Ⅵ: Topacio místico
―¿Qué es lo que te preocupa? ―cuestionó el de orbes marrón al ver la incomodidad de su pareja mientras caminaban por el lugar antes de que JungKook fuera a su cita de terapia individual.
Una que tenía programada como parte de su tratamiento y en la que debería comentar sobre el último suceso ocurrido en la madrugada.
―Sé que debo decirle a YoonGi lo que sucedió pero no deja de asustarme lo que pueda suceder y más porque esta pesadilla ha sido diferente ―manifestó JungKook revelando la novedad que esta vez llegó a sus sueños, una diferencia que no esperaba ver.
La ejecución del recuerdo al tomar forma en sus memorias para reproducirse oníricamente adquirió una nueva representación, una nueva variante distinta y fue un hecho que noto después de despertar nuevamente luego de los minutos que durmió al lado de TaeHyung, antes de despertar finalmente para comenzar con su rutina.
―Tú lo has dicho Kook, hay algo diferente a lo que conocías y podría ser una buena señal, una modificación que te permita mejorar ―alentó el castaño.
―Espero que así sea ―deseo JungKook suspirando con fuerza a la vez que se acercaban al invernadero, lugar en el usualmente se llevaban a cabo sus sesiones de terapia, porque entre la gamas de colores y olores que percibía su ansiedad lograba ser controlada.
―Aquí estaré esperando por ti ―explicó TaeHyung besando con delicadeza los labios contrarios, hasta que la tranquilidad inundó el cuerpo de ambos.
―De la misma forma en que lo estoy para ti ―concordó―. ¿Sabes por qué hay tanta emoción hoy en el personal, como si se estuvieran preparando para algo? ―preguntó el de ojos ónix.
A causa de todo el movimiento que noto cuando ingresó al centro principal para tomar el desayuno junto a pareja, observó la agitación del personal del lugar, principalmente por parte de un pequeño grupo encabezado con el enfermero jefe, SeokJin que los dirigía y les daba diversas indicaciones o eso creía cuando los vio asentir sucesivamente a lo que se les decía. Y que ahora se dirigían a la entrada principal.
―Creo que logré escuchar que hoy serán ingresados un par de personas nuevas y sabes lo dedicado que es Jin con su trabajo ―reveló el castaño a cerca de los murmullos que logró captar a cerca del movimiento un poco anómalo del lugar.
Algo que solo se presentaba por el ingreso de quienes serían los nuevos pacientes en el hospital, lo cual requería de una preparación previa de las habitaciones asignadas a cada uno, además de coordinar los detalles del tratamiento al que serían adscritos y del tiempo de acondicionamiento que se les daba para que se sintieran medianamente cómodos en las instalaciones.
―Se que no es un motivo para emocionarse, porque sabemos lo que conlleva estar aquí, pero si es agradable ver nuevos rostros y tratar de hacerlos sentirse cómodos ―declaró JungKook, deseando que los nuevos integrantes se adaptaran con rapidez para que su estadía fuera más amena.
―Espero que así sea ―susurró el castaño sin estar muy de acuerdo con su novio en lo que refería a interactuar con ellos; ya tenía suficiente con estar expuesto hacia dónde se dirigían como para llegar y entablar alguna conversación, aún no se sentía preparado.
―Nos vemos después, mi cielo ―el azabache se despidió de su pareja que rápidamente le dio un último y dulce beso para irse sin mirar atrás.
JungKook entendía que la situación de expectativa que se estaba gestando en el hospital lo hacía sentir incómodo, por lo que, ya era un hecho que el castaño trataría de rehuir en lo que quedaba de la semana para sentirse nuevamente cómodo con las nuevas personas así no se relacionara directamente con ellas, el solo hecho de su presencia marcaba una diferencia en la rutina a la se ya estaba habituado.
Al cruzar la puerta del invernadero lo recibió una dulce y cítrica fragancia, una excelsa combinación que deshizo la tensión que cargaba sobre sus hombres, permitiéndole aligerar el temor de sus traumas y el peso de la verdad que sería expuesta.
―De la única forma en que llegas a tiempo y sin terminar corriendo una maratón por el lugar es si las terapias se dan aquí ―molesto YoonGi llegando hasta el cuerpo contrario que veía las orquídeas que recientemente habían abierto sus pétalos, exhibiendo la belleza de las gotas de color que se fundían en las mismas.
―Puede que esta sea mi mayor motivación ―añadió JungKook―. Veo que ingresarán nuevas personas al centro.
―Si Kook, algunos de los chicos ya llevan gran parte de su tratamiento cumplido con satisfacción pero quieren ingresar a Salm-ui seomgwang para terminarlo ―expresó el peligris aun cuando no fue una pregunta realizada por JungKook, sabía la curiosidad que podía estar sintiendo y fue espontáneo decirlo.
―Oh genial, un intercambio de psiquiátrico ―bromeó JungKook contagiando al psicólogo que lo siguió en una risa que escondía muchos secretos que esperaban ser revelados.
―Un gran resumen de todo lo que acabo de decir ―agregó YoonGi, reanudado su caminar y siendo seguido por el azabache―. Puedes decirme lo que te perturba Kook ―invitó al contrario a expresar la duda que en sus orbes de mirada vacilante mantenían consigo mismo, evitando ser directo al momento de sostenerla y evitando corresponderla.
Por ello le pareció una mejor estrategia el no forzarlo e inquirir una respuesta y comenzar a caminar sin un objetivo fijo, para que el azabache fluyera en lo que deseara decir sin tener que sostener una actitud recta y directa.
―Ya ni me sorprende que adivines lo que quiero o trato de decir ―pero si tenía que ser sincero era una habilidad que le asombraba del psicólogo, esa astucia para intuir el posible malestar que a sus pacientes aquejaba.
―Mi única bola de cristal son los años de experiencia y la observación directa que he ido desarrollando Kook, nada más que eso ―podía ser sencillo predecir e intuir el comportamiento de una persona después de haber estudiado la teoría en sus años de universidad y posterior especialización en el campo clínico, sin embargo, estas señales podían ser contradictorias y debían ser puestas ante el sujeto y la historia personal que lo atraviesa.
En especial teniendo en cuenta el cuadro patológico de JungKook a lo largo de los siete meses que lleva internado.
―Las pesadilla han regresado o en especial ha sido solo una ―confesó el azabache no queriendo posponer o retrasar más la verdad que lo estaba incomodando. Necesitaba hallarle un sentido lógico a lo que vivió.
―Puedo notar que hay algo distinto o de lo contrario no estarías tan nervioso ―expuso YoonGi, reconociendo la variación en el tono de voz de JungKook y en los movimientos ansiosos de su cuerpo que se beneficiaban de la caminata que mantenían, logrando liberar la acumulación de energía en los músculos antes de que la tensión apareciera.
―Hubo una diferencia, algo que no debería haber estado allí ―siendo el hecho que no le termina de cuadrar en el entramado que ya había repetido demasiadas veces, y estaba aterrado de que pudiera ser un mal augurio de su tratamiento.
―¿Quieres decirme qué fue lo distinto Kook? ―preguntó el psicólogo sin forzar para obtener una respuesta o exigiendo conocer lo sucedido.
―YoonGi, vi algo que antes no estaba, un cuerpo estaba a mi lado en el auto cuando no debería ser así, porque sólo estaba yo ahí, nadie más, pero esta vez en el asiento del piloto estaba él, un hombre a quien no puedo reconocer ―exteriorizo sintiendo la misma angustia que esta mañana lo despertó y que estaba alojada en su corazón, un resentimiento que lo perseguía como una sombra al acecho que velaba cada uno de sus pasos para arroparlo cuando su caída fuera inevitable.
―¿Y tú dónde estabas Kook? ―indagó el peligris, esforzándose por mantener sus pensamientos en orden y claridad evitando que la sorpresa logrará influir en sus respuestas y condicionaran sus apreciaciones, las cuales podrían inducir una contestación errónea que JungKook no contemplaba.
El arte de preguntar en el área de la psicología era una habilidad fundamental de desarrollar y entrenar, porque es el vínculo principal que se pone de manifiesto ante la persona que acude a terapia y por medio de las sucesivas preguntas o devoluciones de lo que el consultante va diciendo, se puede indagar sobre el origen del trauma, problema o conflicto que lo perturba, no obstante, ahí está el peligro, porque la forma en la que se cuestiona o indaga puede poner en la persona ideas o sentimientos que no posee, pero que debido a la forma en que el profesional realiza las preguntas puede inducir al paciente a dar respuestas sesgadas por las creencias o atribuciones del psicólogo.
Por ello, debía estar atento a lo que decía y mantener el límite que suscitaba un posible avance en todo el tratamiento que idearon alrededor de JungKook.
―Estaba en el asiento del copiloto, sentí el mismo dolor y el mismo miedo a tocar mi cabeza cuando sabía que estaba sangrando demasiado ―comenzó a narrar lo que vivió en su pesadilla a la vez que lo asemejaba con la trágica experiencia que experimentó―. El mareo y las náuseas se sienten igual, pero cuando vi el cuerpo que estaba a mi lado sabía que algo iba mal y por más que me esforzara por tocarlo, por alcanzar el cuerpo sangrante que veía, mis manos parecían estar sujetadas, impidiendo que lo alcanzará ―inspiró profundamente para retener el llanto que amenazaba con emerger desde su ser, correspondiendo a la amargura que seguía latente en lo profundo, haciéndolo desconocer lo que sentía, sin saber de dónde provenía ese sentimiento de pérdida absoluta que se presentaba por momentos fugaces e intermitentes.
―¿Por qué querías alcanzar ese cuerpo desconocido? ―cuestionó YoonGi.
Sintiendo una oleada de esperanza fundirse en su interior, una que fue plantada hace tiempo atrás y que ahora parecía estar germinando finalmente, luego de los intentos cercanos que se tocaron brevemente con las manos y que se deshicieron con la misma rapidez en que llegaron.
―No puedo definirlo bien, pero si había un sentimiento... ―se detuvo esforzándose por canalizar correctamente la emoción que sintió, aunque no podría definirla con exactitud―. Un sentimiento de intenso amor, o creo que eso era porque me preocupaba más su bienestar que el mío, aún sin poder verlo bien sabía que debía ayudarlo y que viviera ―y creía que esa sensación desesperante de protección que sintió estaba relacionada con el amor, porque solo con su familia y su novio lo sentía.
―¿Cómo sabías que esa persona era desconocida? ―inquirió dándole vuelta a la misma cuestión y así lograr deshacer las capas que ocultan la verdad que el inconsciente de JungKook mantiene recluida.
Que al parecer poco a poco descomponía los obstáculos que la reprimían y estaba saliendo a la luz finalmente.
―Porque su cuerpo era distinto al mío, no éramos iguales y por un momento su respiración se fue desvaneciendo como si lo estuviera perdiendo y fue ahí donde desperté ―manifestó el azabache un poco perturbado y compungido por la desesperación con la que despertó al no poder aferrarse al cuerpo contrario.
Mientras JungKook se sumergía en sus recuerdos, YoonGi configuraba una posible hipótesis inicial de lo que estaba sucediendo y el significado del simbolismo ocultó representado en el sueño del azabache, y por más que quería indagar de forma directa sin extender la probable causa, sabía que eso sólo activaría las defensas psíquicas de JungKook y los haría retroceder los pasos que ya habían avanzado hasta ahora.
―Comprendo Kook ―dijo el psicólogo―. ¿Al despertar cómo te sentiste? ―era vital establecer la diferencia racional entre los hechos y ambas situaciones, el antes conocido para JungKook y el presente que se imponía desde el desconcierto por los recuerdos que se manifestaban.
Los verdaderos sucesos tarde o temprano son revelados, se muestran como un espejismo lejano, un reflejo desvirtuado sobre el espejo, pero que en esencia va mostrando los matices que si se siguen terminarán dando forma al rompecabezas que ahora reposa con piezas dispares donde no corresponden.
―Cómo si hubiera perdido algo o alguien, y cuando desperté TaeHyung me estaba abrazando y fue similar lo que sentí durante la pesadilla y cuando pude aferrarme a él ―respondió asemejando ambas situaciones, aunque diferentes coincidían en algo, el miedo que cada vez se hacía más latente, la pérdida y la desolación de su persona amada.
―¿Ambos sentimientos eran similares? ―el peligris confirmaba poco a poco la causa de la contradicción en la que JungKook se encontraba.
―Sí, lo que sentí al abrazar a Tae corresponde al sentimiento de pérdida que viví ―explicó el de orbes obsidiana.
―Cómo ya lo has mencionado, todo refiere al miedo que sientes de perder a tus seres amados y en especial ahora que TaeHyung está a tu lado, es probable que ese temor corresponda a una explicación que debes ir develando Kook ―devolvió el psicólogo refiriendo lo mencionado por el azabache al integrar lo que sabía con lo que JungKook también debía concluir.
Infringiría en la bioética de su profesión el anteponer sus decisiones a su paciente solo por el hecho de poseer la autoridad en el campo de conocimiento, si bien debía guiarlo y orientarlo en su camino, también era responsabilidad de la persona en un acto voluntario para concluir diversas pesquisas sobre el posible origen de su trauma.
La terapia es un camino de doble vía, psicólogo y paciente, ubicados en un lado cada uno, que a lo largo del recorrido debían sortear las complicaciones y conflictos que surgieran para llegar hasta la meta final en donde se entrecruzan sus recorridos. Un objetivo común.
―¿Puede ser mi miedo a perderlo lo que se manifestó en el sueño? ―concluyó JungKook.
―¿Esa explicación corresponde a lo que sientes o se asemeja parcialmente? ―necesitaba esclarecer ese primer vínculo entre el sueño y lo que vivía JungKook para saber qué rumbo estaban tomando y que fuera el que pactaron en un comienzo.
Y no una encrucijada encausada hacia un nuevo fracaso como los de los cuales creían ya haber aprendido lo necesario.
A la par que sus pasos resonaban en el invernadero, los pensamientos del azabache se extendían y enredaban a medida que trataba de definirlos, y encontrar las similitudes que su trauma tenía con lo que en el presente vivía, este tomaba sus miedos actuales y los hacía parte de sus trágicos escenarios.
―¿Es posible que mi trauma se alimente de los miedos que ahora tengo? ―cuestionó JungKook queriendo esclarecer sus contradicciones.
―Es parte de la estructura del trauma Kook, es como una bola de nieve, que comienza a descender originalmente de forma minúscula, pero que a medida que desciende arrastra consigo lo que encuentra a su paso ―ejemplificó―. Y así sucede con la psique, una experiencia traumática que debido a su alta intensidad emocional conmociona al sujeto y supera su repertorio conductual el cual es difícil de superar y deshace el equilibrio psicológico, lo que convierte a una sola experiencia en un agujero negro que no puede verse o tener consciencia plena de que esta allí, pero existe y a su alrededor se configura un nuevo esquema que empezará a dirigir los actos de la persona, que los seguirá sin cuestionarse el porqué de lo que hace ―cada palabra que dijo fue seleccionada con cuidado para ser comprendida por la gran capacidad de análisis de JungKook, además teniendo en cuenta el estadio del tratamiento en el que avanzaban.
―Quiere decir ¿Qué debería esforzarme por reconocer el rostro de la persona que tenía a mi lado? ¿O tratar de vencer mi miedo a sentir la sangre que caía por mi cabeza? ―si bien volver a revivir sus traumas lo tenían ansioso, también comenzaba a sentirse positivo porque veía que estaban llegando a la escena final, a la última etapa de su tratamiento.
Porque hace unos meses atrás lo que ahora estaba diciéndole a su psicólogo no podría haberlo manifestado sin sucumbir a un ataque de pánico y olvidar ciertos sucesos dolorosos que era mejor no expresar.
―Kook no se trata de que te fuerces a algo, después de todo un sueño o un recuerdo no puede ser manipulado, no de la forma convencional en terapia, pero lo que sí puedes ir haciendo es practicar la respiración profunda y alcanzar el estado de relajación que has ido aprendiendo en las clases de meditación, y una vez que lo logres puedes ir recreando mentalmente esa suceso, esa experiencia que me has contado hoy ―sugirió YoonGi, confiando en la capacidad del contrario para cumplir con lo planeado.
La autonomía es una habilidad importante de desarrollar en los pacientes para que se involucren activamente en su proceso y no esperen que el psicólogo sea el mago que cure todos sus males, por lo que, ellos mismos podían ir avanzando al superar los pequeños retos que se les confiaban desarrollar.
―Lo haré YoonGi, no te fallare ―declaró el azabache.
―Agradezco tu confianza Kook, pero también hazlo por ti y el esfuerzo que has puesto hasta llegar a este punto, te felicito ―YoonGi animó al azabache a salir del lugar, no sin antes recordarle descansar después del esfuerzo que hizo el día de hoy.
Con un aire de buen augurio el peligris vio como el azabache caminaba con gran emoción al encuentro con su pareja, dejándolo con un fragmento esmeralda para continuar el camino trazado y sabiendo que poco a poco se acercaban a la finalización del trayecto.
Además sabía que la activación de los recuerdos traumáticos de JungKook obedecían a la fecha cercana del aniversario del accidente, el 1 de septiembre, que determinó el declive de su vida hasta terminar en el hospital con una gran parte de su vida oculta y transformada en recuerdos que estaban cambiando.
―Vas muy bien mi cielo, pero ya es suficiente, ten paciencia ―dijo el castaño, abrazando por la espalda el cuerpo de su pareja en medio de la sala de meditación que tenían a su disposición completa en ese momento.
―Quiero ver el rostro de la persona que estaba a mi lado ―musitó JungKook recargándose sobre el cuerpo de su novio, sintiéndose revitalizado por su tacto y compañía.
―No te enfoques en lo que aún no puedes hacer y mira que ya puedes revivir la misma pesadilla que hace unos días viste sin alterarte o sucumbir a la ansiedad ―explicó TaeHyung animando al azabache a reconocer los avances que ya había realizado.
Durante la semana JungKook se trazó un objetivo el cual había discutido con su psicólogo y tras unas pautas para poder hacerlo se embarcó en una nueva aventura, una que iba de la mano de TaeHyung, con su presencia resguardando su integridad se sentía más confiado y era quien lo traía de vuelta cuando su mente se enfrascaba en sus recuerdos, y su calidez alumbraba el gélido recorrido que deseaba retenerlo.
―Siempre busco abarcar más de lo que puedo ―mencionó.
―Pero poco a poco vas aprendiendo, de hecho todos aquí lo estamos haciendo ―reveló el de orbes marrón, meciendo a su pareja en un delicado movimiento que los estaba adormeciendo.
―Si no fuera porque mi trasero ya no resiste estar más en esta posición me quedaría así hasta terminar dormido ―expresó JungKook poniéndose de pie con ayuda de TaeHyung que lo sostenía para evitar que cayera.
―Podría encargarme de eso ―susurró sobre la oreja impropia y posó una de sus manos sobre el trasero de JungKook que se sobresaltó por su acción.
Quien rápidamente se giró hasta colisionar sus labios contra los de forma de corazón que le correspondieron con el mismo desespero.
―No quieres jugar con fuego justo aquí ―susurró el azabache separándose del contrario y acariciando muy por encima el pene de su pareja en un pequeño juego en el que se enfrascaron y en su propia huida para ser atrapado unos pasos más allá de donde estaban ubicados.
Entre sonrisas cómplices y coquetas reanudaron su camino hasta que fueron interceptados por el pelirrojo que apenas los vio no dudó en correr hacia ellos.
―¡Oigan! ―gritó JiMin antes de alcanzarlos con su respiración agitada por su pequeño esfuerzo. Estaba claro que la actividad física no era lo suyo.
―¿Sucede algo fresita? ―molesto el azabache a su amigo con el nuevo apodo que recientemente había adquirido.
Después de la anécdota que fue revelada por NamJoon, uno de los pacientes que ingresaron hace poco, quien resultó ser amigo de JiMin y con quien en los últimos días se había acercado hasta entablar una relación de compañerismo, que fue impulsada por el mayor que tenía la misma habilidad que el pelirrojo para relacionarse. Y es algo que JungKook agradeció porque si bien podía interactuar con facilidad, le costaba un poco superar esa primera barrera que existe cuando se conoce a alguien por primera vez.
Una broma que confesó el pelirosa sobre su amigo que terminó encima de un rosal de fresas al intentar alcanzar una par de ellas y por el impulso que llevaba sus ropas habanas terminaron con adorables salpicaduras rojas, una experiencia graciosa de rememorar.
―Al menos mi cabello combinaba un poco ―expresó JiMin riendo a la par del azabache.
―El combo completo ―añadió el de ojos ónix, saludando a lo lejos al pelirosa que venía en la misma dirección en la que estaban.
―Ya que veo a Nam, recuerdo lo que venía a decirte a penas de ti ―manifestó JiMin aunque un poco extrañado por la presencia que sabía y JungKook también había notado su ausencia.
―Hola pequeños ―saludo NamJoon con una alegre sonrisa en su rostro que exhibió los hoyuelos más adorables y seductores que podrían ser contemplados.
―Tenemos la misma edad ―objeto JiMin empujándolo suavemente y recibiendo un pequeño codazo como respuesta.
―A veces por ciertas cuestiones de altura se me olvida, lo siento fresita ―bromeó el pelirosa nuevamente sin dejar de molestarlo con el apodo que le puso hace tantos años.
Ambos se conocieron durante el inicio de la vida universitaria que paradójicamente los unió aun cuando sus carreras eran tan diferentes una a la otra, pero que por un proyecto debieron verse expuestos a interactuar con otras facultades e integrarse para realizarlo, aunque lo que hicieron fue un desastre, el mayor triunfo que obtuvieron fue la maravillosa relación que forjaron.
―¿Sucede algo Kook? ―preguntó JiMin al ver la confusión en el azabache que giraba sobre su propio eje mirando en distintas direcciones, buscando a alguien o algo.
―TaeHyung se fue y ni siquiera note en qué momento dejó de estar detrás de mí ―dijo un poco extrañado con el comportamiento de su pareja durante estos últimos días.
A largo de esta última semana el castaño estaba un poco más retraído y renuente al contacto con las demás personas, si bien lograron llevar a cabo la actividad en el patio central con una exposición moderada, la cual se repetía cada día en un límite de tiempo establecido y que iba aumentando gradualmente, obtuvieron buenos resultados y un progreso constante.
Sin embargo, se mostraba reacio a interactuar con los recién llegados y lo entendía perfectamente, no siendo extraño en TaeHyung alejarse cuando un cambio se inmiscuía en la rutina habitual que conocía hasta que se acostumbraba a la diferencia para integrarla y reconocerla como parte del presente actual.
Así que solo había que esperar y darle la confianza que necesitaba para sentirse a gusto entre el ambiente que fue modificado por una nueva presencia.
―Hace unos minutos estaba aquí ―coincidió JiMin sin haber reparado plenamente la ausencia del castaño al estar tan enfrascado en sus ideas y lo que trataba de recordar que solo lo dejo pasar.
―Cada vez que lo nombran, me hace querer conocerlo, pero veo que en esta ocasión no será posible ―expuso el pelirosa, buscando a la persona que cumpliera con la descripción que JungKook le había dado acerca de su pareja y a quien no había logrado ver hasta ahora más que en una ocasión a la distancia que iba junto a JungKook, aunque fue solo un reflejo que rápidamente se perdió.
El azabache se sentía un poco extrañado por la forma en que TaeHyung se fue, sin decirle o anunciarle que no se sentía cómodo o que deseaba ir a descansar, ya que, antes de ir por él a la sala de meditación, el castaño tuvo una sesión de terapia grupal por lo que su esfuerzo y energía muy posiblemente se había desgastado. Pero si era una sorpresa que al ver a JiMin llegar y muy posiblemente haber visto a NamJoon a lo lejos decidió irse sin revelar su presencia.
Ya tendría tiempo más tarde para hablar con él.
―Debido a su fobia social no suele sentirse cómodo interactuando con nuevas personas ―excusó JungKook a su pareja.
―¿Quiere decir que le incomoda mi presencia? Y yo que apenas llevo más de una semana aquí ―bromeó NamJoon con conocimiento de causa, porque sabía las limitaciones que representaba tener dicho trastorno.
―Sabes que no ―JungKook rio entendiendo la complicidad de las palabras de su mayor―. Es solo que justo cuando llegaron él recién estaba comenzando una nueva etapa de su tratamiento, lo que lo hace más susceptible al contacto y rehúye de toda interacción con mayor frecuencia.
Los observadores en medio de una cómplice mirada presenciaron el devoto amor que el azabache le profesaba a TaeHyung en cada uno de sus momentos y en cada una de las situaciones donde fuera nombrado, demostrando el fuerte vínculo formado que se afianzó al pasar de los días, semanas y meses. No obstante, toda cálida emoción fue reemplazada por una premonición tan conocida como dolorosa, una variante novedosa se presentaba desde la fantasía en los orbes ónix de JungKook que desconocía la realidad que estaba viviendo.
―Será en el momento en que Tae esté dispuesto, no te preocupes ―aludió el pelirosa tratando de apaciguar la preocupación que comenzó a ensombrecer la luz de los orbes obsidiana que por un breve instante fueron poseídos por la aflicción más grande que pudiese ser observada.
―Gracias Nam ―enunció el azabache deteniendo del nido de dudas que lo asaltaban al pensar en cómo estaría TaeHyung.
―Mientras tanto yo los invito a que vayamos a la clase de pintura que nos espera ―exclamó el pelirrojo con alegría mientras empujaba a sus dos amigos.
Una actividad que acordaron compartir entre los tres que disfrutaban del arte y las creaciones abstractas que podían ser formadas.
Tuvo una tarde agradable en compañía de JiMin y NamJoon que causaron muchas de las sonrisas que aligeraron la perturbación de su alma para darle descanso y sentir que flotaba entre el lienzo que veía y el aroma que desprendía el óleo del pincel con el que creaba trazos aleatorios y una figura sólida y definida, un ambicioso proyecto en el que estaba trabajando para enseñárselo a su novio.
A quien se dirigía mientras llevaba consigo dos pequeños envases con el delicioso pudin de vainilla y coco que HoSeok preparó de sorpresa el día de hoy.
―Mi cielo ¿Dónde estás? ―entonó al ingresar a la habitación y no ver ningún rastro que delatara la presencia de su TaeHyungie.
Notando su ausencia, colocó sobre el escritorio los postres que traía y busco el cuaderno de bocetos de pintura que tenía, una colección de pequeños recuadros elaborados en óleo y algunos en acuarela que recientemente estaba aprendiendo a utilizar, pasando la gruesas páginas en busca de algo en particular que tenía plasmado la inspiración del cuadro que estaba elaborando para la clase de arte.
Un lienzo en el que debía plasmar sus emociones y sentimientos en la manifestación pura de su energía, una expresión tangible de multiverso interior. Que esperaba poder completar a tiempo para la próxima semana, ya que, en el hospital se celebraría el día cultural, en donde, cada uno podría exhibir las creaciones elaboradas o destacar en el deporte o instrumento a elección, en distintas jornadas preparadas a lo largo del día para que las actividades no se cruzarán unas con otras y así cada uno de los residentes pudieran asistir y ser espectadores.
Por ello se estaba esforzando en su cuadro, en que se inspiró en TaeHyung al retratar su rostro de forma parcial en el lienzo y añadirle una forma abstracta que esperaba y saliera bien.
―Pensé que ibas a tardar más en llegar ―habló TaeHyung ingresando a la habitación y lo primero que vio fue a su pareja descansando en la gran cama que conformaron al juntar las dos que habían, y justo en el medio yacía JungKook como una estrella de mar a sus anchas luciendo adormilado y hasta podía asegurar que lo había despertado.
―Eso debería decírtelo yo, porque te fuiste sin decirme siquiera ―respondió JungKook sentándose sobre la cama y dándole paso a una incipiente molestia en sus facciones. Por más que trataba de justificar lo que hizo el castaño y en gran medida lo hacía, no cambiaría el hecho de haberlo dejado sin siquiera despedirse o decirle una mísera palabra.
TaeHyung se sintió acorralado porque después de su actuar apresurado se dio cuenta de su error y retrocedió en sus pasos para ir hasta donde sabía que encontraría a su novio, pero el solo saberse expuesto en medio de una clase y más donde estaba una de las personas nuevas en el hospital, le hizo sentirse muy incómodo y ansioso, por tanto, no le quedó más opción que refugiarse y salir de su escondite cuando fuera el momento oportuno para ir con JungKook. Solo que tal vez se demoró un poco más de lo debido y el ceño fruncido de ese precioso rostro lo evidenciaba.
―Estuve en la piscina gran parte del tiempo, después de pedirle a YoonGi la autorización para estar allí por unas horas yo solo ―un pedido que dada la necesidad con la que se la transmitió a su psicólogo, este intercedió por él y le consiguió dos horas de libertad total en medio de la absoluta soledad del recinto acuático.
―Pero ha pasado más que ese tiempo ¿O no notas que ya casi es la hora de la cena? ―señaló el azabache hacia la ventana por lo que lentamente el atardecer se contemplaba.
Y el castaño justo ahí supo que la horas se le pasaron sin darse cuenta, sin determinar lo que debía hacer más que en el balanceo del agua que sumergía su cuerpo y el gran rato de escritura que ocupó el resto de su tarde.
―Tal vez fue más que solo unas horas porque también estuve un tiempo en el invernadero escribiendo o escribiéndote, porque eres a quien dedico mis composiciones ―se excusó, quitándose los zapatos y sintiendo la alfombra que cubría toda la extensión de la habitación.
Comenzó a caminar hasta mover la silla rodante que estaba al frente del escritorio y se sentó manteniendo el contacto visual con los oscurecido ojos de su novio.
―Pero eso no cambia el hecho de lo que hiciste ―continuo JungKook un poco más molesto de lo que estaba inicialmente al ver que su novio se tomaba la situación con simpleza ¿O acaso lo estaba exagerando?
―Kook por favor, no te he tenido la mejor semana y sé que te deje toda la tarde, una donde podíamos haber compartido, pero así como tú lo has dicho, ambos necesitamos nuestros espacios y hacer actividades que hacer sin el otro ―dijo el castaño un poco cansado y levemente irritado por los reclamos de JungKook.
―No lo hagas ver como si buscará tenerte todo el tiempo para mí ―afirmó el azabache, cruzando sus brazos y volviendo su rostro más serio e inescrutable si era posible.
―¿Entonces cómo debería verlo si lo primero que haces al verme es reclamarme por haberte dejado solo durante la tarde? ―cuestionó el castaño asumiendo la misma posición del contarlo.
―TaeHyung, no tiene nada que ver el hecho de que hayas decidido estar durante la tarde solo, eso no es lo que me duele, pero pareces no entenderlo ―reveló sin saber cómo proseguir o la forma correcta de hacerlo, porque no era la primera vez que discutían.
―No considero justo que me hagas sentir culpable por querer mi espacio ―se sinceró TaeHyung sin comprender a dónde iban.
―Por favor TaeHyung, parece que solo escuchas tus palabras y las mías no valen nada ―acusó―. No me es importante que hayas querido estar solo, ese no es el problema, lo es el hecho de que prácticamente me hiciste a un lado sin siquiera decirme que te ibas ¿A caso consideras justo que en de un momento a otro sostenía tu mano y después al darme la vuelta ya no estabas? ―la tristeza comenzó a abrirse paso en su interior, buscando sus miedos para colmarlos de mayores inseguridades, derritiendo en su lento recorrido lo que yacía intacto, sintiendo su dermis arder por la indiferencia.
Ese era uno de sus traumas, ser dejado de lado o ignorado, la indiferencia, siempre sería el mayor golpe que no sabía cómo enfrentar, que se encendía cuando veía cómo las personas cercanas a su alrededor prescindían de su presencia. Así que ante un mínimo atisbo de cambio sus defensas lo alertaban y aunque ahora ya sabía gestionarlo de una mejor forma, habían situaciones que lo descomponían cuando objetivamente identificaba que fue ignorado mínimamente.
Y era algo que TaeHyung no había tenido en cuenta, era algo que dio por hecho sin reconocer cuánto podría afectarlo.
―Mi cielo ―pronunció suavizando su expresión y comprendiendo cuál fue la acción que no considero―. Excusarme sería absurdo más lo único que tengo que decir es que me sentí ansioso cuando vi a NamJoon a lo lejos y creo que solo pensé en mi propio malestar sin considerar como te fueras a sentir ―no había más que decir en su favor, porque fue la única forma que en el momento encontró para calmar la aguda ansiedad que amenazaba con invadirlo y antes de sumergirse en ella, huyó y no contempló nada más que su pronta seguridad y calma.
―Lo entiendo Tae, porque incluso cuando JiMin me dijo que te habías ido, entendí por qué lo hiciste, pero aun llegando acá ni siquiera pensaste en mí sino hasta que me viste, y yo si salí más antes para venir a verte ―expresó el azabache sin recriminarle lo que hizo sino para evidenciar que él en sus actividades e incluso en sus propias inseguridades, pensó en su pareja y fue en busca de su bienestar.
No se trataba de estar todo el tiempo con el otro, también siendo importante el buscar la propia comodidad y seguridad, pero este deseo debe contemplar a la pareja, a la otra persona en la cual debes de pensar, como una dupla y no dos polos separados.
―¿Ahora soy el culpable de interrumpir tus actividades? Lo que faltaba ―lo último lo dijo entre dientes pero aun así fue escuchado por el contrario quien lo miró con un gran dolor mezclado en el ónix de su mirada.
Como es usual la prisa le suele ganar a la razón y sus palabras emergieron con prisa, sin retención ni consciencia sobre lo que decía hasta que el daño estaba hecho y no habían palabras que pudiera remediarlo. Al menos no de forma inmediata.
―Quería estar para ti y que no sintieras que te dejaba de lado, sino que podía estar con mis amigos pero también puedo compartir contigo y no es que estés obligado a hacer lo mismo, pero que algo tan insulso como dejarme sin una explicación y sabiendo lo importante que es para sobre el bienestar del otro, demuestra en donde estamos como pareja ―expresó con un peso sobre su pecho y la aflicción cristalizando sus ojos, esforzándose por no llorar, porque no quería conmover a partir del llanto que podría seguir si dejaba caer la primera lagrima que sus párpados contenían.
En sincronicidad en el momento en que se ponía de pie, el sonido de la pequeña alarma que indicaba el comienzo de la cena inundó el pasillo y cada uno de los ocupantes en las habitaciones comenzaron a seguir el llamado.
Una perfecta excusa que llegó a JungKook como un salvavidas mientras trataba de dejar atrás la discusión que creció rápidamente de nivel con TaeHyung.
―Kook, no... ―se abstuvo de decir algo más ante la mirada severa del azabache que le pedía guardarse cualquier justificación más que solo desataría un conflicto mayor, así que, en medio del lúgubre silencio que ocupó el espacio después de que los pasos de su novio lo condujeron hacía la salida del cuarto, supo que lo había lastimado porque ambos cuando discutían buscaban solucionarlo antes de salir.
Pero en esta ocasión todo fue distinto, sin embargo el altruista amor de su pareja, le hizo alzar la mirada hasta conectarla con la espalda impropia cuando detuvo su caminar.
―¿Quieres comer aquí o deseas bajar al comedor? ―pregunto JungKook, que por más enojado que estuviera como en mucho tiempo no lo estaba, aún en ese estado pensaba en el contrario y en su bienestar, tampoco era tan cruel de desquitarse y forzarlo a exponerse de esa forma.
El castaño sonrió con tanta adoración y sintió sus ojos cosquillear por las saladas lágrimas que querían derramarse por el incontenible amor que sentía por su pareja.
―No me siento bien hoy ―confesó todavía sintiéndose un poco vulnerable.
―Está bien, le avisaré a Jin para que pueda subirte los alimentos ―indicó el azabache, sujetando sus zapatos para abandonar con premura la habitación y deshacerse en el tímido sollozo que emergió de su garganta.
Toda esperanza que nació en TaeHyung ardió perjudicando a su corazón en el escozor que lo incineró cuando deseo más de lo que merecía, porque no esperaba que Kook lo dejara solo, pero después de todo era la retribución a sus acciones. Pero lo que en definitiva terminó por superar la contención de sus lágrimas se vino abajo cuando giro la silla hacía la pared y vio justo allí los dos pequeños envases que Kook había dejado junto a unos corazones violetas elaborados en papel y que no logro ver si no cuando fue demasiado tarde.
Una noche en la que sucumbió al desespero y la incomodidad que llegaba a sentir en su propia piel, que se desprendió de su rostro y reveló su verdadero ser enajenado por el dolor que fue descargado contra su luz de luna, a quien lastimó con sus dardos de delirio.
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