Desilusión.
Capítulo 20.
Desilusión.
Noah se sentía un poco más relajado, ahora sonreír definitivamente era mucho más fácil. El día anterior había sido algo, muy extraño, primero con la aparición de Liam: su hermano había pedido su perdón, aunque no se retractó sobre lo que había decidido acerca de su "futura relación con el sujeto lindo".
—Imagínate lo mucho que me atrae este hombre— había declarado Liam, —en el pasado Jared me dijo que no podía comprometerse conmigo e implícitamente tuve la oportunidad de estar en su cama algunas noches, pero no quise, me pareció ilógico en ese entonces... yo solo— el mayor de los gemelos suspiró abatido, —perdóname, Noah, dije estupideces y cosas horrendas porque me sentí atacado, me incomodé porque pensé que no me entendías y porque en cierto modo el celoso soy yo— confesó.
Noah le miró atento, no quería abrir la boca y soltar algo que pudiera entorpecer lo "bien" que estaba yendo la charla, en comparación, claro, a la última que tuvieron.
Liam continuó: —estoy celoso porque tú tienes a un buen sujeto, algo atontado y lento, pero cortés y amable, cualquiera en el lugar de Lucian me habría dado un buen derechazo por mis comentarios ácidos; pero él no lo hizo, así que lo apruebo como tu pareja— lo último fue dicho en medio de una sonrisa algo tímida.
Por el contrario, el segundo gemelo no se contagió de ese humor, sino que se aclaró la garganta y dijo; —no fueron del todo estupideces, tuviste razón en algo, yo también estoy celoso, no puedo ser tan decidido como tú.
Liam apretó los labios, pensando que en realidad no podía ayudar con eso, la personalidad de Noah era suave, sensible; su madre lo había dicho bien: la personalidad fuerte era la de Liam, la fuerza física la tenía Noah.
—No es tan difícil ser como yo— dijo con soltura el mayor para quitarle peso al asunto, —solo necesitas ser egoísta de vez en cuando; pensar en lo que realmente te conviene, y cuando digo eso es en todos los sentidos, incluso mentalmente— se encogió de hombros, —ya sabes, no toleraba la mirada ni comentarios ofensivos de Carol ni los cotilleos de algunos miembros del concejo, así que me fui, aunque mamá me rogó que no me mudara lo hice; lo hice por mi bien, por mí, porque soy egoísta.
Entonces sí, Noah sonrió, o eso pretendió con esa mueca, —ese día dijiste que lo hacías porque querías ser independiente.
Noah pensó que jamás entendería la razón de su hermano por estar con aquél sujeto desconocido, pero aparentemente Liam no iba a cambiar de opinión, y como bien Lucian había dicho, sólo podía estar allí para él cuando ese sujeto le fallase.
—Ah, sí, eso también— sonrió Liam en respuesta.
Y, con eso, había quedado zanjado el asunto; a partir de ese momento Noah no preguntó sobre "el sujeto" y Liam no lo mencionó tampoco; porque era más que obvio que no opinaban lo mismo sobre esa relación, ninguno daría su brazo a torcer, pero tampoco dejarían que eso los hiciera apartarse de nuevo; así que el tema de la charla fue algo neutral: los cambios y remodelaciones que su madre había hecho en el jardín de la casa principal; de esa manera sanarían poco a poco su relación.
Después, más tarde, Duncan había telefoneado a Noah pidiendo las buenas nuevas con Lucian, para lo cual no hubo mucho que decir. Noah se estaba arrepintiendo un poco sobre haberle dicho, Duncan era preguntón, insistente y alegre, le agradaba por eso último, aunque durante esa llamada parecía más animado; la razón de su euforia llegó en una sencilla frase: vamos a casarnos.
Noah casi rebotó en su asiento ante la noticia.
—¡¿Qué?!— más bien pareció un graznido y preguntó específicamente, —¿cuándo sucedió?
—Hace dos noches— respondió Duncan al otro lado de la línea.
—Pero, ¿en dónde?, ¿cómo fue?
Duncan rio, seguramente burlándose de su apuro por saber los detalles.
—Durante un campamento— contestó.
—¿Tú le preguntaste, o él a ti? No, espera; seguramente fuiste tú, él jamás lo haría, Jared preferiría revolcarse en el fango en su forma lobo antes de hacer una pregunta como esa.
—Eres un exagerado, ¿lo sabías?— atacó Duncan.
—Sí, Liam siempre me lo dice; pero habla, hombre, ¿qué te respondió, dijo que sí?
—¿Crees que si hubiera dicho que no te habría llamado?— se mofó Duncan.
La charla con Duncan se había extendido un poco, Noah "atacó" con más preguntas, sobre dónde harían la ceremonia, qué tan grande sería y cosas como esas; entonces Duncan dijo que no había pensado en ello en realidad, seguramente porque solo "se dejó llevar por la emoción del momento y el deseo de casarse"
Ahora, Noah estacionó el auto y esperó mirando hacia ambos lados de la avenida, había llegado a uno de sus restaurantes favoritos: donde servían vino, pasta y pizza. Un par de horas antes había telefoneado a Lucian, quería reunirse con él, pues desde su encuentro con Liam no había tenido noticias suyas, y estaba dispuesto a disculparse por el mal rato que seguramente Liam le hizo pasar.
—Ey— saludó Noah en cuanto bajó del vehículo, el alfa estaba terminando de aparcar la motocicleta muy cerca de su puesto.
Lucian le sonrió, en su mueca había un leve rastro de nerviosismo justo cuando echó una fugaz mirada dentro del auto; para Noah fue obvio: buscaba a Liam.
—No hay de qué preocuparse, el gemelo malvado se ha ido— caminó hacia él, hablando en un tono bromista e incluso agitando la mano.
—¿Malvado?— Lucian entrecerró los ojos.
El beta se encogió de hombros, —es sólo un decir; pero hay que aceptar que no es una blanca palomita.
Lucian negó con la cabeza, —estoy seguro de que no piensas eso de Liam.
—No lo defiendas— fingió indignación.
—No lo hago, solo creo que estás un poco molesto porque han reñido y eso está bien, es comprensible— explicó al momento que le tocaba el hombro, frotándolo un poco, hasta el codo y de regreso.
Noah suspiró, disfrutando del calor que ese acto le proporcionó, entonces dejando la broma de lado dijo con sinceridad, —lamento si te hizo pasar un mal rato ayer, Liam suele ser un poco arrogante a veces.
—Él se preocupa por ti, y ahora que lo pienso, en realidad fue bastante amable conmigo; cualquiera en su posición... bueno yo, yo fui un completo imbécil con Samuel.
Noah parpadeó algo confuso, ¿qué había querido decir Lucian con eso?, ¿estaba comparando su situación con la de Leo y Sam? Sam y Leo habían estado juntos en secreto, eso había sido el mayor problema y molestia de Lucian; en cambio ellos no, hablando fríamente Lucian y Noah todavía no tenían algo, ni público ni secreto. Trago duro y se obligó a sonreír antes de hablar para continuar con el tema, —estabas siendo un buen hermano mayor.
Lucian le dio una mirada diciendo de manera muda "¿Ves? Liam hacía lo mismo".
Noah comenzó a reír y después caminó hacia la entrada del restaurant, —bien, bien, ya entendí; pero vamos de una vez, que se hace tarde.
Sentándose a la mesa, Lucian miró nuevamente la decoración, se sentía algo fuera de lugar, tal vez debió escoger otro atuendo esa mañana; observó hacia los miles de cristales del maldito candelabro que pendía en medio del salón tintineaban suavemente cuando se mecía, esperaba que no fuera a caer.
—Perfecto, caballero, es una excelente elección— las palabras del camarero le regresaron a la realidad, Lucian miró el traje impoluto, formal y ajustado del hombre que sostenía una botella, ¿podría siquiera respirar?, pobre sujeto.
Vio a Noah apoyar ambos codos en la mesa, elevando los antebrazos y entrelazando los dedos para apoyar el mentón en ellos mientras esperaba que el camarero llenara las copas; Lucian se aclaró la garganta lo más sutil posible cuando el aroma de vino bailó en el aire.
—Por Jared y por Duncan— exclamó Noah cuando estuvieron solos, tomando el tallo de su copa y elevándola.
Gracias a la verborrea de Noah, para Lucian esos nombres no eran desconocidos, solo no tenían rostro; dudó por un segundo, pero al final imitó al gesto del otro.
—Porque sean muy felices en su matrimonio— sentenció Noah antes de chocar las copas.
—¿Matrimonio?— preguntó Lucian; entonces tuvo un mal presentimiento cuando, tras tomar el primer sorbo, Noah sonrió de manera amplia, muy amplia.
Para Noah era un tema extraordinario, asombroso, tal vez mágico: la unión de Jared y Duncan; Noah había presenciado de primera mano el afecto que existía entre aquellos dos, puede que la demás gente pensara que no eran compatibles, pero Noah creía que justamente eso era lo que los hacía "tan perfectos el uno para el otro". Era, hasta cierto punto, gracioso y tierno ver cómo Jared ya no era un tipo hosco, es más, ya no usaba los títulos para referirse a los demás, sino que hablaba con más soltura. ¿El amor cambiaba a las personas? Noah lo creía firmemente.
Solo cuando el camarero retiró su plato vacío de la mesa y le ofreció la carta de postres fue que se dio cuenta de que no había parado de hablar sobre el tema, durante todo ese tiempo Lucian había permanecido callado, sin intenciones de interrumpirle, simplemente prestándole toda su atención; así que decidió hacer que interactuara, para ello le preguntó:— ¿Tú crees en el amor a primera vista?
Lucian trató de ocultar su incomodidad, la situación estaba siendo demasiado "familiar", así que carraspeó y confesó, —no realmente.
—¿No?— el beta parpadeó sorprendido, como si de verdad fuera muy improbable una respuesta así, además estaba el asunto de las parejas destinadas, así que era obvio que sí era posible; —¿por qué?
Lucian se relamió los labios, rehuyendo la mirada por un segundo, —pienso que el amor se da cuando vas conociendo a la persona, lo primero es solo atracción física
Noah volvió a sonreír, —eso es bastante romántico— dijo sin poder ocultar el tono soñador en su voz.
Lucian elevó sus cejas; entonces la imagen del rostro de Alicia saltó a su mente y por un instante tuvo ganas de salir corriendo de allí, pero sintió que las rodillas le fallaban, qué bueno que se hallaba sentado. ¿Qué diablos había sido eso? Agradeció al dios, o a la deidad que estuviera cerca, cuando el camarero llegó a preguntar si estaba listos para ordenar; y agradeció mucho más, incluso prometió orar todas mañanas, cuando Noah recibió una llamada de la oficina.
...
Noah estaba mucho más animado que cuando inició el día, ni siquiera cuando una llamada de los abogados le interrumpió su humor se vino abajo, sino todo lo contrario. Noah caminó rápido por el vestíbulo del edificio de la manada y tomó el ascensor; estando solo en el cubículo de metal y con la música de ambiente, pensó en cómo sus planes se estaban materializando; esos que hasta ahora solo su padre sabía: el proyecto de un albergue y comedor comunitario; Noah siempre se preguntaba: ¿Para qué tener tanto dinero sino podía ayudar a la sociedad? Ahora la fundación, aún sin nombre, estaba a punto de ser realidad.
Salió del ascensor y en el camino hacia el despacho se encontró con Carol, pero estaba de tan buen humor que ni siquiera su intercepción le disgustó.
—Veo que has decidido aparecer, ¿dónde has estado últimamente?
Noah sabía que la mujer tenía algo de razón al reprocharle su ausencia, pero no tenía por qué darle explicaciones, así que solo la miró, le sonrió y pasó de ella, yendo directamente a la puerta de cristal que daba acceso a las oficinas.
Las casi cuatro horas que pasó dentro de ese despacho parecieron menos, los detalles que los abogados dieron fueron bastantes. Noah, ante la presencia silenciosa de su padre al final de la enorme mesa de madera fina, se hizo cargo de todo, de expresar sus dudas, peticiones y condiciones, porque como bien Isaac había dicho: era su proyecto; así que, una vez que quedaron estipuladas las dimensiones y tiempos en el cual se realizaría la construcción del albergue, Noah firmó y estrechó manos, dando por terminada la reunión.
—Felicidades, hijo, estoy seguro de que será algo asombroso, y por supuesto tenemos que celebrarlo— dijo Isaac cuando la oficina se hubo vaciado y solo quedó él y Noah, —¿qué te parece si vamos a cenar a tu restaurant favorito?
Asintió, era perfecto, Noah sí quería ir con sus padres, pero antes deseó compartir la noticia con Lucian: imaginar su sonrisa y, seguramente, su mirada de orgullo le agitó el corazón. Tal vez todavía no era tiempo de presentarlo formalmente a su familia, pero quería compartir con él este logro y su alegría.
—¿Te parece si nos reunimos a las ocho?— preguntó el beta, ahora más sonriente que al principio.
Isaac miro su reloj de pulsera, haciendo cálculos mentales sobre el tiempo disponible y exclamó, —claro, terminaré algunos asuntos, luego iré por tu madre y nos encontraremos contigo y con Lily en el lugar.
La comisura de los labios de Noah tembló por un segundo; sí, claro, Lily; prefirió no mencionar nada sobre ella, simplemente caminó hacia la puerta y dijo antes de tomar el pomo, —por supuesto, padre, nos vemos a las ocho.
Camino a la salida, volvió a encontrarse con Carol, pero esta fue bastante inteligente para no abrir la boca, porque seguramente Noah no iba a contestarle.
El beta tomó el elevador con destino al estacionamiento subterráneo, mirando la hora y dándose cuenta que "Hot Tattoo" ya había cerrado sus puertas; entonces era mejor ir directo a casa de los hermanos Evans.
Deseaba conducir a toda velocidad, llegar en un santiamén, pero Noah era demasiado precavido como para ganarse una multa de tránsito, además, apropósito pensó en demorarse solo algunos minutos por si Lucian había hecho alguna parada para comprar la cena. Así que, estando tras el volante, fue inevitable ponerse a pensar y preguntarse algunas cosas: ¿Qué de bueno tenía el restaurante? Es decir, ya lo conocía bastante bien y había estado allí al mediodía, por algo era su favorito.
¿Y si en vez de ir a cenar con sus padres, iba al cinema o al parque con Lucian? ¡Sí, era una gran idea! Le pediría que le acompañase, que "le concediera una cita" a manera de celebración, Lucian no podría negarse, él era demasiado bueno y amable, además, sabía que el fondo le quería, solo que era tímido al expresarlo; es decir, no por nada eran pareja destinada.
Cuando llegó a su destino, tuvo que aparcar su auto en un puesto no tan cerca de la propiedad Evans, pues los vecinos seguramente tenían invitados en su hogar, lo dedujo porque vio un par de vehículos desconocidos en la calle.
Bajó evitando mostrarse demasiado infantil, no corrió ni saltó por la acera, solamente caminó rápido hacia la entrada principal, notando la motocicleta de Lucian y la de Lucas en el camino.
—Ey, Noah— escuchó que Sam el llamaba, así que miró hacia la puerta contigua del garaje, apenas ahora se daba cuenta que la cortina estaba abierta, allí estaba Sam y Leo.
Decidió caminar hacia aquel par y saludarles, no los había visto desde hacía unos días.
—¿Pero, qué te trae por aquí?— preguntó Samuel fingiendo exagerada ingenuidad.
Leo le dio un leve empujón con el hombro a su pareja, ¿qué no era obvia su presencia en la propiedad?
Pero eso a Noah no le avergonzaba ni le ponía nervioso, nunca le incomodó que Samuel le dijera que se veía un poco-muy ridículo cuando hablaba de lo "maravilloso" que era Lucian; por supuesto, esa "crítica" la mayoría de las veces la hacía cuando ambos estaban solos; porque a Leonel no le parecía muy gracioso el que Sam se mofara de Noah o del mismo Lucian.
—Eso es lo que debería preguntar yo— contestó Noah cruzando los brazos sobre su pecho, aparentando estar molesto.
—Oh, no pienses mal— se defendió Sam con humor, —solo hemos venido por un par de cosas de Leo y aproveché para pedirle algunos consejos a Lucas sobre motocicletas; Lucian es todo tuyo.
Noah miró a Leo, quien negaba con la cabeza en evidente desaprobación al comentario; pero en vez de sentirse enfadado u ofendido, el joven magnate se echó a reír, y su buen humor terminó por contagiar a Leo también.
Unos minutos después, en la salida del garaje, Noah miró a Leonel y a Sam partir en la motocicleta de este y, cuando desaparecieron de su campo visual, suspiró.
Samuel y Leo eran buenas personas y sinceramente Noah creía que se merecían en uno al otro; ellos habían tenido sus propios problemas, pero no se habían rendido, por eso ahora estaban juntos y disfrutaban de la relación que estaban construyendo. Noah comenzaba a pensar que era momento de empezar a construir la suya, así que se decidió a entrar a la casa de los Evans por el acceso lateral, el que daba al comedor de la propiedad. La puerta no había sido cerrada por completo, por lo que una pequeña ranura dejaba pasar la luz y también el sonido, había una suave melodía, la radio estaba encendida a un volumen medio-bajo, pero Noah se detuvo cuando reconoció su nombre en la voz de Lucas.
—¿Qué te sucede, hermano?— se escuchó el arrastre de una silla, —¿es por Noah?
Una a una, las palabras se fueron clavando en él, dejándole sin respiración y sin poder mover ni un músculo; no hasta que nuevamente las palabras de Lucas le golpearon:
<< No puedes negar que estuviste con Alicia por lástima. Ahora, piénsalo, ¿qué hay de Noah, por qué sigues con él?>>
Entonces, silenciosamente, Noah huyó de ahí.
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ESPACIO PARA CHARLAR: Nos leemos en el Baúl del Tesoro.
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