Verdades incómodas.
*NOTA: Un actor que se parece bastante al Lucian de mi retorcida mente está en la portada (al inicio) de este capítulo.
Capítulo 21.
Verdades incómodas.
Se notaba que sería un precioso día en Blue Hills, a pesar de que la luz de la mañana no lograra colarse por completo en la habitación porque las cortinas, aunque traslúcidas, no lo permitían del todo y eso estaba bien; Lucas lo agradeció mentalmente cuando se frotó el rostro para desperezarse, sin importarle estar desnudo en un colchón ajeno y con las piernas de Jacky entrelazadas con las suyas. Había sido una excelente noche, eso no podía negarlo, su amiga era muy buena en la cama, era salvaje y nunca se cohibía al momento de experimentar nuevas cosas; justamente por eso apenas habían dormido solo, ¿cuánto? ¿Tres, cuatro horas?
Sin duda, Jacky tenía muchas aptitudes deseables en una pareja, excepto que ella no era de las que buscaban una relación formal; bueno, tampoco era como si Lucas quisiera una, aunque algunas veces lo que vivía día a día, siendo testigo de la vida de sus hermanos, le hacía preguntarse si realmente quería una.
Suspiró profundamente y se decidió a salir de la cama, con cuidado desenredó sus piernas de las de la chica y se sentó a la orilla del colchón, pero Jacky tenía el sueño ligero y fue inevitable despertarla.
Ella se arrastró sobre las cobijas y abrazó a Lucas, aplastando sus senos desnudos en la espalda del beta, le besó el hombro y dijo: —aún es temprano.
Sí, era temprano para ir al trabajo, pero no tanto si deseaba ir antes a su casa por ropa limpia y también a la cafetería cercana a esta, la nueva dependiente, Claire, era muy linda.
—Quédate— pidió ella.
—Me encantaría, pero no puedo.
—Oh, claro que puedes— desde su lugar, acarició el pecho de Lucas de forma descendente para atrapar la erección semidespierta entre sus dedos y prometió, —será algo rápido.
Él rio de manera floja, sabiendo que sería imposible negarse; en el taller mecánico, nadie notaría que traía la misma ropa del día anterior, ¿o sí? Qué importaba.
Echó la cabeza hacia atrás dispuesto a entregarse a las atenciones de su compañera de cama, cerrando los ojos y dejando escapar leves suspiros; sin embargo, el placer no le duro tanto como él deseaba, pues Jacky detuvo el movimiento de su mano y se incorporó, pero solo para cambiarse de lugar, sentándose a horcajadas sobre su regazo, entonces Lucas tuvo ante su rostro los redondos y suaves pechos de ella, le gustaban como rebotaban cuando le montaba; oh, sí, y justo eso sucedería, lo supo cuando Jacky le empujó para que cayera de espaldas sobre el colchón.
Y después de ese agradable despertar, Lucas llegó a su lugar de trabajo, justo cuando su turno iniciaba, tenía el cabello un poco desordenado: no era sencillo darle mantenimiento a las trenzas-rastas que llevaba, no había tenido tiempo de acicalarlas, puesto que después de tener sexo en la cama, Jacky se coló con él cuando estuvo a punto de terminar su ducha; definitivamente eso de que "sería algo rápido" fue una mentira. Lucas estaba consciente de que le era muy difícil rechazar ese tipo de insinuaciones e invitaciones; antes, con Brenda, tuvo que poner esfuerzo, ella era "tímida", en cambio Jacky era muy atrevida, mucho, muy atrevida, era la primera vez que conocía una humana así.
Pronto el ajetreo del trabajo le hizo olvidar el sexo matutino, fue un día bastante productivo y muy ocupado, tanto que su almuerzo fue solo media hamburguesa y un refresco de cola. Oh, dios, si sus hermanos lo supieran, seguramente le echarían una cantaleta sobre los beneficios de comer adecuadamente.
Como fuera, para las cuatro de la tarde ya estaba finalizando con lo suyo, y para cuando el reloj marcó las cinco pudo retirarse tranquilo a casa; no sin antes detenerse por una orden extra grande de alitas picantes, amaba demasiado esas cosas.
Cuando llegó a casa, vio la cortina del garaje abierta, seguramente Sam y Leonel estaban allí, y no se equivocó.
—Qué agradable visita— exclamó cuando se quitó el casco, había dejado la motocicleta en el camino, junto a la de Lucian.
—Lo mismo digo— respondió Leonel, —¿vienes cada qué?, ¿segundo o tercer día?
Lucas rio, seguramente su hermano menor había estado allí la noche anterior y notó su ausencia.
—Vamos, Leo, soy un chico grande.
—Eso no lo discuto, pero al menos avísale a Lucian, ayer estaba preocupado por ti.
Lucas suspiró, —nuestro hermano exagera—, eso creía, sobre todo últimamente, parecía nervioso y pensativo.
—Oye— intervino Samuel, hasta entonces se había mantenido al margen, mientras colocaba un par de libros de Leo en las alforjas de su motocicleta, —entiendo que tienes tus cosas, pero sabes cómo es Lucian— se acercó y bajó la voz, —a pesar de que tiene noticias por medio de mí, por lo menos una vez al día llama a Leo para saber cómo está, ahora imagínate cómo puede llegar a ser contigo si aún viven bajo el mismo techo, siempre está al pendiente de ti.
—Por eso justamente no tengo novia— bromeó, —si a duras penas le rindo cuentas a Lucian, imagínense tener que hacerlo con ella— negó con la cabeza, —sin duda algo que no me agradaría.
Leonel rodó los ojos, ¿hasta cuándo su hermano iba a madurar?
Sam decidió volver a intervenir, esta vez cambiando del tema, porque este, más que incomodar, estaba molestando a su compañero, podía sentirlo.
—¿Lucas, podrías ayudarme?— preguntó al sacar el teléfono móvil del bolsillo trasero de su pantalón, —quiero comprar unos accesorios para la motocicleta y no sé por cuál decidirme— le mostró la pantalla de su teléfono, donde estaban las fotografías de partes mecánicas.
Lucas era un experto en el tema, así que no tardó mucho en decirle las ventajas y desventajas de cada una, además de sugerirle acudir a ciertos proveedores en específico.
Al final de la corta charla les ofreció compartir las alitas picantes que tenía en la maleta de la moto, pero ambos se negaron; Lucas no insistió, seguramente irían a cenar solos y eso estaba bien. De hecho, estaba bastante bien, en el pasado Lucas nunca se imaginó que Samuel y Leo estarían juntos, sin embargo, ahora no imaginaba un mejor compañero para su hermano menor, Leonel era feliz y continuaba con sus estudios, incluso había conseguido un buen trabajo de medio tiempo. Tan diferente a su hermano mayor, porque Lucian, en cambio, no parecía él mismo desde hacía unos pocos meses; Lucas odiaba admitirlo, pero tampoco podía evitar pensar que Noah tenía que ver en eso; es decir, Noah era un buen tipo, pero su presencia incomodaba a Lucian. Definitivamente esa cosa de las parejas destinadas podía ser un asco; pudiera parecer que Leo y Sam tenían la relación perfecta, pero también habían pasado por lo suyo.
Se despidió de Sam y Leo dejándolos en el garaje, tomó su caja de alitas picantes y entró a la casa, la radio estaba encendida, seguramente por la presencia de Leo habían sintonizado esa estación, de los tres hermanos sólo a él le gustaba escuchar la radio local.
—¿Quieres alitas picantes? Traje suficiente— exclamó cuando estuvo dentro y vio a Lucian bajar las escaleras, se notaba que el mayor recién se había duchado pues tenía el cabello húmedo.
Lucian solo le miró serio por unos segundos, suspiró y se sentó a la mesa antes de preguntar: —¿ya se fueron Leo y Sam?
—Justo están por hacerlo— respondió.
—Oh, bueno.
El segundo hermano esperó algo más, que Lucian preguntara dónde había estado, no hubo cuestión alguna; así que Lucas dejó la caja de alitas en la cocina, pero tampoco hubo nada, ninguna palabra más por parte del mayor.
Sin prisa, Lucas se lavó las manos, tomó dos platos y colocó en cada uno un puñado de alitas; escuchó la motocicleta de Sam partir en el momento en el cual regresó al comedor y dejó un plato frente a su hermano esperando alguna reacción de su parte, un "no, gracias, no tengo hambre" hubiera estado bien.
Pero nuevamente solo hubo un suspiro al momento que se hundía más en su silla.
Esto ya era suficiente.
—¿Qué te sucede, hermano?— Lucas tomó una silla del comedor y la arrastró para acercarse a Lucian, —¿es por Noah?
Lucian asintió.
—¿De nuevo hizo algo que te molestó?— preguntó Lucas específicamente.
—Ha comenzado a hablar de una boda, sus amigos van a casarse.
—¿Y qué con eso?
El gesto de Lucian se deformó, dejando ver su preocupación y fatiga, sin dejar de mirar hacia abajo.
En cambio, Lucas se irguió un poco en su lugar y, sin planearlo, miró de soslayo la puerta lateral que daba acceso al garaje, por donde él mismo había pasado hacía unos minutos, entonces una sombra llamó su atención en el marco de esta; intuyó quién podría estar allí y si su presentimiento era correcto este era el momento para tomar cartas en el asunto, así que dijo: —oh, ya entiendo; como cuando tu novia Alicia se puso pesada y chocante con sus celos, después con su comportamiento romántico, hablando sobre bodas y tonterías. ¿Sabes?, ahora que lo pienso, esto está tomando el mismo rumbo, lo siguiente es que Noah te arrastre al centro comercial para mirar ropa de bebés y comience a hablar sobre tener hijos.
—Esos temas son incómodos— expresó Lucian removiéndose y frotándose el rostro, —¿recuerdas lo que ocurrió en tu cumpleaños? Noah se puso celoso por la hermana de Jacky— ladeó la cabeza y preguntó más bien para sí mismo, — ¿por qué tenía que hacer una escena?, ¿no podía esperar y preguntarme en privado?, ¿acaso debo decirle todo lo que acontece con los clientes de la tienda?— exhaló con algo de pesadez antes de agregar, —y también está el hecho de que se autonombró tu cuñado—, negó con la cabeza, —definitivamente no estoy seguro de poder manejar esas cosas.
Lucas soltó un silbido, —esto es muy serio; si te abruma tanto, tal vez deberías dejarle y mejor emparejarte con su hermano— y añadió, acomodando una trencilla-rasta detrás de su oreja, con un tono un tanto burlón, —tendrías el mismo panorama, si sabes a lo que me refiero, y, por lo que he escuchado, Liam no parece ser tan pegajoso ni andarse con cursilerías.
La mirada que Lucian le dedico le hizo saber a Lucas que se había pasado del límite, y sus palabras lo comprobaron.
—Eres un grandísimo idiota— masculló el alfa, palabra que casi, nunca usaba.
—Discúlpame, no fue mi intención ofender— dijo sincero el segundo hermano y añadió, —aunque debes admitir que en algo tengo razón, no deberías estar en una relación sino quieres, Noah es un sujeto estupendo, pero puede que no sea para ti; además no solamente lo digo yo, Leo te lo explicó cuando sucedió lo de Alicia.
—Con ella era diferente— se justificó el alfa
—¿En realidad lo es? Alicia siempre andaba buscándote, te regalaba cosas innecesarias, era insistente cuando te invitaba a tomar el vino que tanto detestas; siendo objetivos ella estaba necesitada de afecto y mal de la cabeza, no puedes negar que estuviste con Alicia por lástima. Ahora, piénsalo, ¿qué hay de Noah, por qué sigues con él?
Lucian no contestó, simplemente su mirada se perdió en el montón de alitas picantes frente a él, estaba muy pensativo.
Lucas se mantuvo a su lado, en silencio, brindándole todo el apoyo que su compañía podía darle.
Pasaron algunos minutos, tal vez cerca de media hora, hasta que Lucian se incorporó, —iré a la cama, estoy algo cansado.
Lucas asintió, sabía que probablemente Lucian no iba a dormir enseguida, pues no dejaría de pensar en el tema.
—Bien, yo iré a meter las motos al garaje— dijo el segundo hermano.
Cuando vio la silueta del mayor desaparecer escaleras arriba, Lucas caminó de prisa al garaje, entrando por la puerta lateral, entonces fue obvio: el sutil rastro del aroma de la colonia de Noah estaba allí.
Por un instante sintió una punzada de culpa, pero en seguida esta desapareció cuando recordó la pose encorvada y cansada de Lucian.
...
Liam suspiró desde su lugar entre las sábanas revueltas, la tarde había sido grandiosa: empezando con una llamada de Kris invitándole a cenar, para después dirigirse al hotel donde se hospedaba y tener una caliente sesión de sexo. Y todo habría sido excelente, si Liam no hubiera dejado escapar un "te amo" cuando el golpe del orgasmo lo aturdió.
Definitivamente había metido la pata.
Después de la última, y única, riña con su gemelo, Liam se había preguntado porqué realmente había aceptado "ser el amante"; y bueno, la verdad era que Kris le gustaba sobremanera y odió admitirlo, pero estaba más que enganchado, estaba enamorado; y también estaba consciente de lo malo que era eso, malo porque su relación no era "oficial", nunca lo sería.
Aquellas dos palabras habían salido como un susurro, y cuando Liam fue consciente de que no se habían quedado en su cabeza, sino que en verdad habían salido de su boca, rogó porque Kris no las hubiera escuchado. Al parecer no fue así, porque después de su inesperada declaración, Kris no había dicho palabra: con el semblante serio, limpió cuidadosamente el desastre que había dejado sobre el cuerpo de Liam, se deshizo del preservativo, se colocó la bata y fue al balcón a fumar.
Liam se estaba poniendo más nervioso a medida que los minutos transcurrían; así que, se armó de valor y salió de la cama, colocándose únicamente la ropa interior antes de dirigirse al balcón.
—Hace frío— exclamó Kris cuando le vio atravesar el marco de la puerta corrediza con poca ropa, pasaba de la medianoche.
—No es nada— respondió Liam encogiéndose de hombros, cerrando tras su espalda.
—No lo será si enfermas.
Liam rodó los ojos, —eres un exagerado.
Kris negó con la cabeza en desaprobación a sus palabras, pero sabiendo que sería inútil discutir; después, colocó el cigarrillo en sus labios y giró para darle la espalda, apoyando los antebrazos en la baranda.
Liam quiso abrazarle, podía jurar que las manos le picaban por hacerlo, pero se contuvo. En vez de ello, caminó para colocarse a su lado e imitó su pose apoyándose en la misma baranda, dejando una distancia prudente entre ellos.
Kris le dio una calada larga al cigarrillo y, después de dejar salir el humo, exclamó: —sobre lo que dijiste, quiero que entiendas que yo no puedo ofrecerte lo mismo; pensé que eso había quedado claro.
El corazón de Liam se aceleró, al mismo tiempo que sentía como si una bola de granito se formara en su estómago.
Kris giró un poco para mirarle de frente y continuar, —esto no puede salirse de control, así que estaba pensando que tal vez nosotros deberíam-
Liam dejó salir una carcajada repentina, interrumpiéndole abruptamente porque no estaba dispuesto a escuchar algo como "deberíamos dejar de encontrarnos", así que dijo, —no seas tonto, no fue lo que quise decir.
Las cejas de Kris se elevaron, pidiendo con ese gesto una explicación.
—Amo el sexo y tú eres muy bueno en la cama— especificó Liam, —pero obviamente en el calor del momento no podía hablar mucho— le guiñó el ojo, —y, por supuesto, tampoco podía pensar claramente.
Kris le miró serio, tal vez evaluando sus palabras, Liam comenzaba a adorar ese azul cobalto en sus ojos.
—¿Qué?— le retó Liam, —¿vas a negar tus dotes? Tómalo como un cumplido.
—Bien— dijo Kris tras unos instantes, luego se acercó a Liam, le besó la mejilla muy cerca de la comisura de los labios y añadió, —no tardes mucho, te espero en la cama—; después apagó el cigarrillo en el cenicero que estaba junto a la maceta y entró a la habitación de nuevo.
Una vez estuvo solo, el humano exhaló y miró sus manos, estaba temblando ligeramente, ¿sería el fresco de la noche? Por su puesto que no, Kris le alteraba los nervios; porque, como bien le había dicho a su hermano, Liam estaba consciente de que Kris solo le buscaba para tener sexo, pero entonces, ¿por qué parecía hacerle el amor? A medida que sus encuentros se repetían, Kris era más atento y dulce, le sujetaba con delicadeza y le besaba con cariño, nada comparado con su primera noche. O tal vez era su mente la que le estaba haciendo una mala jugada, como fuera, Liam iba a aferrarse a lo mucho, o poco, que pudiera disfrutar de Kris; aún si eso significaba ignorar sus propios sentimientos.
...
El gran lobo de Noah giró sobre su costado, sobre el tapete al pie de su cama, si alguien le cuestionaba no tenía ni la más mínima idea de cómo había llegado hasta allí. Solo tenía el vago recuerdo de haber tomado una llamada, su padre le había preguntado dónde estaba, pues pasaban de las ocho, Noah había dicho algo sobre un contratiempo y colgó.
Ahogando un sollozo, el canino bufó, se sentía un completo estúpido por enésima vez en la última hora, porque todo era cierto, incluso su hermano, aunque después se había disculpado y justificando diciendo que solo reaccionó al sentirse atacado, había tenido razón: Lucian no le quería. Pensó igualmente que, además de estúpido, había sido bastante superficial y materialista al regalarle cosas a él, a sus hermanos y amigos esperando que con eso pudiera ganarse su afecto o atención. ¡Ah, sí! También podría añadir ridículo a la lista de adjetivos, pues como un maldito colegial aparecía todos los días en la tienda de Lucian; literalmente no era más que un "perro faldero".
Lloriqueó, el lobo se enroscó y metió la cola entre las patas, como si estuviera protegiéndose de algo.
"Alicia siempre andaba buscándote, te regalaba cosas innecesarias, era insistente cuando te invitaba a tomar el vino que tanto detestas; siendo objetivos ella estaba necesitada de afecto y mal de la cabeza".
Se preguntó si él también estaba necesitado de afecto, o tal vez solo mal de la cabeza. Como fuera, no iba a volver a buscar a Lucian porque no quería incomodarlo más, tampoco quería continuar luchando por algo que nunca existiría, pero, sobre todo, no estaba dispuesto a seguir humillándose.
...
..
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Los ojos de Mauricio escocían un poco, había sido un día largo y ajetreado, ya que desde muy temprano había ido a la escuela, luego Efy le había pedido que le acompañase a conseguir material en la biblioteca, mismo que les sirvió a ambos para hacer una tarea; y, finalmente, había ido unas cuantas horas al trabajo.
En realidad, estaba agotado, pero cuando empezó a leer aquel libro antes de dormir, no pudo evitar fascinarse por enésima ocasión. Si una persona común echaba un vistazo a los libros de Enrique pensaría que eran cuentos de hadas, o incluso mitológicos; pero Mauricio no era una persona común.
Tenía sueño, sí, estaba cansado, pero su curiosidad y sus ganas de saber eran más fuertes.
Escuchó el gruñido bajo de Julián a su lado, justo antes de removerse entre las sábanas.
—¿Ya amaneció?— murmuró el alfa, aunque ya se había adaptado a la vida en la ciudad, a veces le costaba un poco levantarse temprano.
—No, todavía— contestó Mauricio sin dejar de prestar atención a su lectura, estaba también en la cama, sentado y apoyando la espalda en la cabecera de esta.
Julián se rascó el cuello, esforzándose por abrir los ojos y enfocar su mirada en el reloj de pared, la luz de la mesita de noche era demasiado para él en ese momento.
—Son casi las tres de la mañana— refunfuñó y se echó boca abajo.
—Sí, lo sé, duerme— Mauricio le acarició la espalda desnuda con una mano, con la otra aún sostenía el libro.
—No, tú duerme, tienes que ir a la escuela en menos de cinco horas— las palabras salieron casi rumiadas, su mejilla estaba aplastada contra la almohada.
—Sí, sí, ya voy— contestó, pero sin ninguna intención de obedecer.
—Lo digo enserio— las palabras de Julián intentaron sonar a reprimenda.
—Lo sé.
Cinco segundos después el alfa se había vuelto a dormir y Mauricio continuó leyendo; no iba a detenerse ahora, no cuando quedó casi hipnotizado con el dibujo en aquella hoja amarillenta, ¿acaso eso era...? Sabía que lo había visto antes, sí, en una fotografía en el museo, exactamente en la exposición sobre las estatuas y pinturas dentro de templos antiguos.
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ESPACIO PARA CHARLAR: Y, bueno, como mucho/as venían diciendo desde capítulos atrás, parece que Noah se rompió. En algún momento tenía que suceder algo así, ¿no?
Nos leemos en El Baúl del Tesoro.
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