Perdón.

Capítulo 25.

Perdón.

Leonel miró a Lucas: su segundo hermano estaba cabizbajo, con las manos juntas en su regazo; esa era una escena inusual, pero totalmente comprensible dados los hechos.

Esa tarde, Leonel estaba libre de sus compromisos laborales, solo tenía un par de tareas escolares, cuando Lucas llegó inesperadamente al apartamento que compartía con Samuel y relató sobre la discusión que hubo entre él y Lucian hacía un par de noches.

—¿Y no te habla desde entonces?— preguntó Leonel.

—Es como si ni siquiera existiera para él— contestó Lucas, —pasa totalmente de mí, sale desde muy temprano y llega tarde a casa, me está evitando.

—No lo culpo.

Lucas levantó la cabeza de repente, observando muy sorprendido a Leonel.

—¿Por qué me miras así?— exclamó el menor, —yo también me habría puesto furioso si hubieras hablado mal de Sam.

—No hablé mal de Noah, de nadie— se defendió.

—Lo hiciste, y apropósito; no importan tus buenas intenciones, lo hiciste a adrede y eso es lo que tiene enfadado a Lucian— explicó Leo lo que él creía o, más bien, lo que su lógica le dictaba.

—¿Cómo iba yo a saber que le importaba?— Lucas manoteó, —Lucian siempre estaba nervioso y a veces ansioso.

—Por supuesto que le importa, además, sabes que no es como cualquier cita, Noah es especial y único para Lucian—, Leo se encogió de hombros y añadió, —solo que tal vez esa es la manera en que nuestro hermano expresa su interés; de lo contrario la presencia de Noah no le causaría nada, absolutamente nada.

—Con Alicia era lo mismo.

El menor negó con la cabeza, —por supuesto que no; a ella Lucian la despachó después de, ¿qué?, ¿dos semanas?— suspiró, —con Noah han pasado meses, si nuestro hermano no le quisiera alrededor lo hubiera echado ya— le miró serio y finalizó, —y, Lucas, deja de una vez por todas de comparar a Noah con Alicia.

Lucas miró sus manos de nuevo por unos segundos, luego alzo la cabeza para pedir: —¿podrías... podrías hablar con Lucian por mí?

—Tú deberías disculparte, sé sincero con nuestro hermano.

—Ya lo he intentado, pero no es por eso— se rascó la mandíbula y continuó, —él necesita alguien con quien hablar y por obvias razones yo no soy el indicado.

Leonel permaneció un instante pensativo, hasta que dijo, —no voy a forzarlo, si Lucian desea hablar lo hará, sabes muy bien como yo que no querrá hacerlo si voy directamente a preguntarle qué le sucede.

Sin haber resuelto nada en realidad, Lucas regresó a casa, su plan de pedirle ayuda a Leonel había fracasado; por una parte, comprendía su postura, pero por otra estaba algo enfadado por haber recibido una negativa.

"Tú deberías disculparte, sé sincero con nuestro hermano", la frase de Leo se repitió en su cabeza. Ser sincero, por supuesto que lo había sido, le dijo claramente que sus acciones habían tenido un propósito: ayudarle porque creyó que Noah le molestaba.

Suspiró y luego se echó en el sofá de la sala, si las cosas y la rutina eran como en los días pasados, Lucian llegaría en varias horas; y, bueno, eso estaba bien, porque en silencio podía pensar mejor.

"Lo hice por ti, yo solo quería ayudarte", ésa fue su respuesta cuando Lucian le preguntó por qué. ¿Y, en realidad, ésa había sido la única razón?

Su comportamiento bien lo describió el mayor: había sido inmaduro, insensible y cruel; Lucas tragó fuerte cuando pudo vislumbrar un atisbo de celos en su propio actuar, se preguntó si pudiera ser que, en el fondo, muy en el fondo, anhelara una relación especial. Aún no se imaginaba tomado de la mano de alguien, ni mucho menos acudiendo a una cita romántica en un cinema o en una tonta y cursi cafetería. Así que no; seguramente no era eso.

Sin embargo, imaginar que Lucian pudiera, tal vez irse le asustó. Si Lucian formalizaba una relación, no con Noah, sino con quien fuese; lo más lógico era que compartieran su espacio y Lucas "saldría sobrando". Esas dos palabras hicieron que su pecho se hundiera y que a la vez sintiera vergüenza por el rumbo de sus pensamientos; en verdad había sido un completo asno. Si con solo mirarlos, la gente pensaba que Lucas era el más problemático, agresivo y egoísta de los tres hermanos, con su último acto lo había confirmado.

La puerta principal se abrió y Lucian entró, sacando de su estupor a Lucas; pero como ocurría últimamente, el mayor no le dirigió la palabra, ni siquiera le miró.

—Ey, Lu, hoy has llegado temprano— exclamó poniéndose de pie rápidamente, —¿quieres comer? Puedo preparar algo.

Entonces Lucian le dedicó una mirada, fugaz, pero lo hizo, luego siguió su camino escaleras arriba y se encerró en su habitación. Definitivamente el ofrecimiento le había sorprendido, incluso al propio Lucas, pues él en contadas ocasiones cocinaba.

Lucas subió también a su propia habitación, se duchó y luego regresó a la cocina; su hermano no le había respondido, pero él iba a ofrecerle una buena cena, lo mejor que pudiera hacer.

Tras poco más de una hora, tenía un repertorio aceptable: emparedados de jamón, un poco de ensalada de atún, un par de huevos revueltos y una taza humeante de café. Dejó todo listo en la mesa, subió las escaleras y tocó a la puerta de la habitación del mayor.

—Lucian, he preparado un poco de café y me preguntaba si te apetece un poco.

No hubo respuesta.

—Vamos, hermano, no tienes por qué hablarme, solo... solo ven antes de que se enfríe.

Tampoco respondió a ello.

Lucas suspiró y se sentó en el suelo, a un lado de la puerta y con la espalda apoyada en la pared, en algún momento Lucian tendría que salir.

.

Leonel se quejó cuando un molesto zumbido le despertó, abrió los ojos y miró a su lado, hacia donde el inoportuno sonido provenía: era el teléfono de Samuel que vibraba sobre la pequeña cajonera, aprovechó y también echó un vistazo al reloj, pronto sería media noche.

—Sam— murmuró, su voz era bastante ronca por su reciente despertar, —Sam— le llamó de nuevo, esta vez un poco más fuerte; entonces el nombrado gruñó y le soltó, pues tenía el brazo alrededor de la cintura de Leo.

—Es tu teléfono— dijo el menor y lo tomó para dárselo.

Samuel lo tomó y miró la pantalla, si era un número desconocido ni loco iba contestar, ya era tarde; pero no fue así. Sam miró a su pareja y le dijo, —es Lucian.

Esas dos palabras hicieron que Leonel abriera los ojos por completo, ¿qué pudo haber ocurrido para que Lucian llamase a esa hora?

Hola, Sam; disculpa si te he despertado— su voz sonaba algo retraída.

Samuel se aclaró la garganta y miró a Leo, advirtiéndole con ese gesto que prestase atención, y respondió a su amigo: —no, descuida; estaba mirando la televisión.

Oh, bueno, yo... yo no he podido dormir y se me ocurrió que... que podríamos ir a tomar un par de cervezas; además— suspiró, —quisiera hablar contigo.

—Claro, por supuesto. ¿Te parece si te veo en quince minutos en el bar de siempre?

Sí, está bien.

Y Lucian colgó.

—¿Qué sucede?— indagó Leonel evidentemente preocupado, seguramente había escuchado, pero aun así hizo la pregunta..

—Saldré un momento, me reuniré con Lucian.

—¿Le ocurrió algo?— Leo se sentó cuando vio a Sam salir de la cama, luego empujó con sus pies las sábanas dispuesto a seguirle, —¿puedo ir contigo?

Samuel le miró entre pensativo y un poco preocupado, luego negó, —lo siento, será mejor si voy solo esta vez— le besó la frente y dijo, —déjame hablar con él, no tardo, lo prometo.

A pesar de que evidentemente quería ir, Leo no insistió, solo exclamó: —mis hermanos discutieron hace unos días, ambos la están pasando mal y si Lucian quiere hablar contigo está bien.

Samuel le sonrió y le volvió a besar, esta vez en la mejilla y se apresuró.

El bar no estaba muy lejos, faltaban tres minutos para que el plazo se cumpliera cuando Sam aparcó cerca de la puerta del local, desde donde pudo distinguir también la motocicleta de su amigo.

Al ingresar se dirigió directo al área que solían ocupar cuando lo visitaban, allí estaba Lucian, en la mesa del final, allí donde el murmullo de la gente no era molesto, les gustaba ese lugar porque la música era realmente muy baja, solo para ambientar, en realidad era un bar bastante tranquilo.

Fue inevitable para Samuel notar el semblante afligido de su amigo, pues Lucian estaba cabizbajo pasando la botella de cerveza de una mano a otra, sobre la mesa. También había una segunda botella, Lucian se había adelantado y pedido la favorita de Samuel.

El exbombero tomó asiento enfrente de él, no hubo un saludo, solo un amigable "gracias" antes de tomar la cerveza. En cambio, Lucian únicamente hizo una mueca, similar a una sonrisa; luego se extendió el silencio por unos minutos, hasta que a Sam se le ocurrió qué comentar.

—Leo quería venir, pero pensé que lo mejor era reunirnos solo tú y yo, así que... bueno, le convencí de que me esperara en casa.

Lucian asintió, —gracias, esta vez necesito hablar contigo, no creo que ninguno de mis hermanos lo comprenda.

Sam le miró con ese gesto que decía "te escucho", eran amigos desde hacía varios años y había señas que entre ellos conocían bien.

—Sabes que Lucas y yo discutimos, ¿cierto?— preguntó Lucian.

—Leo mencionó algo, pero sinceramente no sé los detalles— respondió y le dio trago a su botella.

Lucian suspiró, —Lucas ha sido un desconsiderado y cada vez que recuerdo lo que ocasionó no puedo más que enojarme.

—¿Ahora qué hizo?

—Hirió a Noah intencionalmente.

Las cejas de Samuel se elevaron ante su sorpresa, aunque no abrió la boca, dejó que Lucian continuara hablando, con esa pose encorvada y la mirada perdida en un punto en la mesa.

—Esta tarde fui a hablar con Noah, traté de explicarle y arreglar las cosas, pero lo eché todo a perder y lo herí de nuevo— apretó la botella entre sus manos, nervioso y frustrado; minutos antes, en la soledad de su habitación, estuvo reprendiéndose a sí mismo por su mezquino actuar: un beso era un acto de amor, no un intento burdo y desesperado por llamar la atención. Entonces, soltó la pregunta: —¿qué hago, Sam?— le miró a los ojos y agregó con el tono de voz un poco más elevado: —¿Qué se puede hacer cuando lastimas a tu compañero y no quiere saber nada de ti?

Hubo un silencio después de aquella cuestión específica; Lucian estaba agitado, Sam lo notó en sus pupilas y en la manera en que respiraba.

Lucian relamió sus labios y desvió la mirada al continuar, —últimamente he ido al campo y dejado a mi lobo salir, hace algunos años que no lo hacía— tragó saliva, —y no sabes lo que me ha costado controlarme, estando en esa forma siento la terrible necesidad de correr hacia Noah y suplicar por su atención—se frotó el rostro echando su cabello hacia tras y explicó, —he sido un completo idiota; siempre supe que sentía algo por él, pero estúpidamente lo alejé; y cuando Lucas dijo algunas cosas, yo nunca le defendí ni demostré lo que en verdad sentía porque... porque yo no sé cómo hacerlo.

La última confesión fue dicha antes de un ligero gimoteo; entonces, Samuel tocó el antebrazo de su amigo por sobre la mesa para brindarle algo de calma.

—No eres un idiota— dijo Sam, —eres una persona con maravillosos sentimientos, los cuáles has ofrecido y enfocado únicamente en tus hermanos— le dio un par de ligeras palmadas, —pero debes comprender que ya son adultos y que no necesitan tanto de tu guía, solo tal vez de tu acompañamiento.

Lucian le miró algo confuso, por eso Samuel continuó explicando.

—Has estado todos estos años al pendiente de ellos, cuidándolos y amándolos, que ahora que alguien ha entrado en tu vida puede que te sientas un poco extraño, pero está bien, porque Noah cuidará de ti y tú de él.

Lucian volvió a prestarle atención a la botella en sus manos.

Samuel rio un poco y dijo, —y sobre esa necesidad que tienes de correr hacia él, es normal, puede que seas un enorme e imponente lobo, pero en una relación, en especial como la tuya y la mía, son nuestros compañeros quienes nos tiene en la palma de sus manos.

—¿Una relación como la tuya y la mía?

—Sí, ya sabes, nuestras parejas destinadas.

—Pero yo... yo no tengo nada que ofrecerle, soy un lobo malditamente sencillo, ¿por qué Noah me querría en su vida?

Samuel se sentó bien en su sitio, pegando la espalda a la silla y preguntó, —¿recuerdas por qué abandoné el cuerpo de bomberos?

Lucian asintió, él sabía la historia y sobre la fricción que se generó entre Sam y su padre debido a ello.

—Ahora puedo reconocerlo, yo tenía un trauma y huía de mis recuerdos— confesó Samuel, —pero hace poco comprendí que no todo en la vida es nuestra decisión, incluso puede ser que ni siquiera esté en nuestras manos arreglarlo, así que solo nos queda llevar las cosas de la mejor manera y, de ser posible, disfrutar el momento; ¿sabes quién me enseñó eso?

Lucian negó con la cabeza.

—Leo lo hizo— respondió orgulloso Sam, —yo nunca imaginé todo lo bueno y lo bien que complementaría mi vida, tu hermano se ha convertido en la voz de mi razón— le sonrió afable para decirle claramente, —el destino ha puesto a Noah en tu camino, así que no lo alejes; además, así como yo en el pasado, creo que tú todavía no has vislumbrado lo bien que tú y Noah podrían complementarse.

Lucian se mantuvo pensativo, luego volvió a soltar sus dudas, —Noah es... él es demasiado perfecto, y no estoy hablando solo de su posición económica, sino de su nobleza; mira que ayudar a Leo cuando ni siquiera le conocía, aguantar las bromas y cumplir los caprichos de Lucas en su cumpleaños, estar a mi lado cuando yo prácticamente huía, eso no cualquiera lo hace; y qué decir de lo atento y cuidadoso que es con su hermano y su condición.

Samuel suspiró, —no deberías ser tan inseguro, puede que Noah sea un heredero, pero es de las personas más sencillas que he conocido, es muy amable e incluso aburrido, así como tú.

Con eso último comentario captó la atenta y curiosa mirada de Lucian, por eso agregó, —el destino no se equivoca, así que deberían darse una oportunidad.

—No somos aburridos— exclamó Lucian.

—Lo son, solo ustedes podrían divertirse haciendo cosas aburridas; como quedarse en casa un sábado a cocinar mientras escuchan música vieja, o pasar horas mirando el mar mientras intercambian anécdotas de sus propios hermanos; así que, ahora que lo pienso, no puede haber una pareja más perfecta que ustedes.

Lucian sonrió relajado, las palabras de Samuel significaban mucho para él, aunque seguía creyendo que no eran aburridos; —gracias— dijo, se relamió los labios y aceptó por primera vez en voz alta: —Noah es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.

Samuel le devolvió el gesto facial, se terminó de unos tragos lo que quedaba de su bebida y echó unos billetes sobre la mesa; —debo irme, seguramente Leo me está esperando despierto.

Y lo hacía, Leonel incluso había preparado un poco de café en su espera, apenas la puerta del apartamento se abrió, caminó con rapidez hacia ella.

—¿Qué ha sucedido?— preguntó el más joven preocupado.

Samuel le sonrió, alargó el brazo y Leo se refugió en él, abrazándole.

—Lucian solo quería charlar un poco— le besó la sien, —sabes que no te ocultaría nada, pero en esta ocasión yo-

—Está bien, no hay problema— le interrumpió Leo, palmeándole suavemente el pecho, —hay cosas que solo se pueden decir entre amigos y no entre hermanos, lo entiendo.

Samuel sonrió orgulloso, su pareja era maravillosa.

Treinta minutos después, Lucian también estaba de regreso en su casa; solo una lámpara de la cocina estaba encendida y gracias a ella pudo ver que aún estaba la comida y el café intactos sobre la mesa.

Suspiró, lo recogería por la mañana, prefería ir a su habitación y tratar de descansar un poco; así que subió las escaleras, sorprendiéndose al encontrar a Lucas dormido y aún sentado en el suelo junto a su puerta, se veía bastante incómodo en esa posición.

Antes de partir al encuentro con Sam, Lucas había estado allí, pero en ese momento Lucian no estaba de ánimos para escucharle y había pasado de él ignorando sus ruegos durante su camino a la salida; porque las palabras de su hermano solo le hacían recordar su enojo, temía descargarlo en su persona y hacerle daño, por eso prefería ignorarle.

Ahora se sentía un poco mejor, definitivamente la charla con Sam le había liberado bastante, así que alargó la mano para despertarle, pero Lucas abrió los ojos de repente.

—¡Lucian! ¿Podemos hablar?— exclamó apresurado poniéndose de pie inmediatamente e interponiéndose entre el mayor y la puerta de la habitación.

Lucian no lo esquivó ni dio media vuelta, esta vez no quiso evitarlo, si deseaba componer las cosas, pensó que debía empezar escuchando a su hermano, así que solo se mantuvo callado y eso Lucas lo tomó como una invitación a seguir.

—Hermano, realmente lamento haber lastimado a Noah, no fue mi intención, yo solo pensé que con eso te ayudaría, creí que él te estaba presionando.

Elevó el brazo y tomó la manga de la ropa del mayor, aferrándose a ella para que no se fuera y continuó hablando rápido, —no vi más allá de su relación y saqué conclusiones apresuradas; por favor, Lucian, perdóname, tú eres mi mayor ejemplo y no quiero perder tu cariño— con la mano libre se frotó la mejilla, eliminando una pequeña lágrima, —nos has mantenido a flote a Leo y a mí, siempre has estado con nosotros, así que aún no me hago a la idea de que haya otra persona en tu vida— sorbió su nariz y volvió a frotarse el rostro, esta vez con el antebrazo libre, pues no había soltado a Lucian, —pensar que lastimé a Noah y, por consiguiente a ti, me tiene mal; yo solo... yo en realidad he sido un inmaduro— finalizó y bajó la cabeza.

Dos segundos después estaba sorprendido, Lucian le había tomado de la parte trasera del cuello y tirado de él, para envolverlo en un inesperado y fuerte abrazo.

—Tú y Leo han sido mi mundo desde que papá y mamá no están, ustedes han sido todo lo que tengo— susurró el mayor muy cerca de su oído, —pero con Noah es diferente, él es mi pareja, mi compañero.

Lucian le liberó del abrazó, pero no se alejó, sino que le miró de frente; —dijiste cosas que le hirieron, pero si dividimos la culpa yo me llevo la mayor parte por no haberle dado el lugar que merece en mi vida, y sobre todo por no decirle a mis hermanos lo que realmente sentía por él; puede que ya sea un adulto, pero aún no sé cómo ser una buena pareja.

—Lucian, en verdad lo lamento— repitió Lucas, —no debí entrometerme.

El mayor, con el puño, le dio un suave golpe en el lado de la barbilla de manera amistosa y juguetona para decir, —reconocer tus errores te hace un poco menos inmaduro.

Lucas soltó una ligera risa y parpadeó para evitar que sus lágrimas salieran de nuevo.

—Y hay algo más— añadió Lucian, tomándolo de los hombros con firmeza —quiero que tengas presente que nada ni nadie hará que deje de amarte a ti y a Leo—, lo dijo convencido porque ahora lo tenía más que claro, él había temido por lo mismo cuando Leonel se mudó y en ese entonces Noah había estado a su lado para hacerle ver que sus miedos eran infundados.

Lucas asintió y sonrió, dejando ver los hoyuelos en sus mejillas; de los tres hermanos, era cierto que Leonel se parecía mucho a su madre, pero Lucas había sido el único que había heredado esos hermosos hoyuelos de ella.

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ESPACIO PARA CHARLAR. Bueno, Lucian no podía estar más tiempo distante, sus hermanos son su debilidad; además, creo que gracias a Sam pudo tranquilizarse un poco y tener las cosas más claras. Nos leemos la próxima semana, o antes, en el Baúl del Tesoro. 

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