Hallazgos.
Capítulo 22.
Hallazgos.
Kris olfateó el ambiente en busca de algún aroma nocivo, algo además de polvo y humedad. Cuando consideró que era adecuado, movió la cabeza para indicarle a su acompañante que le siguiera.
David caminó con cautela, muy de cerca a su amigo; días antes había escuchado sobre algunos rumores: un viejo laboratorio clandestino de estupefacientes; nada inusual si se lo preguntaban a un detective común, pero David era un buen investigador y rastreador, así que cuando estuvo seguro que había algo más allí, le dijo a Kris y de inmediato se movieron para verificarlo por ellos mismos.
Y bueno, al principio sí pareció solo un domicilio abandonado, donde en el garaje "cocinaron" en algún momento drogas humanas; sin embargo, bajo tierra había más, o, dicho de otra manera, mejores instalaciones.
Kris y David tomaron las escaleras hacia el sótano con cuidado de no tocar demasiado el pasamanos, notaron las instalaciones eléctricas sofisticadas y la decoración inexistente.
El beta frunció el ceño, adaptando su vista a la oscuridad que aumentaba con cada paso que daba; unos metros más adelante, Kris aspiró con un poco más de entusiasmo y cuando se aseguró que solo había ratas además de ellos, sacó del interior de su chaleco una pequeña lámpara de mano.
—¿Pero qué diablos?— musitó David cuando las escaleras terminaron. Frente a ellos había un conjunto de sillas volcadas, seguramente en su mejor tiempo estuvieron alineadas a la par de las computadoras, que también estaban rotas e inservibles, después de la fila de ordenadores había un cuarto de observación; David dedujo que justamente eso era porque las computadoras estaban frente a lo que había sido una pared de vidrio traslúcido, y más allá, dentro, al final de la sala de observación, había tres jaulas.
Con cautela, Kris se abrió camino entre el desastre, con su pie hizo a un lado los fragmentos medianos de vidrio, sorteó las sillas y mesas volcadas, para después pasar con cuidado a través del boquete en la "pared de vidrio astillado".
Por su parte, David buscó en el bolsillo de su gabardina por la lámpara de mano para echar un vistazo a su alrededor: no encontró nada en las paredes, ni un marca, cuadro decorativo o señalamiento, nada en lo absoluto, solo las rejillas del sistema de ventilación en la parte alta de una pared, casi llegando al techo; arrastró una silla, la que le pareció más fuerte y la usó para llegar a la rejilla y mirar, solo hubo la sombra y el chillido de una rata. Bien, tal vez debería verificar las computadoras y también el compartimiento oculto que desde su posición sobre la silla pudo ver pues, debajo de una computadora rota, había una alfombra levantada que dejaba ver una aldaba.
En cambio, Kris llegó hasta las jaulas, eran tres de tamaño mediano, un lobo adulto promedio estaría muy incómodo dentro. Aunque sus pensamientos no debían limitarse únicamente a cambiaformas lobos, no, eso sería un juicio demasiado engreído, era obvio que otros seres también estaban siendo amenazado por "esas cosas". Rodeó una jaula para mirarla mejor: estaba rota, lo que sea que estuvo dentro logró salir, incluso había fracturado los grilletes que estaban tirados en el suelo. Kris se acuclilló para verlos mejor, apuntó la lámpara de mano hacia ellos y notó que eran de plata, los lobos no eran los únicos enemigos de la plata; miró mejor y halló también sangre seca en los bordes interiores, puede que la criatura se hubiera hecho daño antes de liberarse; olisqueó un poco cerca de los grilletes: era sangre, sangre que no pudo distinguir específicamente, pues parecía ser de vampiro, pero también de coyote muerto. Bueno, el grillete pudiera tener sangre de dos sujetos, seguramente en ese lugar se había librado una pelea. Decidiendo no ahondar mucho en ello, pensó que lo mejor sería mirar las otras dos jaulas, las cuales estaban en las mismas condiciones, grilletes incluidos, solo que un par tenía menos salpicaduras de sangre y olía a vampiro y cambiaforma pantera, mientras que el último par tenía muchos más restos de sangre seca y olía a humano, pero era una sangre más vieja, no, mejor dicho, parecía que llevaba más tiempo allí, era más bien sangre muerta, muy muerta.
—Ey, mira esto— la voz de David fue muy baja, pero clara para él; Kris se incorporó y giró para mirarle, su amigo había hallado una compuerta en el piso del área de las computaras y ahora la tenía abierta y miraba dentro de ella. El alfa caminó de regreso, teniendo mucho cuidado al atravesar de nuevo el boquete en el gran vidrio astillado, para llegar al lado del beta.
Armas, eran unos cinco rifles de cazador; con extrema precaución, David tomó una y la examinó.
—Está cargada— dio a conocer su hallazgo, —pero con balas de verdad.
—¿Qué esperabas, que fueran de juguete?— exclamó Kris.
El beta alzó una ceja, no le gustaba cuando Kris "bromeaba" en situaciones como esa.
—Obviamente no— contestó serio, —pero si estas personas estaban observando a lo que sea que estaba en las jaulas, no tiene sentido que quisieran matarlas; es decir, uno no invierte en instalaciones como estas y luego mata a la gallina de los huevos de oro, usa sedantes para examinarla.
—Bueno, evidentemente no era una gallina, deberías ver las jaulas.
David ignoró el sarcasmo en la voz de su amigo, a veces odiaba su humor picante, mejor miró alrededor, en el suelo, y se dio cuenta de algo.
—No dispararon— dijo.
—Eso acabas de decir, el arma está cargada con balas de verdad— le recordó Kris.
—No, me refiero a que no hay cartuchos ni restos de pólvora; no usaron las armas, ¿para qué tenerlas entonces?
Kris miró el suelo también; cierto, ni había nada de ello.
—Tal vez solo huyeron.
...
..
.
Noah saludó a Grace, su asistente, y le agradeció con una gran sonrisa la taza de café que ella le ofreció. Después, entró a su oficina y ocupó su lugar en su cómoda silla, tratando de mantener la mejor actitud; prometía ser una excelente jornada y nada iba a echarla a perder: "un nuevo día representa nuevas oportunidades", eso se dijo desde la mañana anterior, cuando decidió que las semanas en las cuáles paseaba por la tienda Hot Tattoo quedarían atrás, para siempre; y planeaba que su lema siguiese funcionando.
Los tacones bajos de Lily se escucharon sobre el repiqueteo de los teléfonos de los escritorios contiguos al pasillo que llevaba a su oficina, con su oído de cambiaforma, Noah podía distinguir muy bien sus pasos.
Un leve toque en la puerta y él le permitió el acceso.
Lily asomó y dijo sonriente: —aquí está el informe del mes, jefe— entró y cerró tras su espalda, para acercarse a él y tenderle una carpeta color crema con la insignia de la empresa en la caratula; con su cabello atado en un moño alto, el bonito rostro de la chica quedaba al descubierto, al igual que su largo y blanco cuello.
—Te he dicho que no me llames así— Noah la reprendió sin un ápice de molestia en su voz.
—Eso es lo que eres— contestó astuta y se balanceó graciosamente sobre sus pies, esperando mientras el otro le daba una hojeada a los papeles.
Tras unos segundos, Noah señaló una cifra específica, —esto, ¿por qué está aquí?
Lily ya esperaba que le preguntase aquello, por eso había investigado un poco antes; tiró de una de las sillas arrastrándola hasta quedar junto a la de Noah, le explicaría lo que fuese necesario.
—Son los viáticos de Kristopher Michaelson y David Cook— dijo la chica.
—¿Y ellos son...?— entrecerró los ojos esperando más información, únicamente el nombre de David lo había escuchado antes, incluso lo había visto en las oficinas principales y saludado personalmente, también le había comentado sobre su presencia a Jared, pero solo eso.
—En la última reunión con Dylan Hall, tu padre autorizó estos gastos para una investigación de campo, por lo que entendí están pensando en abrir un conjunto de oficinas en otra ciudad, Kristopher y David han sido contratados para eso— se encogió de hombros, —lo que aún no sé es si tu padre está planeando una extensión de la agencia de seguridad, del hospital o de la cadena de hoteles.
Noah repasó con la mirada de nuevo el listado de gastos a nombre de Michaelson y Cook, no eran muchos y tampoco estaban fuera del contexto que Lily había mencionado: boletos de avión, la renta de un auto, comida y hospedaje, ninguno realizado en una ciudad que hubiera visitado recientemente.
—¿Por qué yo no lo sabía?— preguntó por fin, tal vez si lo hubiera sabido él mismo habría ido, sobre todo si se trataba de la agencia de seguridad, que era la que él dirigía directamente.
—Porque estabas ocupado con tu proyecto— le contestó sonriente y cómplice al guiñarle un ojo.
Noah esperaba que no fuera una manera de decirle que estaba ocupado buscando a Lucian, porque por supuesto ella no sabía ni su nombre, y él ya no haría eso otra vez.
Su gesto interrogante no pasó desapercibido, porque Lily especificó, —levantar un albergue comunitario no es sencillo.
Oh, sí, cierto.
Noah exhaló y se dejó caer en su gran silla imitación piel, echando la cabeza hacia atrás, ahora que lo recordaba tenía mucho trabajo por delante; y si lo pensaba bien, eso era bueno, sí, era mejor mantener la mente ocupada para no andar pensando en tonterías.
Nuevamente Lily no pasó por alto su gesto, —¿necesitas ayuda con eso?
Él la miró, por mucho tiempo Lily había sido más que su amiga, había sido su apoyo, porque, además de Liam, ella mejor que nadie conocía las responsabilidades de su puesto en la empresa, de su lugar en la familia, y de todas las exigencias que caían sobre sus hombros.
Ante su silencio, Lily le animó, —vamos, sabes que puedo ser útil, ¿o prefieres que Carol te eche una mano?
—Nunca— contestó al instante, el albergue y comedor comunitario era su idea, su bebé, no lo compartiría con cualquiera, mucho menos con esa mujer.
—¿Ves? Soy tu mejor opción— la sonrisa de Lily era brillante, siempre relucía de manera peculiar cuando recurría al chantaje.
—Bien— aceptó Noah, —¿conoces algún proveedor de-?
—De lo que quieras, yo lo tengo— le interrumpió ella con entusiasmo, —solo debo ir por mi agenda, allí tengo todo— se puso de pie de un salto y caminó a la salida, —ya regreso, espérame aquí, no te vayas, ¿eh?
Noah bufó, ¿a dónde más iría?, esa era su oficina; entonces, se descubrió sonriendo, hacía algún tiempo que no intercambiaba más que dos o tres palabras con Lily; de alguna manera encontró reconfortante el hecho que nada hubiera cambiado en su ausencia, porque, aunque era difícil admitirlo, mientras persiguió a Lucian estuvo ausente, ausente en su empresa y con su amiga.
Mientras esperó a Lily, terminó de mirar el reporte del mes; además de los conceptos por los gastos de Michaelson y Cook, todo lo demás estaba en orden; así que cuando Lily regresó, incluso con su portátil y una larga lista de contactos, toda la atención de Noah se centró en su proyecto del albergue. Más pronto de lo que imaginó llegó la hora de la comida y Lily insistió en que deberían visitar el nuevo restaurant de comida india que había abierto a un par de calles de las oficinas, eso, por supuesto, si no tenía otro plan.
No lo tenía, así que Noah se dejó arrastrar por Lily; desde que salieron de su oficina, hasta cruzar las puertas del restaurant, ella prácticamente no le soltó el antebrazo, y fue la primera vez que Noah se dio cuenta de ello: su amiga era muy dada al contacto físico, era algo natural en ella, incluso besaba en la mejilla a Liam cuando le veía y abrazaba a Sam a manera de saludo y despedida. ¿Cómo no lo había notado antes? Bueno, tal vez ahora que planeaba excluir algunas cosas de su mente y su corazón, tendría espacio para esos pequeños, pero significativos descubrimientos.
.
Lucian miró por enésima vez la pantalla de su teléfono móvil. ¿Estaría averiado? No, no podía ser, por la mañana le había llamado Rocky, el sujeto para el cual solía trabajar cuando perdió a sus padres, antes de conocer a Sam; en un pueblo aledaño, Rocky tenía un viejo almacén, vendía antigüedades, cosas de segunda mano y cachivaches. Ahora que ya no trabajaba para él, Rocky le seguía llamando de vez en cuando para saludarle, le había tomado cierto aprecio porque, en su tiempo, Lucian fue su empleado más joven, prácticamente un adolescente.
También, horas antes, Lucas le había telefoneado para pedirle de favor que hiciera una parada antes de ir a casa y llevara alitas picantes para la cena.
¿Entonces por qué no había recibido ningún mensaje de texto? Desde el día anterior el artefacto estuvo demasiado silencioso. Era extraño que Noah no se hubiese comunicado, a menos que estuviera de viaje... pero la última vez que tuvo que salir de la ciudad le había avisado.
Miró a Samuel, quien, sentado en la sala de espera de la tienda, hojeaba una revista de motociclistas.
—Ey, Sam, ¿cómo te va en tu trabajo en la agencia?
—Bien, aunque estos días ha estado bastante tranquilo— Samuel fue breve en su explicación.
Lucian suspiró y soltó la siguiente pregunta tratando de sonar lo más casual posible: —¿has visto a Noah?
—No últimamente— contestó el beta sin detener lo que estaba haciendo.
Lucian espero, y espero; nada, fue lo único que su amigo dijo. Bien, tendría que ser más específico.
—¿Has hablado con él?— indagó.
—Sí, esta mañana, por teléfono— al decir aquello, Samuel pasó una hoja de la revista, sin mirar a su amigo.
—¿Y, está bien?
—Supongo que sí— Sam pasó otra hoja, entonces Lucian gruñó, algo irritado por la falta de atención, pero sobre todo por la falta de respuestas.
El beta cerró el impreso para mirar a su amigo, —¿qué sucede?
Lucian frunció el ceño; sí, ¿qué sucedía?
Samuel se acomodó mejor en su asiento, —aunque, ahora que lo mencionas, no le he visto por aquí, ni siquiera ayer al mediodía.
Sam podría apostar que incluso Cristina, la propietaria del local de enfrente, sabía que el Maserati deportivo aparcaba a la hora de la comida en esa calle.
—No, no ha venido— respondió.
El beta lo pensó unos segundos haciendo memoria, —no dijo nada inusual durante la llamada, solo que, bueno— ondeó la mano, —eran especificaciones sobre unos documentos y manuales de seguridad.
—Mmnh— Lucian hizo un sonido gutural y apoyó el codo en el mostrador, pensativo.
—Si tanto te preocupa, ¿por qué no marcas su número?— dijo Samuel, porque preocupado era lo que claramente parecía.
Lucian miró el móvil, como si recién descubriera que lo tenía en la mano, y, si era sincero, no recordaba cuándo había sido la última vez que él digitó los números, siempre era Noah quien le escribía o hablaba primero.
Escuchó a Samuel moverse de nuevo en el sofá, acomodándose para continuar hojeando la revista.
Lucian, entonces, caminó hacia la bodega, buscando entre sus contactos del móvil, allí estaba el nombre de Noah junto a unos signos y números que se suponía formaban un corazón, obra del mismo Noah, por supuesto; oprimió el botón para llamar y se llevó el artefacto a la oreja. Espero uno, dos, tres tonos y fue enviado directo al buzón de mensajes.
Dos intentos más y comenzó a pensar que en verdad algo estaba mal. ¿Un accidente? No, seguramente ya lo habrían puesto en las noticias. ¿Estaría en alguna reunión importante? Tampoco, eso no justificaba su ausencia por casi dos días.
—¿Le has llamado?— preguntó Samuel desde su lugar cuando lo vio salir de la bodega.
—Sí, y no contesta.
Sam miró su reloj de pulsera, —faltan quince minutos para la hora de la comida, ¿por qué no vas a verle? Si está muy ocupado, es probable que se olvide incluso de comer; Noah a veces es un poco despistado.
¿Ir a verle? Sabía dónde se ubicaban las oficinas, había estado allí una tarde, cuando Leo estaba con lo de la mudanza.
Sí, iría, ¿por qué no?
Lucian no esperó más, salió de detrás del mostrador y caminó a la salida de la tienda.
Condujo la motocicleta, rodeando la zona, haciendo un poco de tiempo y acomodando sus ideas. No entendía por qué estaba nervioso, solo tenía que ir, pedir hablar con él y, bueno, preguntarle si estaba bien, porque no había tenido noticias suyas en casi dos días; Noah siempre era amable y de alguna manera cuidaba y se preocupaba por él; Lucian también podía hacer lo mismo.
Cuando por fin aparcó, se coló y decidió subir por las escaleras de servicio aprovechando que el recepcionista del vestíbulo estaba ocupado recibiendo la mensajería y había más gente en esa sala esperando por que el hombre se desocupara; Lucian recordaba el piso exacto donde estaba la oficina de Noah, él se lo había repetido varias veces. En medio de su carrera, decidió intentar llamarle de nuevo, pero lamentablemente tuvo el mismo resultado.
Al llegar a su destino, se encontró con una muchacha, tenía una vestimenta pulcra y un pequeño gafete con el nombre "Grace", que custodiaba la puerta principal de ese piso; se acercó y se aclaró la garganta.
—Buen día, caballero, ¿en qué le puedo ayudar?— ella le sonrió con amabilidad.
—Buen día, quisiera hablar con Noah Bennett, por favor.
—¿Cuál es su nombre?
—Lucian Evans.
—¿Tiene cita?
—No.
—Lo lamento, el señor Bennett estará ocupado hasta tarde; si gusta podemos agendarle una reunión para mañana.
—Sólo serán dos minutos— y miró la puerta con algo de ansia.
Ella negó, —por el momento no puede recibirle, además, él no está ahora.
Las cejas de Lucian se elevaron, él había visto el Maserati en el estacionamiento; bueno, tal vez sí estaba, pero no en su oficina.
—Le esperaré entonces— dijo y fue a ocupar un lugar en el sofá de la pequeña y moderna sala de espera.
—Caballero— insistió Grace, —no prometo que pueda atenderle, no sin previa cita.
—No hay problema, le esperaré— él también podía ser insistente.
Grace volvió a sonreír ampliamente, antes de asentir y ofrecerle algo de beber, Lucian prefirió solo esperar con las manos vacías.
Cinco minutos después fue inevitable reconocer la voz de Noah, no alcanzaba a distinguir qué decía porque estaba lejos, o detrás de una gruesa pared, pero su voz se notaba animada; cruzando la amplia sala, las puertas del elevador de abrieron y de él salió Noah y una muchacha, ella tenía el cabello atado en un moño alto, el bonito rostro de la chica quedaba al descubierto, al igual que su largo y blanco cuello; ella estaba muy cerca de Noah, pudo ver que sus brazos estaban entrelazados. Miró a Noah sonreírle a la chica, justo cuando otra mujer pasaba al lado de la pareja, en ese momento, cuando la chica del moño alto habló con la mujer, vio a Noah fruncir el ceño, arrugar la nariz al olfatear disimuladamente el ambiente y buscarle con la mirada.
Fue un instante, tan fugaz que Lucian podría jurar que lo imaginó, pero la sonrisa de Noah pareció falsear, justo antes de regresar su atención a su acompañante y decirle algo en voz baja. La joven bonita sonrió y luego se perdió junto con la otra mujer por los laberínticos pasillos de cubículos para oficinistas.
Lucian no lo pensó, solo se dio cuenta que ya estaba de pie cuando Noah llegó al escritorio de Grace.
Olfateó el ambiente, había un aroma de flores alrededor de Noah, era una fragancia artificial; Lucian recordó que, en el inicio, cuando le conoció, pudo percibir ese perfume a su alrededor, luego, con el pasar de los días ese aroma desapareció y no le dio mayor importancia, incluso lo había olvidado, hasta ahora, cuando se preguntó de dónde provenía.
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ESPACIO PARA CHARLAR: Y bueno, aquí un capítulo más. Desde hace tiempo algunos de ustedes me decían: "ya va siendo hora que Lucian haga algo"; pues bien, parece que va a intentar hacer algo... hablar con Noah (jajajaja).
Ah, sí: esta fue una OCASIÓN ESPECIAL (la dinámica de las tres preguntas); la próxima fecha/anuncio de actualización estará en el Baúl.
***IMPORTANTE: Algunas personas me han preguntado "cómo son los personajes", quiero aclarar que al principio de todas las historias nunca tuve una persona en mente, sin embargo, puede que haya encontrado algunos actores o modelos que tengan cierto aire/parecido a lo que ocurren en mi retorcida imaginación. Sé también que algunas personas/lectores ya tienen en su mente al personaje perfecto, y la verdad no deseo arruinarlo. Sin embargo, en capítulos anteriores, he colocado al inicio "imágenes ilustrativas", pueden notarlo en el capítulo anterior y también en el llamado "Mudanza", "Los Hermanos", al igual que el titulado "Agradecido".
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