CAPITULO XXXI

Despuntaba el nuevo día y todos los aldeanos despedían a los romanos que partían. Los heridos fueron colocados en una carreta y les brindaron suficientes suministros para el viaje de regreso.

-Vayan con bien. - Les dice Ilse sinceramente pero también algo aliviada de que no tendría la presencia de romanos en sus tierras.

-Gracias Ilse, hablaré bien de ti en el Senado, mi padre es Senador, tienes mi palabra que mantendré a salvo a tu familia. -Le indica Virgilio.

-¿Puedo creer en la palabra de un romano?

-No, puedes confiar en la palabra de un amigo.

-Así es, me salvaron la vida, estoy en eterna gratitud con ustedes.
-Agrega Lucio.

-Esa gratitud se la debes a Dedrick de no ser por él, no habríamos hecho alianzas. -Aclara Ilse.

Lucio se dirige a Dedrick: -Serás bien recibido en Roma, como un ciudadano libre y amigo.

-Gracias pero mi lugar está aquí. -Y al decir esto vuelve a ver a Ilse.
-Les deseo a usted y a la señora Claudia, una larga y feliz vida juntos.

-Gracias. -Responde Lucio y al decir esto, encierra la mano de Claudia entre la suya.

-Es hora de irnos señor. -Julio se dirigía a Virgilio.

-Bien, da la orden.

-Mis hombres los escoltarán hasta la frontera, sólo por si acaso.  -Ilse sonríe.

-Agradezco el apoyo, no voy a rechazar su generosa oferta.
-Agradece Virgilio

Todos montan, Claudia va en la parte de adelante de la carreta que va guiando Lucio, jalada por dos caballos. Ella intercambia una mirada con Dedrick, sabía que posiblemente ésa era la última vez que lo vería. Los jinetes avanzan a paso marcado hasta que ya no son más que un parche en el horizonte.

-¿Te duele dejarla ir? -Le pregunta Ilse esperando ver su reacción.

-Sí pero me alegra saber que ella será feliz y que está con el hombre que ama.

-¿Y eso en qué lugar te deja a ti?

-En el que siempre debí estar, en casa.

-¿Te quedarás?

-Sí me lo pides, lo haré.

-Quédate entonces.

-Claro que se quedará. -Su conversación es interrumpida por Almar. -Tiene grandes motivos para hacerlo no es así muchacho.
-Vuelve a ver a Ilse con una sonrisa pícara.- Y por supuesto mi casa está a tu entera disposición.

-Gracias tío.

-No será necesario eso Almar.

Dedrick y Almar se miran.

-No, sí Dedrick acepta ser mi compañero.

-Uyyyyy. -Dice Almar.- Estos temas son muy profundos para mí, los dejo para que lo discutan con calma.

-No se supone que debo ser yo el que te pida eso y no al revés.

-Ya me conoces, soy como soy.

-De eso no me cabe duda Ilse.

-Entonces qué decides, sé que no nos conocemos mucho, pero lo podemos hacer sobre la marcha. Bueno eso si no te molesta convivir con alguien como yo, ya sabes testaruda, altanera, prepo....... -No puede terminar la frase porque Dedrick la había callado plantándole un beso en plena boca. Ella lo rodea con sus brazos y nuevamente Dedrick siente el fuego que le recorre cada músculo de su cuerpo, y se pierde en los ardientes labios de Ilse.

-¿Eso significa un sí?

-Tómalo como un sí.  -Y vuelve a encerrar sus labios en los de ella.

***************

Virgilio se acerca a la carreta y se postra a un lado.

-¿Espero que no estés molesto conmigo por lo de Claudia?

-Te refieres a que casi desposas a mi prometida.

-Sí a eso mismo, creí que estabas muerto, de lo contrario nunca hubiera pretendido cortejarla.

-Lo sé, pero viniste a buscarme, una cosa compensa la otra.

-¿Y tú Claudia, me perdonas por ser un patán?

-Nunca lo fuiste Virgilio, por el contrario te comportaste de una forma gentil, será muy afortunada aquella mujer que se convierta en tu esposa.

Virgilio sonríe agradecido y se adelanta con el resto de sus hombres.

Les llevó días llegar a los límites de Roma, Ivo el que estaba al mando de los hombres de Ilse, se acercó a Claudia y pidió hablar en privado con ella, bajo la inquisidora mirada de Virgilio ella aceptó y se alejó un poco del grupo.

-Dedrick me pide que por favor te implore no digas nada sobre la cueva, es un lugar seguro para nosotros y aunque ahora las cosas parezcan ir bien, no se fía mucho de ellos.

-Comprendo, dile a Dedrick que no diré nada, que puede confiar en esta romana plenamente.

-Lo sé señora, pero teme que quizás por error lo mencione y nos ponga en evidencia, además no sería bien visto y puede comenzar un nuevo conflicto.

-Eso no sucederá, mis mejores deseos a Dedrick y su nueva compañera. -Al decir esto vuelve a sentir nostalgia pero entonces mira a Lucio y su alma haya el consuelo que busca.

-Gracias señora, es usted una gran mujer.

-Gracias a ti Ivo, ha sido un gusto conocerle.

-Igual mi señora.

Claudia observa a Ivo marcharse, su historia con Dedrick había terminado pero la suya con Lucio recién iniciaba y se sentía completa, sólo faltaba un pequeño detalle para estar del todo bien, cómo reaccionaría su padre al reencontrarse, esto la atormentó hasta que estuvieron al frente de aquella entrada tan familiar la que llevaba a "Su hogar".

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