Ⅲ: Lycoris radiata
No hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y transforme en héroe.
PLATÓN
Jeon JungKook era consciente de la decisión que estaba tomando, en el momento en que su voluntad en un inicio fue coaccionada por los lamentos de su madre HyeJin, las súplicas de hermana YeoBeen y la mirada acongojada de su padre NoMin, cuando la última acción que garantizaría su mejoría fue irremediablemente presentada. Ya no había más opciones viables que elegir como una alternativa al tratamiento que no estaba surtiendo efecto.
Una decisión agresiva y directa para enfrentar un trauma que día a día se hacía más fuerte, arrebatándole el sentido de su existencia y llenando de temores sus sueños, qué ya no podía soportar más, sentía que en cualquier instante su mente colapsaría arrastrándolo a la noche del accidente que se repetía sin cesar cuando sus ojos se cerraban para darle paso al sueño.
―Puedo hacerlo ―se alentó a sí mismo cuando atravesó en compañía de su hermana el camino de entrada del hospital de salud mental, Salm-ui seomgwang, mientras sus padres iban unos pasos más atrás con el psicólogo encargado, de quien ya había olvidado su nombre, pero sabe que ya tendrá tiempo para aprenderlo después.
Sus recuerdos son difusos y de la misma forma en que se aferró al cuerpo de su familia en lo que sería el último abrazo hasta la primera visita a la que tuvieran permiso de acudir, sabría que esa calidez inundada de lágrimas sería su mayor consuelo para enfrentar el tratamiento. Y de esa misma forma su cuerpo perdió la conexión familiar y el primer vínculo que conoció en la vida para verse en una fraccionada parte de la realidad que viviría.
―Hola JungKook, soy Kim SeokJin y soy el enfermero en jefe de esta unidad, y seré quien te guíe en el proceso ―explicó el enfermero, que se encargaba del recibimiento de los nuevos pacientes para brindarles un cálido saludo y no abrumarlos durante la primera semana mientras atravesaban el proceso de acondicionamiento al hospital y a lo que deberán afrontar más adelante.
―Gracias ―susurró el azabache―. Soy Jeon JungKook ―se presentó de forma automática sin tener plena consciencia de lo que estaba haciendo, ya que, desde el momento en que soltó la mano de su hermana se sintió perdido en un lugar que lucía gris antes sus ojos, carente de emoción y desbordante en añoranza.
Luego, las palabras y frases del amable enfermero se convirtieron en una canción de fondo, en una sonata que su memoria registraba atendiendo a las indicaciones que pausadamente le daban, no eran demasiadas, eran simples y concretas pero entonadas con una voz suave, que le daba consuelo a su perturbado corazón que buscaba salir y huir en la dirección contraria a la que voluntariamente cedió para estar aquí.
Pero el arrepentimiento era sagaz y demandante al presentarse sin ser llamado para imponer su potestad de volver al camino del que fue usurpado.
―Yo... ―su voz se entrecortó debido a la afonía que comenzó a anidar en su garganta, pero no quería ser descortés con SeokJin, así que hizo un esfuerzo por hacerlo―. Solo quiero descansar, lo siento, no me siento bien ―pidió un poco de comprensión.
El rubio lo entendió perfectamente, porque superar el primer día requería de un esfuerzo mayor para una agotada persona que aunque acudiera de forma voluntaria, exigía un gran acto de valentía para integrarse a la nueva realidad que estaban supuestos a experimentar. Además, se sintió agradecido por el esfuerzo que JungKook estaba haciendo al no sucumbir a la desesperación y tratarlo con molestia queriendo culparlo de lo que vivía.
―Está bien, no debes pedir perdón por querer tu espacio ―aclaró el rubio―. ¿Quieres ir a tu habitación? O podría... ―fue interrumpido por el movimiento efusivo de las manos de JungKook, negando lo que había propuesto.
―¡No! En realidad me gustaría seguir aquí, aún no estoy preparado para verme en la absoluta soledad ―confesó el azabache un poco apenado, porque tarde o temprano debería ir a la soledad que lo esperaba al interior de una construcción de cuatro paredes blancas.
O era lo que creía encontrar una vez aceptará y terminará de conocer su realidad.
―Si es lo que quieres, podrías pasar un rato en la sala de estar común de la zona residencial A, que será tu hogar temporal durante tu estadía, y así cuando te sientas listo para conocer tu habitación solo tienes que buscarme y te guiare en el proceso ¿Te parece bien? ―aclaró SeokJin, guiando al azabache de adorables ojos que resplandecían al ver la naturaleza que se cruzaban en el trayecto.
―Te lo agradezco ―expresó JungKook.
―¿Quieres probar las mejores galletas de mantequilla de todo el lugar? ―preguntó Jin, sabiendo que eran las favoritas del azabache.
Ya que, como parte de la bienvenida a cada paciente durante su primera semana se le motivaba con diversas comidas o actividades que evocarán emociones positivas relacionadas a su vida cotidiana para incentivar la adaptación a la dinámica que vivirían.
La ilusión floreció cándidamente en los orbes ónix, colmándolos de destellos de los que emergieron fugaces haces de luz proporcionada por el sol de media tarde que entraba por los ventanales de la residencia, irradiando simultáneamente una sonrisa que manifestó la vitalidad que hace un tiempo había perdido.
En ese rostro bañado por el sol en el que se filtró una verdad efímera que se impuso para perderse rápidamente cuando la agonía volviera a asechar la vivacidad que sentía en ese momento.
―Eso estaría genial ―respondió con emoción, viendo como el enfermero se retiraba del lugar, dejándolo en medio de una espaciosa habitación que dada la hora no era muy concurrida.
Debido a que la mayoría de los residentes se encontraban en sus actividades y volverían hasta unas horas más tarde, lo que le daría un rato de privacidad en medio de las pocas personas que allí estaban.
En medio del aburrimiento que lo despertó del letargo que lo tenía sumido en la misma posición en que Jin lo dejó, comenzó a recorrer el lugar hacia donde su atención lo guiará y sus sentidos se conectarán.
Por lo que avanzó hasta las dos hileras de madera en la que reposaban una gran variedad de libros, que por sus colores lo llamaron a acercarse, y todo a su alrededor se transformó cuando en medio del espacio entre los inmensos libreros, un cuerpo yacía sentado en el suelo alfombrado con un libro en sus manos, absolutamente concentrado en las líneas que iba leyendo y en las hojas que pasaba.
Un rostro grácil y delicado adornado con diminutas ondulaciones que caían en su frente, lo hacían lugar angelical y etéreo, irreal ante sus ojos conmocionados cuando la mirada castaña encontró la propia, siendo llamado por su intensa mirada. Dando origen al primer encuentro en el que resurgió un pilar que se creía olvidado.
Y pudieron presenciar que el ciclo volvía a repetirse, organizando cada escenario y trazando cada evento que definiría los acontecimientos que tomarían vida sucesivamente.
―Mi cielo ¿Qué tanto piensas? ―indagó TaeHyung, sentado sobre la cama que ambos compartían, mientras ingerían el menú que habían preparado para el día. Y esforzándose por seguir la promesa que le hizo a su novio de contenerse y no empezar primero por el postre.
Pero no podían culparlo cuando esa torta era una de sus debilidades, después del bonito azabache que expandió sus ojos por la sorpresa al ver que fue atrapado en el naufragio de sus pensamientos.
―Hoy la mayoría de personas con las que me cruce me hacían pensar en ti, porque preguntaban el motivo de mi felicidad y ahora que te veo me pierdo en los recuerdos que nos unieron ―dijo JungKook, jugueteando con los palillos entre su plato y las migajas que quedaban de comida.
Hasta que su visión contempló el famélico color ámbar en los orbes contrarios que irradiaban el calor que necesitaba cuando sus demonios se presentaban. Siendo la dulzura que lo salvó hoy en medio del ataque de ansiedad que tuvo durante la terapia grupal.
―¿Hay un motivo para que lo hicieran? ¿Sucedió algo? ―cuestionó el castaño, intuyendo que algo no salió según lo esperado, porque lo primero que hizo su pequeño cielo al abrir la puerta fue abalanzarse a sus brazos para ser sostenido y cobijado en el amparo del amor que formaron.
―Tuve un ataque de ansiedad, después de escuchar a JiMin hablar sobre la muerte de su hermano y me sentí tan conmovido que mi mente terminó por disociarse y me desconecté ―expresó, sosteniendo la mano de largos y gráciles dedos de su pareja, encontrando una distracción en su toque―. Y cuando volví de nuevo, mi respiración se hizo tan difícil de mantener y mi cuerpo se sentía extraño como si no lo reconociera y quisiera salir de mi propia piel, pero con ayuda de YoonGi y Mimi todo paso, pero fue posible gracias a tu permanente recuerdo, a tu sonrisa amorosa y tu mirada hipnotizante ―con cada cualidad que nombró con su otra mano fue pasando sus dedos por el perfecto rostro que iluminaba sus mañanas.
―Estoy tan agradecido de tenerte ―confesó TaeHyung.
Ambos estaban tan cerca uno del otro, sus miradas se confrontaban y sus alientos se mezclaban en la lejanía que sus bocas mantenían hasta que fue deshecha por el encuentro anhelado de sus labios, el tacto grácil sobre los impropios en una armonía que llenó sus pulmones del oxígeno que durante la tarde sintieron necesitar. Sus labios aumentaron el ritmo marcado por la vehemencia de la pasión que sentían, sus manos se encontraron recorriendo el cuerpo opuesto, hasta sentir el colchón acunar sus cuerpos y los suspiros envolviéndolos en una melodía que reverberó en el aire cada vez más espeso entre sus cuerpos.
―Gracias por permitirme amarte, Tae ―respondió JungKook, jadeante y agitado por el beso que compartieron.
Mientras sostenían sus cuerpos y enredaban sus extremidades en una excelsa combinación de sus diferencias físicas para formar un solo ser.
―Ambos damos nuestro mejor esfuerzo, por nosotros mismos y por el otro ―manifestó TaeHyung, depositando un beso sobre la frente descubierta del azabache, que cerró sus ojos para disfrutar del tacto.
―Ese fue el pensamiento que tuve mientras trataba de controlar mi ataque ―concordó―. Pero ahora dime ¿Cuál era esa sorpresa de la que hablabas esta mañana? ―recordó JungKook con emoción e intriga por lo que fuera a mostrarle el castaño.
Su cuestión se vio reflejada en la cuadrada sonrisa en el rostro de TaeHyung que por reflejo causó la propia, riendo por la fascinación del amor efervescente que sentían.
―He ido progresando en el tiempo de exposición ante las personas ―relató acariciando el cabello azabache que se deslizaba entre sus dedos―. Lo cual en parte debo agradecerte por no permitir que decaiga ―sin poder contenerse beso nuevamente los rosados labios ajenos que respondieron en sincronía al almíbar que se fundía en la saliva que sus lenguas comenzaron a derramar sobre la boca ajena, en un juego que incrementó las sensaciones que nuevamente despertaron.
―Es lo que estuve diciendo durante mis actividades, acerca de cuán orgulloso estoy de ti, porque sé que no ha sido fácil ―mencionó separándose de la boca ajena que no podía dejar de mirar deseando volver a ella.
―Ambos seguiremos siendo la motivación que necesitamos para continuar afrontando nuestra pronta recuperación ―declaró JungKook.
―Eso lo que más anhelo, continuar nuestra relación más allá de los límites que tenemos ―confesó TaeHyung, volviendo a poseer los labios ajenos, que con prisa le correspondieron al exigente contacto que buscaba traspasar los límites físicos impuestos, sentir con sus manos el alma contraria en el reencuentro del que habían sido separados. Y que entre cortos gemidos el cuerpo del castaño se impuso sobre el de JungKook que lo recibió ansioso y deseoso―. Tenemos que ir a un lugar ―con dificultad logró decir al separarse de JungKook que por más que quisiera seguir refugiado al amparo de la calidez que sus cuerpos creaban, quería cumplir con lo prometido y con la sorpresa que le tenía preparada a su pequeño de ojos ónix.
―Mmm... ―JungKook sollozo bajito queriendo tener más del contrario, pero sabiendo lo importante que era para él lo que con emoción estuvo aguardando para ese momento.
Con un último beso sobre los labios impropios que estaban un poco hinchados, se deleitó una vez más en el sabor que ambos creaban. Para empujar un poco la anatomía que se cernía sobre su cuerpo para que ambos recuperaran el límite recomendado de distancia hasta que dispusieran del tiempo para hacerlo, porque de acuerdo a la rutina que tenían, durante la tarde les administraban los medicamentos recetados que complementaban la acción de las terapias que debían seguir.
Sin embargo, los estabilizadores y componentes químicos de las pastillas que debían ingerir estaba bajo estricto control de acuerdo a la dosis óptima que el organismo debía recibir para favorecer las diversas terapias, además, el uso de los mismos no era recomendado para todos los pacientes en Salm-ui seomgwang, solo para aquellas personas que por su condición de base los neurotransmisores cerebrales se beneficiaran de la regulación e inhibición que las enzimas químicas les aportan para ayudar a la persona a disminuir los indicadores que estaban elevados. Aunque el uso de los medicamentos se iba suspendiendo con el tiempo de internación del paciente para no crear dependencia. Así mismo, como para aquellos que debido al trastorno o enfermedad mental que padecen se hace estrictamente necesario ingerirlos.
―Eres mi pequeño caprichoso ―expuso TaeHyung, sentándose sobre la cama y estirando su cuerpo para tomar los platos y finalmente degustar la torta que tanto había pedido.
―Y tú, mi pequeño consentido ―expresó el azabache obteniendo su porción correspondiente y contemplando el gusto con el que TaeHyung comió la torta que no espero más por hacerlo.
Ante esa visión no pudo evitar sonreír con ilusión y ternura a la par que limpiaba las comisuras del castaño con su dedo pulgar y lo dirigía a su boca, todo bajo la atenta mirada de su pareja que siguió cada momento para sujetar la mano impropia y besarla con dulzura.
Ambos siendo cómplices del significado implícito de sus acciones.
―Vamos mi cielo, apúrate para aprovechar las horas de sol ―apuro TaeHyung, solo comiendo una de sus porciones y guardando la otra para después del regreso de sus actividades.
―¿Puedes decirme a dónde vamos? ―cuestionó con un mohín en sus labios y sus preciosos ojos reteniendo las estrellas que le dieron vida a su alma.
―Esta vez no te funcionara, Kook ―enunció depositando un beso sobre la frente del azabache para sujetarlo de su mano y salir juntos finalmente de la habitación hacia la primera estación que debían hacer en su recorrido.
Llegando hasta el centro principal para obtener el medicamento recetado para tratar los síntomas de su fobia social, que luego de los siete meses que llevaba en el hospital, habían ido disminuyendo paulatinamente sus dosis hasta ser sólo un fármaco que le ayudaba a sentirse seguro y confiado en que podía regular sus posibles ataques de pánico ante la exposición.
Así que, sosteniendo la mano de TaeHyung lo acompañó en su trayecto mientras lo distraía con conversaciones triviales, incluso cuando ingirió el medicamento recetado, no soltó su mano, acariciándola con sus dedos para darle tranquilidad y confianza, hasta continuar con el recorrido del que no tenía idea alguna al que se dirigían.
―Adiós Jin ―se despidió JungKook a la misma vez que veía a TaeHyung hacerlo más delicada y penosamente, viendo los frutos del esfuerzo que el castaño hacía en cada una de sus terapias.
―Disfruten chicos y tengan cuidado ―afirmó el enfermero, sonriendo cálidamente al ver el ensueño deslumbrando en la sonrisa de JungKook.
Luego del breve encuentro, ambos continuaron su recorrido, viendo a los demás pacientes circular por los alrededores, unos con destino a las actividades que tenían programadas o por simple ocio del tiempo libre que disponían semanalmente. Por lo que, ahora se dirigían según por la forma en que TaeHyung jalaba sutilmente de su brazo para indicarle hacia donde ir.
Yendo al lado izquierdo del lugar, en el que primaba la naturaleza en medio de las construcciones que allí se ubicaban, como la sala de arte que les dio la bienvenida, alzándose a lo alto, formada por ventanales de diversos colores que se fundieron en los cristales que recorrían toda la construcción, un lugar en especial que TaeHyung y él amaban visitar, y más aún cuando obtenían permiso de estar allí solo con la compañía contraria.
―Últimamente he estado trabajando en un proyecto que muy pronto podré mostrarte ―dijo TaeHyung, adivinando los pensamientos de su pareja que se había quedado absorto mirando la casa de arte, y por la fascinación que inundó sus ojos oscuros en los que navegó hasta acercarse más a su cuerpo.
―¿Podrías hacerlo ahora? Tenemos tiempo ―canturreo JungKook, saliendo de la ensoñación en la que se sumergía cada que veía el rostro de su ser amado, que frente a sus ojos se veía idílico por los rayos de sol que iluminaban su cabello dándole reflejos de oro que armonizaban con su excelsa belleza.
―Hoy no me siento tan benevolente ―emitió dejando un beso sobre la mano que sostenía entre la propia, riendo al escuchar las protestas de JungKook al ver que sus deseos no eran cumplidos a la primera petición.
―Cobraré venganza, que te quede claro ―refunfuñó con un adorable mohín en sus labios, que fue rápidamente besado por TaeHyung, mientras acunaba su rostro con su mano libre y sostenía entre sus dientes su labio inferior.
―Te amo a partir de lo que soy ―confesó reanudado el paso y arrastrando a un sorprendido azabache que sentía que el aire había sido robado de sus pulmones para pertenecer al cuerpo que lo guiaba más allá de la sala de yoga y gimnasio que estaba envuelta por enredaderas que ascendían por las paredes y los barandales de ambos niveles.
Un espacio del que TaeHyung no era muy partidario de asistir, pero que en ocasiones lo hacía por pedido de JungKook, ya que él disfrutaba de hacer ejercicio con frecuencia y como no podía negarse a sus preciosos luceros, las pocas veces en que asistió, le brindaron cierta calma a la agitación que llevaba en el interior cuando dejaba fluir su energía ya fuera mediante el esfuerzo físico o la relación que le brindaba el yoga.
―Te amo con intensidad ―murmuró JungKook en un secreto a voces que resonaron en sus pensamientos y que llevaban la amalgama de formas que adquirían color en presencia de TaeHyung.
Pero sin duda el espacio que más lo conectaba a su esencia y la perturbación que en su mente habitaba, era al amplio domo que daba forma a la sala de meditación, a la que usualmente asistía cuando el piano o la pintura por sí solas no podían ayudarlo a salir del bucle al que sus conflictos y temores lo sometían.
Y finalmente, la obsidiana y el caramelo de sus ojos se sumergieron bajo el manto hechizante del plano natural que de seguir el rumbo los conduciría hacia el lugar de senderismo que estaba integrado en el hospital, ya que, colindaba con una pequeña montaña en la que decidieron crear un recorrido para fortalecer la conexión de cada paciente con la inmensidad que posee la naturaleza.
Un refugio que le permitía liberar las tensiones que rogaban por salir y romper contra sus barreras para desequilibrar la calma que últimamente sentía desde que TaeHyung estaba a su lado.
―¿Lo has preparado tú? ―preguntó asombrado con lo que tenía a sus ojos maravillados que registraban y grababan en su memoria cada elemento del espacio que TaeHyung había acondicionado para compartir una tarde agradable.
Bajo dos grandes árboles de cerezo que creaban un aura irreal bajo la sombra que le otorgaba al mantel de flores que descansaba sobre el césped para evitar que el roce del mismo llegará a irritar sus pieles; en el que habían diversos contenedores con alimentos convencionales y típicos de Corea como el kimchi y varios potes de ramen, y otros no tan comunes que de seguro fueron proporcionados por HoSeok.
Y JungKook se sintió delirante al ver las aceitunas y los pepinillos que hace tanto quería volver a comer, acompañado de tiras de salami y jamón ibérico en grandes cantidades. Automáticamente sintió sus papilas gustativas reaccionar y salivar por el festín que iban a probar.
―¡No puede ser, Tae! ―gritó JungKook, jalando del brazo que sostenía con fuerza para acercarse lo más rápido posible y determinar que lo que veía era cierto, y no un delirio visual.
Allí sobre un cuenco cristalino se exhibía un pequeño trozo de su queso favorito, el azul, que de solo verlo y verificar que si se trataba de su mayor deseo, como acción innata e involuntaria a la que no se resistía terminó sujetando el rostro del castaño entre sus manos para besarlo con fervor y dulzura, mientras sentía que las manos ajenas rodeaban su cintura y apretaban con sutileza, despertando un hormigueo allí donde sus manos tocaban y enviándole pequeñas corrientes de energía por la extensión de su cuerpo que desembocaban en su abdomen bajo, revoloteando en una bandada de mariposas que las sentía formar un refugio sobre ambos para no ser vistos por nadie más que por los ojos enigmáticos del contrario.
Reviviendo lo que sintieron el primer día en que se conocieron, de forma fugaz y nerviosa sus caminos colisionaron para nunca más separarse y capturar la voluntad para mantenerse juntos.
El oxígeno comenzó a ser una necesidad imperante para darle sentido a la conmoción que hallaban en los labios fervorosos de su pareja.
―Me haces tan feliz ―aún en la misma posición, tuvo que inclinar leventemente el rostro hacia arriba para contener las lágrimas que por efecto de la gravedad se deslizarían por su rostro así lo evitará―. Cada detalle que has tenido a lo largo de este tiempo que llevamos juntos, son los recuerdos y experiencias que más atesoro ―sonrió ampliamente a la par que sus perladas lágrimas se desprendían de los lacrimales un poco enrojecidos y melancólicos por lo abrumador que podía llegar a ser la presión sobre su pecho al inundarse del incontenible amor que sentía por Kim TaeHyung.
―Recuerdo tus preciosos ojos curiosos que al verme se agrandaron por la sorpresa de ser atrapados mirando en mi dirección ―molesto TaeHyung, ahora sosteniendo el rostro ajeno para retirar las cálidas gotas que danzaban por la piel de JungKook.
―¿Ese día te asuste, cierto? ―dudo en lo que decía solo para que Tae se congraciara con lo expresivo que podía llegar a ser.
Y que ante su intensa mirada cuando se vieron en medio de los libreros de la sala de estar, el temor y la ansiedad nació en TaeHyung, quien no soportó la presión y terminó casi que huyendo al dejar el entretenido libro que leía olvidado sobre el suelo, todo para comprender la agitación que en su estómago se alojó con fuerza y el latir apresurado de su corazón, sabiendo que no era por su ansiedad sino por una inconexa euforia que comenzó a sentir.
Fue a través del libro olvidado que JungKook pudo acercarse a quien horas más tarde conocería como su compañero de habitación. Entre libros y reseñas ambos fueron forjando el primer vínculo que los uniría irremediablemente, y en las letras que cobraban vida al ser pronunciadas por el contrario se refugiaron en el amor que construyeron en un castillo indisoluble.
―Pensé que así había sido ―divago TaeHyung mientras apremiaba al azabache a sentarse sobre el mantel, muy cerca de su propio cuerpo, quien aún seguía reparando en los alimentos que ya deseaba probar―. Pero cuando vi que ingresaste a la misma habitación en la que estaba, comprendí que tu presencia iba a ser constante y que respetaste mi espacio, porque cualquier otra persona hubiera podido ignorar las indicaciones que el enfermero te dio ese día y la curiosidad de hablar hubiese sido triunfante, pero en lugar de eso solo dejaste el libro sobre mi mesa de noche y luego cuando me atreví a mirarte estabas dibujando, así que, desde el primer día lograste tratar mi ansiedad ―confesó lo que estuvo reflexionando si decir o no, después de descubrirlo en medio de una de sus sesiones hace un par de semanas. Por ello, decidió preparar este momento para su pequeño de ojos obsidiana.
―Creo que he hecho algo bien en mi vida o en la anterior a esta para ser merecedor de conocerte y tener tu amor ―dijo JungKook, sucumbiendo una vez más a un ligero llanto que encarnaba la pureza de su alma y el inconmensurable amor que no sabía que podía llegar a sentir.
En lo profundo de su ser un eco emigró tan escurridizo como imponente, advirtiéndole quien era esa persona angelical que lo sostendría hasta el último suspiro de vida que fuera dado por sí mismo.
―Es parte de la retribución de la vida, obtienes lo que das y lo que creas vuelve a ti ―expresó TaeHyung.
En medio de suspiros anhelantes se tomaron un tiempo para sentir la brisa recorrer el espacio y con la energía necesaria para hacer que algunos pétalos de las flores del cerezo cayeran sobre ambos, por lo que se apuraron a proteger los alimentos y volver a conectarse con el silencio, y el movimiento adormecedor del pecho que sentía contra su espalda, que lo hizo sentirse extasiado del mejor momento de su vida, aún en medio de las circunstancias que lo llevaron a estar allí.
―¿Cómo lograste todo esto? ―cuestionó el azabache.
―¿Hay algo que no te guste? ¿O querías algo más? ―devolvió TaeHyung, sabiendo que no era a lo que JungKook se refería, pero no estaba de más molestarlo un poco.
―Sabes que no es así ―adivinando la intención de su pareja―. Lo digo, por el permiso para hacerlo y también porque hay alimentos que aquí no nos suelen dar ―preciso señalando puntualmente las comidas extranjeras que amaba.
―Me estuve esforzando durante las terapias y como refuerzo que nos dan por nuestros avances, decidí acumularlos para un día en que no tuviéramos actividades en la tarde ―aclaró―. En cuanto a la comida, en especial ese queso con hongos que tanto te gusta ―rio con emoción y pinchó con sus dedos los costados del abdomen contrario.
―Si lo dices así suena asqueroso ―indicó luchando por deshacerse de las cosquillas que lo atacaban.
―Está bien, son hongos saludables que fermentan el sabor del queso ―expuso recibiendo un asentimiento por parte de JungKook―. Para lo demás que también te gusta comer, hable con YoonGi para ver si era posible y su reto fue que enfrentará a Hobi sin tenerte a mi lado y que se lo pidiera yo mismo. Y creo que debió salir muy bien porque me permitió pedirle un pequeño extra y es como pude obtener ese jamón que ahora es mi favorito también, así que, discúlpame pero ya no me aguanto más ―finalizó estirando su mano en el intento de degustar un poco de los alimentos que ya quería comer.
―Pero que tramposo eres ―rebatió JungKook, aferrado al cuerpo contrario en una incómoda posición después de girarse y subirse sobre el regazo de su pareja, sus brazos luchaban por liberarse o empujarse, lo que primero surtiera efecto, sus piernas aferradas a la cintura del castaño, terminaron por ceder debido a la fuerza que mantenía y terminaron sobre el suelo.
Uno sobre el otro, embebidos en la mirada que tenían frente a sí, en la que naufragaban cuando el turbulento exterior acechaba con destruir el castillo de arena en el que resguardaron el cristal en el que sus corazones residían.
―¿Cómo te atreves a tocar mi comida? ―retó el azabache, sosteniendo las manos contrarias por encima de su cabeza.
―¿Hablas de la comida o de ti? Porque ambas las puedo tener de un modo u otro ― declaró con orgullo en su voz, no dando lugar a ninguna cuestión más cuando redirigió el rostro hacia el propio para depositar suaves besos sobre la comisura sonrojada de JungKook, que no podía dejar de sonreír del incalculable amor que recorría todo su ser.
Y por lo descarado que podía llegar a ser, una faceta que amaba ver relucir ante su mirada.
―Eso tienes que descubrirlo tú, amor mío ―confesó JungKook sobre los labios impropios que yacían entreabiertos a la espera del beso que se le fue negado. Porque él también podía ser igual de descarado.
―Estoy dispuesto a hacerlo ―susurró apresado entre sus brazos el cuerpo del azabache que gustoso se acomodó para disfrutar de la calidez de una tarde que vivieron con sonrisas lanzadas al aire y secretos sellados en sus labios.
La noche comenzó a desvanecerse y a ser superada por el alba que se presentaba por la presencia del sol en el exterior, que comenzaba a reinar sobre la oscuridad que minutos antes dominaba el cielo. Lentamente, el astro solar inició su esplendorosa aparición para avisar que un nuevo día iniciaba.
Sintiendo los pequeños rayos de sol que lograban colarse por la abertura de las cortinas, una cálida luz comenzó a caer sobre sus ojos ónix protegidos bajo sus párpados, comenzaron a ser irritados por la claridad, arrebatándole del sueño que se esforzaba por volver a perseguir, sin embargo, el brazo que estaba sobre su abdomen le hizo sentirse contenido y protegido por la persona que sentía contra su espalda.
Por lo que, concentrándose en dar leves toques sobre la mano de su pareja y se esforzaba por abrir finalmente los ojos para recibir la bienvenida de una nueva mañana, un pequeño sobresalto lo hizo expandir sus orbes en el momento que sintió una considerable protuberancia contra su espalda baja.
Con una sonrisa pícara enredada entre su labios, comenzó a moverse lentamente contra la entrepierna contraria que se alzaba orgullosa en una semi erección, la cual se acomodó entre su trasero por sobre la ropa de pijama que estaba usando debido a su sutil movimiento. Un tenue balanceo en semicírculos comenzó a prender llamaradas en su cuerpo y el deseo emergió lentamente del interior de su abdomen bajo cuando el contrario se empujó más contra su cuerpo, en especial contra su trasero.
―Ahhh... ―jadeó suavemente ante esa acción, sabiendo que TaeHyung no estaba tan dormido como aparentaba. Y quién lo estaría después de lo que estaba haciendo.
Sin detenerse comenzó a moverse con un poco más de fuerza, siendo correspondido por el agarre de la mano firme del castaño sobre su cadera, manteniéndolo en la misma posición mientras trataba de ubicar mejor la formada erección entre la línea central de su trasero.
Y en respuesta dirigió la mano que no estaba bajo su cuerpo hacia atrás, tanteando hasta filtrarla por el espacio que separaba ambos cuerpos y sostuvo el pene de TaeHyung que vibró ante el contacto efímero que dejó sobre la ropa que les disgustaba cada vez más.
―¿Qué crees que estás haciendo? ―interrogó TaeHyung con la voz ronca y delirante que hacía suspirar a JungKook, y así se lo hizo saber cuándo un jadeo más inundó la habitación, un quejido que despertó las terminaciones nerviosas de ambos cuerpos, sacudiéndolos para hacerlos caer en la bruma del deseo.
―¿Necesitas que te lo explique, mi cielo? ―devolvió el azabache con gracia, mientras con su mano sobre la erección de su pareja sin hacer ningún movimiento más que una efímera presión sobre la cabeza del pene que rogaba por sentir sin ninguna tela que interfiriera en su toque.
―JungKook, no te hagas el chistoso ―gruñó TaeHyung, iniciando un tortuoso y lento recorrido de húmedos besos sobre el dorso del cuello de JungKook, descendiendo lentamente desde la mandíbula hasta llegar al inicio de la clavícula que podía alcanzar dado la posición en la que estaban―. Joder... ―siseó entre dientes al sentir un nuevo apretón sobre su formada erección.
―Me gustaría más demostrártelo ―JungKook musito sobre los labios ajenos a la vez que empujaba delicadamente el cuerpo del castaño para que su espalda termina completamente sobre el colchón y le permitiera estar encima del caliente cuerpo que sentía a través de sus manos que afanadas tocaron el ardiente abdomen de su pareja.
Que entre suspiros se dejó hacer en manos de la lujuria que reverbera en los ojos ónix que lo tenían delirante y extasiado.
Y Jeon JungKook sabía lo que quería e iría por ello, de la forma en que sus cortas uñas comenzaron a acariciar la piel ajena para acrecentar las sensaciones que los sacudían desde el interior, lo que incrementó la respiración de TaeHyung, volviéndola más pesada y ronca. Encendiéndolo aún más y que le dio la autorización para cumplir el capricho que quería sobre el cuerpo contrario que quería devorar.
Sus manos siguieron descendiendo hasta llegar al borde elástico del pantalón de algodón que Tae usaba para dormir.
―¿Me permites tomar tu cuerpo? ―pidió por el consentimiento que TaeHyung no tardó en otorgarle, inclinándose para morder el labio inferior de su boca que le arrebató un gemido que fue reemplazo por un jadeo que emigró desde la garganta de su pareja, cuando sin pensarlo más bajo el pantalón de pijama junto a la ropa interior que aprisionaban la erección que se alzó contra el abdomen caramelo.
―¿De qué forma quieres hacerlo? ―logró decir TaeHyung, a pocos pasos de caer en el delirio de la pasión.
―Quiero todo de ti ―dijo antes de rodear la extensión del pene contrario con sutileza y precisión con su mano, comenzando con ligeros movimientos de arriba hacia abajo dejando de lado el glande qué rojizo pedía ser atendido.
―Kook... ―gimió TaeHyung, sintiendo la vibración que nacía desde su entrepierna escalando por su abdomen donde se alojó con imponencia, deleitando su cuerpo en pequeños espasmos de placer por las sensaciones que la mano un poco fría de JungKook dejaba contra su erección, aumentando cada sensación, que salía de sus labios en jadeos bajos.
Lo que motivó a JungKook a sonreír una última vez ante los ojos caramelo, para inclinarse sobre el pene que recorrió con su lengua desde la base hasta el glande que tomó entre su boca y con su lengua realizó círculos sobre la misma, sintiendo la abertura de la que comenzaba a salir parte del líquido preseminal que lo hizo delirar por la excitación que comenzaba a despertar y alzarse con mayor fuerza entre los pantalones que aún usaba.
Pero toda su concentración estaba en los roncos jadeos que salían de los labios de TaeHyung que trataba de contener el volumen para no llegar a ser escuchados antes de que los llamen para empezar con su rutina diaria.
―Ohhh, justo así ―masculló entre dientes, mirando los penetrantes y seductores ojos que le devolvían la mejor visión que podía estar teniendo. Ver a JungKook lamiendo descaradamente su pene y que volvía a sujetar solo el glande para contornearlo con su lengua, provocando que sus ojos se cerraran por lo obsceno y caliente que era verlo engullir completamente su miembro.
―Tae... ―un jadeo se escapó de entre la boca que contenía el palpitante miembro de su pareja, mientras su cabeza subía y bajaba con el ritmo justo y delirante por las vibraciones a las que su garganta lo sometían por soportar.
Decidiendo incrementarla al tomar con su otra mano que no ocupaba en sostener lo que no cabía en su boca del pene de TaeHyung y la guio hasta los testículos que apretó con la fuerza justa, permitiéndole al contrario sentir el fulgor de las estrellas tras sus párpados.
―Mierda ―sollozo el castaño, apresado por el fuego que atravesaba su cuerpo, que se acrecentó cuando su pelvis comenzó a responder los movimientos de cabeza que JungKook mantenía sobre su pene, logrando llegar a profundizar con suaves embestidas la garganta ajena.
JungKook correspondió las arremetidas que aumentaban en intensidad, sintiendo como las paredes de su garganta se esforzaban por aceptar el paso del pene, inspirando por su nariz para no sucumbir a las arcadas, que crearon un sonido aún más placentero, por lo que, dejo de apresar en su mano los testículos hinchados para exponer su propia erección goteante del resguardo que lo mantenía aprisionado, comenzando a bombear con mayor intensidad, tan descoordinada y un poco ruda porque se sentía tan cerca de llegar solo siendo estimulado por el desastre que creo en TaeHyung.
―Eres... ―no podía decir algo coherente cuando comenzó a sentir mayor tensión en su abdomen bajo, una mayor concentración de energía y un excesivo cosquilleo que lo llevó a sujetar entre su mano el terso cabello azabache de su pareja e incrementar sus embestidas en la boca ajena, cuando lo vio nuevamente tomarlo entre su boca a la vez que masturbaba su pene.
―P-por favor ―suplicó JungKook, alejándose de la erección impropia, porque a ese punto sus movimientos erráticos ya no podían concentrarse en el doble placer que recibía por medio de la rudeza de TaeHyung y la propia de su mano que dejaba sobre su propio miembro.
―Ven aquí mi cielo ―invito TaeHyung, palmeando sus piernas abiertas para que JungKook se situará sobre las mismas, sujetando rápidamente el agarre sobre ambas erecciones comenzando a masturbarlas con un ritmo acelerado y feroz, porque ambos estaban sumidos en el burbujeo de la pronta liberación que alcanzarían.
―Más rápido... ―jadeo JungKook, recostando su frente sobre el hombro de TaeHyung, vencido por las leves sacudidas que lo tenían penetrando la gran mano que lo tenía babeando y llorando de placer―. Quiero sentirte, por favor ―lloriqueo, con el delirante deseo de sentirlo en su interior.
―No me tortures así, pequeño ―respondió el castaño, apretando ambos glandes, lo que hizo que sus cuerpos se sobresaltaran por la estimulación―. Espera un poco más y te complaceré ―porque ahora el tiempo corría en su contra antes de que el toque en su puerta los interrumpiera.
―¿Me harás todo lo que quiera? ―se empujó con más fuerza contra la mano de TaeHyung.
―Te haré pedir por más, mi cielo.
Una última arremetida fue dada sobre ambas erecciones que se derramaron en medio de la implosión de un gemido conjunto y arrasador que sobre la mano que los sostenía y que aún seguía con el movimiento, prolongando el orgasmo que los hizo levitar más allá de las contingencias a los que eran guiados cada día, más allá de las paredes que comenzaron a desintegrarse para modificar el espacio en el que dos almas jadeantes y unidas sentían la esencia del éxtasis al que llegaban por medio del cuerpo que tenían delante.
Dos respiraciones aceleradas que hallaron el oxígeno gravitatorio en la boca ajena que devoraron y absorbieron hasta sentir que la neblina del deseo los arrojaba con fuerza al lugar del que emigraron.
―Te amo con mi vida ―susurraron al unísono, dejándose ser entre los brazos impropios en los que buscaban la estabilidad que parecía no querer volver a sostenerlos.
Manteniéndolos prisioneros del eufórico amor que los tenía sedientos y siempre sumisos al tacto ajeno que reconocían.
Escritora:
Cuando la historia sea termina crearé un apartado final para las pistas e incógnitas que en cada capítulo se han ido dejando, además, de explicar el porqué de cada título.
Espero que la historia esté siendo de su agrado 🖤
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