un sofocado azabache en medio del estrecho abrazo al que sus dos amigos lo sometieron, dejándolo en el medio y sin hacer ningún intento por separarse, pero aun así sentía que se quedaba sin oxígeno.
Mientras las sonrisas seguían y la lucha de un azabache que con dificultad logró deshacer la prisión de los dos cuerpos opuestos, un observador externo detallaba lo que estaba sucediendo.
Una mirada ajena se mantenía expectante y la penumbra del desconocimiento que los demás tenían sobre su presencia, una que no dejó de estar y que se mantuvo vigilante, incluso cuando creyeron que se había ido. El recelo comenzó a tornarse violáceo en lo desquiciante de un primitivo sentimiento que sería la primera alerta que desataría el final del viaje.
Después de presenciar algunas de las actividades de la tarde, en especial de las pruebas acuáticas, JungKook dejó atrás a sus amigos y emprendió su camino hacia la habitación en donde debía estar TaeHyung después de no cruzárselo luego de la fugaz visita que hizo durante su exposición.
Mirando sus pasos se mantenía absorto en sus pensamientos y repasando una y otra vez la rapidez con la que TaeHyung se fue, si bien cumplió con la promesa de acompañarlo y ver la obra que le había dedicado, espero y tal vez abuso en su deseo de verlo arriesgarse un poco más y tenerlo al frente para explicarle como a los demás la composición de su cuadro.
Pero ni siquiera pudo aspirar a hacerlo, cuando al buscarlo su presencia ya había dejado el lugar tan rápido y pasajero como si no hubiese estado allí en un comienzo. Aunque quiso saciar sus dudas al preguntarle a NamJoon o JiMin si lo habían visto, prefirió consultar con su novio, además de expresar su desilusión porque no creyó que lo dejaría ir sin ver su presencia por más tiempo.
Y se llevó una gran sorpresa al ver que TaeHyung no estaba en la habitación, dejándolo más desconcertado de lo que estaba. Sin embargo, en esta ocasión su atención fue llamada por una pequeña tarjeta que le indicaba a dónde debía dirigirse.
―¿Esto es lo que estabas preparando? ―curioseo el azabache mirando la caligrafía de su novio impresa en el papel lila junto a unos pequeños corazones con los que adorno los bordes de la tarjeta.
Invitándolo a la sala de música, ubicada en la parte opuesta a donde la mayoría de las personas se encontraba en estos momentos, lo cual explicaría la urgencia con que el castaño tuvo que irse para preparar lo que esperaba por su presencia en el lugar.
Sin dudar regresó sobre sus pasos y se dirigió a la edificación de dos niveles. En el primero se ubicaba el salón de arte en que estuvo hasta hace unas horas y en el superior todo el espacio dedicado a la música, que también había recibido a los asistentes por el pequeño recital que se llevó a cabo.
Sus pasos resonaban en el piso de madera a medida que se acercaba a la inmaculada sala en la que estaba en el piano de cola Bösendorfer, un magnífico ejemplar que comenzó a sonar en la distancia, arrebatándole una exclamación de sorpresa al reconocer su canción favorita.
―Claro de luna ―susurro JungKook al atravesar la puerta que estaba entrecerrada y ver a su pareja como un ser atemporal bañado por la luz del sol que se derramaba al interior de la habitación.
Sublime frente al piano mientras sus grandes y delicadas manos danzan sobre el teclado que toca con gracia para producir la melodía de la composición creada por Beethoven. Que ahora era dedicada por su pareja quien sostuvo su mirada de forma intermitente para no perder el rumbo de las notas que debía tocar.
Composición que encarna sus anhelos y deseos exclamados a la luna cuando el dolor buscaba asfixiarlo desde el clamor de sus entrañas, un tormento que llevaba consigo hasta que halló la bendición de la luna personificada en la templanza platinada de TaeHyung, que al amparo de la noche iluminó sus días.
A medida que su pareja seguía completando la pieza musical, los recuerdos compartidos comenzaron a deslizarse por su mente siguiendo el ritmo de la melodía que lo sumía en el letargo del amor. Imponiéndose sobre sus tormentos y dudas; el instante actual ratificaba la devoción que le profesaba a TaeHyung.
―Desde mi imperfecta forma de amarte cada día me esfuerzo por ser quien mereces, por ser la persona digna de corresponder a tu sagrado amor ―enunció TaeHyung al terminar la canción―. Sé que hoy no estuve para ti, no al menos de forma presencial y constante a tu lado, pero si estuve allí, viéndote desde la distancia y desde lo hermoso que fue ver la obra que recreaste ―la impotencia había atado su cuerpo al amparo de las sombras, rehuyendo de la exposición directa y la mirada de cada persona que entraba a la exposición.
A veces por más que su voluntad estaba dispuesta, su trauma seguía arrastrándolo cuando menos lo quería.
―En el momento en que te vi me sentí tan feliz, y en verdad fue doloroso no verte allí, sé que pedirte que te acercaras hubiera sido un arbitrariedad de mi parte, porque comprendo lo que para ti significa, pero te fuiste tan rápido que no logré asimilar tu presencia, fue como un lejano recuerdo que en algún momento viví ―expuso JungKook conmovido por las palabras de su pareja y la sinceridad que sus orbes ámbar transmitían.
Si bien la desilusión fue lo que en un primer instante impactó contra su pecho oprimiéndolo hasta dejarlo navegar en las dudas que de prisa emergieron, después de la perturbación la brisa calmó las olas agresivas y comprendió que para su pareja hubiese sido un reto incesante dar un paso más allá de la seguridad que le brindaba la puerta.
Lo que deshizo su dolor hasta quedar en cenizas que pedían más tiempo del que se le fue otorgado.
―Yo... ―su voz barítono se enclaustro al interior de su garganta, dominando el aire que recién recuperó―. Cada día me esfuerzo más en mi recuperación y en mi tratamiento, pero hay situaciones que aún me superan y por más que estés allí al final del amargo tránsito de la ansiedad una fuerza que aún me controla me impide moverme ―aunque luchó con las lágrimas que se arremolinaban en sus ojos, una solitaria formación cristalina rebasó el límite impuesto y rodó por su mejilla, en un pesaroso recorrido que JungKook rápidamente deshizo.
Apurando sus pasos llegó hasta su pareja y lo contuvo en un abrazo que consoló sus almas, porque a veces olvidaban los tormentos que llevó a su mente a ceder y tener que estar en el lugar donde se conocieron, en ocasiones olvidaban la realidad en la que estaban inmersos y las diferencias que en su relación se marcaría a fuego, dictaminando lo que podría ser y contra lo que luchaban con fuerza, triunfando la mayoría del tiempo, pero en la última semana parecía querer hundirlos y sobrepasar todo lo logrado.
―Lo sé mi cielo, lo sé ―declaró el azabache juntando sus frentes y acariciando sus tersas mejillas con devoción.
No queriendo decir algo más que desencadenara mayor dolor o culpa en su pareja. Era la enmienda que debía asumir por la estabilidad de su relación, aceptando que su presente no podía ser asemejado a lo que el exterior espera.
Sin que esto represente que las agresiones o dolores causados deban ser tolerados sino que ciertas situaciones que hacen parte de la cotidianidad de una pareja se desarrollen de forma diferente. Una dinámica particular que ambos debían equilibrar.
―Por eso me fui ―susurro TaeHyung recobrando la fuerza para hablar―. Porque quería idear un momento para nosotros dos, a tu lado, donde puedo ser yo sin una máscara de miedo ―por ello se aseguró de que solo ambos estuvieran allí, en su burbuja fuera de la realidad.
―Es mi canción favorita ―indicó el azabache cambiando el foco de la conversación.
―Te la dedico a ti, por ser la luz en la vida de quienes te conocemos, en especial por guiar mi camino ―confesó el castaño, jalando la mano de su pareja para sentarse en el amplio banco frente al piano.
Manteniendo el toque constante de su mano en la de piel caliza de JungKook, una preciosa sintonía creada por ambos.
―A veces las pruebas que tendremos que enfrentar van a buscar vencernos y sentir que estamos perdiendo o que el contrario parece alejarse, pero nuestro refugio será la fuerza que cada uno ha desarrollado para velar por el bienestar del contrario ―expresó JungKook.
Mientras una epifanía se abría paso en las palabras que enunciaba, sintiendo el regusto de un pasado que ya había vivido y que fue manifestado por medio de vistazos similares que fueron dirigidos a alguien más que no estaba seguro de que fuera real o tan solo una proyección de lejanos momentos que para su mente no fueron importantes.
―Y habrán personas que busquen sembrar duda en lo que hemos formado, querrán opinar creyendo que tienen voz y voto en nuestras elecciones, pero solo nosotros sabemos la verdad de nuestras acciones ―comentó TaeHyung dejando a su mente tomar la voluntad de sus expresiones y dar forma a la creciente inseguridad que comenzaba a presentarse de manera insospechada y oculta.
Rasguñando los cimientos que la apresaban, siendo alimentada hasta superar el tamaño de la prisión edificada que iniciaba a resquebrajarse por el descuido al que fue sometida.
―La confianza es nuestro pilar Tae ―declaró el azabache, recargando su cabeza sobre el hombro contrario, mientras ambos tocaban notas de forma aleatoria en una composición propia.
A la par que sus demonios se ocultaban de nuevo bajo la sombra que estaba destinada a albergarlos.
―¿Qué tal tu día de ayer Kook? ―cuestionó NamJoon interceptando el camino del azabache.
En medio de una caminata sin mayor propósito que sentir los rayos de sol que acariciaban la mañana, a la espera de que su novio terminara con su terapia.
―Muy bien, todo estuvo tranquilo ―comentó―. ¿Y ustedes sí estuvieron en las demás actividades? ―ahora que lo pensaba toda su tarde giró en torno a su pareja con los gritos de felicidad y apoyo de los participantes de las actividades deportivas de fondo; las cuales dejó de lado sin tener interés en asistir.
―Fue una gran liberación gritar para deshacerme de la frustración de mi caótica obra ―exageró porque en verdad no le importaba que su pintura con relieve haya quedado amorfa, después de todo lo hizo por diversión propia.
―No tengo cómo llevarte la contraria ―bromeó el azabache.
―No se diga más ―prosiguió―. Pero lo que sí te perdiste fue ver a Jin y Hobi compitiendo en la carrera de nado de espalda, fue todo un caos.
Ambos profesionales decidieron dar un pequeño espectáculo y participar en la jornada de deportes, fallando cómicamente al no poder terminar con el circuito planeado, por el cansancio que fatigo rápidamente sus músculos y SeokJin tuvo que ser ayudado a salir de la piscina por un calambre que causó sonrisas a cada uno de los asistentes.
―Apuesto todo a que Jin tuvo un calambre ―dijo JungKook―. ¿Es en serio? ―exclamó por la gran risa que estalló en el pelirosa, confirmando su comentario y la poca fe que le tenía a su mayor en la práctica de deportes.
―Creo que todos aquí saben la regular condición física de Jin ―no era un secreto que el ejercicio supera al enfermero.
Ambos continuaron caminando de forma aleatoria entre diversas bromas o comentarios.
―¿Y Tae si logro ver el cuadro en el que te inspiraste? ―indagó NamJoon.
La cautela implícita en sus palabras y la precaución alertaba sus sentidos para captar las señales que indicaran que debía retroceder en sus preguntas indagatorias.
―Sí, el primero estuvo unos escasos minutos al inicio y en la tarde cuando todos estaban en el otro evento, ambos estuvimos en la sala de música y luego me pidió llevarlo para observar con mayor tranquilidad el cuadro ―explicó JungKook, tomando asiento sobre una de las bancas ubicadas en el camino central del hospital. Invitando con su acción a ser acompañado por el pelirosa.
Después de tocar un par de canciones más que le decidió mostrar a su pareja de su vida como pianista fuera del hospital, fueron al salón de arte y allí TaeHyung se permitió exaltar y liberar sus emociones viendo la obra que le consagró.
Además de lo emotivo que fue para el azabache exponerle su cuadro pero de forma inédita, una explicación reservada para su novio.
―Eso es precioso Kook ―afirmó―. ¿Pero en qué momento ingresó Tae? Porque no recuerdo haberlo visto ―de forma sutil cuestionó el comienzo que ya estaba pactado a suceder.
El tiempo había agitado la esperanza que se le otorgó y ahora las acciones debían ser impulsadas o el ciclo final volvería a reiniciarse.
―Sí, estuvo a lo mucho 1 minuto en la puerta, bueno escondido sutilmente tras el cartel que estaba allí ―comentó sin comprender a dónde quería llegar NamJoon con su pregunta, porque si había alguien que pudo notar la presencia de TaeHyung ese era el pelirosa, ya que, su mesa designada se encontraba cerca de la entrada.
La inseguridad despertó por la potente vibración del latido de su corazón, uno que resonó en su pecho aumentando el riego sanguíneo que abandonó la oxigenación momentáneamente a su cerebro, porque recordó la cuestión que también emergió cuando vio al castaño irse con la mayor brevedad posible.
Aunque creía en las palabras de su pareja y más al ver lo afectado que estaba, su interior en la profundidad que no reconocía le enviaba señales fluctuantes para que siguiera el camino que se le presentaba.
Una vez la curiosidad se abría paso en una mente perturbada, el sujeto se vería consumido por el abismo que espera bajo sus pies para recibirlo de la caída que está asegurada por suceder.
―Mmm, es raro porque o se escondió muy bien o no pudo haber estado allí, porque me di cuenta de cada una de la personas que fueron, después de todo no tenía mucho que explicar sobre mi arte abstracto, así que, me la pasaba de chismoso mirando hacia la puerta ―aunque hubiera intentado ignorar la puerta, su espacio asignado estaba en frente de la misma.
Y si lo pensaba mejor el cartel de bienvenida no era lo suficientemente grande como para ocultar el notorio cuerpo de TaeHyung.
―Pero... ―JungKook no sabía qué decir, más que las excusas que ya había dicho y que se repetía conscientemente para crear una tambaleante armonía de los últimos sucesos que seguían perturbándolo―. Se que estuvo allí, pude verlo y después Tae confirmo lo que ya sabía; es más trate de reclamarle por haberse ido pero me excedí porque no está pasando por su mejor momento, porque en estos días está más ansioso y haberse expuesto por mayor tiempo o incluso entrar al salón hubiera desencadenado un ataque de pánico ―sabía lo hubiera pasado en el deseo egoísta que tenía en un inicio de ver a TaeHyung ingresar al interior del salón. Pero después de verlo tan afectado, comprendió que no todo podía salir de la forma en que lo deseaba no al menos hasta que un mayor progreso se definiera.
―Claro Kook, pero en los últimos días ya había progresado más ¿Cierto? ―nuevamente el pelirosa cuestionó, porque no podía terminar de creer las explicaciones que JungKook daba.
―Sí, pero pedirle entrar a un lugar cerrado donde habrán muchas personas que no conoce, es una situación que no se ha manejado en terapia aún y no por mi egoísmo haría que se exponga a algo para lo que no está listo ―explicó con dureza en su voz al ver que NamJoon dudaba y más aún por la insinuación hacia TaeHyung.
―Lo sé Kook, sino que me pongo a pensar en ti, en que eres mi amigo y cuanto me hubiera gustado que esa experiencia la hayas vivido a su lado ―aclaró viendo la comprensión regresar al tenso rostro del azabache, relajándolo.
―Y te lo agradezco Nam, pero también busco la seguridad y el bienestar de mi pareja ―manifestó―. De igual forma fue significativo para mi verlo por unos cuantos segundos.
―Cómo en algún momento lo dije, si estas bien con ello y te trae paz no deberías cuestionarlo, pero en cambio cuando las dudas o malestares te crean dolores, e incluso aceptas cosas con las que no te sientes muy a gusto, debes reconocer esas primeras señales como posibles alarmas para dar un paso atrás ―si debía decirlo constantemente lo haría, porque lo que menos deseaba era que JungKook aceptará situaciones que no debe vivir solo bajo la excusa del aparente amor.
―Es algo que ahora tengo presente con TaeHyung y él igual conmigo, porque después de la sorpresa que preparó me explicó sus razones para irse y fue sincero ―una virtud que definía a su pareja y en la cual creería.
―¿Pero no salió muy rápido? Solo lo digo porque tras el cartel pudo haberse quedado más tiempo ―sabía reconocer la duda en los orbes obsidiana que lo resguardaban de la verdad que cada vez hacía más ruido en su interior.
―Yo... ―se sintió descolocado por lo que dijo el contrario, como si hubiera podido adivinar lo que tantas encrucijadas le llevó admitir y que aún no entendía como había hecho su novio para ir y venir sin ser visto.
¿O había alguien más que si lo vio?
―Pensé que lo haría, cuando levante mi vista conectó con la suya como si la hubiera estado buscando, pero si fue un poco extraño que tras un parpadeo ya no lo vi más ―dudo el azabache porque recuerda en ese momento haber visto a un pequeño grupo entrar y fue lo que probablemente hizo a TaeHyung retroceder tan velozmente.
―Es como jugar a las escondidas en un lugar donde todo el tiempo te ven ―dijo el pelirosa―. Pero es curioso, porque no solo yo puedo decir que no lo vi, tal vez otros compañeros pueden confirmarlo si es lo que quieres Kook ―entendía la seguridad a la que su menor se aferraba.
Como también el hecho de conocer las barreras que la consciencia interpone, un mecanismo de defensa al que la mente alude para seguir manteniendo la realidad que conoce y que ante la mínima sospecha que ponga en duda su estabilidad, la inoperancia que vigila saldrá en defensa de las miradas o palabras acusadoras que quieren derramar luz sobre los ilusiones perpetuadas.
―Creo que todos estábamos tan enfrascados en lo que hacíamos que una tímida presencia como la de TaeHyung puede pasar desapercibida con facilidad ―justificó sin creer en la respuesta de NamJoon que no terminaba de convencerlo.
―Kook, se lo que vi... ―se detuvo al ver que el azabache se ponía de pie y un suspiro abandonó su cuerpo, evidenciando la extenuación que sentía al ver que una oportunidad más se suspendía en el tiempo.
―Nam, por favor, ambos sabemos lo que vimos y creo en TaeHyung ―concluyó JungKook, suplicando con su mirada el silencio de su mayor.
El cual le otorgó sabiamente al comprender que ya había sido suficiente.
De forma paralela, en un lugar cercano y lejano de la realidad presente, un confundido castaño sentía la molestia albergarse en su interior, manifestando su presencia ante la escena que sus obnubilados ojos veían.
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