Ⅰ: El crisantemo de la muerte
El amor es la esencia que permea cada acto de creación, cada manifestación viva que existe y cada degradación de vida que ha fallecido. Un sentido que conduce y moviliza las acciones de los seres humanos sin una dirección consciente que goce de voluntad plena; es un sentimiento que emana sin contemplación o decisión razonable, que haya sido precedida por una cuestión de elección, sin variantes o vertientes que seguir para descubrirlo.
La evocación de un sentimiento puro y original, surge y se direcciona hacia el objeto de amor, que carece de control, al poseer manifestación individual y heterogénea para cada ser que sólo debe asumir la responsabilidad de un afecto que surgió sin elección alguna.
"El amor llega sin anunciarse, querer manipularlo sería un genocidio contra la vida misma; uno es en la medida en que crea y siente el despertar consciente impulsado por la felicidad que en ti he encontrado"
―Eres la fortuna que a mi vida ha llegado ―mencionó JungKook, hipnotizado por la mirada ámbar de su ser devoto de amor―. Te amo, Kim TaeHyung ―con la mano contraria que no sostenía el poema que Tae le había escrito, direccionó el rostro adverso al propio para deleitarse con el sabor que siempre hallaba en sus labios de corazón que daban forma a la sonrisa que tenía grabada al cerrar sus ojos.
El dulce almíbar de la saliva con un leve regusto a fresas depositaba sobre la propia el elixir de vida que lo volvió un ser creyente que se vivifico en el primer encuentro entre los labios que con apuro y pasión se maravillaban al reconocerse nuevamente, un deseo impulsado por la lengua ajena que se deslizaba hasta encontrar la adversa y retarse en una batalla que JungKook sabía que perdería, o sólo cedía para aferrarse con ímpetu al cuerpo que se cernía sobre el propio.
Un beso que fue tomando mayor intensidad, logrando deshacer los límites de la conciencia espacial en donde ambos se encontraban, ahora sólo eran ellos y su desbordante pasión que sólo sería saciada en el cuerpo que tocaban con delicadeza y profundidad.
TaeHyung se posicionó con firmeza entre las torneadas piernas de JungKook, sujetándolas con la fuerza justa para encender aún más al de orbes ónix.
―Tae... ―jadeo con gusto al sentir la leve embestida que el castaño impuso sobre ambos miembros aún protegidos por las prendas que recubrían la piel que comenzaban a sentirse con una máscara ajena de la cual querían deshacerse, y que seguiría en la fantasía de despojarlas de su cuerpo, porque el ahora actual no les permitiría desbordar el límite total de la vehemencia de su amor.
―Cada vez que te siento es aún más placentero que la primera vez ―siseo el aire entre sus dientes, al sentir como JungKook aumentaba el contacto entre ambas pelvis, en donde el placer se manifestaba con imponencia y se alzaba ante el encuentro del opuesto.
Manteniendo una fricción constante que aumentaba por la dureza con que el castaño se impulsaba en férreas y demandantes embestidas que tenían al contrario deshecho en tenues gemidos que trataba de contener para no ser escuchado.
―Ahh... Más fuerte Tae, por favor, te necesito ―jadeo al borde del desespero por una pronta liberación. Porque el contrario conocía su cuerpo con gran experticia y un conocimiento profundo de donde debía tocar o que debía decir para hacerlo suplicar por un poco más, cada vez más.
―No podemos llegar a más porque ambos sabemos que no te puedes contener y sinceramente escucharte me enciende demasiado ―susurró sobre la oreja opuesta, con su cálida respiración impactando contra la misma, aumentando las sensaciones placenteras que recorrían el cuerpo de JungKook.
Que se deslizaban en ráfagas de energía sin un origen reconocible, porque no había zona de su cuerpo que no estuviese siendo acariciada o torturada por el tacto contrario, y que sólo acrecentaba el cosquilleo que sentía e inundaba todo su cuerpo.
Cada arremetida de Tae contra su pelvis, sólo desvanecía con mayor velocidad los resquicios de cordura calcinados que pedían ser llevados al límite de la unión carnal que ahora los separaba.
―Es todo lo que tendrás ―dijo TaeHyung acercándose a los labios contrarios, sujetando entre sus dientes el inferior un poco inflamado por los libidinosos encuentros anteriores para jalarlo y hacer jadear aún más al azabache―. Mírame y déjate ir, Kook, ahora, aquí no hay restricciones.
―Oh joder, más rápido ―su voz irregular afectada por la respiración agitada, que suplicaba por alcanzar los llamas de la pasión en un nuevo encuentro al lado de TaeHyung.
Por él y para él era su cuerpo y su ser, un ser enaltecido que seguía como el devoto más fiel.
Un grito se desprendió de sus labios cuando Tae sujeto sus piernas para elevarlas un poco más e inclinarlas hacia su cuerpo creando un mayor ángulo de exposición, contra el que arremetió sin contemplación o delicadeza.
―Mírate, tan deshecho y arruinado por el placer que solo yo puedo darte ―exclamó con orgullo, viendo el estado de Kook entre sus brazos, lo que solo aumentaba su excitación y el deseo por continuar causando el delirio de la pasión en el contrario.
―No podría ver a nadie más que a ti, mi eterno amor ―afianzó sus manos alrededor del cuello de TaeHyung impulsando un nuevo encuentro en el que morían los jadeos y sollozos de placer.
TaeHyung sintió el fuego recorrer allí donde el toque de Kook quedaba grabado en su piel, haciéndolo cautivo del placer en el cuerpo que tanto había sentido en el pasado, lo que lo hizo aumentar la vehemencia de la fuerza en sus embestidas, dejando atrás todo resquicio de control.
JungKook correspondía las estocadas superficiales que le hacían cerrar los ojos con gozo, deleitándose con la energía que le atravesaba sin piedad, ante la cual se sometería por voluntad propia, corrientes que viajaban y se acumulaban en la parte inferior de su vientre, en un cosquilleo delirante y culposo, en un anuncio de su pronta liberación.
Señales que para TaeHyung no pasaron desapercibidas al sentir los leves espasmos que por momentos sacudían las piernas que sostenía y en la fuerza de cada estocada creada entre ambos miembros que anhelaban un encuentro final.
―JungKook, mírame ―expresó en medio de un jadeo al sentirse al borde de la locura, mientras continuaba con sus movimientos enérgicos y potentes, con su mano redirigió el rostro que se encontraba sumergido en la antelación al éxtasis hasta el propio, sujetándolo con suma delicadeza por el cuello, dándole un pequeño apretón, que sabía y elevaría el deseo en el azabache.
Y su elección fue precedida de un agónico gemido que fue seguido por pequeñas lágrimas de lujuria en el deleite culposo al ser cumplida una de sus fantasías, que imprimió mayor vigor en sus desenfrenados movimientos.
―Mmm... Córrete conmigo, Tae ―lloriqueó por la desquiciante sensación que era causada por las imponentes arremetidas contrarias.
―Eres mi perdición ―expresó TaeHyung, con la respiración agitada y el sudor recorriendo su frente.
En un último impulso con mayor fuerza, una embestida culminó en un audible gemido compuesto por dos apremiantes gemidos de éxtasis, al sucumbir ante un arrasador orgasmo que los impulsó a cerrar los ojos y navegar en el nirvana de la pasión, cuando la liberación de ambos quedó contenida entre sus cuerpos y las respiraciones jadeantes retumbaron en medio del escaso espacio que mantenían.
Una culminación que se arremolino en el pecho del azabache quien cedió ante el llanto liberador de una pasión que cada día aumentaba, por quien conoció en el momento más oscuro y desquiciado de su vida.
Ambos debían separar sus caminos para continuar con la rutina a la que debían someterse día tras día, como parte de un decisión voluntaria en comprometerse con el avance de un tratamiento que les brindaría una recuperación satisfactoria y una estabilización de sus síntomas para poder reivindicarse como agentes activos en la cotidianidad de la sociedad.
―Dame un último beso ―pidió Tae, que no dejaba ir el cuerpo contrario, sosteniendo su cintura como un fiel discípulo.
Luego de regresar del éxtasis del que se proclamaban profetas, tuvieron que terminar con prisa cualquier evidencia en sus vestuarios y limpiar los fluidos que habían quedado en cada uno, para atender con rigor el cronograma que sabían y en cualquier momento tocaría la puerta, y desharía el anhelo de fundirse en cuerpo y esencia una vez más.
Pero la desventaja no sólo sería ser oídos sino que ante un retraso en su presencia en los salones a los cuales debían dirigirse, vendrían en su búsqueda y el escenario que encontrarían no sería el esperado.
―No es como si no nos fuéramos a ver en unas horas ―JungKook respondió y cedió de nuevo a los manos que lo tocaban y a los brazos que lo rodeaban, en un refugio eterno que formó en él.
―Nunca tengo suficiente de ti, no puedes culparme ―susurro Tae sobre los labios contrarios que no dudo en volver a poseer, y sentir que hallaba el estado de absoluta tranquilidad en la idónea unión que ambos creaban.
―Somos dos culpables ―contestó al separarse del castaño, para sostener entre sus manos el rostro que creía el complemento que se le fue desmembrado de su propia alma al venir al mundo y hallarlo para volverse un solo ser.
Una energía que unía dos fuerzas rotas y fragmentadas por el tormento que la vida impuso como un yugo que pretendía retenerlos en la distancia, para condenarlos al día y la noche, como dos dimensiones afines pero separadas, sin embargo, la atemporalidad les concedió el deseo de encarnarse en materia y reunirse en esencia.
Una explosión que proclamaba su alma con placer y el amor más cándido y refulgente, que no le permitía al contrario separar sus manos del opuesto, en una medida para reafirmar que son una sola existencia formada por dos cuerpos.
―Eres parte de mi vida, Jeon JungKook ―recitó TaeHyung en una alabanza de amor y contemplación inagotable.
―Eres la luz que despertó mi vida, Kim TaeHyung ―contestó JungKook, con un último beso que selló una promesa entre ambos.
En una colección que dentro de las paredes indelebles de cristal fueron construyendo y reforzando una coraza que alimentaba su vitalidad interior.
Y sus pasos renuentes y protestantes a separarse se vieron presionados por los leves toques de la puerta en un mero acto de cortesía como parte de la confianza que era depositada en los compañeros de cuarto, además, de continuar con el ideal de privacidad que obtenían como una recompensa por sus avances y progresos en medio de las terapias o sesiones ya fueran grupales o individuales que tuvieran.
Un acto simple o carente de verdadera emoción sería para una persona externa quien goza de la plena libertad y el libre albedrío que por más que se niegue a creerlo, controlan sus acciones, sólo que es una facultad a la que despojan de poder y mezquinos al creerse los domadores de su destino.
Pero que al interior de un lugar lejano a la perturbación y malestar de la sociedad, significa una oportunidad deseada de alcanzar.
―Chicos, el tiempo se ha terminado y ya deben ir a sus actividades agendadas en el cronograma ―la voz dulce pero firme del enfermero se hizo presente a través de la puerta.
―Lo sentimos Jin ―respondió Kook con una sonrisa deslumbrante que el contrario no podía apreciar, siendo un espectáculo que sólo TaeHyung continuaba contemplando―. No nos dimos cuenta del tiempo ―explicó y su mirada adquirió un destello de lujuria al ver los ojos ámbar de Tae, quien no dudó en acercarse y depositar un suave beso sobre el delicado y esbelto cuello del contrario.
Sintiendo bajo la dermis de sus labios el tacto que dejaba la impresión de la tesitura que poseía la inmaculada piel de JungKook, como una perla de agua dulce bañada en nácar y nacida para deslumbrar en medio de la tentación que encarna.
Oh, el azabache estaba siendo torturado con delicia y placer, una víctima que se somete a su opresor en un deseo voluntario sin ser coaccionado por amenazas, siendo un ser personificado en el almíbar de la pasión y de los suspiros que morían en la prisión de su garganta al contenerlos y no darle una forma audible.
―En cinco minutos deben estar en camino, no se demoren ―contestó Jin, imaginando la tierna sonrisa de Kook porque solamente con ellos se permitía ser un poco más benévolo y no fijar los límites estrictos que debían hacerse cumplir.
Cómo consecuencia directa de su buen comportamiento en medio de la adversidad que una mente fragmentada manifiesta y que la naturalidad de su personalidad forma hasta imponer una realidad utópica y psíquica.
―Eres el mejor Jin ―declaró el azabache como una muestra de agradecimiento a quien siempre los cuidaba y les permitía tener un par de minutos más juntos.
―Lo que sea por ambos ―aludió Jin a la espera del suave murmullo que sabía y llegaría, tal vez, siendo coaccionado por su pareja.
Cuánta razón tenía de forma frecuente acerca de aquellos dos seres tan rotos e irreales.
―Gracias ―murmuró TaeHyung en un tono tan bajo que su voz al otro lado se escuchó como una leve perturbación del silencio que habitaba al interior de la habitación.
Caracterizando la inmensa dificultad que suponía para el castaño interactuar, aunque la familiaridad que fue construyendo con el enfermero le permitió crear un patrón de similitud para salvaguardar su zona próxima de seguridad, de tal forma que la ansiedad se viera controlada gracias a las técnicas en las que tanto empeño ponía por cumplir.
Un esfuerzo de voluntad que el contrario valoraba al ser quien más tiempo solía pasar con cada uno de ellos, además, del personal médico, psiquiátrico y psicológico que estaban en disposición constante para atender y velar por el bienestar de cada uno de los residentes con quienes se esforzaban en acompañar el tránsito de la enfermedad que erupciona en un trastorno que perturba el equilibrio psíquico de la persona.
―Ya dejen de besarse y... ―su broma fue detenida por la apurada voz del azabache para acallar cualquier revelación.
―Si ya vamos, no tienes que repetirlo ―JungKook se sentía cohibido por lo desinhibido que podía llegar a ser Jin solo para molestarlos.
Rápidamente un apretón fue dejado en su mano, para encauzar nuevamente su atención y ver el sonrojo haciendo presencia sobre el excelso rostro que tenía grabado y fundido en las huellas y el tacto de sus manos, que no dudo en sostener entre las mismas para adorarlo una vez más.
―Te amo TaeHyung ―susurro sobre los labios ajenos de los cuales sentía no poder desprenderse, no al menos, sin que la añoranza punzara dentro de su pecho en donde se alojaba ramificándose por todo su cuerpo, extendiéndose y anidando en pequeños nódulos que invadían su ser y que lograban colmar de energía todo su cuerpo.
Era lo que Kim TaeHyung representaba para su existencia, una elección que colisionó contra su vida y le dio la luz que tanto rogaba por encontrar en medio de la bruma que las reminiscencias despertaban como un suceso conocido y del que tenía que escapar.
―Te seguiré amando Jeon JungKook ―la voz barítono redirigió la atención del azabache nuevamente, que gustoso recibió el último beso que ambos amantes compartirían en un tiempo.
Acción que para TaeHyung no fue fácil de cumplir, porque su cuerpo era un ser movible que orbitaba el resplandor que habitaba en JungKook y que con la mayor fortuna tenía la bendición de apreciar cada día desde que ambos se encontraron en una necesidad por el contrario que no habían sabido reconocer hasta que sus miradas se cruzaron.
―Tengo una sorpresa para ti, que finalmente podré entregarte hoy ―TaeHyung volvió a decir, en un intento de animar al contrario y ver emerger nuevamente la luz en los ojos obsidiana que capturaban la luz en su interior para convertirla en minúsculas partículas que reflejan la luminiscencia del Cosmos.
―Te has convertido en mi felicidad ―exclamó con tal sinceridad el azabache que la emoción en ambos se manifestó entre pequeñas y tímidas lágrimas que colmaron sus orbes para derramar la intensidad que se fundía a sus células en un vínculo que los unía a la vida y los seguiría más allá de la muerte.
Teniendo presente que su tiempo con TaeHyung posterior al aviso de Jin se extendió un par de minutos más de los recomendados, debió accionar un caminar apresurado que era recorrido entre carreras veloces por los pasillos de la institución entre sonrisas, algún que otro alegato de parte del personal que estaba en sus lugares designados de trabajo y presenciaban de nuevo a cierto azabache de hebras largas y sedosas y sus embelesadores orbes corriendo una vez más para llegar a tiempo a su sesión de terapia grupal.
―No tiene caso que te informe sobre el horario, si siempre terminas corriendo ―el falso regaño de Jin se hizo escuchar tras la carrera de Jeon, quien ahora era seguido y escoltado por el rubio para asegurar que llegará en el lapso máximo que daban para cumplir con la asistencia.
―Deberías correr más rápido Jin o sino terminaré sancionado ―se burló viendo que Jin le seguía el paso en todo momento.
Confirmando el hecho que sin el enfermero a su lado y gracias a su compañía, era respaldado en las ocasiones que debía presentar una justificación por su tardanza y que usualmente se balanceaba entre dos factores, TaeHyung y el piano, sus dos mayores pasiones.
―Y así es como me agradeces después de todo lo que hemos compartido, con un posible ataque al corazón ―exageró en medio de exhalaciones pesadas y agitadas en un intento de regular su respiración para seguir la apresurada marcha de JungKook.
Momento en el cual el rubio maldecía todo lo habido y existente porque hoy la dichosa sesión grupal sería en el invernadero que estaba más allá de donde se encontraban, ubicados en la zona residencial A, teniendo que dirigirse casi al final del terreno ubicado en la parte inicial de Salm-ui seomgwang o Destellos de vida que exhibía la identificación del hospital en la entrada; y maldito se consideraba por seguirlo en sus arrebatos.
―Tengan cuidado, no queremos tener dos heridos el día de hoy ―exclamó HyeJin, la encargada del personal de enfermería que se encontraba terminando su guardia y a punto de salir, cuando se encontró con la escena usual de JungKook apurado y a SeokJin como el fiel compañero que no dejaría atrás.
Una novedad tan usual y recurrente que ya ni gastaban su voz para formular aseveraciones o mandatos sobre las reglas que garantizaban la seguridad de cada uno de los residentes, porque, aun cuando algunos pacientes se encontrarán deambulando en su trayecto o en su caminata matutina de la mañana, la agilidad de JungKook le permitía esquivar con gracia los obstáculos que los demás cuerpos presentes podrían llegar a suponer para su rápida huida.
La preocupación en la actualidad se debía por garantizar su estado e integridad física, pero a sabiendas de que sería la última de las preocupaciones de los contrarios.
―Que descanse Hye ―exclamaron ambos al unísono, hasta que sus cuerpos giraron en la próxima intersección a la derecha y no quedó ninguna presencia más que el murmullo lejano de sus voces agitadas y sonrisas contagiosas.
JungKook se sintió verdaderamente afortunado cuando divisó el gran portón doble de cristal que ocupada la pared lateral de la habitación que se veía en la proximidad cercana en la que estaban.
Una sala amplia con zonas abiertas que tenía diferentes puntos de acceso para ingresar, desde los corredores que llegaban desde el ala central de las oficinas como de los dos extremos opuestos de las escaleras que llevaban al piso superior, para culminar en la gran extensión natural de la reserva que estaba ubicada más allá del límite de la gran puerta de cristal.
Jin se adelantó y sujetó la puerta corrediza para cederle el paso a JungKook y evitar un posible tropezón contra la misma, debido a los precarios reflejos que el azabache tenía cuando de ventanales se trataba.
―Deja de reírte desgraciado, que ya se en lo que estás pensando ―refunfuño con los brazos cruzados sobre su torso y una mueca que fingía descontento por la burla que Jin mostraba con la sola acción de deslizar la ventana.
Ya que, en el pasado al atravesar la abertura de la misma terminaba chocando con alguno de los bordes laterales del marco de la puerta, que se mantenía abierta durante el día para que el aire inundará cada rincón de la espaciosa estancia.
O como en aquella ocasión en particular que originaba las bromas del enfermero, cuando en una de sus carreras y de lo que Kook creía recordar sin confirmar que en efecto el ventanal ese día en especial se encontraba mayormente cerrado por el viento helado que estaba indisponiendo a los pacientes que allí se encontraban reposando, cuando un cuerpo sólido colisiono contra el vidrio resistente que lo cubría y el sonido sordo y seco alertó a todos, y una risa estridente y contagiosa se impuso más allá de la atención que los enfermeros le daban a JungKook.
―Cómo olvidar el mini cuerno que adorno tu frente y acompañó tus días durante dos semanas ―puntualizó Jin entre risas causadas por ese lejano recuerdo de hace unos días más largos o cercanos al presente―. Ha sido de los recuerdos más memorables que aquí he tenido la fortuna de experimentar ―dramatizó, porque si había algo que definía a Destellos de vida, eran las experiencias dolorosas y desgarradoras que resonaban entre las paredes insonorizadas que contenían los demonios y fantasmas de ejemplar magnitud, como en donde el trauma se manifestaba y desintegraba las contenciones psíquicas hasta perturbar el equilibrio de la psique.
Por lo que, una experiencia tan mundana ocasionada por la burla hacia JungKook quien fue el primero en estallar en una melodioso carcajada, seguía siendo uno de los recuerdos más reales y emocionales hasta el momento.
―En este lugar hay tantos delirios que hasta podrías haberlo imaginado Jin ―dijo JungKook girando un poco su cuerpo hacia atrás, en donde Jin lo veía indignado.
―Andando pequeño que tienes una cita que cumplir ―indicó el enfermero reanudando el paso al lado de Kook que le tomó un par de segundos reaccionar finalmente, creyendo que iba a escuchar más réplicas por parte de Jin.
En el instante en que sus pies se posicionaron sobre la entrada principal del bloque en donde estaba, tomó una última inspiración profunda de aire para acortar la distancia que tenía que atravesar, en un trayecto en el que podía sentir la plena y efímera libertad de un presuroso caminar, disfrutando los sonidos de la naturaleza que rodeaba la zona sobre la que fue construida el hospital, lo que le otorgaba un aura atrayente a donde sea que la mirada llegará y terminará siendo hechiza por la tranquilidad que danzaba en el aire proveniente de la lejana Costa que estaba más allá de los límites que podían cruzar.
Y en su andar la emoción reverberaba por el destino al que debía acudir para la sesión destinada dentro de su cronograma.
―Gracias por llegar hasta aquí conmigo Jin, eres una inmensa luz que alegra mis días ―confesó JungKook de forma sincera con leves matices de broma, como parte de la costumbre que ambos mantenían.
―¿Incluso más de la que TaeHyung te da? Porque eso sería una aseveración que estoy dispuesto a mantener en secreto entre nosotros ―murmuró el rubio, acercándose a JungKook, para lograr obtener cualquier mínimo indicio de la verdad que esperaba lograr después de continuar atrapados en el tiempo.
―Creo que estar tanto tiempo expuesto al sol te ha comenzado a hacer delirar ―JungKook comentó con sarcasmo, y se acercó a Jin bajando la voz para ser escuchado solo por el contrario―. Y eso que los delirios hacen parte de nosotros y no del personal ¿O me equivoco? ―concluyó con una sonrisa ladeada por una de sus comisuras en una mueca un poco arrogante de su parte, al mofarse sobre su situación y la de algunos presentes más dentro de la institución de salud mental.
SeokJin logró apreciar un leve atisbo que se esfumó con la misma rapidez en la que llegó, sin anunciarse más que en el leve fulgor que en la oscura mirada se enunció como el advenimiento que viene a través de una revelación que se logra asimilar, al menos de forma parcial, en donde, la vitalidad se evapora y sólo queda una conciencia vacía sin viveza alguna. Oscuridad que se presentó y de forma inmediata emigró a los rincones de la no contradicción del inconsciente.
―Después no me pidas por más tiempo para despedirte de TaeHyung porque no lo tendrás ―y rápidamente fue silenciado por la tersa mano del azabache que colocó sobre su boca, para acallar cualquier pretexto más que ambos sabían que no cumpliría.
―Es algo que ni tú te crees ―farfulló JungKook, mostrando una sonrisa pícara mientras se alejaba del contrario, una vez lo dejó libre de su agarre y fue apresado por el enfermero entre sus brazos buscando derivarlo como en ocasiones anteriores solían jugar, y se vieron envueltos en un pequeño forcejeo por ver quién dominaba a quien.
Hasta que una presencia a sus espaldas reclamó la atención de ambos, deteniendo cualquier avance del adversario.
―Es un gusto ver que se están divirtiendo ―mencionó el psicólogo que estaba ubicado unos pasos más adelante de la entrada que conduce al invernadero.
―Siempre atento y responsable con mis deberes jefe ―Jin respondió con gracia, sabiendo que el apelativo honorífico que usó causaba el desagrado del contrario.
―De continuar llamándome así el que tendrá una sanción no será JungKook por llegar retrasado, sino tú como el acreedor elegido para obtenerla ―amenazó el de cabello gris cenizo.
―Que quedó claro que toda tardanza se debe a la demora de Kook con cierto alguien de nombre TaeHyung ―expresó Jin de forma solemne y respetuosa, en una actuación exagerada para retirar los posibles cargos que se le impugnaban.
―¡Qué gran confidente eres! ―exclamó JungKook, golpeando el brazo contrario con el codo que direcciono intencionalmente para causarle una leve molestia física, que dada a la exageración que brotaba sin sutileza alguna del rubio, el aire se vio cortado por el álgido dolor que su grito manifestó.
―Y se supone que eres de nuestros mejores enfermeros ―fue inevitable para el peligris no sonreír a causa del comportamiento de Jin, el cual, aumentó por el alarido de indignación que el contrario emitió por lo que había dicho.
―Se supone que después de estos años de conocernos y de todo el trabajo que hemos ido superando, ya te debería haber quedado claro quién es el mejor enfermero en jefe de toda esta institución ―Jin dramatizo una vez más, porque era indignante que a sus treinta y un años, aún su labor después de siete años de servicio no sean reconocidos y desvalorizados por quien consideraba su mejor amigo, Min YoonGi.
El actual psicólogo clínico y psiquiatra con una maestría en trastornos de la personalidad, lo que lo llevó a sus treinta años a ser el jefe del área de salud mental del hospital y a desempeñarse con eficiencia en su labor, gracias a las reformas que planteó en un inicio acerca del tratamiento y la reorientación del enfoque terapéutico basado en un trato humano y digno, donde se pudiera reconocer lo que el paciente manifestaba como el principal síntoma que perturbada a cada instancia psicológica y a partir de allí los caminos alternativos deben ser unitarios e individuales para cada persona con un trastorno que si bien puede ser compartido con otro, las características vivenciales, sentimentales y afectivas variaban de sujeto a sujeto, teniendo una influencia directa en cómo debía darse el abordaje del trastorno en cada uno.
Técnica que en asociación con otros psicólogos, psiquiatras, neuropsicólogos y neurólogos lograron desarrollar e implementar en Salm-ui seomgwang, convirtiéndolo en el hospital psiquiátrico o de salud mental pionero en el abordaje integral y personalizado de los trastorno mentales en el área de la Isla de Jeju, donde fue edificada la institución, además, de ser altamente reconocido en Corea del Sur por los grandes resultados obtenidos.
―Realmente creo que deberíamos ir ingresando e ignorar ese leve murmullo molesto que inunda el aire ―mencionó Kook, dirigiéndose a YoonGi que lo observaba con una cálida mirada y una leve sonrisa.
Porque Jeon JungKook era de sus pacientes más queridos, sin favoritismos o confusiones que puedan ser malinterpretadas, solo que, como terapeuta que guiaba el proceso de las personas que le eran asignadas, el azabache desde el primer momento en que vio esos ojos ónix apresados por la fantasía y el delirio que lo atormentaba, impulso en sí mismo el anhelo que lo llevó a estudiar esta carrera en un inicio.
Aun cuando en sus manos nunca estaría el poder de dar una cura absoluta, si estaba en sus posibilidades el brindar una mejor condición de vida potenciada por la voluntad del paciente que depende primero de la condición de base que ha ocasionado una disrupción psicológica, y segundo de la avidez de todo el plantel encargado de proporcionar un óptimo tratamiento.
―Siempre tan cumplido Kook ―dijo YoonGi con una ceja en alto mirando la expresión apenada del azabache al verse acusado por la nueva tardanza, que era más que usual sobre todo cuando tenía que desplazarse más allá de la zona residencial A, hasta las edificaciones ubicadas en la otra punta inicial del terreno del hospital.
―Estaba con TaeHyung y sabes que lo más importante para mí es asegurar su bienestar y que esté tranquilo o al menos un poco más relajado ante de que vaya a su sesión de terapia individual ―explicó JungKook.
―Es por ello, que el señor YoonGi no puede enojarse contigo, por la sensibilidad y comprensión que le tienes a TaeHyung, es un gran acto de amor Kook ―Jin interfirió al escuchar lo que ambos estaban hablando, una vez que decidieron ignorar y prescindir de su presencia.
―Jin tiene razón Kook, es gracias a ti que Te ha ido progresando aún más de lo que ya lo había hecho antes de que llegaras, solo que un poco más lento, pero tu presencia se ha convertido en una motivación, como tú mismo has dicho que él en ocasiones te ha expresado ¿O me equivoco? ―cuestionó YoonGi, en una pregunta que nacía a través de la devolución que en su momento JungKook le manifestó como la verdad que TaeHyung le repetía solo por y para él.
―En realidad ambos nos hemos convertido en la motivación del contrario, porque si no fuera por Tae, la presión de haber estado aquí me hubiera sofocado rápidamente ―confesó JungKook―. Y ahora lo que más deseo ver es si los crisantemos que plantamos ya han crecido un poco más ―recobrando la emoción que lo impulsó a llegar al invernadero cuanto antes, por lo que, apuro a YoonGi para ir a verlos.
Por lo que, con fervor se adelantó a ingresar tras la invitación de YoonGi a hacerlo, mientras este último se despedía de SeokJin con una amarga sonrisa y una mirada desilusionada que compartieron de forma tan conocida no siendo la primera ni la última vez en que el abatimiento comenzará a filtrarse debido al mismo escenario que los mantenía en un bucle dominado por las fuerzas que arrastraban a la mente de JungKook a permanecer enajenada y absorta de la verdad que un crisantemo simbolizaba, en una manifestación creada y proveniente del inconsciente que siempre lograba escudriñar y traspasar levemente las defensas psíquicas que el yo impone, pero que con su astucia modificaba por medio de ideas o pensamientos lejanos, la representación real de lo que en realidad sucedía y que solo allí, en el ello, existía.
En donde la contradicción se alojaba con el dolor de la pérdida y danzaban sin agredirse hasta despedazarse en una batalla por el poderío reinante como la verdad absoluta que cada vez más se escapaba de la comprensión del azabache.
―No nos rendiremos con él ―sentenció YoonGi, en una clara referencia que gracias al fracaso habían comprendido.
―No nos rendiremos con ambos ―completo Jin, en una aseveración en la que se embarcaron por atravesar las veces que fueran necesarias hasta que el tiempo detuviera definitivamente sus intentos de progresar.
Porque de la misma forma en que un crisantemo era concebido por su belleza inmaculada e hipnotizante debido a la característica singular de los pétalos que la componen, las concepciones sobre su significado variaban de acuerdo a la cultura, representando los opuestos, la longevidad y la conmemoración de la muerte, como la "flor de oro" se conoció, y que ahora, era un tributo a la existencia y a la degradación terrenal.
Una analogía que Jeon JungKook busco representar en su flor favorita, sin llegar a comprender el significado oculto del simbolismo que su psique deseaba transmitirle.
Escritora:
He aquí el nuevo capítulo que sin poder aguantar más las ansias tenía que publicarlo y dar inicio a la historia; además, de recordar que las actualizaciones serán lentas debido a mi trabajo y a que tengo dos fics más en emisión (no se lo que hago).
Y quiero mencionar que los nombres de los capítulos estarán ligados o inspirados en distintas flores o piedras preciosas, por lo que, al inicio irán las imágenes para que puedan reconocerlos en caso de no hacerlo.
Por último, hay sutiles analogías o pistas que se han dejado a lo largo del capítulo, para recordarles que nada es lo que parece.
Espero que disfruten la lectura 🖤
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