Amantes, amigos y aliados.

NOTAS PREVIAS: Contenido +18.

(Ya que cuando sucedió lo de Liam dijeron que "no pongo advertencias", pues aquí está; así que ya están advertidos)

Capítulo 34.

Amantes, amigos y aliados.

Cerca del atardecer, Duncan regresó a la casa después de su turno de vigilancia, el cual compartió con Julián. Fue a la habitación de su madre, tocó a la puerta y no hubo respuesta, aún así se aventuró a girar el pomo y este cedió, echó un vistazo dentro y la halló durmiendo. Dafne lucía apacible, relajada y mucho mejor que hacía algunas horas. Se acercó a ella y le besó la frente, agradeciendo al cielo y a las deidades existentes que no le hubiesen arrebatado a su madre, luego de unos instantes salió silenciosamente de allí para dirigirse a su habitación, donde esperaba encontrarse con Jared.

Pero el lugar estaba silencioso y vacio, miró la cama y las sábanas aún estaban revueltas, justo como las dejaron por la madrugada, cuando todo inició; entonces cayó en la cuenta de lo poco que había dormido después de la boda, y como si solo su pensamiento fuese un interruptor, comenzó a sentir el cansancio en sus hombros, sin duda había estado muy tenso. Escuchó unos pasos en el corredor y luego la puerta al abrirse, dio media vuelta y se encontró con Jared entrando.

—Allí estás— dijo Duncan.

—¿Me estabas buscando?

—No realmente, solo esperaba encontrarte aquí.

—Estaba en la habitación de tu madre, pero luego fui al laboratorio, con Mauricio y Saúl— le informó acercándose para darle un beso casto y suave en los labios.

—¿Y qué han descubierto?— preguntó tras el roce.

—Nada en concreto.

—¿Cómo es eso posible?— Duncan se asombró, confiaba en el excelente trabajo e investigación de la pareja de su amigo y del ayudante del buen médico.

—Los vampiros, o lo que sean, se volvieron polvo, el cual se examinó por varios métodos y descubrieron que eso es, simple polvo y cenizas; no hay restos de huesos ni tejido orgánico.

—No me lo creo— exclamó Duncan, más que nada para sí mismo.

—Parece como si, literalmente, con el amanecer se hubieran quemado; justo como ocurre con los vampiros impuros y comunes.

Pensativo, el castaño se sentó en la silla cercana; tal vez era tonta la cuestión que rondaba su mente, pero si eso había ocurrido, entonces era obvio porqué solo tenían como evidencia cenizas y polvo.

Pero no tuvo que soltar la cuestión, no cuando Jared tomó asiento en la cama, frente a él, y dijo, —solamente un cuerpo estuvo expuesto a la luz del amanecer, sin embargo, todos los cadáveres sufrieron el mismo destino.

Duncan suspiró y luego se frotó la frente, si él se sentía frustrado, no imaginaba cómo lo estarían los encargados de la investigación; se pasó la mano por el rostro, el cuello y luego se frotó un poco el hombro.

—¿Qué te sucede?— preguntó su esposo.

—Creo que estoy un poco cansado— confesó.

Jared se incorporó, le rodeó y luego comenzó a frotar los hombros de su compañero.

Duncan dejó caer la cabeza la frente y se relajó, disfrutando de los dedos delgados y fuertes masajeándole los músculos del trapecio. Se sentía tan malditamente bien que poco después no pudo hacer demasiado para evitar soltar un suspiro y echar la cabeza hacia atrás; así, pronto la atención de su esposo estuvo también en la parte superior de sus pectorales.

—Cariño, no sabía que eras experto en esto— casi ronroneó.

—No lo soy, un tiempo ayudé con terapia física a algunos lobos que se lesionaban gravemente durante el entrenamiento, pero si te soy sincero, es la primera vez que lo hago solo— respondió mirando la clavícula de su pareja, donde estaba el cuello de la prenda, debajo de la cual las cicatrices comenzaban a marcar su pecho.

—Recuerdame pedirte uno todas las noches, antes de ir a dormir.

Jared no objetó a eso, sino que le pidió para agilizar su labor, —sácate la camiseta.

El beta lo hizo, entonces el otro pudo percibir su aroma intensificado, Duncan había estado rondando el bosque y seguramente un riachuelo o lago, porque el aroma que tanto le gustaba ahora se había potenciado, además de su sudor.

Eso nubló el juicio de Jared por un instante y no pudo evitar echarse hacia adelante y olfatear el lateral del cuello de su esposo.

—¿Eso viene incluído en el servicio? ¿Así ayudabas en la terapia física?— bromeó Duncan fingiendo asombro.

—Por supuesto que no— Jared se enderezó alejándose un poco y se sonrojó al darse cuenta de que no había podido controlar aquel impulso, pocas veces le ocurría algo como esto, y cuando sucedía normalmente eran cosas de esa naturaleza; pudiera ser que nunca terminara de darse cuenta de lo mucho que Duncan le afectaba tanto física como emocionalmente.

—Ey, no te detengas— pidió Duncan en un tono de falso enojo y, sin levantarse de la silla, simplemente llevando la mano en dirección a su propio hombro, le tomó de la zurda, —ven acá— lo guió colocándolo frente suyo y tiró de él hacia el frente para besarle en la boca.

Pronto, Jared estuvo sentado a horcajadas sobre el regazo de su esposo, devolviéndole el beso con tantas ganas y hambre que ni él mismo sabía que tenía.

Cuando Duncan por fin dejó libre sus labios, apoyó la frente en la suya, rozó su nariz con la propia y sonriéndole le susurró: —mi vida, no sabes cuánto te extrañé en toda la mañana, me costó mucho contenerme para no regresar a ti— le acarició la mejilla.

Quiso decirle que él también le extrañó, pero Duncan volvió a besarle, ávido y profundo.

Jared gimió y disfrutó de aquél trato, tan cuidadoso y a la vez apasionado; luego, se aferró a la cadera del beta con sus piernas cuando este se puso de pie y los llevó a ambos a la cama, donde fue depositado con mucho cuidado sobre el colchón; luego su prenda superior fue retirada y su cuello fue llenado de húmedos besos.

—Duncan, espera— le tomó el rostro para detenerlo, —dijiste que estabas cansado, tal vez deberías solo dormir y no-

—Sshh—, el castaño apoyó los codos a los lados del rostro de su compañero y le miró de cerca, —no te preocupes por eso— movió las caderas, presionando hacia él, y entonces Jared perdió el aliento cuando notó lo excitado que estaban ambos.

A partir de ese momento no hubo más palabras, solo suspiros, jadeos y respiración erráticas.

Duncan volvió a besarle; en los labios, el cuello, el pecho, las costillas y cuando los pantalones de Jared fueron sacados, también fue besado en aquél hueso en su cadera que le hacía temblar. Jared se dejó ir y no tuvo en absoluto la necesidad de tomar el control, se sentía perfecto estando a merced de su esposo: porque cuando él estaba a cargo era demasiado atento y delicado en la intimidad; sin planearlo, se preguntó a cuántas amantes había complacido y tratado Duncan de esa manera; entonces, Jared experimentó una extraña mezcla de celos y júbilo: los primeros por el obvio pensamiento y lo segundo porque ahora sabía que Duncan no compartiría la cama con nadie más, aquél lobo con personalidad a veces fastidiosa, pero tan peculiar, era suyo.

Dejó de pensar en ello cuando Duncan le pidió permiso con la mirada antes de acomodarse mejor entre sus piernas desnudas y comenzar a preparale; Jared asintió y entonces las caricias comenzaron desde el frenillo hasta el cuerpo perineal y más allá. Iba a ser la segunda vez que sería tomado por su pareja y eso era perfecto; demasiado, absolutamente perfecto.

Hasta que, después de tanta expectación, por fin sintió algo romo, grueso y duro presionar entre sus glúteos. Jared soltó un gimoteo, tensándose un poco y cayendo en la cuenta de que durante su disfrute había tenido los ojos cerrados, ya que tuvo que abrirlos para averiguiar porqué su esposo se había detenido.

Duncan tenía la respiración agitada y le miraba desde arriba con intranquilidad.

—¿Te he hecho daño?— la voz del beta era ronca y con evidentes tintes de deseo, excitación, pero también preocupación; realmente estaba haciendo un gran esfuerzo al detenerse.

Jared tragó duro antes de responder: —no, está bien— y para que no hubiera duda, tiró de las caderas de su compañero hacia abajo, hacia él, para incitarle a que continuara su camino.

—Si no estas cómodo, si sientes alguna molestia, por más mínima que sea, solo dime y me detendré; no quiero lastimarte.

El corazón de Jared se aceleró y calentó aún mas debido al cuidado y atención de su amante; la primera vez que había recibido a Duncan el preámbulo del acto se había prolongado, habían tenido toda una noche para prepararse y disfrutar de ello, a diferencia de este preciso momento; pero entonces algo súbito y muy importante cruzó por su mente.

—¿Alguna vez yo te he hecho daño?— no pudo evitar preguntar al recordar las veces que él había sido algo rudo al tomar a Duncan; Jared nunca le había preguntado algo tan específico, había asumido que le gustaba de esa manera.

Duncan descendió el rostro unos centímetros y le besó antes de decir y continuar, —no, mi amor, nunca lo has hecho.

Jared soltó el aire de sus pulmones cuando comenzó a sentir de nuevo la invasión a su cuerpo, se aferró con fuerza a la espalda fuerte y llena de cicatrices, y lucho por respirar cuando se sintió lleno. Si hubiera sabido que se sentía así de bien estar del lado receptor, seguramente lo habría experimentado desde mucho antes, aunque siendo objetivos no se imaginaba con nadie más que con Duncan.

El climax le golpeó más pronto de lo que deseó, no pudo controlar su cuerpo cuando se sacudió con violencia y arquéo su espalda; sin embargo, fue consciente cuando Duncan le sujetó para que no se golpeara con la cabecera; tres estocadas más y el orgasmo también alcanzó al beta, ahogando un gruñido cuando los dientes de Jared se hincaron en su hombro.

...

..

Lya bajó de la camioneta en la cual había viajado de copiloto, Amín había sido el conductor.

La loba se ajustó el cinturón, cerciorándose de que su arma estuviera allí, luego siguió a Amín hasta la entrada de la casona, propiedad de la familia alfa de Rilltown.

Muy temprano, por la mañana Bernardo había recibido la noticia del ataque hacia su familia, por lo que pidió a los padres de Gina le ayudasen, y estos, al ser familiares políticos y aliados, no dudaron en enviar de inmediato a un grupo de lobos, el cual era liderado por Amín.

Para Lya el lugar no era desconocido, de hecho, lo recordaba bastante bien desde su visita cuando, supuestamente, Gina iba a casarse con Julián.

La alfa Beatriz salió a su encuentro y les dio la bienvenida, los guió dentro y los llevó hasta el salón, donde tuvieron que esperar un poco, pues Adolfo estaba atendiendo un asunto urgente. Un par de minutos después, Julián ingresó al salón, el joven alfa les agradeció su presencia y apoyo.

Lya pensó en lo muy cambiado que estaba a como lo recordaba, cuando lo conoció era un muchacho empeñado en no casarse, pero luego muchas cosas ocurrieron; y ahora Julián se veía más centrado y serio.

—Lamento la demora—, Adolfo entró y los presentes cabecearon a manera de saludo.

—Pierda cuidado, alfa— contestó Amín, quien, en ausencia de Omar, tomaba el liderazgo del grupo.

—Tuve que verificar unos asuntos con los guardias— nadie le pidió explicaciones, pero aún así él les dijo; luego les invitó a sentarse.

Adolfo les habló solamente de lo ocurrido la noche anterior, lo que habían visto y la manera en la cual las criaturas atacaban, porque si había que enfrentarlos de nuevo debían conocer esos detalles; sin embargo, no habló acerca de la historia de Enrique, ese era un tema que consideró más personal, y de ser necesario mencionarlo, lo haría solamente a los líderes de las manadas, pues estaba consciente de que en ocasiones había un tipo de "información confidencial" que no todos los miembros podían conocer.

Estuvo claro que al principio el grupo de lobos proveniente de Muna no creyó del todo la historia; Adolfo no los culpaba, él tampoco lo creíra si no los hubiera visto, y lo peor era que no había pruebas, los cadáveres se habían esfumado. Solo las huellas de sus pisadas y los destrozos por el pueblo daban fe de ello.

En nombre del grupo de apoyo, Amín hizo algunas preguntas específicas y Adolfo las resolvió; luego los integrantes fueron distribuidos y colocados según sus aptitudes en posiciones estratégicas para apoyo en caso de que esa noche las criaturas volvieran.

Lya manejaba muy bien las armas, pronto iba a anochecer cuando fue asignada al escuadrón dedicado a ello, estaba dirigiéndose al lugar de la casa que le habían indicado para que fuera por algunas armas, cuando se encontró con Duncan, parecía recién duchado, pues llevaba el cabello algo húmedo.

—¿Lya?— preguntó él algo incrédulo.

—Ey— le sonríó la loba, —¿no te da gusto verme?

—Claro, por supuesto— le devolvió la sonrisa, acercándose a ella —es solo que no me lo esperaba, en verdad me has sorprendido.

—El alfa Bernardo nos ha enviado como apoyo— informó.

—Vaya— cruzó los brazos sobre su pecho, de manera que la tela de su camiseta se jaló un poco hacia abajo, estirando el cuello de la prenda y dejando ver un poco de piel enrojecida del beta, parecía una herida, como su alguien le hubiera mordid-... Lya apretó los labios para evitar preguntar por ello, pues desde que supo que Jared era su compañero, había decidido no ser tan desenvuelta ni entrometida con Duncan; por respeto a la pareja y a ella misma: no quería seguir haciéndose ilusiones debido a la amabilidad y chispeante humor del beta.

Duncan agregó: —¿quién diría que el mocoso haría algo así?, fue muy inteligente de su parte.

Lya se aclaró la garganta para desviar el tema, —¿Y Jared? No le he visto por aquí— porque tenía que estar cerca, ella sabía que Duncan y Jared se habían "tomado unos días" para visitar Rilltown, Johan se lo había dicho el día anterior; a veces Lya se sorprendía de lo observador que era el muchacho, en especial con Jared y Duncan.

—Está con mamá— suspiró y se puso un poco serio, —fue herida anoche.

—Oh, lo siento mucho— dijo sincera, —¿cómo está ella ahora?

—Mejor, está mejorando bastante, y todo gracias a Jared.

Lya asintió, —si no mal recuerdo, él estuvo un tiempo como auxiliar de paramédico o algo así, no estoy segura, pero ayudaba a algunos lobos en su recuperación física cuando se lesionaban de gravedad en sus entrenamientos.

—Sí, eso me ha dicho— se rascó la mejilla y Lya notó un aro de oro adornando su dedo; ¿siempre había estado allí?, nuevamente decidió ignorar su propia curiosidad y prestar atención a su interlocutor; —no sé qué habría sucedido si Jared no hubiera estado cerca— finalizó el lobo.

—Bueno, no es momento de ponerse a pensar en las tragedias que hubieran ocurrido, es mejor seguir adelante y rescatar lo que sea posible— le dio palabras de aliento, —tu alfa nos informó que gran parte de las pérdidas solo fueron materiales.

La sonrisa volvió a los labios de Duncan, —sí, pero no te imaginas todo el caos: estaba en medio de un maravilloso sueño y un segundo después estábamos bajo ataque— le explicó.

..

Jared comprobó las armas que estaban sobre la mesa de madera, un joven delta las había puesto allí justamente para su inspección y preparación. Se suponía que Alberto haría aquello, pero entre sus deberes de segundo beta, la reconstucción del pueblo y la atención hacia Dafne, el hombre tenía las manos demasiado llenas, era por eso que Jared se había ofrecido a hacerlo. Y allí estaba, junto con Pete, en el sótano-bodega del armamento.

—René y Fred dijeron que manejas la ballesta muy bien— dijo el joven lobo, tenía tal vez cuatro o cinco años menos que Jared, pero su complexión era bastante más delgada, por eso parecía mucho más joven.

—Ah, ¿sí? — exclamó sin mirarlo, estaba prestando más atención al conjunto de silenciadores que estaban exhibidos.

—Le diste al monstruo en el aire, creo que no cualquiera pudo haberlo derribado.

—Las puntas de las flechas eran especiales y de plata— declaró, no creía merecer tanto crédito por la hazaña.

Pete hizo un sonido gutural, pareció pensárselo, luego exclamó; —en la manada pocos pueden dispararla así— se encogió de hombros, —creo que muchos de nosotros no sabemos cómo sujetarla siquiera.

—Solamente deben practicar un poco más, es todo— respondió sin mucho interés en la charla, mirando minuciosamente una pieza que había tomado, sorprendiéndose de que estuviese "demasiado limpia", como si nunca hubiera sido usada.

Pete cruzó los brazos sobre su pecho, recostando parte de su cuerpo en el marco de la entrada, dejando la radio que tenía colgada en la cadera a la vista, —no sé si te habrás dado cuenta, pero en esta manada estamos más habituados a los entrenamientos y peleas cuerpo a cuerpo, en especial en nuestra forma salvaje.

Entonces Jared le miró por fin, girando un poco el rostro para prestarle atención; ya lo intuía, es decir, su esposo tenía un excelente control sobre su forma animal, algo como eso no se adquiría fácilmente.

—Nuestro alfa es impresionanate cuando lucha en su forma lobo— continuó Pete, —pero, en lo personal, creo que no se compara con Duncan y Julián juntos; ¿los has visto?— el joven sonrió, como si lo que fuera a decir le causara regocijo, —son como una sola entidad, ellos siempre cuidan su espalda y atacan en sincronía, es como si se comunicaran solo con una mirada o un gruñido; es simplemente asombroso.

Al ver el brillo de admiración en los ojos de Pete, Jared sintió una punzada de celos, era como si Duncan tuviese otra mitad además de él y todos en Rilltown lo supieran. Se aclaró la garganta y volvió su atención de nuevo a las armas, dándole la espalda el chico.

—Será una combinación alfa-beta muy interesante cuando Julián asuma el liderazgo— finalizó Pete.

Jared sabía que el muchacho no lo decía para molestarle y que sus celos eran infundados, Duncan le había dejado muy claro que le quería solo a él, que le amaba, por lo que no tenía razón al sentirse amenazado; sin embargo, se dio cuenta que esa emoción era producto de otra cosa: Julián era prácticamente su hermano y un excelente compañero de lucha, simplemente no podía competir contra eso, Jared había llegado varios años después a la vida de Duncan.

Unos pasos por el corredor contiguo se escucharon, luego voces y Jared reconoció la risa de su compañero.

—Te lo juro, Johan se comporta demasiado extraño últimamente— esa era Lya; Jared había escuchado sobre la llegada de un grupo de lobos de Muna, pero no se había acercado a averiguar quienes eran exactamente.

—¡Jared, así que aquí estás!— la loba le llamó cuando estuvo en su campo visual, cerca del umbral de la puerta, saludándole sonriente como normalmente lo hacía. Jared solo cabeceó en asentimiento y en respuesta.

Pete deshizo su pose y giro un poco para mirar a quien llegaba, entonces para Jared no pasó desapercibida la forma en la que el muchacho se enderezó, seguramente la loba le había llamado la atención, y no era para menos: Lya era una delta muy atractiva, su complexión delgada y atlética, fruto de su entrenamiento, era llamativa, además su cabello oscuro, largo y lacio era casi tan brillante como sus expresivos ojos carbón.

Pero antes de que el más joven pudiera decir algo, Duncan le habló, —Pete, ella es Lya, recién llegó de Muna como apoyo, ¿podrías mostrarle las armas?

—Oh, sí, sí, claro— contestó con algo de prisa.

Duncan miró a Jared y sonrió; por supuesto, el beta también había notado el comportamiento de Pete y, a su manera, había intervenido en su interacción.

—Por aquí, sígueme por favor— agregó Pete un poco más serio y rodeó la mesa donde estaban los artefactos que antes Jared había estado examinando, al fondo de la habitación había unos estantes con más cosas.

En cuando Pete y Lya, literalmente, se quitaron del camino, Duncan se acercó a Jared.

—Amín también ha venido— le dijo, del grupo que había llegado hacía unas horas, además de Lya, Amín era de los pocos que podría considerarse de los más cercanos a Jared.

—¿Y Johan, también está aquí?— Jared no pudo evitar preguntar, porque antes había escuchado a Lya mencionar su nombre; además, siendo honesto consigo mismo, no estaba muy seguro de sentirse realmente tranquilo con Johan pululando alrededor de Duncan, suficiente tenía con el estremecimiento que el binomio Julián-Duncan le causaba.

Duncan sonrió y negó, al momento que con la diestra le sujetaba la cadera y le daba un ligero apretón. Oh, cierto, Duncan le conocía bastante bien como para no notar que aquella pregunta específica tenía una razón de ser. Jared se sintió un poco avergonzado, pero al intentar desviar la mirada, esta se posó por un instante en el cuello de su esposo y luego en el hombro, donde debajo de la tela de la ropa se ocultaba la marca que hacía un par de horas le había hecho cuando estuvieron en la cama; pensó entonces y se dio cuenta de que la presencia de Julián en realidad era algo positivo: él había cuidado de Duncan en el pasado y definitivamente lo seguiría haciendo en el futuro, ambos se cuidaban el uno al otro; fue en ese momento cuando una sensación de seguridad se instaló en el corazón de Jared: si él llegase a faltar, su esposo, su persona favorita, siempre tendría en quien confiar y, en medio de cualquier situación de peligro o lucha estaría Julian para enfrentarse al enemigo a la par y cuidar su espalda; justo como Pete había descrito.

Los cálidos dedos de Duncan acariciando su mejilla le hicieron levantar la mirada de nuevo, había estado absorto por algunos segundos.

—¿Qué sucede?— preguntó el beta, —¿estás bien?

Jared sonrió sincero, —sí, estoy bien—, "ahora estoy bien", pensó.

Pero entonces, los pasos apresurados en el corredor se escucharon, luego René, aquél lobo que Jared había "salvado" la noche anterior, se asomó por el umbral.

—Duncan— dijo con algo de apuro, miró también a Jared y agregó, —el alfa llama por ustedes, deben ir al salón principal.

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Se que hoy no es "día oficial" de actualización, pero creo que se los debía. No sé cuando pueda volver a actualizar, se supone que debe ser cada viernes, pero estos últimos tres fines de semana he estado muy ocupada, y todavía tendré otros tres fines de semana ocupados. Conejo se los puede asegurar, ni siquiera me he comunicado con ella últimamente (espero que no me odie por eso). Tampoco les puedo prometer una doble actualización como compensación porque ni siquiera tengo los capítulos listos, solo las partes "al azar" que han visto en El Baúl. Lo lamento mucho, aunque espero que este capítulo les haya gustado, el próximo será de Lucian y Noah. 

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