Díselo con flores.

Capítulo 24.

Díselo con flores.

Lucas despertó cuando los rayos del sol le pegaron de lleno en el rostro, había olvidado cerrar las cortinas. Gruñó y se tapó la cara con el antebrazo en un burdo intento por seguir durmiendo, pero no pudo, no cuando los recuerdos de horas antes bombardearon su mente. De inmediato salió de la cama y no se molestó en ponerse los zapatos para correr hacia las escaleras. No había llegado ni a la mitad de los escalones cuando vio al alfa cruzar de la cocina hacia la puerta principal.

—Oye, Lucian, sobre lo de anoche, yo-

El portazo cortó sus palabras.

Se apresuró y fue a la cocina, tenía la esperanza de encontrar panecillos, huevos revueltos, tocino o, por lo menos, un vaso de jugo; sí, porque si Lucian le había dejado el desayuno quería decir que las cosas se arreglarían pronto. Pero no fue así, la cocina estaba pulcra y vacía, solo había un vaso usado en el lavabo.

Lucas exhaló y se apresuró a la salida cuando escuchó la motocicleta del mayor arrancar.

—¡Lu!— gritó cuando estuvo en el patio delantero, Lucas estaba en pijama, con el cabello desordenado y sin zapatos, pero no le importó, —¡Lucian!— le llamó de nuevo.

El mayor de los hermanos no le miró, sino que prestó atención a su vehículo y a la maniobra que estaba haciendo para salir por el portón hacia la calle; tenía el gesto demasiado serio.

—Lucian, lo lamento, ¿de acuerdo?, no pensé en las consecuencias, estoy realmente arrepentido.

El alfa se colocó el casco y verificó los controles del pequeño tablero.

—¿Hermano, me estás escuchando?— insistió el otro, saliendo de su propiedad y pisando la acera, ya estaba caliente a esa hora de la mañana.

Obviamente sí le había oído, el ruido del motor era fuerte, pero se podía escuchar muy bien sobre él, pero Lucian hizo rugir el motor para después irse a toda velocidad.

Lucas vio a su hermano partir, luego se frotó el rostro con la diestra, echando sus trenzas-rastas hacia atrás, ya estaban bastante largas, le llegaban bajo el hombro; inevitablemente recordó cuando meses atrás Lucian le reprendió por su elección de peinado, <<deberías optar por algo más formal>>, había dicho el mayor; pero a Lucas no le importó e hizo lo que le vino en gana, incluso se tiñó de verde algunas de ellas; Lucian se había molestado, pero siguió preparándole el desayuno y hablándole, en un tono algo más duro, pero se dirigía a él. No como ahora.

El beta hizo una mueca, le disgustó la idea de saberse ignorado por Lucian, y pensó que no tenía caso revolcarse en su remordimiento, mejor debía tratar de enmendar lo que había ocasionado, tal vez debería comenzar a ser un poco más responsable.

Una hora después, Lucas estaba en el vestíbulo del enorme y ostentoso rascacielos lleno de oficinas y gente estirada. Sabía que la oficina de Noah estaba allí porque él se lo había preguntado en una ocasión, amablemente Noah le había dado la dirección y le dijo que le buscase si necesitaba algo: lo que fuera, cuando fuera. Y ahora Lucas necesitaba aclarar un asunto.

Se acercó al escritorio principal del lobby y no pasó desapercibido para él la manera en la cual el humano de recepción le miró: el cabello largo en varias trenzas, algunas verdes, la playera oscura con el nombre de una banda popular de rock estampado al frente, los jeans desgastados y las botas de trabajo con evidentes manchas de aceite automotriz, definitivamente resaltaban en ese ambiente.

—¿En qué le puedo ayudar?— no hubo un saludo ni el típico "buen día", Lucas decidió no replicar sobre aquello, dos podían jugar el mismo juego.

—Busco a Noah— dijo también tajante.

—¿Noah?— el hombre repitió recalcando la familiaridad y confianza con que mencionó el nombre.

—Noah Bennett— especificó Lucas.

—Oh, el señor Bennett no recibe visitas.

Vaya, el humano tuvo el descaro de echarlo sin siquiera preguntarle su nombre, ¿y si Lucas era un importante ejecutivo o socio? Eso le hizo recordar lo que en un principio pensaba de esa gente, tan frívola y despectiva; afortunadamente Noah no era así.

—No soy una persona cualquiera, soy su amigo— se aventuró a decir.

El hombre negó, —lo siento, el señor Bennett no ha notificado sobre la espera de visitas especiales.

¿Vistas especiales? ¡Y un cuerno! Lucas resopló y miró alrededor, había un guardia en la entrada que daba a la calle, seguramente el estirado humano tras el mostrador no dudaría en llamar refuerzos para echarlo de allí; estaba a punto de maldecir su suerte cuando vio al guardia de la entrada cabecear a manera de saludo a una pareja que entraba al edificio, era Noah y una chica bonita colgada de su brazo; eso era... era extraño, nunca había visto a Noah con una mujer, mucho menos así de cercanos.

Lucas inmediatamente se alejó del mostrador y caminó hacia ellos, interceptándolos a mitad del recinto.

—¡Ey, Noah!— le saludó.

Él pareció sorprendido con su repentina presencia, pero de inmediato se recompuso, eso sí, no hizo ademán para que la muchacha la soltase.

—¡Lucas!— le sonrió, —qué inesperada visita.

Por un instante Lucas pensó que todo era una mala broma hacia él, porque Noah lucía perfectamente, no parecía molesto ni herido como Lucian le reclamó horas atrás, aunque pudiera ser que su hermano estuviera exagerando las cosas. Como fuera, había ido hasta allí con un propósito, y no debía olvidarlo.

—Oh, sí, claro, muy inesperada; pero en realidad vine a hablar contigo de algo importante, ¿tienes unos minutos?

Noah negó con la cabeza, —lo lamento, estoy muy ocupado ahora.

Lucas miró mejor a la chica y le sonrió ampliamente, aún no los habían presentado y podía notar que era centrada, formal y seria, su experiencia con hembras y mujeres se lo dijo, además, olía a perfume caro con esencia a flores artificiales; en resumen, admitía que era una muy linda beta, pero para nada su tipo.

—Ella es Lillian Conelly, mi amiga y mano derecha en los negocios— Noah debió notar aquél gesto y probablemente mal interpretarlo, porque con cortesía y mucho respeto la presentó.

—Un placer— Lucas hizo una exagerada reverencia, propia de su humor, —mi nombre es Lucas Evans.

Lillian sonrió y cabeceó a manera de asentimiento y reconocimiento, pero no se separó de su acompañante y mencionó palabra alguna.

Noah se aclaró la garganta, —lamento no poder atenderte, pero ahora Lillian y yo tenemos unos asuntos qué atender— se disculpó y comenzó a caminar para rodearle.

Lucas volvió a la carga interceptándolo, —solo serán un minuto— dijo.

—Lo siento, no puedo.

Ahora sí, Lucas pudo notar algo extraño, nunca antes Noah había sido tan cerrado, siempre tenía tiempo para todo, incluso para sus chistes subidos de tono.

—Será rápido, durará lo mismo que tu viaje en el elevador.

Noah sacudió su cabeza en una negativa.

Entonces, Lucas se arriesgó a "soltar pistas" allí mismo, estaba consciente de que era un tema personal, pero Lillian parecía alguien de cierta confianza, al menos para Noah, pues había dicho que era su mano derecha; el guardia de la puerta estaba lejos y el recepcionista enfrascado en una llamada telefónica, —quiero aclarar un mal entendido, sobre lo que escuchaste la otra tarde en el garaje.

Con eso debería ser suficiente, Noah debía comprender a qué se estaba refiriendo; le vio suspirar y agachar la cabeza.

Tomó eso como una invitación a seguir y continuó, —quiero que conste que fueron mis opiniones, no las de él.

Noah levantó un mano para indicarle que se detuviera y dijo mirándole de nuevo, serio, —no quiero saber.

—Siempre hay más de una versión, deberías escucharla.

—No, Lucas, sea lo que sea no lo quiero oír, no quiero saber porque no me interesa más, eso ya no me compete

Poco faltó para que el mecánico tuviera la boca abierta de la impresión, mentiría si dijera que no le impactaron las palabras, la seriedad y la convicción de Noah. No lo podía creer, hacía un par de días le había visto casi "revolotear" alrededor de su hermano y ahora decía que no le importaba.

—Bien, si nos disculpas— el joven magnate aprovechó su estupor y le rodeó avanzando los pocos metros con Lillian del brazo hasta el elevador; y, antes de que cerraran las puertas, le dijo: —espero haber sido claro, no quiero que vuelvas a buscarme para tratar ese tema.

.

Lily esperó unos segundos después que el elevador cerrara sus puertas, para que en privado pudiera preguntar.

—Ese chico, Lucas, ¿es tu compañero?

Noah soltó un suspiró largo, —no.

—Pero está relacionado, ¿cierto? ¿Es su amigo, su vecino quizá?— indagó un poco curiosa.

Él suspiró y echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en la pared metálica, mirando el techo, tomándose unos segundos antes de hablar, —no, Lucas es... él es su-

—Está bien, no me lo digas sino deseas— le interrumpió ella, pensando que las cosas podrían ser bastante complicadas, tanto como la existencia de una tercera persona en la relación; si era así, no obligaría a su amigo a recordarlo.

Por su parte, Noah no quiso detallar eso, asintió y apretó los labios.

Lily ya había notado extraño a Noah, primero se había sumido en el trabajo y ahora suspiraba demasiado, era más que obvio que eran cosas del corazón, y lo que acababa de presenciar lo confirmaba; ella quería mucho a Noah, pero estaba consciente de que jamás sería correspondida de igual manera. ¡Ah! Y también estaba el asunto de que se sentía pésima por encontrar oportuno el hecho de que él y su compañero estuvieran distantes.

.

Para la hora del almuerzo, Noah ya se encontraba más relajado, pero debido a que los asuntos sobre su proyecto le absorbieron, el tiempo pasó demasiado rápido. Y mucho más cuando Lily lo traía de aquí para allá, en esta ocasión ella había pedido pizza y había "secuestrado" a Noah, sacándolo de su oficina para encerrarlos en la de ella, la chica había cerrado las cortinas y movido los sofás adecuándolos para estar cómodos sobre la alfombra mientras miraban una película en el proyector. Noah estaba agradecido, de alguna manera Lily lo mantenía ocupado y distraído, eso estaba bien.

Así transcurrieron un par de horas hasta que fue momento de regresar a sus deberes, al día siguiente tendrían que ir a ver la construcción del comedor comunitario; según los planos, el diseño dejaba la opción de remodelación y ampliación, para cuando pusiera en marcha la siguiente etapa: el albergue; por eso tenía que comprobarlo por él mismo. Agradeció el buen rato a Lily y después, Noah regresó a su oficina.

Su asistente, Grace, ya estaba en su sitio, si algo tenía que alabarle a la mujer era su puntualidad; pero esta vez, a Noah le pareció que la sonrisa que le dedicó Grace era entre pícara y nerviosa, como si fuera cómplice de algo.

Noah se vio tentado a preguntar qué ocurría, pero decidió mejor no hacerlo, no hasta que entró a su propia oficina y sobre el escritorio encontró un gran ramo de girasoles. Su corazón latió desbocado, esas eran sus flores favoritas.

—¡Grace!— le habló, saliendo para regresar al escritorio de ella, —¿qué es eso?

—Flores, son unos hermosos girasoles— respondió sonriente.

Noah negó con la cabeza, —no, quiero decir, ¿quién los envía?

—No lo sé, el chico de mensajería solo dejó copia del acuse de recibo— le mostró el papel, —pero únicamente tiene los datos de la florería, ¿qué el bouquete no trae una tarjeta?

¡Cierto! Noah agradeció con rapidez y regresó a su oficina, miró entre los tallos de las flores y allí estaba, un sobre pequeño y cerrado.

"Ahora sé por qué te gustan tanto, se parecen a ti"

No necesitó seguir leyendo ni mirar la firma, pudo reconocer esa caligrafía, los días al lado de Lucian mientras ordenaba el papeleo y los libros contables de la tienda no habían sido en vano. Dentro del sobre también había otra tarjeta, era información de la tienda y decía lo que las flores significaban: "El girasol es el símbolo del sol y la belleza, significa amor, felicidad, vitalidad y positivismo".

Tragó fuerte y se mordió el labio inferior cuando unas inmensas ganas de llorar le asaltaron; solo una vez le había dicho a Lucian sobre sus flores favoritas y al parecer lo recordaba, el maldito lo recordaba y ahora lo usaba en su contra. Exhaló y rompió ambas tarjetas para echarlas en la papelera de reciclaje, seguramente Lucian solo las había enviado para ser amable con él, y estaba muy equivocado si pensaba que Noah iba a caer con eso.

...

Después de la discusión con su hermano, Lucian no había podido dormir en lo que restó de la noche. Era como si su lobo se hubiera despertado después de una muy, muy larga siesta, bueno, literalmente así había sido; pero no solo eso, el lobo en él estaba inquieto y mucho más cada vez que pensaba en el gesto duro de Noah; era como si su parte animal quisiera correr hacia el beta en busca de su aprobación o, por lo menos, una mirada de reconocimiento; y lo quería pronto. Así que lo decidió, él podía, él tenía que enmendar el asunto y lo primero que se le ocurrió fueron las flores; era cierto que primero tendría que ensayar su discurso, porque era un inexperto en declaraciones y esos temas, aun así, esa mañana, después de abrir la tienda, cruzó a la florería en busca de girasoles.

Recordó la tarde en la que Noah le dijo sobre sus flores favoritas, estaban en el parque y habían visto a una pareja de enamorados, él le había obsequiado una rosa a ella. Noah se había sonrojado al soltar esa información y Lucian se puso nervioso, esperando que Noah no estuviera pidiéndole que hiciese eso justo en ese momento, nunca había regalado flores, a nadie, salvo a sus padres en su tumba. Afortunadamente solo había sido uno de los muchos temas aleatorios que salían de la boca de Noah.

No estaba seguro de qué escribir en la tarjeta, así que al final solo puso lo que le vino a la mente, aunque seguramente fuera algo "estúpido", pero tenía que escribirle algo, y es que las flores eran preciosas y le recordaban a Noah, por él estaba en esa tienda. El establecimiento tenía servicio de mensajería y aprovechó enviarlas por ese medio a la hora de la comida.

Ahora, siendo casi las siete de la tarde, estando en su habitación, decidió intentar llamar a Noah y preguntarle si le habían agradado las flores; deseaba escuchar su voz animada. El timbre sonó, muchas veces, pero nadie contestó al otro lado de la línea.

..

.

Lillian Conelly arribó muy temprano al edificio, a esa hora solo las y los asistentes habían llegado; Lily estaba allí porque tenía que terminar con unos pendientes para estar libre al mediodía y así poder acompañar a Noah a ver el área del próximo comedor comunitario, pero detuvo su apresurado caminar para mirar curiosa el conjunto de girasoles, ese que no le permitía ver a Grace por lo enorme que era.

—¿Quién puso eso allí?

—Fue Noah— respondió Grace, solo se refería a él como "señor" o "joven" cuando hablaba con clientes u otros socios de la firma; con Lily y Noah la asistente tenía cierta confianza.

—¿Y por qué, de donde lo trajo?

—No lo trajo, ayer a la hora de la comida lo enviaron, Noah no dijo mucho, solo las sacó de su oficina y las dejó en mi escritorio. ¿Es alérgico?— preguntó Grace, porque la existencia de esa cierta confianza no quería decir que fueran cercanos.

Lily evaluó de nuevo con la mirada el bouquete, los girasoles eran los favoritos del magnate, pero eso no se lo iba a decir a la asistente, así que mejor exclamó escuetamente: —no que yo sepa.

—Entonces no entiendo por qué no se las quedó, son preciosas.

Y lo eran, quien fuera que los hubiera escogido se había esmerado, incluso tenía listones plateados y el jarrón era lindo.

—Tal vez no tiene espacio donde ponerlas— le justificó Lily.

—¿Cómo que no? En el estante entre su escritorio y la ventana estarían muy bien.

Lily ladeo la cabeza, —bueno, puede que pensara que lucen mejor en la recepción.

Grace miró el racimo y sonrió, —cierto, están mucho mejor aquí, yo cuidaré de ellas.

Entonces, el teléfono en el escritorio de Grace sonó y ambas chicas finalizaron la charla para regresar a sus deberes.

.

Noah se había quedado dormido; desde aquella tarde, cuando estuvo escuchando a través de la puerta del garaje, el insomnio había comenzado a apoderarse de él. Exhaló cuando, después de las once, por fin llegó al piso de su oficina y los girasoles seguían allí en la recepción; claro, ¿dónde más? Había pensado en desecharlos al igual que la tarjeta, pero habría sido un desperdicio, además de sospechoso, pues su asistente preguntaría sobre ello.

En ese momento, Grace no estaba en su lugar, seguramente había ido por café o estaba con Rose, por la naturaleza de su trabajo ellas tenían la necesidad de corroborar y organizar ciertas citas y reuniones con los ejecutivos.

Cuando entró a su oficina, nuevamente había un enorme ramo, esta vez de rosas. Apretando los labios se acercó; como imaginó, un pequeño sobre cerrado estaba entre los tallos.

Miró el conjunto de flores por un par de minutos y las contó, eran *quince piezas; meses atrás, cuando él le envió una solitaria rosa a Lucian con ella iba un mensaje; ahora él hacía lo mismo. Rompió el sobre sin siquiera abrirlo, sino atendía a sus llamadas, mucho menos iba a leer sus notas. Tomó el bouquete y lo llevó fuera de su oficina.

—Oh, no sabía que había llegado— dijo Grace ya de nuevo en su lugar tras el escritorio, y luego explicó señalando con un movimiento de cabeza las flores, —las trajeron hace poco más de una hora, ¿va a dejarlas allí?— preguntó cuando su jefe las colocó en la mesa de centro de la pequeña sala de espera.

—Sí, aquí estarán bien.

Grace abrió la boca y luego, inteligentemente, la cerró de nuevo y no replicó.

Noah sacudió de sus manos el polvo invisible y dio media vuelta para volver a entrar a su oficina, —tengo que revisar algunos contratos, estaré ocupado, no recibiré a nadie además de Lily— sentenció antes de encerrarse.

Como había dicho, ahora se tomaría todo su tiempo, energía y atención en sus planes personales y financieros; el comedor comunitario y futuro albergue era su proyecto, no iba a dejar que se arruinara por... por sentimentalismos.

Se sentó y abrió la carpeta blanca que había dejado la tarde anterior, debía confirmar algunos pedidos, concertar nuevas reuniones y muchas cosas más.

Dos horas después, el teléfono sobre su escritorio sonó; de inmediato oprimió el botón de altavoz y siguió con lo suyo, firmando un conjunto de documentos.

¿Señor?— era Grace.

—¿Sí?— no dejó de estampar su firma al pie de las hojas que antes había leído minuciosamente.

Lamento molestarlo, pero hay un caballero que desea hablar con usted, no tiene cita o reunión programada, sin embargo, es muy insistente.

—¿Quién es?

Se presentó como Lucian Evans.

Noah dejó de mover el bolígrafo y suspiró, por alguna razón no estaba del todo sorprendido.

—¿Está allí, contigo?

No, se encuentra en el lobby; en recepción le han dicho que no puede recibirle, pero él ha estado esperando desde hace poco más de una hora.

Ante el silencio de Noah, Grace volvió a hablar, —¿quiere que notifique a seguridad?

Noah se lo pensó unos segundos más, sopesando la idea de incluso mudarse si Lucian seguía buscándole, pero al final decidió otra cosa, —no, está bien, permítanle pasar, pero déjale en claro que solo puedo recibirlo por un par de minutos.

Sí, señor; enseguida.

Dejó el bolígrafo de lado cuando notó las manos temblorosas, de repente había comenzado a hacer algo de calor también; tomó el mando remoto del clima artificial y lo ajustó un poco, jugando innecesariamente con él.

Hasta que un leve toque en la puerta se escuchó.

Giró un poco en su silla, no quería mirarle de frente, y exclamó, —adelante.

El aroma dulce a vino bailó en el aire, lo reconocía, pero mejor resopló y se aclaró la garganta para sacarlo de su sistema.

—Hola— esa era la voz tímida de Lucian.

Noah únicamente cabeceó y se removió en su lugar.

—Veo que... creo que no te gustaron las flores, ¿eh?

—En verdad, estoy muy ocupado, ¿para qué has venido?— Noah quería poner la mayor distancia posible entre ellos y tenerlo allí por más de dos minutos no iba a ayudar, por eso apresuró la pregunta.

Lucian se relamió los labios y dijo: —estoy aquí para disculparme.

—Bien, disculpas aceptadas, ahora necesito continuar con mi trabajo— le cortó.

—Noah, ¿puedes escucharme, por favor?

¿Podía? Noah se lo preguntó y se dio que cuenta que si no le dejaba decir lo que tuviera que decir seguiría buscándole; y huir y esconderse se volvería cansado en algún momento.

—Habla, entonces— le indicó, —pero que sea rápido.

—No sé qué tanto escuchaste el otro día, pero las cosas no son así; yo no creo que seas una molestia y la lástima no tiene absolutamente nada que ver en esto.

—Escuché suficiente, Lucas fue bastante claro.

—¡Pero fue Lucas!— el alfa levantó la voz para hacer énfasis en ello y dio un paso al frente.

—Cierto— le dio la razón y puntualizó, —y no sé qué sea peor, que tengas una mala opinión de mí o que no tengas absolutamente ninguna opinión.

—Por supuesto que tengo una.

—Genial, como si eso me interesara ahora.

Lucian le miró y suspiró, —Noah, perdóname, debí hablar contigo, no con mi hermano ni con nadie más; mis temores, dudas e incomodidades debí decírtelas; además, debí defenderte y detener sus comentarios; yo nunca te compararía con nadie, ni con Liam.

Hubo silencio, mientras, Noah tomó el bolígrafo para mirarlo atento al mismo tiempo que pensaba un poco las cosas: en eso el alfa tenía razón, debió hablarlo con él; pero ahora... ahora ya no tenía muchas ganas de saber sobre esas dudas, tal vez porque intuía que Lucian nunca le tuvo la suficiente confianza.

—Lucian— le nombró tras unos instantes.

—¿Sí?

—No desperdicies tu tiempo mandando flores, simplemente olvídalo, no las quiero.

—No me pidas que lo olvide— dio unos pasos más, ya estaba a solo centímetros del escritorio, y citó, —tú mismo lo dijiste al principio: puede llegar a ser difícil aceptar que hay atracción entre tú y una persona que no esperas y que muchas veces ni siquiera conoces, pero que en el fondo sientes que podría ser parte de tu futuro y de tu felicidad.

Noah las reconoció, eran sus propias palabras, exactas; así que agregó el complemento de ellas, —también dije que ninguno de los dos puede obligar al otro a estar juntos— sonrió con algo de nostalgia y finalizó, —yo no quise ni pude obligarte en ese entonces, y tú no puedes hacerlo conmigo ahora; así que, por favor, solo déjame.

Lucian negó con un movimiento de cabeza, luego rodeó el escritorio con rapidez y tiró de la silla giratoria del beta para tenerlo frente a él.

Noah parpadeó sorprendido debido a la inesperada sacudida, se quedó petrificado cuando Lucian se inclinó hacia él y se le detuvo la respiración cuando sintió algo tibio en los labios.

Esto no podía estarle pasando, muchas veces fantaseó con que Lucian le robara un beso, pero no así; el corazón de Noah se aceleró cuando sintió la húmeda lengua de Lucian acariciar sus labios, se asustó y como acto reflejo le empujó con fuerza sacándoselo de encima.

Lucian dio tres pasos hacia atrás y poco le faltó para caer sobre su trasero; Noah, en cambio, se puso de pie para enfrentarle inflando el pecho y apretando los puños a los lados de su cuerpo, —vete— masculló, —sal ahora mismo de aquí.

—Noah, yo-

—No quiero verte. ¡Fuera!

Lucian alzó la mano, quiso tocarle, pero se detuvo cuando vio las lágrimas asomarse en los ojos esmeralda del beta; había pensado que un beso sería la solución, o al menos que aligeraría el ambiente; no que le haría llorar.

Bajó la cabeza y ahogó un gemido cuando la culpa le invadió: había herido de nuevo a Noah.

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ESPACIO PARA CHARLAR. Al principio, Lucian recibió una rosa y Sam investigó su significado; ahora Lucian envió quince, lo que significa: "Perdóname".
Este sí fue un capítulo largo, tuvo poco más de 4mil palabras, normalmente tiene entre 2,800 y 3,200. Nos leemos la próxima semana, o antes, en el Baúl del Tesoro.

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