No más.
Capítulo 23.
No más.
Noah reconoció el aroma a vino dulce; no pensó que ocurriera tan pronto, esperaba que por lo menos pasara una semana para su encuentro, pero no, allí estaba Lucian.
Se despidió de Lily y cuando ella le dejó para ir a la sala de reuniones con Rose, cuadró los hombros y se encaminó hasta el lugar de Grace.
Su asistente abrió la boca, seguramente para anunciar al visitante o darle algún mensaje, pero Lucian fue más rápido, incluso se había puesto de pie.
—Noah, por fin te encuentro— parecía haber cierto alivio en su voz.
Noah se obligó a ignorarlo, por eso miró a Grace y le preguntó directamente, —¿ha llamado el señor Smith?
Ella miró con rapidez el papel adhesivo que había pegado en el borde del monitor de su ordenador.
—Sí, dijo que llegará retrasado una hora a su cita.
Noah observó su reloj de pulsera, con el señor Smith tarde tenía algo de tiempo libre, luego le puso atención a Lucian: el gran hombre parecía un poco sorprendido y a la vez expectante, seguramente se supo ignorado desde el comienzo, eso a Noah no le importó.
—¿Has venido a buscar a Samuel? Él no está aquí.
No le saludó, fue serio; además, su amigo en común era la única razón que se le ocurría para que Lucian pudiera estar en el edificio; en el pasado, incontables veces le había dicho el lugar exacto donde podría encontrarlo porque tuvo la vaga esperanza de que algún día Lucian fuese a visitarle; eso nunca sucedió ni sucedería.
—No, por supuesto que no, es solo que...
—¿Es solo que qué?— preguntó cuando Lucian pareció flaquear en su explicación.
El alfa se frotó el cuello y desvió la mirada por un instante, —es solo que no he sabido de ti en estos días y tampoco contestaste mis llamadas.
Noah exhaló, miró de soslayo a Grace y entonces ella continuó escribiendo en su ordenador; qué mal había disimulado su atención a la charla entre los hombres. Volvió a mirar su reloj de pulsera, y le dijo a Grace, —atenderé al señor Evans en mi oficina, solo serán unos minutos, estoy esperando a Lily, avísame cuando esté aquí.
—Sí, claro— contestó ella y volvió la atención a su trabajo de nuevo.
Noah pasó a un lado de Lucian, abrió la puerta de su oficina y le indicó que entrara; una vez allí, el beta fue a su lugar tras el escritorio, mientras más distancia pusiera entre ellos sería mejor.
—¿Noah, estás bien?
Aunque el volumen de su voz era bajo, escuchó claramente la pregunta de Lucian, estaban solos en la oficina.
—¿Por qué no habría de estarlo?— ocupó su gran silla.
—¿Algo ha salido mal en tu trabajo? Luces diferente, pareces tenso y... estresado.
—¿Te importa?
Lucian se sentó en una de las sillas que estaban frente al escritorio, mirándole cuidadosamente, —puedes decírmelo, lo que sea, sabes que voy a escucharte.
Bueno, él siempre le oía atento cuando parloteaba, debía darle crédito por eso y... no. No, no, no, ya no más. Y tenía que decírselo, para poder seguir adelante y continuar con su vida tenía que decirle, no podía seguir evadiéndolo como estuvo haciendo por dos días.
Noah apoyó la espalda por completo en el respaldo, cruzó los dedos sobre su abdomen y se acomodó antes de decir, —estoy bien, bastante bien en realidad; no has tenido noticias sobre mí en los últimos días porque he decidido que ya fue suficiente de eso.
Lucian parpadeó confundido, incluso ladeó un poco la cabeza, —¿suficiente de qué?
—De lo que sea que hay entre nosotros.
Lucian volvió a parpadear y frunció el entrecejo ligeramente; pero como no abrió la boca, Noah aprovechó para continuar: —es mejor que me concentre en mis proyectos personales y financieros.
—Y tú... ¿simplemente lo has decidido?, ¿de repente?
—No fue algo repentino, es más que obvio que esto no funciona ni funcionará, no perdamos más el tiempo.
Lucian frunció los labios, era la primera vez que Noah veía un gesto como ese, ni siquiera cuando era algo referente a Lucas o Leo; ¿Lucian estaba molesto?
—¿Desapareces dos días y ahora dices que ya fue suficiente? Entonces, ¿si no venía a buscarte no ibas a decirme?— eso pareció una queja.
Pero Noah se obligó a no pensar más de lo necesario en ello, no construiría castillos en el aire, no más; mejor aceptó sincero, —admito que eso no estuvo del todo bien, discúlpame, pero he estado ocupado.
Lucian parpadeó de nuevo, pero su mirada se perdió en un punto fijo en el escritorio, abrió la boca, parecía que iba a decir algo, luego la cerró, se relamió los labios y murmuró, —yo, no comprendo.
—Es más sencillo de lo que parece, piénsalo, ya no tendrás que preocuparte, no seré más una molestia.
Lucian elevó el rostro, como si lo último hubiera llamado su atención y casi escupió la siguiente palabra: —¡¿qué?!
—Tranquilo— forzó una sonrisa, —no soy un niño, puedo entender cuando alguien no me quiere cerca.
—¿De qué estás hablando?
Noah meneo la cabeza, —lo he analizado, simplemente me he dado cuenta y lo comprendo, ¿por qué más aguantarías mi verborrea sino por lástima?
Entonces, fue testigo de cómo los bonitos ojos cafés de Lucian se dilataron por el sobresalto y desconcierto, dos emociones que estuvieron clarísimas.
—Tt-tú... lo escuchaste— no fue una pregunta.
Noah asintió con un movimiento de cabeza justo cuando el teléfono sobre su escritorio sonó, alargó la mano y puso el altavoz; Grace anunció a Lily en la entrada.
—Alicia, ella, la situación es diferente— habló Lucian tras un instante, incluso se puso de pie, sin importarle si la asistente escuchaba o no al otro lado de la línea.
Noah ondeó la mano, —eso ya no me concierne; ahora, si me disculpas, tengo asuntos qué atender.
Lucian negó con la cabeza, —no puedes comparar, ella... tú-
—No quiero saber— le interrumpió Noah, —y hablo en serio.
El alfa apretó las manos en puños a los lados de su cuerpo, mirando los ojos verdes que, ahora que lo admitía para sí mismo, le agradaban demasiado.
—Vete— exclamó Noah con convicción.
Lucian tragó fuerte, porque por un momento sintió el estómago pesado y una opresión en el pecho; se sentía mal, como si le hubieran dado un fuerte puñetazo dejándolo sin aliento y no entendía por qué, solo sabía que en verdad tenía que salir de allí, necesitaba... necesitaba respirar. Dio media vuelta y cuando abrió la puerta sintió el aroma del perfume de flores artificiales, la muchacha de moño alto esperaba afuera, sostenía una carpeta contra su pecho y cuando su mirada le encontró ella sonrió con cortesía e inclinó ligeramente la cabeza, ella era una beta y le había reconocido como cambiaforma; pero poco faltó para que Lucian le gruñera, pues entendió que el aroma que revoloteaba alrededor de Noah provenía de ella. Tomó casi todo su autocontrol no azotar la puerta antes de echar a andar escaleras abajo.
...
..
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Tras dejar el apartamento de Jacky, Lucas regresó a casa. Con cuidado dejó la moto en la entrada, si la guardaba en el garaje iba a hacer algo de ruido y despertaría a Lucian, pasaba de la medianoche y evidentemente no quería eso.
Entró sigiloso y cruzó la sala para ir directo a las escaleras, entonces fue inevitable notar la puerta abierta de la habitación de su hermano mayor. Para llegar a su alcoba tenía que pasar enfrente de ella, y cuando lo hizo la vio vacía: la cama estaba pulcramente tendida y la luz de la farola del alumbrado público se colaba por la ventana, Lucian era sencillo en cuanto a sus pertenencias, así que sí, Lucas podía describirla como vacía; pero, ¿por qué su hermano aún no estaba durmiendo?
—Oye, Lu, ¿estás allí?— entró a la habitación y miró mejor, puede que estuviera ocupando el sencillo escritorio, o en el baño. No, nada.
Miró su teléfono móvil, tal vez algo había ocurrido y le había intentado localizar mientras estaba "divirtiéndose con Jacky"; tampoco, no tenía ningún mensaje suyo. Sólo para asegurarse, bajó de nuevo y fue al garaje, pudiera ser que Lucian estuviera allí; no, ni siquiera había rastro de su motocicleta.
Por un momento pensó en dejar las cosas como estaban e irse a dormir, pero no pudo, bueno, no era como si Lucian pudiera meterse en problemas, era solo que... que no estuviera en casa en la madrugada no era típico de él, así que decidió llamarle, pero fue enviado directo al buzón de voz. Pudiera ser que hubiera extraviado el teléfono celular; pero Lucian era cuidadoso con sus pertenencias.
Regresó de nuevo dentro de la casa y a mitad de las escaleras frenó sus pasos, podría llamar a Samuel, él o Leo podrían saber; sacó de nuevo el móvil de su bolsillo y buscó su nombre en la lista de contactos. Se detuvo antes de oprimir el botón de llamada, ¿valía la pena molestar y alarmar a Leo? Pudiera ser que Lucas estuviera exagerando, soltó una risilla nerviosa, ¿así se sentía Lucian cuando él se iba de fiesta sin avisar?
Justo eso se preguntaba cuando la luz de la motocicleta del mayor de los hermanos se coló por la ventana que daba a la calle.
..
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Después de abandonar el gran edificio lleno de oficinas, Lucian se sintió extraño; extraño era la palabra porque no podía explicárselo a sí mismo en ese preciso momento. Puede que fuera como cuando Leo estuvo en el hospital y supo de su relación con Samuel, pero no, esto era más... mucho más incómodo y desagradable. Regresó a la tienda, pero no duró ni diez minutos en ella, le pidió a Samuel que se encargara excusándose sobre tener algo qué hacer. Agradeció mentalmente que su amigo no le cuestionara mucho y en su motocicleta salió de la ciudad. No lo había planeado, solo se dio cuenta que había dejado la civilización y había tomado la carretera estatal cuando el aroma a naturaleza le invadió, eso calmó un poco a su lobo. Desvió su camino y al cabo de casi una hora llegó a un área en la ruta hacia el lago donde junto con sus hermanos y Samuel solía ir a pescar. Salió de la carretera pavimentada y tomó un pequeño, casi invisible, sendero entre la hierba crecida, allí apagó su motocicleta y bajó de ella. No recordaba cuando fue la última vez que había dejado a su lobo salir, puede que fuera poco después de la muerte de sus padres, de eso varios años; se había centrado tanto en mantener a su pequeña familia, o lo que quedaba de ella, junta, estable y segura, que había reprimido su instinto y sus propios deseos y necesidades; Samuel se lo había dicho un par de veces, pero Lucian de alguna manera desestimaba específicamente esos comentarios, porque estaba seguro que era su responsabilidad ser el jefe de la familia Evans. Aunque en ese momento no pudo seguir reprimiéndose, con rapidez se desvistió y echó sus prendas de manera descuidada sobre su motocicleta, había aparcado era un área bastante oculta y lejana de los autos que pasaban sobre la carretera. Entonces cambió. Había olvidado la sensación de su piel tirando, de sus huesos reacomodándose, que fue casi doloroso. La enorme bestia se sacudió y luego soltó un aullido lastimero antes de echarse a correr dentro de la maleza. No supo cuánto tiempo estuvo fuera, era la primera vez en su vida que dejaba que el lobo, su parte salvaje, tomara el control; porque, en su mente, Lucian necesitaba "encerrarse" y descifrar lo que "estaba mal con él".
Y lo supo, supo no había nada malo en realidad, sino que se dio cuenta que extrañaría a Noah a su alrededor, porque simplemente le estimaba; no, le quería. Puede que Noah fuera bastante sentimental, pero era caritativo, dulce y auténtico, por eso de alguna manera se había incrustado en su corazón. Noah era arriesgado, sí, porque él había dado el primer paso en su pseudo-relación, pero contradictoriamente también era tímido y cauteloso. Sin duda, Noah era especial, muy especial, y era la persona que el destino había hecho para él, ahora Lucian no imaginaba a alguien diferente, Noah era perfecto. Y todo se había echado a perder.
Regresó a la realidad cuando sintió la tierra húmeda bajo sus patas, el lobo estaba cerca del lago donde solía ir a pescar, así que fue a beber un poco de agua, eso le hizo remembrar cuando su padre le enseñó a cazar: de adolescente, Lucian demostró ser bueno para ello, pues era observador, paciente y meticuloso; su padre lo elogiaba por eso, desafortunadamente ya no pudo "seguir con su entrenamiento". Sacudió su pelaje y con ello los recuerdos de su pasado, luego miró alrededor haciendo cálculos mentales y se dio cuenta que se había alejado bastante del punto de inicio. ¿Tanto había estado fuera de sí? En realidad, no le sorprendía demasiado, le había llevado tiempo darse cuenta y aceptar la verdad: quería a Noah, y no precisamente como un amigo; deseaba escuchar su risa, ver de nuevo sus sonrojos y deseaba aún más ser él quien los causara. Gruñó cuando recordó a aquella bonita hembra beta, Noah llevaba su aroma y eso le molestó; bufó y caminó en círculos, debía calmarse, así que bebió un poco más de agua y luego aulló a la luna; aún no sabía cómo remediaría las cosas, pero ya no podía negar lo que sentía, al menos no a sí mismo.
Más tarde, regresó a casa, vio la motocicleta de Lucas fuera del garaje y decidió dejar la suya al lado de ella.
—¿Qué hora es esta de llegar?— la pregunta de Lucas, justo cuando la luz de la sala se encendía, casi le sobresalta. El segundo hermano sonaba más divertido que molesto.
—No tengo idea— contestó con la voz monótona, era la verdad, no había visto el reloj.
—¿A dónde fuiste? ¿Y mis alitas picantes? Me tenías preocupado— Lucas se acercó un poco, ahora si había un poco de seriedad en su voz.
—Solo decidí salir por ahí y olvidé pasar por ellas, disculpa por eso— dejó las llaves en el mueble cerca de la puerta principal.
Cuando levantó el rostro, vio a Lucas relamerse los labios antes de sonreír de nuevo, esta vez con algo de broma, —¿estabas con Noah?— llevó una de sus trenzas-rastas tras su oreja para descubrir mejor su rostro y elevó la ceja un par de veces, sugerente, para agregar, —vaya hora de terminar una cita.
—No estaba con él, y...—, Lucian suspiró, —puede que no le veas por aquí en una temporada— le pareció justo decirle, no tenía por qué ocultarles las cosas a sus hermanos; aunque pudiera desatar algunas preguntas, solo contestaría a las que estuviera listo; esperaba que su hermano lo comprendiera.
—¿No verle por aquí? ¿Qué sucedió?— Lucas amplió su sonrisa y agregó —no me digas que decidiste tomar mi consejo.
—¿Qué consejo?
—Dejarle para emparejarte con su hermano.
Lucian frunció el ceño, —para ya, Lucas, no es gracioso.
—Oye, no bromeo— se defendió, —sino te agrada, deberías ser sincero con él.
—¿Qué te hace pensar que no lo soy?
Lucas soltó una risita y le dio unas palmadas suaves en el bícep, —si lo fueras, él no tendría que escuchar a escondidas tras una puerta para saber lo que sientes.
—¿Qué?
—Eso, que la última vez que hablamos él estaba allí— y con el pulgar señalo la puerta lateral que daba al garaje.
El gesto de Lucian se endureció, —¿tú sabías que escuchaba?
—Sí, y creo que-
—¡¿Y aun así dijiste esas cosas?!— gritó.
—Bueno, de alguna manera él tenía qué saber que te estaba asfixiando, justo como Alic-
No terminó la oración, en un segundo su espalda fue estampada contra la pared.
—¡¿Cómo pudiste?!— gruñó Lucian en su cara, sosteniéndolo de la chaqueta.
—Y-yo...— Lucas solo pudo balbucear cuando el temor le invadió, las pupilas de su hermano estaban dilatadas, eso significaba que su lobo estaba cerca de la superficie y nunca le había visto así; admiraba a Lucian por el férreo control que tenía sobre su parte salvaje.
—¡Con un demonio, Lucas!— tiró de él hacia arriba y Lucas se tuvo que parar sobre las puntas de sus pies, Lucian era unos centímetros más alto, —¡eres un maldito insensible!
Lucas tragó fuerte, tratando de mantener la calma, —ey, hermano, tranq-
—¡Lo hiciste adrede! — su voz era ronca, se acercó al rostro del beta y dijo mirándole a los ojos: —¿por qué lo hiciste? Noah siempre ha sido amable contigo, ¿por qué le has hecho daño?— le empujó de nuevo empotrándolo en la pared, sacudiéndolo con entusiasmo, agitando con ello incluso sus trenzas-rastas.
Lucas inhaló, tomando algo de valor para contestar la pregunta, —lo hice por ti, yo solo quería ayudarte, no estabas muy contento con él alrededor, él tenía que saber la verdad.
Lucian gruñó fuerte antes de darle un último empujón contra la pared y soltarlo; el alfa se dio cuenta de algo y eso lo enfureció: su propio hermano había herido a Noah intencionalmente, pero movido por "una buena causa", una causa que él mismo había provocado, pues Lucian nunca fue claro en cuanto a sus verdaderos sentimientos, y eso se prestaba a malas interpretaciones.
—Fuiste cruel— musitó el mayor.
—Lo lamento— lo hombros de Lucas cayeron, incluso agachó un poco la cabeza.
El dedo de Lucian se clavó el pecho del beta al decir: —fuiste inmaduro, insensible y cruel—, pero cuando las palabras abandonaron su boca se horrorizó al verse reflejado en ello: nadie más que él mismo había herido a Noah. Dio un par de pasos hacia atrás, como si el contacto con el otro le quemase, esas acusaciones no solo iban para Lucas, sino también para él.
Luego hubo silencio, solo sus respiraciones se escucharon por unos segundos, hasta que Lucas lo rompió.
—Lu, perdón.
Hubo silencio.
—Hermano, perdóname—, repitió ahora mirándole, dándose cuenta de que por su culpa las cosas seguramente se habían torcido, ahora lo veía: a Lucian en verdad le importaba Noah, probablemente desde hace mucho tiempo lo hacía.
Lucian negó con la cabeza, y dijo tajante: —no.
El mayor dio media vuelta, subió las escaleras y de un portazo se encerró en su habitación.
.....
....
...
..
.
Aspiró lenta y profundamente, el aroma del bosque solía relajar a su mitad animal, de hecho, la naturaleza tenía ese efecto en los cambiaforma. Pero este bosque, además de tierra, tenía un aroma a sangre, sangre seca y nada fresca.
Con lentitud y precaución, se abrió paso entre la maleza, buscando indicios o el rastro de algún grupo, persona, animal, o lo que fuera, que hubiera pasado por allí recientemente.
Desafortunadamente, no hubo nada de ello, la lluvia de hace unos días seguramente había lavado las huellas, pero no la sangre vieja. Suspiró y se llevó la mano al pecho, buscando el colgante en forma de cuadrilátero que pendía de su cuello; siempre que busca tranquilizarse y pensar con mayor claridad, frotar entre sus dedos esas cuatro aristas le ayudaban.
Miró alrededor, algunas nubes ocultaban la luna, pero no había problema, él podía ver muy bien. Decidió entonces confiar en su olfato y seguir el rastro de sangre; no le llevó demasiado tiempo, la lluvia también había disminuido el rastro de cualquier otra cosa que pudiera confundirlo, era como si la madre naturaleza hubiera hecho la limpieza del lugar.
Pronto halló un árbol viejo que parecía "herido": claramente había sido casi arrancado por algo o alguien más grande y fuerte que él, y ahora sus raíces se encontraban expuestas, no solo eso, también su tronco tenía varios cortes; si fuera una persona, diría que ese árbol había sido torturado. Se acercó a él y, en silencio, le pidió permiso a su esencia para que le dejase tocarlo. Casi dos décadas atrás, cuando visitó tierras lejanas, aquellas donde se rumoraba que la magia existía, él había adquirido sus dones, o más bien, había hecho un trueque, donde ofreció su más preciada y única posesión: su nombre, a cambio de conocimiento.
Colocó las palmas de las manos en el tronco herido, cerró los ojos y dejó que la esencia le dijera lo que había sucedido en ese lugar. Imágenes se proyectaron en su cabeza: entre hembras y machos, unos cuatro cambiaforma adultos estaban apretados dentro de una jaula, parecían que habían sido azotados, tenían sangre seca en varias partes de su cuerpo, su ropa hecha girones y estaban pidiendo comida; entonces su corazón se estrujó cuando vio seis cachorros cambiaforma encadenados a la esquina de la misma jaula, a los ojos de los humanos era solo unos infantes, niños de tres o cuatro años, pero él reconoció a tres hembras de pantera y los más pequeños eran coyotes machos; las escenas en su mente eran tan reales que podía oler el ambiente, los cachorros se había orinado en sus prendas, estaban sucios, tenían frío y hambre, los escuchaba llorar asustados.
—Sirhan— ése era su nombre ahora, después de dar el suyo como trueque de alguna manera tenía que ser llamado y los hechiceros que le transmitieron el conocimiento habían escogido el nombre, significaba "lobo" en su lengua nativa. La voz del vampiro, su compañero de viaje, le sacó de aquella visión, abrió los ojos y soltó el tronco del árbol.
—Estás llorando— dijo el vampiro.
Sorbió su nariz al percatarse de ello, no le avergonzaba, ni tampoco era algo nuevo, esas escenas eran demasiado duras, jamás se acostumbraría.
—Han estado aquí— dijo al ponerse de pie, giró y le encaró.
—Lo sé, huele a sangre.
—Nick, esta vez tienen a más cachorros— explicó.
—¿Cuántos?
—Seis, y son muy pequeños, casi unos bebés.
Nicholas resopló; hacía algunos años, él y su socio se dieron cuenta que el enemigo no solo atacaba aldeas, sino que comenzó a "secuestrar" esporádicamente a los adultos sanos; recientemente eso había empeorado cuando entre sus víctimas había cachorros, y cada vez en mayor número, seis era una cifra alta.
—¿Qué haremos?— preguntó Sirhan.
—Primero hay que ir a Blue Hills.
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ESPACIO PARA CHARLAR: Bueno, ya va siendo tiempo que Nicholas y su compañero de viaje hagan una aparición, porque sí los recuerdan ¿verdad? Si no, pueden mirar Creciente y Menguante en lo que llega el próximo capítulo. Nos estamos leyendo en dos semanas (o antes, en el Baúl del Tesoro).
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