Cásate conmigo.
Capítulo 18.
Cásate conmigo.
Con una maleta deportiva en la mano, Johan caminó por el pasillo que le llevaría a los vestidores; Duncan había olvidado sus pertenencias en una de las salas de entrenamiento y Johan, fingiendo resignación, se ofreció a ir por ella, de lo contrario Duncan tardaría más de la cuenta en ducharse y estar listo para ir al entrenamiento al aire libre que había organizado apresuradamente esa misma mañana. El objetivo inicial de Johan había sido ir únicamente con Duncan, pero, para su mala suerte, una persona logró inmiscuirse.
—Será divertido— dijo Zoé dándole alcance, era ella la que se había colado a la pequeña excursión, —lástima que Lya y Alex no puedan acompañarnos.
—Seguramente en la próxima ocasión lo harán— contestó con cordialidad.
—¿Por qué lo han planeado tan repentinamente?
—Duncan y Jared se van a ir de viaje— Johan se encogió de hombros, —y así como pueden demorarse un par de días, pueden hacerlo un par de semanas; por lo que pensé que ir de una vez sería lo mejor.
—¿A dónde viajan?— quiso saber la chica.
—A Rilltown— la respuesta de Jared les hizo detenerse, él había aparecido por uno de los pasajes contiguos.
—Oh, ya veo— exclamó Zoe y después dijo más para sí, —sería interesante conocer el lugar donde Duncan creció.
Jared prefirió pasar por alto las últimas palabras de la chica, en vez de ello miró lo que Johan llevaba en la mano. Era cierto que, desde que Duncan le explicó lo sucedido aquel día en la habitación del hospital, ya no se fiaba mucho de Johan; Jared no había mencionado el tema desde ese entonces porque estaba plenamente consciente de que no había "peligro" alguno, es decir, Duncan no iba a corresponder a esos sentimientos, pero era inevitable e imposible para Jared no sentir esa preocupación e incomodidad cada vez que Johan estaba cerca de su pareja. Con el pasar de algunos días, Jared se convenció de que, como Duncan era demasiado amable con el chico y con todos en general, Johan podría interpretar las cosas a su conveniencia; y Jared no iba a permitirlo.
Extendió la zurda y exclamó tan serio como siempre, —dame la maleta.
—Pero, es de Duncan— rebatió Johan.
—Lo sé.
—Debo llevársela, la necesita porque-
—Déjamelo a mí— y se acercó de una zancada para casi arrancar la maleta de los dedos del chico.
Johan parpadeó algo sorprendido y Zoe solo elevó las cejas, acostumbrada a su carácter.
Jared en cambio dio media vuelta, comenzó a alejarse y justo antes de abandonar ese pasillo dijo: —yo también iré con ustedes a la excursión.
—¡Excelente!— exclamó Zoe, —entre más seamos, mejor.
Y Johan solo pudo exhalar para evitar un bufido de frustración.
Un par de horas más tarde, Johan miraba por la ventana del auto, prestando atención al paisaje que había dejado a atrás las construcciones, pronto llegarían a los alrededores de Stoneville, a aquel lugar donde una vez Duncan y Alex se habían "peleado"; pero eso claramente había quedado atrás, pues ahora ambos involucrados convivían civilizadamente.
Suspiró por enésima vez y pensó que las cosas podrían ser tolerables con la presencia de Zoe, pero no estaba tan seguro con Jared también alrededor; Jared siempre había sido "frío" y bastante serio, no se imaginaba como eso encajaba con la personalidad del beta. Pero también estaba el hecho de que, días antes, cuando Johan dijo que estaba plenamente consciente de su nula oportunidad con Duncan no estaba mintiendo, aunque eso no quería decir que no deseara pasar un tiempo en su compañía, a solas.
—¿Y a ti qué te sucede?— la voz de Duncan le sacó de sus cavilaciones, pues el beta incluso giró un poco en su asiento de copiloto para dirigirse a él; tanto Johan como Zoe iban como pasajeros, mientras Jared conducía.
—¿Qué me sucede?— repitió la pregunta.
—Oh, vamos, tú insististe en hacer esto, ¿no puedes mostrarte más entusiasmado?
Johan no pudo evitar mirar el espejo retrovisor, encontrándose por un segundo con los ojos bicolor de Jared antes de que este volviera a prestar atención al camino.
—Supongo que sí— el chico evito gruñir las palabras y deshizo la pose que tenía, para acomodarse mejor en su lugar.
—Te habría gustado que Lya y Alex nos acompañasen, ¿verdad?— exclamó con un poco de entusiasmo Zoe.
"En realidad, todo lo contrario", pensó; pero en vez de ello solo asintió.
—No te preocupes— Zoe le dio un leve empujón con el hombro, —nos divertiremos, ya lo verás.
Eso era lo que Johan esperaba e intentaría.
Cinco minutos después, tomaron un camino de terracería, apartándose de la carretera principal de asfalto y tras algunos kilómetros Jared detuvo el vehículo. Duncan bajó inmediatamente casi de un salto, estirando los brazos sobre su cabeza y mirando alrededor, caminando un poco más allá y comprobando que todavía les quedaba algo de luz solar por un tiempo.
—¿Estás listo?— se dirigió a Johan, cuando regresó al grupo.
—Por supuesto— el chico había decidido que sacaría el mayor provecho a ese pequeño viaje.
—Entonces vamos— señaló con un movimiento de cabeza unos matorrales que parecían la entrada más accesible al bosque.
—¿Ahora?
—No, mañana— soltó una risa burlona, —¡claro que ahora, Jo!
—Pero hay que poner las tiendas primero— dijo lo obvio.
—Nosotros nos encargaremos de eso— intervino Zoé sonriente, —ustedes diviértanse.
Duncan buscó con la mirada a Jared, pues no había hablado mucho desde que tomó el volante; no era como si le estuviera pidiendo permiso para ir por allí, pero tampoco iba a abandonarlo.
Para ese entonces, Jared había abierto el maletero y tenía un par de bolsas de tela en la mano cuando dijo, —será mejor que vayan antes de que anochezca, de esa manera reconocerán mejor la zona— caminó hacia su pareja y le dio un beso en la mejilla antes de decir, —tengan cuidado y no se alejen demasiado, ¿de acuerdo?
Las cejas de Zoe se elevaron ante la sorpresa de ese simple, pero muy inesperado acto; jamás, nunca imaginó presenciar algo así, Jared era muy duro.
En cambio, las cejas de Johan se fruncieron cuando exclamó: —no es como si fuéramos a extraviarnos.
—Lo sé— contestó Jared mirándolo serio, —pero si ocurriera algún percance, que espero que no, sería más sencillo para Zoe y para mi hallarles.
¿Un percance? Johan tragó nervioso, ¿qué tipo de percance podría ocurrir en el bosque? Ellos eran los más feroces en la zona, ¿cierto?
Un leve golpe en su hombro le hizo casi perder el equilibrio, Duncan le había empujado suavemente; —¿qué esperas, niño, date prisa?
—Ya voy— refunfuñó antes de meterse al vehículo, ni loco cambiaría frente a aquellos tres.
Jared miró al magnífico lobo café adentrarse al bosque seguido de otro lobo no tan grande; una sensación de orgullo le invadía cada vez que miraba al lobo de Duncan, y más aún cuando otros lo elogiaban, como fue el caso de Zoe, pues la chica admitió en voz alta que las garras de Duncan eran las más grandes y fuertes que hubiera visto.
Cuando ya no hubo rastro de los cuadrúpedos, Jared, de manera rápida armó la tienda mediana donde cabían dos personas, era la que él y Duncan compartirían; después hizo lo mismo con una pequeña, la destinada para Johan, tardándose un poco en decidir donde colocar esta; al final resolvió que lo mejor sería ponerla entra la de Zoe y la de ellos. Una vez que hubo finalizado, tomó una sencilla silla plegable y al extendió para poder usarla, poniéndose cómodo mientras bebía agua de una botella. No se inmutó cuando la chica hizo lo mismo a su lado, después de terminar de colocar su propia tienda.
—No pensé que decidieras venir— dijo ella después de unos minutos.
—¿Por qué no lo haría?— Zoé no le desagradaba, para ser honestos era indiferente a su personalidad: conocía y confiaba en los buenos instintos y habilidades de la chica, eso era más de lo que necesitaba.
—Ya sabes— se encogió de hombros, hundiéndose en su silla, luciendo por unos segundos un poco más pequeña, y agregó, —la excursión apenas se organizó esta mañana, tú nunca vas en contra del plan, supuse que ya tendrías organizado tu día.
—Siempre hay una primera vez— tomó lentamente un sorbo de agua, con la intención de que ella detuviera su charla; pero falló.
—De eso me he dado cuenta— Zoe cruzó una pierna sobre la otra poniéndose más cómoda para continuar, —¿sabes?, de alguna manera, la llegada de Duncan afectó a algunos en el grupo.
—Supongo que sí— tal vez si daba respuestas vagas lograría perder su atención.
—Yo no supongo, estoy bastante segura—, afirmó, —aunque ellos jamás lo admitirán, he notado que Alex le bajo un poco a su nivel de soberbia y Johan ahora parece un perrito faldero.
Bien, Jared volvía a confirmar para sí mismo que no era agradable saber que había alguien cercano tras la atención de Duncan.
—Puede que solo sea coincidencia— cambió la botella casi vacía de mano, antes de explicar: —Alex ahora es más maduro y a Johan le viene bien un poco de ayuda.
Zoe meneó la cabeza pensativa antes de decir lo que pasaba por su mente, —esa es una buena observación, pero también está Lya, creo que sigue prendada de Duncan, cosa extraña, pues ella suele darle vuelta a la página* rápidamente cuando se trata de esos asuntos.
Esta vez no pudo evitarlo, Jared giró un poco el cuerpo para mirar con atención a Zoe, tenía una ligera sospecha del tema acerca de Lya y todo había estado bien mientras fingía ignorarlo; en cambio ahora era más que claro que no solo debía "mantener vigilado" de Johan.
—¿Qué pretendes al decirme eso?— le pregunta de Jared salió bastante dura y a la defensiva; lo supo cuando los ojos de Zoe se abrieron un poco más de lo habitual al momento que elevaba y le mostraba las palmas de las manos simulando una barrera protectora.
—Oh, no, no, no fue mi intención molestarte— dijo ella, —sé que Duncan y tú están juntos, jamás me interpondría o conspiraría contra ustedes.
Jared exhaló, relajándose un poco y notando que había fruncido el entrecejo; volvió a sentarse correctamente, disponiéndose a terminar con la poca agua que quedaba en el recipiente.
—Aunque no puedes negar que fue inesperado— agregó Zoe, —Duncan y tú son tan... tan diferentes.
Vaya, como si eso no lo supiera ya; no contestó a aquello y mejor llevó la botella a sus labios.
—La personalidad de Duncan es muy alegre, creo que por eso Lya todavía sigue enamo-, bueno, ya sabes— se interrumpió a sí misma y regreso al tema, —en realidad para todos aún es un poco irreal; incluso yo lo dudo algunas veces, de no ser por lo que vi hace unos minutos habría olvidado lo que hay entre ustedes.
Desde su última visita al médico, cuando riñeron, Jared se había propuesto a sí mismo ser más expresivo en público, lo había hecho, poco a poco; y al parecer la gente a su alrededor lo estaba notando.
—Es el comportamiento usual en una pareja, ¿no es así?— dijo Jared con algo de soltura, tratando de no hacer evidente lo que ese tema le provocaba.
—Sí, pero tú eres...—Zoe sonrió antes de agregar la pregunta: —¿sabes cómo te apodan los betas más jóvenes?
La mirada de soslayo que Jared le dedicó le dijo a la chica que podía continuar.
—Témpano de hielo— se respondió a sí misma y para Jared.
Las bonitas cejas del lobo se elevaron, —¡¿qué?!— ahora sí la miró, sin importarle mostrar su asombro y girando un poco en su silla para quedar lo más de frente posible.
—Ey, eso piensan de ti, seguramente porque eres muy serio y siempre estás gruñendo órdenes, por eso nadie se puede imaginar tu faceta de novio, mucho menos con Dunc-vale, mejor dejo el tema— sí, mejor cerraba la boca, porque las cejas de Jared se habían fruncido bastante.
Pero quedarse callada no era uno de los fuertes de Zoe, así que su plática fue directo hacia Alex y el duro entrenamiento al que lo había sometido su tío, Omar; y también acerca de la última vez que salió de compras con Gina y otras dos amigas. Jared fingía escuchar y solo contestaba con un balbuceo similar a un "ajá" cuando era necesario, no tenía un real interés en lo que la chica a su lado decía, entonces se preguntó: ¿qué también le ajustaba el sobrenombre "témpano de hielo"? Y, otra pregunta aún mejor: ¿desde cuándo y por qué le importaba?
Pronto, el sol comenzaría a descender y, aunque no era invierno, el fresco en el ambiente sería indudable debido a la espesa vegetación que les rodeaba, así que Jared tomo eso como una excusa válida para dejar por unos minutos su lugar e ir por una manta, la cual buscó con toda la lentitud posible para colocarla sobre sus piernas una vez volvió a sentarse.
—Cuando regresen seguramente estarán hambrientos, ¿crees que querrán unos emparedados?— preguntó Zoé cambiando abruptamente el tema de su charla del momento.
—No si son de atún— contestó, sabiendo que Duncan detestaba el pescado.
—Oh, bueno, tal vez si le agregamos un poco de-
El sonido de las ramas y unas pisadas sobre la hierba le interrumpieron, ambos miraron hacia lo que podría ser un sendero y el primero en aparecer de entre los matorrales fue el lobo de Duncan, quien en cuanto vio a Jared aceleró el paso hacia él y se elevó sobre sus patas traseras para apoyar las delanteras en los muslos del Jared. Este no pudo evitar sonreír, dándole la bienvenida acariciando el costado de su hocico.
—¿Dónde está Johan?— preguntó Zoe
Jared no tuvo apuro en tratar de encontrarle respuesta a aquello, sino que, tras dos suaves palmadas al rostro peludo, miró nuevamente hacia el sendero. Entonces el lobo de Johan apareció: jadeando y ligeramente cojeando, además de que su pelaje estaba lleno de ramas diminutas y barro.
—¿Pero a ti qué diablos te pasó?— exclamó Zoe poniéndose de pie para ir hasta el "cachorro".
Johan se echó en un espacio limpio, cerca de su propia tienda y comenzó a lamerse una de sus patas traseras, Zoe se acuclilló para mirarle, ¿eran esas ampollas y llagas? ¿Cuánta distancia habían recorrido? Bueno, las úlceras eran justificables si tenía en cuenta el hecho de que no estaba acostumbrado a caminar en terreno sucio y rocoso, en realidad ninguno de la manada lo estaba. Así que Zoe no pudo evitar girar la cabeza y mirar con asombro al gran lobo beta café, quien en ese momento parecía más un perrito feliz, pues movía la cola con entusiasmo.
Johan se quejó cuando su lengua tocó la llaga más grande y rojiza, haciendo que la atención de Zoe volviera a él.
—Mejor cambia, será más fácil curar la herida sin tanto pelo de por medio— pidió ella.
Johan jadeó y lloriqueó a la vez.
—Oh, vamos, no seas un bebé.
El lobo joven la miró entre molesto y cansado, luego se puso de pie con cautela y, casi dando saltos, se internó a su tienda.
Zoe suspiró, dispuesta a preguntarle a Duncan qué había sucedido exactamente, pero cuando miró hacia los otros dos, el lobo beta café estaba tirando del brazo de Jared obligándole a ponerse de pie, con su gran hocico tenía rodeado la muñeca del muchacho, y no le costaría nada atravesar la tierna piel con sus afilados dientes, pero se veía que el cuadrúpedo tenía bastante experiencia llevando o manejando cosas delicadas.
—¿Qué sucede?— exclamó Jared, —¿A dónde me llevas?
Por obvias razones no obtuvo respuesta, solo el bajo gruñido del lobo mientras tironeaba.
Jared alcanzó a tomar la manta con su mano libre y se dejó arrastrar por el beta hacia la maleza.
—¡Bien, supongo que no les esperaremos despiertos!— gritó Zoe cuando sospechó que seguramente la pareja daría un largo paseo por el bosque.
Minutos después, sentado en una roca, Jared miraba el riachuelo que corría a unos metros de él y los rayos del sol descendente que se reflejaban en las aguas dándole un aspecto dorado; a sus pies, el gran lobo café estaba recostado admirando el mismo paisaje; estiró la mano y alcanzó el lomo del cuadrúpedo, sintiendo cómo se relajaba ante su caricia; seguramente había encontrado el lugar durante su paseo con Johan y agradecía que lo compartiese con él.
La calma del ambiente, la brisa, el murmullo de los pequeños animales, el agradable panorama y, sobre todo, la compañía del lobo, le relajaron, hacía mucho tiempo que no se sentía tan en paz y sin ninguna preocupación. Excepto lo último que estaba pensando, antes, cuando estaba en compañía de Zoe.
—¿Sabes cómo se refieren a mi los betas más jóvenes?— preguntó Jared rompiendo la calma. El lobo se estiró y luego se sentó sobre sus cuartos traseros para mirarle atento.
—Apuesto a que no tienes ni idea.
El animal se alejó unos pocos pasos, después hubo el sonido característico de los huesos al deformarse, y en cinco segundos Jared tenía a Duncan frente a él.
—Témpano de hielo— respondió el beta sin chistar.
Jared frunció el ceño y abrió la boca de la impresión.
—¿Qué sucede?— exclamó Duncan, alargando la mano, pidiéndole de esa manera el pedazo de tela que había traído consigo y consiguiéndola casi inmediatamente.
—¿Lo sabías? ¿Sabías cómo me llaman?— reclamó Jared.
—Lo he escuchado algunas veces, al principio no sabía a quién se referían, pero no fue muy difícil armar el rompecabezas— explicó mientras ataba la manta a su cintura en un improvisad faldón.
—¿Por qué no me lo habías dicho?
El beta se encogió de hombros antes de sentarse a su lado, —¿habría hecho alguna diferencia? Además, es gracioso.
—No lo es, es decir, es infantil poner sobrenombres.
—¿Eso crees?— Duncan le acarició la mejilla quitando unas cuantas hebras del rojizo cabello de su rostro, la brisa había hecho de las suyas; y agregó, —no oído quejas de tu parte cuando te llamo cariño.
Un leve rosado invadió las mejillas de Jared.
—O cuando digo que eres mi corazón— insistió Duncan, acariciando ahora su cuello.
El delta carraspeó.
—O cuando suelo llamarte-
—Eso es diferente— desviando la mirada, Jared le interrumpió apretando un poco los dientes, estaba notablemente más rojo.
Duncan rio, le besó la mejilla y regresó al tema inicial, —no pensé que te importara, enserio, son solo cotilleos de cachorros.
—Usualmente no me importaría, pero, ¿qué hay de ti?— exclamó Jared, mirándole nuevamente de frente.
—¿Qué hay de mí?— Duncan no esperaba esa cuestión, sus cejas elevadas dejaron en evidencia su desconcierto.
—Yo puedo tolerar los sobrenombres, son estúpidos, pero solo debo ignorarlos, en cambio tú...—suspiró tratando de darle un orden coherente a sus sentimientos y a las conclusiones que había llegado unos minutos atrás, —todos se han dado cuenta de lo asombroso que eres, ágil, inteligente, fuerte y gracioso, de no ser porque tienes como compañero a un testarudo témpano de hielo, la lista de adjetivos admirables sería infinita.
Ahora que ponía sus pensamientos en palabras, se daba cuenta de lo inseguro que sonaba, y el semblante serio y pensativo de Duncan solo le puso más nervioso.
Jared entrelazó los dedos en su regazo y los observó, tratando de concentrarse en ellos, pero aún sentía la mirada penetrante de su pareja sobre él. Volvió a levantar el rostro, solo para encontrar una suave sonrisa del beta.
—Cásate conmigo— exclamó Duncan.
Jared no pudo más que parpadear estupefacto, justo antes de que el otro le sostuviera el rostro delicadamente entre sus manos y le besara en los labios: suave, tierno y con mucho cariño.
—Jared Black, ¿te casarías conmigo?— susurró Duncan.
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ESPACIO PARA CHARLAR: Oh, oh; este capítulo quedó demasiado largo, lamento si fue cansado al leer (3,300 palabras).
*Darle vuelta a la página: forma coloquial de referirse a la "superación".
Nos leemos en la próxima actualización, o en el Baúl del Tesoro.
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