Ⅱ: Ónix esmeralda

El ambiente pletórico se respiraba en cada rincón de la espaciosa y amplia construcción que daba forma al invernadero, el cual, era inundado por los aromas que se desprendían de distintas variedades de flores que estaban siendo cultivadas y germinadas con paciencia y dedicación, además, de los pequeños bonsáis que formaban un ecosistema ubicado en el extremo del recinto que le suministraba las condiciones ideales de temperatura y luminosidad, necesarias para su óptimo crecimiento. Por lo que, cada uno de los pacientes que estaban interesados en la actividad y el cuidado de las plantas encontraban en este lugar una conexión profunda con la naturaleza que los conecta nuevamente con el sentir profundo hacia la esencia de la vida, que se diversifica en las tonalidades, olores y formas que podían ser captados por medio de los sentidos.

Una actividad vital para el tratamiento de cada uno de los pacientes, debido al sentido que sustenta este tipo de terapia natural, que remonta al pasado ancestral por el vínculo heredado que viene codificado en el genoma del ser humano en el que se integra el pasado arcaico del que somos descendientes, y desde la existencia misma del hombre en la tierra indudablemente el enlace debía darse para la subsistencia accionada por la selección natural.

Y a través de las eras y los milenios se fue transformando, pero manteniendo la esencia que conecta los sentidos que son necesarios para poder percibir lo que la naturaleza proyecta en su forma y proclamaba en su magnificencia.

―Chicos, necesito que se organicen y se sienten en el espacio que deseen, pero dentro del círculo delimitado, por favor ―expresó YoonGi, dirigiéndose a los presentes, comenzando con el acto simple de esperar a que cada uno se situará dentro del lugar dispuesto en el invernadero para llevar a cabo estas actividades.

Un espacio circular ubicado en el centro de la construcción, en donde, los demás caminos que conducen a los lugares en los que están dispuestos las plantas y pequeños árboles de interior, conducen al área central, desde el que se puede observar toda la naturaleza circundante contenida en las paredes de cristal que comenzaban desde el techo hasta tocar el suelo.

Además, solo en la zona central el techo poseía la misma forma, compuesta por un tragaluz con la misma circunferencia que el piso paralelo sobre el cual reposaba en la distancia, derramando sobre este la luz que se filtraba por los cristales.

―Doc, realmente me gustaría obtener una porción extra de la torta de zanahoria que vi y estaban preparando hoy en la cocina para la hora del almuerzo ―manifestó SooHyun.

―Solo por hoy lo permitiré, porque has progresado y es un hecho que merece ser celebrado, así que, cuenta con ello ―explicó YoonGi en respuesta al pedido del castaño.

Siendo una de las novedades que diferenciaba a Salm-ui seomgwang en la forma de implementar estrategias que incentiven a los pacientes al constante progreso derivado de la voluntad de cada uno en ir superando los retos y pruebas que se les presentaban durante el tratamiento, por medio, del condicionamiento operante instauraron un sistema de recompensa a través de una técnica de reforzamiento basado en el refuerzo positivo, en el que una conducta realizada es asocia favorablemente con la obtención de una consecuencia agradable para el individuo, variando en esencia, ya sea, un objeto, una comida o una apreciación verbal.

Influyendo directamente en la frecuencia o probabilidad de ocurrencia en relación a la conducta esperada que pueda presentarse nuevamente. Por lo que, en los pacientes estimula el deseo de obtener un refuerzo contingente al esfuerzo conductual y comportamental que evidencian en su tratamiento.

O ya sea para estimular la falta o carencia de avances de algunos pacientes, para reactivar el sistema de recompensa del cerebro e incentivar mayores conductas favorables hacia el tratamiento.

―Qué sería de nosotros sin usted, doctor ―dijo nuevamente el castaño, en un acto de agradecimiento por la comprensión que YoonGi como el psicólogo y psiquiatra a cargo de su atención y tratamiento tenía con ellos, sin distinciones o preferencias.

―Probablemente estarían llorando por mi ausencia ―comentó el psicólogo en su intento de bromear y hacerlos reír, aunque, como en cada ocasión terminaba fallando.

Pero en lo que indudablemente nunca fallaba era en ser el centro de atención que promovía las sonrisas ajenas ocasionadas por la burla que sus bromas carentes de gracia y colmadas de pena desembocaban en cada uno de los asistentes.

―Deberías tomar un curso en línea para contar chistes, porque el libro que te regalaron hace poco, mucho no te funciono ―se burló JooHyuk, quien había sido el que le dio el libro para aprender a contar chistes a YoonGi, aun sabiendo que de nada le funcionaria, decidió intentarlo que de cierta forma sí surtió efecto por los intentos que causaban las risas contrarias por efecto de las malas bromas.

―Bueno, ya que los veo tan animados a todos, veremos quien será mi primera víctima del día ―sentenció el peligris, ocasionando que los demás detuvieran abruptamente sus sonrisas y en su lugar el silencio y un par de murmullos se instaurara por el efecto de la tensión al no prever quien sería su primer elegido de la sesión.

―Eso sin duda fue gracioso ―JungKook habló en un tono bajo de voz situado a escasos pasos de YoonGi, que lo miro con una expresión cómplice que solo desencadenó el nerviosismo propio, al entender que si seguía hablando podría ser el primero en hablar.

En lo personal, no es que no le gustara participar en las sesiones grupales, aunque al inicio de su estadía, los primeros encuentros el voto de silencio fue casi que absoluto, solo siendo roto por el saludo de bienvenida y despedida únicamente, no obstante, después de sentirse familiarizado con el ambiente y sin la presión de tener que decir algo en cada encuentro, comenzó a tener el deseo y la necesidad de comunicar sus pensamientos, sus avances o sus retrocesos en medio de la internación. Sin embargo, si había un hecho que aborrecía con todo su ser era tener que tomar la palabra primero, eso sí lo incomodaba totalmente.

Y era un hecho que YoonGi conocía muy bien, por lo cual, lo que decía y su pretensión no era más que un intento de molestar a JungKook, porque en él no estaría el obligar al azabache a hablar cuando no estuviera listo y Kook lo sabía, solo que no estaba demás ser precavido en ocasiones.

―Este espacio está diseñado para ustedes, para que dispongan de un ambiente seguro y comprensivo que les permita exteriorizar sus conflictos, problemas o vivencias que deseen compartir por más irrelevantes que piensen que puedan llegar a ser, porque para mí todo lo que dicen y hacen tiene una gran relevancia ―manifestó YoonGi ante el grupo que lo veían de forma atenta y expectante por lo que se les decía.

Con la finalidad de brindarles la tranquilidad que necesitan para tomar la palabra y hacer del encuentro una experiencia liberadora en donde las restricciones son anuladas para que el libre discurso pueda emerger sin barrera alguna.

―Me gustaría comenzar, doctor YoonGi ―el pelirrojo levantó su mano para llamar la atención e iniciar con la sesión, además de aprovechar y molestar al peligris por el apelativo con el que decidió nombrarlo.

―Aquí a nadie le interesa cuanto me molesta que me digan doctor ¿No es cierto? ―interrogó el psicólogo sabiendo que poco le importaba a sus pacientes cuando les repetía que podían llamarlo por su nombre, sin recalcar en su posición de poder.

Pero como siempre ocurre, sus réplicas eran ignoradas y se habían vuelto un motivo de gracia para los demás.

―Tienes toda la razón, doc ―contesto YeJi con total sinceridad.

―Muchas gracias por tu intervención YeJi ―YoonGi lo dijo con total ironía en sus palabras lo que aumentó las sonrisas traviesas y cómplices en los presentes―. Puedes comenzar cuando te sientas listo JiMin, y agradezco tu valentía al salvar a los demás ―mencionó, animando al pelirrojo a retomar la palabra y de paso bromear por la incomodidad que les seguía causando a sus chicos ser el primero en hacerlo.

―En algún momento hay que tomar diferentes riesgos ―reveló JiMin, en una expresión de doble sentido que podía ser atribuida como una respuesta o una aseveración personal sobre su vida.

Mención que fue brevemente aplaudida por sus compañeros que con sonrisas cálidas y miradas aprensivas lo animaron a recobrar el valor sobre lo que estaba por mencionar, en una necesidad que aumentaba en su ser por poder liberar de forma parcial el escozor de la desgracia que seguía recordando.

―Perder... ―su voz flaqueó ante el intento de mencionar la causa de su estadía en el hospital, pero sabía que era parte del tratamiento y del proceso de superación del diagnóstico de trastorno de duelo prolongado que lo llevó a ser internado.

El duelo es una reacción normal y esperada ante el dolor producido por la pérdida de un ser querido que desencadena sufrimiento y dolor tanto a nivel emocional como físico, en ocasiones.

Es un proceso psicológico que consiste en la adaptación emocional para asumir y afrontar el fallecimiento de la persona amada o significativa, en el cual, de forma esperada se transitan por cinco etapas como lo son la negación, la ira, la negociación, la depresión y por último la aceptación, entendido como un proceso dinámico y no lineal que sigue un orden establecido, sino que cada persona lo asume y lo integra a su repertorio conductual de forma particular y condicionado por su personalidad y características vivenciales.

―Respira profundamente JiMin, toma el tiempo necesario para continuar ―YoonGi lo alentó a seguir con la revelación que sabía y hasta hace un tiempo JiMin había admitido finalmente, luego de transitar un proceso de duelo tormentoso que desencadenó en un estado patológico.

Un trastorno que se caracteriza cuando el duelo ante la pérdida de un ser querido, la tristeza es de alta intensidad y la persona no es capaz de asumir la ausencia y continuar con el desarrollo de su vida, sino que, el anhelo y el deseo por la persona perdida se incrementa hasta el punto donde interfiera en el normal desarrollo de la cotidianidad, afectando la esfera personal, familiar, social y/o laboral. Una distinción temporal de mínimo doce meses que diferencia un duelo normal de uno complejo, indicando que si tras este tiempo la persona aún no ha asimilado la muerte de su ser querido requiere de atención y tratamiento que le permita enfrentarse a la realidad que se le dificulta aceptar y comprender.

Etapa de depresión, que JiMin se encuentra transitando después de haber ido evolucionando poco a poco en cada instancia del tratamiento que le ha permitido afrontar y normalizar la realidad de la pérdida, lo que genera síntomas típicos del estado depresivo como sentimientos abrumadores de tristeza, aislamiento social, desesperanza y falta de motivación.

―Perder a mi hermano menor ha sido y continúa siendo el tormento más grande que he sentido en mi vida ―JiMin finalmente completó la mayor aseveración que le costó un par de meses enunciar a viva voz en compañía de las tibias lágrimas que de sus orbes oscuros se desprendían en un recorrido lento y desgastante por el dolor que seguía alojado en su interior―. Él es... ―un jadeo lo sacudió brevemente por la impresión de su errónea precisión―, él era el mayor ser de luz que a mis veintisiete años he conocido y que en esa vivaz sonrisa siempre se reflejaba ―se corrigió a sí mismo y continuo con lo que tanto deseaba expresar y poder ser una prueba viviente de superación para una de las personas presentes.

―Últimamente recuerdo todo lo que viví a su lado, desde que éramos dos pequeños así nos separa una diferencia de tres años, quienes lograron convertir el mundo de ideales y juegos en uno solo que se mezcló y que a lo largo del tiempo en que fuimos creciendo nos acompañó ―JiMin prosiguió con la verdad que con el pasar de los días afrontó con decisión, no solo por sí mismo sino por la memoria de su hermano y la promesa que le hizo de salvar lo más preciado que tuvo en su vida, hasta la muerte―. Era una persona soñadora, que te impulsaba a luchar por tus propias aspiraciones y te acompañaba en el recorrido sin soltar tu mano.

››Porque era fiel creyente de que el amor sincero y verdadero no puede sostener o deshacer las desgracias y dificultades pero sí puede proporcionar la fuerza que se ha ido agotando por las sucesivas caídas y otorgar la vitalidad que se posee, siendo la compañía ajena la que busca devolver lo que se ha perdido.

Con gran añoranza, JiMin rememoró las enseñanzas de su adorable hermano y la profundidad de los pensamientos ajenos que siempre lo deslumbraban por el significado atemporal para la época en la que nació, como un alma vieja lo consideraba en ocasiones, y hasta el tiempo presente en que pasaba sus días en medio de reminiscencias pasadas, podía entender con mayor claridad todo aquello que él le enseñó o que entre experiencias compartieron.

En ese preciso momento su mirada encontró una unión conocida y recordada en medio del color de los orbes impropios que eran similares a los suyos, ónix, como la más espesa oscuridad que se contempla desde la lejanía pero que al acercarse y reducir la distancia adquirían una tenue claridad, convirtiéndolos en un marrón altamente concentrado y profundo.

JungKook se encontró a sí mismo sorprendido por las lágrimas que no sabe en qué momento comenzaron a inundar sus mejillas sin control ni voluntad, actuaron por inercia para manifestar el dolor que comenzó a acrecentarse en su pecho, volviendo a la vida después de ser relegado a las cenizas del olvido aparente que su psique se empeñaba por mantener y lo sintió en lo profundo de su ser como un susurro lúgubre y despiadado que lo sumía en la decadencia pura de la locura que en ocasiones trastornaba su cordura.

Por lo que, ambas miradas similares y desconocidas en el presente, se consolaron en la inocencia de la tragedia en donde a ambos los destrozaron.

―Agradezco profundamente tu sinceridad y valor JiMin, gracias por mantenerte con vida y compartir la esencia de la persona que tu hermano fue en la tierra y que vivirá presente en el legado y las enseñanzas que te dejo y a quienes lograron conocerlo y amarlo ―mencionó YoonGi, reconociendo y admirando el gran esfuerzo que JiMin demostró, incluso en el hecho de mantenerse firme en el propósito que lo guio hasta ser internado por elección en el hospital.

Intervención que reactivó la orientación espacial de JungKook al momento presente, rescatándolo de la profundidad del abismo que aguardaba en su mente y de la cual rehuía constantemente para asegurar su supervivencia quimérica. Sacudiendo su cabeza y limpiando las lágrimas que seguían fluyendo por su rostro se sintió absolutamente desubicado y extraño en el espacio donde estaba y el terror comenzó a dibujarse en sus expresiones, deshaciendo el dolor que le desgarraba las entrañas, reemplazándolo por la ausencia ajena que su compañero experimentaba.

YoonGi rápidamente noto el cambio en el semblante del azabache, en el que, observó la conmoción por lo que JiMin estaba relatando y el progreso de las lágrimas que rápidamente manifestaron el tormento que sentía y que no sabía digerir plenamente, hasta el momento en que su atención terminó en JiMin, ocasionando una mayor impresión e impacto por las ideas presurosas que sabía y JungKook estaba sintiendo, porque el leve temblor de sus manos y la mirada ausente eran los indicadores que se encontraba abstraído en sus pensamientos y apresado por los vistazos fragmentados de su memoria.

―Kook, necesito que te concentres en mi respiración y la imites ―declaró YoonGi posicionado frente al azabache y sosteniendo su mano derecha contra su pecho, para que el contrario captará el movimiento que ejecutaba su caja torácica en cada aspiración de oxígeno.

La respiración acelerada de JungKook le dificultaba sentir el aire ingresando por sus fosas nasales, impidiéndole estabilizar su correcto ritmo y desesperándolo aún más en la ausencia de la cantidad de oxígeno necesaria para expandir sus pulmones haciéndolo sucumbir al desespero detonado por una crisis de ansiedad, en la que se esforzaba por detener y controlar, imitando los movimientos que YoonGi le enseñaba y las órdenes que lo invitaban a retomar el normal proceso de su respiración.

Debía hacerlo, debía implementar la fuerza y la determinación que había adquirido hasta el momento durante todo su proceso en el hospital y en los sucesivos episodios que al inicio sufría, se lo debía a sí mismo y a TaeHyung quien lo acompañó y sostuvo su mano en cada sacudida a la que su mente buscaba sumergirlo.

Por él lo logró y por su amor logró llegar hasta donde estaban en medio del progreso que ambos incentivaban en el contrario.

Por él para que no lo viera cayendo una vez más, por él para hacerlo sentir orgulloso de lo que habían conseguido como pareja.

Por él y por su recuerdo presente.

―Lo haces muy bien Kook, sigue así con calma ―indicó YoonGi, alejándose un poco del cuerpo del azabache y permitirle respirar con mayor libertad, notando como poco a poco se iba apaciguando.

En ese momento JiMin tomó la mano libre de JungKook y la dirigió hacia la maceta que colocó a su lado en el suelo, para que sintiera los pétalos de los crisantemos que hace unas semanas habían comenzado a crecer y de esta forma conectarlo a la realidad a través de lo que tanto amaba sentir, la naturaleza que con tanta dedicación cuidaba y entregaba sus miedos a través de pláticas cuando iba a regarlas.

Finalmente terminó por calmarse al percibir el tenue aroma que desprendía una de sus flores favoritas que encerraban el misticismo de la vida y la eternidad.

―Lo siento, sentí o volví al día del accidente y con lo que dijo JiMin sentí su pérdida como mía, no quería interrumpir lo que decías ―JungKook se disculpó por lo sucedido, ya mucho más tranquilo y calmado, sin la descompensación que en ocasiones quedaba en su cuerpo.

―No importa Kook, no hay porque disculparse esto hace parte del proceso que todos vivimos ―específico JiMin con la calidez inundando su tono de voz, para que no quedarán dudas en los preciosos ojos oscuros de JungKook en donde la aflicción y el arrepentimiento estaban tomando presencia.

―Gracias por estar aquí y tu comprensión ―agradeció a JiMin su apoyo incondicional, porque el pelirrojo desde su llegada hace dos meses crearon un firme vínculo de amistad en el que ambos eran el sostén del contrario cuando era necesario.

―Aquí seguiré Kook, no lo dudes ―respondió JiMin.

―¿Quieres retirarte o estás en disposición de seguir? ―cuestionó YoonGi, viendo el estado de JungKook mucha más estable.

―Sí, me quiero quedar, me siento bien, fue solo una pequeña crisis ―aseveró el de orbes ónix con total seguridad y disposición para finalizar la sesión grupal de hoy.

Antes de continuar, el psicólogo y el paciente, comprendieron lo que en realidad había sucedido y lo que desencadenó el desequilibrio que no estaba supuesto a suceder, convirtiéndolo en un indicador de progreso hacia el tratamiento estratégico que estaban llevando a cabo en conjunto.

Después de finalizar la terapia grupal y de la completa mejoría de su estado, JungKook colocó su preciada planta en la zona correspondiente en donde debía estar para asegurar su crecimiento y bienestar, y rápidamente abandonó el invernadero, sin embargo, en el trayecto hasta donde iba con gran apuro fue acompañado por el pelirrojo.

―Imagino que vas con TaeHyung ―dijo JiMin, ya sabiendo el motivo de la prisa del azabache de adorables ojos.

―¿Soy muy evidente, cierto? ―preguntó JungKook en una afirmación que se contestaba por sí sola.

―Así como que uno diga muy evidente, evidente, más o menos ―molesto JiMin.

Ocasionando una contagiosa risa en ambos mientras seguían el camino hacia el centro principal, en donde estaba ubicado el comedor para todos los pacientes además de las oficinas de los administrativos y personal médico, aun cuando las residencias estuvieran divididas en dos bloques, la zona residencial A contaba con dos amplios niveles en los que estaban los pacientes dispuestos en habitaciones para dos ocupantes a diferencia del B que estaba formado por un solo nivel, ya que, en este son ubicados aquellos pacientes a los que se debían reducir los posibles riesgos que atenten o sean un incentivo para su integridad, debido a que, al interior del hospital las ventanas de las habitaciones no tenían rejillas que dieran la impresión de una correccional, además la psique de la persona en ocasiones podía vincular dichos objetos como un intento de represión y un obstáculo a lo que pueden observar a través de ella, así que, las personas con riesgo suicida o trastornos histriónicos de la personalidad estaban en ese sector.

Y como parte de la comunidad que al interior del hospital buscaba formarse, el comedor principal y las áreas comunes de entretenimiento estaba ubicadas en el edificio principal, como un punto de encuentro y lugar de esparcimiento en general.

―En estos cinco meses que llevo de conocerlo y en el tiempo en que nuestra relación se fue formando, él hace parte de mí y de lo que ahora me motiva ―expresó JungKook con la ilusión reverberando en su mirada.

En un haz de luz de esperanza que en la situación actual se convertiría en el augurio de la nefasta realidad que esperaban por contar.

―Él llegó en el momento oportuno a tu vida, como una vez lo dijiste, él llegó en el instante en que más lo necesitabas sin saberlo ―JiMin recordó lo que el azabache ya le había contado en una oportunidad anterior.

―Sin él, afrontar la razón de lo que me llevó a estar aquí no hubiese sido tan fácil ―explicó Kook con una sonrisa nostálgica, mientras continuaban su trayecto y a la lejos su mirada se perdía entre las vallas de madera que delimitaban el comienzo de la huerta en donde las frutas, verduras y algunas hortalizas eran cuidadas por los pacientes y el personal del hospital.

Que fue presenciada por el pelirrojo, a quien el desconsuelo comenzó a invadir como en cada instante en que contemplaba el gran y arraigado amor que JungKook le tenía a TaeHyung, en un amor que estaba enraizado en la inmortalidad.

―Aunque sé que al inicio no debió ser fácil para Tae, debido a su condición ―mencionó JiMin.

―Y es por su esfuerzo que tanto lo admiro, porque la primera vez que lo vi en el rincón más alejado de la sala de estar de la residencia principal, su mirada me hizo sentir que en él podía hallar las respuestas a cada misterio que gritaba por ser escuchado ―manifestó Kook, al recordar cómo fue la primera vez en que vio a TaeHyung―. Para luego ser castigado por la vida al tenerme como compañero de habitación, no debió ser fácil, y a pesar de su dificultad a nivel social, conmigo esa barrera se fue desvaneciendo y ahora puedo sentirlo a mi lado ―el orgullo encendió su mirada como en cada ocasión en que el tema central era su relación con TaeHyung.

―Con lo hablador que puedes llegar a ser de seguro algún miedo despertaste en Tae los primeros días ―JiMin bromeó en la misma línea referencial de lo que aún no conocía, porque no existía más allá de las paredes que forman la habitación de la pareja.

―Fueron las pruebas que fortalecieron nuestro amor ―reconoció Kook con emoción y apurando más sus pasos al dejarse contagiar por los pequeños gritos de euforia que algunos dejaban escapar al aire corriendo hacia el área que protegía la zona de la piscina en donde se llevaba a cabo la clase de natación.

―Sin duda Kook, sin duda su amor nació en medio de las dificultades de su camino ―preciso JiMin.

―Debo dejarte o si no me quitaran la oportunidad de pedir otra rebanada más de pastel de zanahoria ―expresó JungKook.

―¿No me digas que Tae también ama ese pastel? ―cuestionó el pelirrojo, mientras presionaba su labio inferior entre sus dientes para no sucumbir al dolor que le causaba ver tanto alegría en su pequeño menor.

―Es que quiero celebrar con él los progresos que ha logrado, así que... ―explicó, alzando sus hombros para dejar entre dicho la razón de sus actos.

Y JiMin se declaraba un vil perdedor cada que los orbes oscuros de JungKook retenían las sombras en su interior para fragmentarlos y convertirlos en diminutos haces de luz que iluminaban la más vacía mirada que en ocasiones poseía.

―Ahora sí te dejo Mimi, nos vemos después, ten un buen día ―JungKook se despidió con una gran e inocente sonrisa entre sus preciosos y finos labios que dieron apertura a los adorables dientes que perfeccionaban su rostro.

Antes de perderlo de vista, JiMin llamó de nuevo su atención.

―¡Kook! ―gritó viendo al menor detenerse y girarse en su dirección, aunque apurándolo a hablar con el movimiento de sus brazos―. Dile a HoSeok que te de mi porción y felicita a Tae de mi parte ―y le fue imposible seguir conteniendo el llanto que se aproximaba, que fue manifestado en una solitaria lágrima que JungKook percibió como el más aprensivo cariño y orgullo que ambos sentían hacia los logros de TaeHyung.

Y cruel es la esperanza que disfraza los miedos de inmensidad obnubilada en la que la cordura emigra para nunca más volver, porque se derrite en medio de la pasión de un inconmensurable amor.

Euforia que JungKook manifestó con una inclinación dirigida hacia su mayor, que desde el día en que llegó siempre fue para él un gran apoyo y motivación, que siempre estaba dispuesto a retribuir.

Por lo que, sin perder más tiempo terminó de acortar la distancia que lo separaba con el edificio principal y atravesó los pasillos en medio de saludos dedicados al personal y algunos pacientes con los que en algún momento compartió o lo seguía haciendo.

Cuando cruzó la última intersección a la izquierda, el delicioso aroma proveniente del comedor inundó sus pulmones al aspirar con avidez y deleitando a sus papilas gustativas que reaccionaron inmediatamente por cada platillo que imaginaba y correspondía a lo estaba oliendo.

―Sin ti este lugar no sería igual Hobi, tú lo llenas de luz y momentos de alegría con tus preparaciones ―halago JungKook, ingresando al comedor que ya comenzaba a llenarse por los pacientes con sus bandejas en medio de la fila que se formaba en la barra horizontal que dividía la cocina del gran salón en donde estaban dispuesto las mesas y las sillas para compartir una agradable hora de desayuno, almuerzo y cena.

Y Jung HoSeok era quien lideraba toda la misión de preparar y ordenar el menú de cada día, como de encargarse de los pedidos de cada residente en el hospital, que era otro pilar en Salm-ui seomgwang, al adecuar y tener en cuenta las preferencias alimenticias de cada paciente, así como sus gustos o disgustos con la comida, y para ello contaban con el servicio de un chef privado como lo era el castaño, que constantemente prestaba sus servicios sin recibir remuneración a cambio, porque él había perdido a su pequeño hermano cuando la depresión llegó hasta extinguir todo brillo de vida y terminó por condenarlo a su muerte.

Todo como parte de un diagnóstico que llegó tardíamente porque su familia no contaba con los medios necesarios para pagar un tratamiento adecuado, así que, al crecer y elegir una profesión decidió hacerlo en honor a su hermano Jung HaJoon, y en medio de su travesía de éxito y triunfo como chef; un día se enteró de la vacante que tenían disponible y no dudo en unirse, aunque en un inicio se negaron a pagar por sus servicios por los altos honorarios que merecía, pero no tuvieron más opción que aceptarlo cuando insistió por ser tomado en cuenta, siendo la razón de que en la actualidad una parte de su servicio sea altamente remunerado por el éxito que ha ido obteniendo el hospital.

―Y qué sería de mis días si no veo tu adorable sonrisa Kookie ―respondió HoSeok, al abrazar a su dongsaeng, que correspondió con gran afecto.

Una acción que demostraba el vínculo que los unía, y es que la afable personalidad de JungKook encantaba a las personas que llegarán a conocerlo. Su encanto natural resaltaba y llenaba de energía a quienes lo rodearan.

―Es agradable que continúes aquí Hobi ―agradeció el azabache.

Por qué tanto HoSeok como los demás ayudantes de cocina hacían de esos momentos un placer olfativo y gustativo de sentir, irrumpiendo la monotonía o el dolor del día que pudieran estar transitando. Porque ellos se dedicaban a preparar exquisitos platos típicos de Corea o variaciones provenientes de otros países, e incluso lo que más animaba a los pacientes era que sus gustos se tenían en cuenta cuando sus alimentos eran servidos cada día.

―De no hacerlo, quien les prepararía cada postre que les gusta, como esa torta de zanahoria por la que se encuentran peleando ―HoSeok se rio con energía al adivinar las intenciones del azabache.

―Bueno, es tu culpa por cocinar tan bien, ni modo te atienes a las consecuencias de tus actos ―respondió, encogiendo sus hombros para restarle importancia a las acusaciones contrarias.

―Siempre sales ganando ¿Cierto? ―cuestionó HoSeok, regresando nuevamente tras el mesón en donde se disponía la comida en diversos recipientes para ser seleccionados tanto por el personal como por los pacientes.

Siendo una actividad que disfrutaba realizar, para ver si los demás disfrutaban de lo que preparaba aun cuando su deber fuera prepararla en asistencia con sus colaboradores y demás iguales en la cocina, interactuar con las personas que iban a degustar sus preparaciones lo llenaba de gozo.

―En realidad vengo por lo justo y necesario para TaeHyung y para mí, y la porción del pastel que JiMin me otorgó muy amablemente ―reveló JungKook a la par que tomaba dos bandejas y las situaba sobre una pequeña mesa por ruedas para llevar los alimentos hasta la habitación que comparte con su pareja.

Debido a la fobia social de TaeHyung, interactuar en un espacio tan amplio y lleno de personas lo agobiaría hasta que el temor invadiera todo su sistema, llevándolo a sucumbir ante un posible ataque de pánico que terminaría por indisponerlo y desintegrar los avances que hasta ahora se habían logrado.

De forma gradual, TaeHyung era expuesto a situaciones sociales que generan cierto grado de ansiedad pero controlando los niveles de forma progresiva en la interacción a la que debía exponerse.

―¿Lo sobornaste, Kook? ―debatió HoSeok, tomando los platos que el azabache le extendía para obtener lo que tanto deseaba.

Dos rebanadas del pastel de zanahoria, formada cada una por dos capas y entre ellas una crema pastelera de mantequilla, y por último, una cubierta de crema chantilly que unificaba todos los sabores.

―Que falta de confianza hay por aquí ―respondió JungKook con aflicción claramente teatral.

―Uno nunca sabe ―reconoció―. ¿Se debe a cierta persona a la que vas a ir a ver?

Y no necesito una respuesta verbal para confirmar que detrás de cada acción de JungKook primaba el bienestar de TaeHyung, así como el del castaño por medio de las afirmaciones del azabache también primaba el bienestar contrario. Una dualidad que ambos creaban y formaban por medio de la unión de su amor.

Incluso anteponiéndose a la realidad que dos seres inexistentes mantenían de forma vehemente como un acto verídico de existencia.

―Quiero celebrar con Tae los avances que ha tenido, porque ya ha logrado estar más tiempo en el jardín cuando los demás chicos están allí ―aclaró JungKook, con el orgullo aflorando en su ser de forma intensa, que lo cubría en el fulgor del amor que el contrario despertaba en su corazón.

La manifestación pura de amor se vio reflejada en la sonrisa idílica y en la mirada refulgente, contagiando a quien pudiese verlo y HoSeok fue el primero en sentir el dolor en una reminiscencia que ya no existía y que conocía profundamente en cada matiz que formaba el entramado actual.

―Eres una gran persona Kook ―un melancólico castaño expresó con una radiante sonrisa que fue contagiada por el azabache.

―Solo soy una persona que ama y es amada ―preciso.

―Siendo así, no detendré más tu camino para que vayas con rapidez con tu eterno amor.

―Te lo agradezco mucho Hobi ―agradeció, tomando los pequeños platos con las porciones de torta de zanahoria que de seguro alegraría el día de TaeHyung.

Y de paso el suyo propio al verlo sonreír y poder compartirlo con él.

―Felicítalo de mi parte, tanto por sus logros como por hacerte tan feliz Kook ―declaró HoSeok.

―Basta, no sé porque hoy todos parecen ponerse de acuerdo en hacerme sentir un poco avergonzado ―porque era un hecho que JungKook llegaba a sentirse realmente tímido cuando hablaban en demasía de su relación con TaeHyung.

Lo que ocasionaba que sus latidos incrementarán su frecuencia y un tenue sonrojo salpicara sus mejillas, porque mencionarlo lo llevaba a recordar cada experiencia y momento compartido a su lado, además, de que hoy estaba más sensible debido al encuentro que tuvieron en la mañana.

Aumentando el deseo de verlo.

―Es parte del amor Kook, ser avergonzado por tus amigos o personas cercanas ―se burló HoSeok, viendo como el sonrojo aumentaba en el rostro de JungKook y este a su vez terminaba de seleccionar los platillo preparados en el menú para finalmente ponerlos en el mesita rodante e iniciar el retorno al lugar donde pertenece.

Entre los brazos de TaeHyung que con calidez siempre lo recibían.

―Cómo digas, adiós Hobi ―JungKook se despidió, saliendo del comedor para dirigirse a su habitación.

Y finalmente obtener la paz que siempre encontraba en TaeHyung, y en él perecería cada perturbación que afrontará.

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