Ⅺ: La piedra filosofal

Cuando la madrugada comenzó a tomar mayor definición en el cielo colmado de alquitranas nubes que continuaron una sonata potente en donde la lluvia devoró y exilio el silencio exterior, los jadeos y los gemidos imploraban por más tiempo, hasta que la energía fue consumada y drenada en su totalidad; la tensión y el agotamiento dieron paso al descanso que si estuviera a su disposición la arrebatarían a su cuerpo para deshacerse en el opuesto que abrazaron aún en medio de los sueños.

Una secuencia de imágenes que podía consolar o crear mayores tormentos de los que la mente vive a lo largo del día. Como aquella lágrima pecadora que marcó el rostro en un tortuoso recorrido que resonó en la habitación cuando un tímido sollozo desde los labios del azabache emigró y un sobresalto lo devolvió a la realidad presente.

Una marcada por la ausencia del calor que lo arrullo durante sus horas de sueño.

―Mierda... ―masculló al abrir sus párpados abruptamente y la luz del tímido sol de la mañana que apenas iniciaba provocó la contracción de sus pupilas por la excesiva iluminación. Además, de la incomodidad que punzó en su espalda baja al tratar de moverse para evitar la excesiva iluminación.

Por lo que, cerró con fuerza sus ojos nuevamente hasta reposar su antebrazo en la frente para crear un poco de sombra y refugio para sus fatigados orbes, lo que le permitió capturar mayor detalle de la desordenada habitación en la que estaba y la ausencia de TaeHyung a su lado.

―Justo después de lo que pasamos ―murmuró un poco contrariado por el vacío dejado por el castaño y la añoranza que irremediablemente lo atacó después de la forma en la que despertó, gracias a un sueño turbulento en emociones y borroso para su memoria que lo hizo llorar aún en la inconsciencia.

Sin embargo, en ocasiones TaeHyung despertaba antes que él y se iba al no poder estar más tiempo en la cama, lo que probablemente había sucedido en esta ocasión. Pero no niega que le hubiera gustado despertar entre sus cálidos brazos y seguir en la plétora de sensaciones enajenantes que acabarían al salir de la habitación.

Porque ambos tienen una conversación pendiente que en la noche se desvaneció entre la pasión que los sumergió abruptamente. Privilegiaron el placer y el cuerpo vibrante yendo al encuentro del contrario, que por primera vez atacaron y besaron en lugar de solucionar el conflicto que los llevó a discutir.

A paso decidido emprendió su camino bajo el frío y nuboso día que lo recibió en el exterior, ocultando parte de su rostro en el cuello alto de la chaqueta de invierno que llevaba puesta. Apresuró su marcha para disponer del tiempo necesario antes de que los llamaran para el desayuno.

―¿Sucede algo Tae? ―cuestionó JungKook al llegar a la sala de piano y no encontrarlo frente al mismo, sino frente al ventanal que se alza en la parte lateral de la habitación, en la que se contempla un espléndido paisaje en el que al parecer el castaño está perdido.

Su comportamiento causó la primera corazonada que no logró interpretar, no porque fuera ignorante a sus emociones y le fuera difícil interpretarlas, sino que ahora todo se trata de la supervivencia psíquica y emocional que lucha aguerridamente por mantener la superficie fina y delgada que a cada suceso disonante se resquebraja, imponiendo con desespero la negación que adquiere mayor fuerza.

Debido a la extraña actitud de TaeHyung, se sumergió en un bucle de remembranzas pasadas que se le hacen tan conocidas en un escenario totalmente opuesto.

―TaeHyung ―llamó con voz frágil y nerviosa, esperando que el contrario reaccionara y que todo lo sucedido en la noche anterior les haya permitido a ambos liberar parte de la tensión que erróneamente fue causada por insulsos malentendidos.

Un nuevo latido sórdido y doloroso reino en el centro de su pecho sacudiéndolo hasta oprimir lo que allí en agónicos gritos palpita. Tiempo, tiempo era lo que necesitaba para seguir con la ilusión de la eterna compañía.

Entidad física y matemática que estaba empecinada en cortar sus alas, y arrojarlo al precipicio que tanto se rehúsa a cruzar.

―No quiero que vuelvas a dudar del inconmensurable y fiel amor que te tengo, no cuando la ilusión con la que me despierto y que me ayuda a dormir en las noches en que mis miedos acechan, tu recuerdo vive en mí ―confesó TaeHyung dándole la espalda al azabache mientras continúa contemplando la niebla que comienza a rodear el hospital.

―¿Entonces qué fue lo que nos sucedió? ¿Por qué de un momento a otro solo nos lanzamos crudas e hirientes palabras y lo solucionamos de la forma en que lo hicimos anoche? ―el recuerdo del vehemente y calcinante toque del de piel canela aún puede sentirlo en la sensibilidad de su dermis que se agita por el roce de la ropa que utiliza.

Pero todo remite a la evasión que el placer de un famélico y potente orgasmo erradicó desde la inerte raíz que aunque trataban de revivir en polvo ya se estaba convirtiendo.

―Actúe por impulso y decir algo más seria excusar o justificar mi comportamiento, cuando sé que no están sustentados en una excusa razonable ―explicó TaeHyung finalmente enfrentando el precioso rostro de su novio que lo veía con atención y sorpresa en esos bellos orbes obsidiana que parecían abrazarlo desde la distancia. Una exhibición cósmica que en esa mirada descubrió, cuando las caricias de la estela de estrellas adheridas a sus iris causan el aleteo de sus terminaciones nerviosas que logran sacudirlo hasta la calma.

―¿Por qué lo hiciste entonces? Cuando sabes que mi amor solo responde a ti, cuando eres al único que quiero ver y sentir ―estaba desnudando su alma, incluso más si fuese posible, porque estar al lado de TaeHyung se siente como un día cálido de verano en el que el cielo está totalmente despejado.

No podría ni aunque lo intentará recoger sus fragmentos desperdigados y volver a construir la forma previa que poseía. Porque él era la persona amada que su corazón unido a la razón había seleccionado.

―Porque por un momento al verte a su lado ―mencionó al referirse a la presencia del pelirosa―, pensé que para ti sería mejor estar con él en lugar de estar atado a mi inestabilidad que en ocasiones me supera y termina lastimándote ―reveló preso del temor que sacudió brevemente sus extrañas y las volcó en una nueva posición estrujando su interior y arrasando con su centro de gravedad.

Porque a lo largo de los días comprendió que el amor y el hecho de ser amado en consecuencia por la persona que diversifica la vida previa que se llevaba, no es una decisión inamovible sin consecuencia o cambio, sino que es una variable que está sujeta a la voluntad y la esencia misma de la creación.

Por su inconmensurable amor que parece cada día necesitar y reclamar más espacio en su cuerpo, donde habita retenido y contenido, admitió ver la odisea a la que por momentos ambos van a tener que afrontar, y en un impulso domado por el temor al abandono o ser dejado de lado por alguien más divertido o estable de lo que era, tan lejano a lo que deseaba ser, fueron los demonios que enceguecieron la mente del castaño.

―No voy a hacer lo mismo que las personas que te lastimaron en el pasado, no seré quien te deje atrás al conocer a alguien nuevo y mucho menos olvidaré la persona que has sido para mí durante este tiempo ―JungKook explicó con una creciente necesidad álgida e imperante motivada por la presión que se alojó en su pecho ante la mirada vacilante del castaño, reconociendo cómo se esforzaba por contener el llanto que comenzaba a perlar sus orbes bañados por la luz del sol.

―A causa de mis inseguridades durante un ínfimo instante desee alguien valioso para ti, incluso más allá de lo que puedo darte ―la desconfianza lo impactó con tanta fuerza que no le dio tiempo de discernir la amalgama de pesimistas emociones que lo atacaron dejándolo relegado de su conciencia.

En medio de la avasallante e impetuosa eternidad que vive bajo su piel durante escasos segundos, logró cegarlo hasta pensar que lo mejor para JungKook venía de la compañía ajena, alguien más apropiada para su preciosa luna.

Pero ahora que lo piensa con mayor calma y el semblante acongojado de su pareja, sus anteriores pensamientos estuvieron regidos por la contradicción que impulsó las palabras hirientes que en el instante sintió y sin digerirlas ni comprender lo implícito en sus tormentosos pensamientos, simplemente accionó su locución y dijo lo primero y más crudo que encontró en su repertorio conductual.

―Ambos estamos fragmentados, en realidad todos lo estamos en mayor o menor medida ―manifestó―. Pero lo único que nos debe importar es el bien que nos hacemos uno al otro, y cuánto nos hemos ayudado a progresar, porque sé que sin ti lo hubiera logrado y lo seguiré haciendo, pero no es una realidad que desee, no si no es contigo a mi lado ―expresó cumpliendo con el cosquilleo que en su garganta se alojó en sincronía con el aforado latido de su corazón que convirtió cada sinérgica vibración interna en una realidad por medio de las palabras tan desconocidas que no creyó que aquella sinfonía de oraciones residiera en sí mismo.

―Es tu presencia la que me ha impulsado a recordar lo que en el camino he olvidado, me devolviste mi mejor versión, no la que era porque en el pasado nunca lo supe realmente, pero ahora se quien puedo llegar a ser ―con cada palabra que de su corazón brotaba, acortaba la distancia que lo separa de JungKook y la lejanía del contacto con el cuerpo ajeno.

Ambos respondiendo al vínculo gravitatorio al que mutuamente pertenecen.

―Tú y yo somos a través de lo que hemos formado y de quienes en un futuro seremos ―declaró el azabache sin ser capaz de continuar restringiendo el contacto con la piel canela que lo recibió con el fantasma del tacto que durante toda la noche lo sacudió hasta el sublime éxtasis que estalló tras sus orbes obsidiana que capturaron los lejanos astros relucientes en su mirada.

Una destello se formó al sujetar la mano adversa que correspondió a su acción y se sujetó a la impropia como si fuera lo que tanto hubiese anhelado y por fin después de la tortura se le fue concedida la divina gracia que tiñó de rosa sus mejillas, permitiéndole contemplar el lienzo de la virginal belleza creada por la humanidad.

―Te he amado y lo seguiré haciendo hasta que mi mortalidad perezca ―confesó TaeHyung con devoción en su voz y acortando la distancia para poseer una vez más los rosáceos labios que respondieron con calma y sosiego.

Uno tan lejano como codiciado por la pasión que se avivó cuando la tímida lengua de su pareja fue al encuentro de la propia, toqueteando entre caricias y sutiles lamidas que los hicieron suspirar con potencia, en medio del oxígeno que se le fue robado pudo olvidar y desintegrar las paredes que los retienen al interior de la habitación que atestiguo el imperecedero amor destinado hasta el fin de sus vidas.

Promesa que con el paso del tiempo sellaron y grabaron con fuego en sus entrañas. Incluso en el insensato pensamiento de unir sus almas en cada línea existencial que llegaran a compartir, ambos estarían atados uno al otro y se reconocerían, en cada vida, en cada universo posible.

―Ahora es cuando más necesito que sostengas mi mano ―pronunció JungKook con los labios adormecidos y con un hormigueo que degusto al sentir la respiración condensada de su pareja tan cerca que podía confundir con la propia.

En el momento en que las manos de TaeHyung ejercieron la presión justa sobre su cintura, confirmando lo que había dicho, no pudo contener el bálsamo que se deslizó por su cuerpo, cuando la sonrisa acorazonada de la cual se proclama merecedor alegro el rostro de su pareja, una tan brillante como la felicidad que nuevamente aceleró sus latidos y que se amplió más en el instante en que los orbes de miel captaron el tímido sonrojo que inundó sus mejillas de nuevo.

Una reacción tan espontánea que no logró controlar, no al menos antes de ponerse en evidencia.

―Te amo Jeon JungKook ―susurró TaeHyung mirando con atención los orbes ónix que le regalaron el colosal vacío del universo que cobra vida con los astros que inundan el firmamento nocturno.

El azabache al escuchar la alabanza barítono que emergió de los labios de su pareja, una esquiva lágrima que no contempló surco su rostro debido a la implosión de emociones que en su interior se desataron, anestesiando cualquier dolencia o duda que en el instante resonó entre las murallas de su consciencia, germinando en dulces gotas de rocío que lo llenaron de gozo, uno tan grande que sentía desbordarse de sus manos hasta caer y envolverlo nuevamente desde sus pies para cubrirlo como un manto ascendente en un ciclo que se repite para caer y regresar a su ser que lo añora con templanza y deseo enardecido.

TaeHyung no espero una respuesta verbal, no cuando el amor se dividió en la mirada de JungKook en medio de una composición que sólo podía ser retratada en el rostro ajeno que se iluminó por la incontenible sonrisa que estiró sus labios y la lírica risa reclamo el espacio circundante.

Ya todo pesar había sido aclarado, todo malentendido señalaba ser compensado y toda discusión solo quedaba en cenizas a causa de la devoción profesada.

―Vamos mi cielo, que del hambre que siento pareciera como si mi estomago tratará de comerse a él mismo ―exclamó con ironía el azabache jalando la mano de su pareja que lo siguió sin oponerse a la salida y apremiando la fuerza en la unión de sus manos.

Con tímidas sonrisas evocadas por la calidez que siempre los cubre, JungKook en todo lo que iba de la semana se permitió destensar sus hombros y dejar fluir toda preocupación en el hondo suspiro que alivió su padecimiento. A medida que atravesaban la sala y el impacto de sus zapatos acompañaba sus respiraciones, la tranquilidad se dejó ver en sus expresiones apacibles y las fugaces miradas que se dirigen sin poder evitarlo.

En un acto reflejo o curiosidad que repentinamente afloro desde un llamado interno a satisfacer una señal que durante tanto tiempo se negó a perseguir, al saber lo que representaría en su realidad, la acallo sin remordimiento. Por lo que, con el impulso decisivo que a lo largo de la semana lo guío en su proceso, giró su rostro en dirección al pequeño espejo ornamentado con yeso dorado a su alrededor y contempló su figura, su imagen grácil y su perfil que guiaba la marcha, su rostro embelesado y sonriente acaparó su atención hasta que la poca luz y el afán que de un momento a otro TaeHyung ejerció, lo hizo perder el foco de la única figura que en el escaso cristal logró observar.

―Vamos, debemos alimentarnos antes de que tu mal humor aparezca ―mencionó TaeHyung con gracia y afán en sus pasos, obedeciendo la necesidad que lo motivó a salvaguardarlos a ambos, aunque no había un peligro real que evitar.

―Eso no lo pensabas hace un rato ―alegó el azabache de forma mecánica en lo que una mueca que simulaba una cómplice sonrisa estiró sus labios en el afán de tranquilizar la expresión interrogante en el rostro impropio que buscaba saber porque sus pies se anclaron sobre el suelo de madera.

Ni él mismo se había dado cuenta de su quietud hasta que la risa vacilante de TaeHyung lo hizo reaccionar, parpadeo sucesivamente para enfocar el rostro cambiante de su pareja que en un abrir y cerrar de ojos se le hizo absolutamente desconocido, no la persona, porque sabía de quién se trataba, sino los rasgos que detallaba y creía recordar un poco más maduros de lo que eran.

―¿Sucede algo Kook? ―preguntó con evidente preocupación al ver la perturbación en la mirada intermitente de JungKook que estaba fija en la distancia, casi que tocando los límites de un estado de estupor por el que ya lo había visto pasar cuando apenas se conocieron. Así que, esperaba que esta señal fuera un retroceso en el tratamiento.

El de orbes obsidiana reaccionó ante el llamado angustiado de su pareja, uno que escuchaba con mayor frecuencia en los últimos días por su causa y razón.

―Me distraje un momento, no es nada de qué preocuparse ―tranquilizo rogando internamente porque su indeleble excusa fuera tomada en cuenta no solo por su pareja sino por sí mismo y su propia sanidad mental, todo debía seguir como estaba.

No obstante, sus pasos y su actuar el resto del día fueron dominados, ejerciendo presión sobre su voluntad para que cumpliera con lo que está supuesto a suceder, retrasando el encuentro final en el que en medio de una danza de máscaras una a una caerán hasta disolverse sobre la propia piel y exponer los verdaderos traumas que aguardan el baile disonante.

A la mañana siguiente todo seguía ocurriendo con la misma naturalidad supuesta a cumplir entre las rutinas de los pacientes que cada vez más participan activamente en sus procesos terapéuticos con el objetivo de alcanzar una pronta mejoría que los encaminará a un pronóstico esperanzador.

¿Pero no es acaso la esperanza lo que ahora lo tiene mirando con obstinación su reflejo empañado en medio del baño inundado por el vapor condensado a la espera de una respuesta que sea creíble para su conciencia que ya no admite más excusas mediocres?

Sabe lo riesgoso que es fingir inocencia cuando esta se ha corroído por el tiempo y lo engañoso que puede llegar a ser de continuar parado en la misma penumbra a la que su mente recurrió en el pasado, porque ahora ve y sufre el error de negarse a ver la realidad que lo vio nacer y fallecer en medio de la locura que se instaló como un parásito tronador en sus pensamientos durante la noche, cuando busco el descanso en la calidez del cuerpo de su novio, que se sintió tan gélido como nunca antes lo había llegado a experimentar, menos de una extensión de piel que reconocería hasta con los ojos cerrados.

―¿Tiene sentido, cierto? ―se preguntó JungKook esforzándose por hallar seguridad en su nublada mirada en la que ahora reluce la duda constante―. Sé lo que vi, sé que siempre estas a mi lado o detrás de mí cuando quieres ocultarte de la inquisición del mundo ―dijo hablando con el recuerdo de su pareja y de lo que suele hacer cuando la ansiedad se asienta en su organismo para alterarlo. Ambos son el lugar seguro del contrario cuando sus demonios tocan con insistencia la puerta que su psique mantiene erguida con presencia solemne.

‹‹Solo que ahora te perturba más de lo que te consuela›› un eco lúgubre se expandió en su memoria y un sobresalto lo llevó a sostenerse con fuerza de la encimera del baño a la que se aferró tratando de inhalar todo el oxígeno posible que quemaba sus pulmones al ser necesitado con tanto ahínco para continuar respirando.

Su mirada se empaño por las lágrimas cuando una verdad fue proclamada por la que reconoce como su voz lejana, una que en un pasado ya pronunció y que al parecer había olvidado, aunque no del todo porque estaba volviendo desde las entrañas de la inconsciencia que ya no podía seguir reteniendo los pesares que rugían por ser retratados.

―Debo... ―vaciló sin tener una dirección clara a la cual dirigirse y sintiendo como el agobio se filtra en sus músculos tensándolos por la rigidez causada de la hipoxia a la que su ansiedad por momentos quería hacerlo sucumbir.

Luchando para llevarlo al lugar en el que siempre permaneció en la completa quietud que se esfumaría con la potente brisa que lo inundaría si se atrevía a indagar en sus recuerdos.

En el momento en que bajo la mirada, aprecio las lágrimas que cayeron sobre el mármol y sus trémulos dedos las recogieron como si trataran de hacer lo que en un inicio no pudieron evitar, en lo que sus párpados fracasaron al darse por vencidos y permitirle sentir el gusto salado del vital líquido que compone su cuerpo.

Con premura dirigió una de sus manos para presionar su cien punzante en un dolor irradiado que comenzó a hormiguear desde su cabeza hasta descender y alojarse en su pecho, comprimiéndolo y tratando de ahogar lo que allí en agónicos sollozos sigue vivo. Resistiendo sobre el ingrávido abismo que no le permite llegar al fondo de la desesperación que siente al rememorar la escena del día anterior.

Un solo reflejo formado por dos cuerpos que aunque similares no deberían ser una sola persona.

―Ya es hora de salir, apúrate mi cielo ―llamó TaeHyung desde el otro lado de la puerta, quien lo esperaba para ir a desayunar antes de empezar con sus actividades.

Una voz que lo despertó de la inconsciencia en la que estaba sumido al continuar mirando su reflejo ya un poco desfigurado y flagelado por las constantes dudas que lo seguían asaltando, como un errante al que ya no le es suficiente el lugar en el que habita y un llamado interior lo impulsa a emigrar hacia una nueva y desconocida bahía, pero mucho más segura de la que habita.

―Dame unos minutos, ya salgo ―respondió sin saber si TaeHyung seguía allí, porque se demoró un poco para responder. No atreviéndose a tomar la decisión que su mirada le confesó incluso antes de aceptarlo voluntariamente.

Su mente insistente ya no le daba tregua, no cuando se pasó la noche entera soñando con diversos fragmentos deshechos de una realidad que ya no daba para más.

Pero debía sostenerse en un pilar seguro o mínimamente confiable, porque el presentimiento que dirigió sus acciones le hacían saber que lo que encontraría ni en sus mayores traumas imaginaria.

―¿Qué sucede Kook? ―cuestionó JiMin después de ver llegar al azabache en un imperturbable silencio que mantuvo incluso al haber tomado asiento en el puesto de enfrente en el que se encontraba descansando en la mesa del jardín principal, disfrutando del paradójico clima que por momentos resplandecía bajo el incandescente sol para ser opacado por las nubes grisáceas y pesadas que reclaman el cielo.

Cómo justo ahora en el que el calor primaba en el ambiente pero la oscuridad y el viento veloz sacudió sus cabellos. En la antesala del desastre que emergería de la confusión que en los orbes obsidiana buscaba perecer para lograr recuperar la conocida realidad que él se encargaría de recibir y construir en la medida de lo posible, de la misma forma en que lo estaba haciendo.

―Nada, solo que... ―no termino de decir lo que ni siquiera sabía de qué manera responder, no al menos sin que su voz temblara y acompañará el movimiento de sus manos que afirman sus muslos buscando un sostén, un punto de equilibrio que ahora que lo evalúa con mayor sensatez y sin estar sujeto por el furor que causa la presencia de su pareja, sabe que nada está bien, que el encuentro que tuvieron durante la noche anterior, solo terminó de ahondar aún más en la brecha que parecía acrecentar su distancia, reduciendo sus inútiles intentos de seguir de pie en la zona segura que el contrario vulneró.

¿En qué instante la situación se torció sobre la longitud de avance que llevaba hasta replegarse sobre sí misma y envolverse sobre su cuerpo hiriéndolo con sus espinas?

¿Debía hablar o continuar callando un secreto que no sabe de dónde proviene?

―Estoy aquí para escucharte si es lo que quieres, sin cuestionar o decir algo a menos que así lo desees ―manifestó JiMin queriendo apaciguar la duda que en la mirada opaca y carente de viveza lo observa a la espera del incentivo que tanto habían esperado.

Un camino sin retorno que emprenderán de la misma forma conocida y anhelada que el pasado ya los había marcado a ambos, porque en cada sucesivo encuentro diversas variantes cambiaban el trayecto y todo debía ajustarse de la manera particular en que JungKook lo manifestara.

―Quiero hacer una pregunta y por más irrisoria o incoherente que pueda ser, te pido que imagines la situación que te planteo y respondas con sinceridad, sin importar que, estoy listo para escuchar la verdad ―aclaró el azabache redundando un poco en sus palabras y dando una mayor explicación de la que debía dar, o al menos así lo sentía.

Inundado de un amargo y letánico temor que lo llevaba a eludir una confrontación directa.

―Te lo prometo Kook ―aseveró JiMin colocando su mano sobre la impropia que constantemente repiqueteaba sobre la superficie de la mesa para lograr controlar la ansiedad que lo aqueja.

En medio de su toque y las caricias que a JungKook se le hicieron tan conocidas, logró relajarse y ganar un poco más de confianza. Estaba harto de huir de sí mismo.

―Se que las personas son seres cambiantes, desde sus hábitos, la forma de expresarse y de vestirse, hasta la variabilidad en la personalidad, la cual cambia a lo largo del tiempo e incluso durante un mismo año quien fui en enero para el mes final de diciembre seré otra versión de mí, otro rostro distinto que adquiero y que dejó atrás ―reflexionó fijando su mirada tras el cuerpo del pelirrojo que continuaba animándolo a seguir por medio del toque que mantiene sobre su mano; aspiró profundamente el viento frío de una tarde cálida de otoño―. El cambio es inevitable y es una constante a la cual hay que aspirar, porque no podemos seguir anclados a una etapa y una forma de ser.

No sabe lo que pretende con sus palabras, no comprende hacia dónde quiere encaminar su reflexión. Lo único veraz incluso para su conciencia son los lamentos que su alma perturbada clama por revelar.

―Es la capacidad de adaptación lo que nos define como seres humanos, porque la sociedad se nos presenta cruda y cruel después de que salimos de la protección que debería dar una familia, y a partir de allí seremos nosotros quien con lo aprendido iremos constituyendo el tipo de persona que queremos ser ―añadió JiMin totalmente de acuerdo con lo que su dongsaeng quería transmitir antes de profundizar en el objetivo de su cavilación.

―Exacto, y en ocasiones, no nos damos cuenta de los cambios que tenemos, para nosotros pueden ser sutiles pero que las demás personas que nos conocen y que han estado a nuestro lado durante un tiempo prudencial, logran notarlo y comparar las características adquiridas con las que dejaron de ser ―recapitulo la situación en la que se encuentra con su pareja y los cambios que de la nada en el comportamiento de TaeHyung comenzaron a ser notorios―. ¿Pero qué sucede cuando la variabilidad en la conducta de esa persona no se asemeja a lo que anteriormente era?

―¿Te refieres a un cambio abrupto que nunca habías contemplado que fuera a suceder? ―cuestiono JiMin presintiendo lo que JungKook quiere dar a entender.

―Sí, si bien cuando una persona adquiere una nueva conducta, comportamiento o pensamiento lo hace en medida gradual de lo que era, como una transformación, de un estado anterior a una modificación, una evolución, pero no sin tener una base sobre la cual formarse ―se detuvo para sentir la densa saliva acumulada en su garganta que obstruye el libre tránsito del aire, oprimiendo y tensando su voz, dificultándole continuar cuando el regusto agrio en sus papilas gustativas siguieron naufragando en medio del sabor desabrido del fantasma de un beso―. Una variación que sigue un motivo, un orden de cierta forma, sin ser abrupto y sin mostrar que la persona que tienes delante no es la mitad de quien era durante la última noche en la que la normalidad estuvo allí, para perderse al despertar siguiente ―en definitiva sabe que sigue siendo el mismo y a la vez acepta que hay un factor que en su interior se rompió, un velo que de sus ojos cayó.

Él cambió, sabe que no se siente igual, que sus emociones han causado diversos pensamientos, unos más lógicos y coherentes que otros, empero hay uno que prima, una que reina y absorbe todo a su paso, uno que se ha liberado de las cadenas de la inconsciencia para ser proclamado por el absolutismo que merece. Un hecho demoledor.

―Tal vez, se debe a la diferencia que ya no se puede seguir justificando, si bien hay los días traen consigo diversas emociones lo que impulsa a que actuemos de la forma en que nos define, tampoco se puede excusar un comportamiento nocivo o que nos lastimé solo bajo la premisa de tuve un mal día ―mencionó JiMin―. Aunque sé que así puede ser, porque en algún momento me ha pasado, pero no siempre debe ser la excusa que antecede a nuestro comportamiento, no siempre podemos herir y herirse en un ciclo donde no se hace nada por aprender y modificar ese comportamiento hiriente ―dijo más de lo que debía, pero lo hizo bajo la premisa que conoce, la cual viene perturbando la estabilidad del azabache.

En ocasiones y bajo la responsabilidad que asumió en un comienzo, tenía que confrontarlo con los conflictos que no estaba sabiendo afrontar, no al menos sin una guía correcta, como se lo mencionó NamJoon días atrás, sobre la debilidad que el castaño representa ahora mismo para el azabache, que se niega a decir en voz alta, la duda que florece en torno a su persona amada.

Aunque no estuviera presente todo el tiempo.

―Es algo que llevan repitiendo y no entiendo porque lo hacen ―mordió su labio inferior para acallar el impulso verbal que solo buscaba herir a la persona que tiene al frente, como una víctima quería atacar, de la misma manera en que dos personas más se unieron a su memoria de los días pasados y de conversaciones en las que obtuvo mayores dudas que soluciones.

Por lo que, no pudo no reírse de la ironía planteada, debido a que conoce parcialmente la razón de sus cuestiones y la urgencia que tiene en enfatizar sobre el respeto mutuo y la importancia de reconocer las conductas nocivas que se pasan por alto para justificar un comportamiento anómalo que no debería seguir aconteciendo, no al menos con la frecuencia en la que sus días ahora estaban envueltos.

―Si estás aquí y si la duda sobre esa persona la estás manifestando, es porque has identificado algo que te disgusta a la vez que te lastima ―preciso el pelirrojo deshaciendo el contacto con la mano ajena para quitarse la chaqueta que llevaba y ponerla sobre los hombros de JungKook que con su tenue sonrisa le agradeció el gesto.

Uno que no se negó y que anhelo egoístamente, porque la calidez contraria se filtró a través de la tela y por primera vez en lo que iba de la semana, se sintió seguro y en calma, con el coraje suficiente para proseguir con la decisión que ya había tomado.

―¿Soy muy crédulo por defender un comportamiento que nunca antes toleré? ―fue lo que hizo, lo admite, sabe que no quiso aceptar que la manera en la que TaeHyung actuó no era la correcta y que si bien estaban soportadas en sus traumas, nunca antes estos mismos se manifestaron de la forma cruel en la que lo sumergía por medio de la manipulación.

La sola palabra le devuelve la bilis a su garganta, tan vomitivo y repudiable, porque su novio jamás asemejó tratarlo así, no coaccionando sus decisiones y mintiendo tan descaradamente para hacerlo ver como si sólo tratara de protegerlos a ambos.

¿De quién debían protegerse cuando su relación solo les incumbe a ambos? ¿Acaso TaeHyung le oculta algo, tal vez, el exterior no es el deseo que ambos tienen de conocer juntos por primera vez?

―No Kook, no te hace culpable o ingenuo, solo se trata del amor que sientes, de un amor innato que le profesas a él ―esas últimas palabras pesaron en el corazón de JiMin, porque sería una blasfemia insultar la memoria de lo que fue su mayor amor en la vida. Entiende perfectamente la contradicción que invade a su menor y lo difícil que es darse cuenta que la persona devota y admirada, poco a poco deja de ser quien es para explotar en una deconstrucción del amor y que no es similar a la idealización que merecía.

―Él se convirtió en más de lo que pude desear e incluso imaginar, y me siento culpable por siquiera dudar pero no puedo seguir haciéndolo sin que algo en mi interior se retuerza como una advertencia, una que desde ayer deshizo mi confianza ciega ―el lamento fue palpable en su tenue y débil voz mientras se resguarda en el suéter que funciona como una barrera entre sí mismo y el exterior, que espera pacientemente al mismo tiempo que lo empuje a accionar desde la quietud que hasta el presente ha mantenido.

―¿Sospechas sobre algo? ―dudo JiMin sin saber a lo que JungKook se refería.

La novedad es lo que constantemente guiaba las decisiones para encaminar las variantes sinuosas que deben solucionar según se van manifestando. Por ello, se siente perdido sobre lo que JungKook trata de pedir.

Y sin duda quedó helado con la propuesta solicitada por el azabache.

―Necesito que me ayudes a captar algo, un momento ―enunció JungKook para evadir la conjetura de repetidas señales que por más que quisiera seguían repitiéndose sin cesar.

Hasta que no tuviera una prueba tangible que otra persona pudiera validar por sí mismo, no diría nada, sus acciones hablarían con fuerza e inclemencia. La oportunidad para huir se acabó.

―¿De qué forma quieres hacerlo? ¿Tienes una idea? ―el pelirrojo suspiro imitando la acción de JungKook que tomó valentía en esa profunda inspiración.

―Quiero una representación que permanezca en el tiempo y que otros al verla pueden ver lo que estoy seguro que está conmigo ―río sin gracia en una mueca que deformó su rostro y que oscureció aún más su mirada. Porque ni él mismo podía aseverar que lo que veía era real.

―Una pintura podría funcionar ―expresó JiMin―. Aunque llevará un tiempo completarla.

―No, porque yo debe ser quien lo retraté y ahora no confío mucho en mi visión ―ya lo había pensado y si pedía una prueba tangible en este momento es porque se supone que está seguro de lo cree y para él su verdad sigue allí, sujetando su mano con fiereza incluso hasta lastimarlo.

Por más que JiMin deseo ahondar en la duda que JungKook le manifestó, miro al cielo y exhalo por la idea que cruzó su mente y de la forma en que podía ayudar al azabache con lo que pretende. Sin cuestionar, su confianza y cariño estaban puestos en el bienestar que quería asegurar para su menor.

―Si es por eso, podrías hacerlo con una fotografía, ya que, no hay forma de alterarla, al menos no en nuestras limitadas posibilidades aquí adentro ―bromeó en un vano intento de alegrar mínimamente a su menor y lo logró cuando vio el destello divertido iluminar intermitentemente los orbes ónix.

―¿Me puedes ayudar con eso? ―pidió con firme esperanza en que su hyung lo ayudará―. Pero tampoco quiero que sea un problema para ti ni nada similar ―si bien dentro de la variedad de clases que podían elegir, el arte visual, como la fotografía es una opción, sin embargo, los instrumentos para la clase deben permanecer al interior del salón. Y para lo que solicita debe acceder a una y tenerla consigo.

Pero JiMin ya estaba elaborando una justificación para lo que iba a hacer.

―Déjamelo a mí, no te preocupes Kook ―tranquilizó sujetando con sus manos la impropia que lo recibió con agrado y una tímida sonrisa en agradecimiento ante su incondicional apoyo.

Uno que sería vital en las próximas horas después de que la desgracia fuera revelada.

Escritora:

A partir de aquí el desastre comienza, estén atentos a las pistas que en las narraciones se muestran.

Que lo disfruten 🖤

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