CAPITULO XXIV


-Señor tres jinetes se aproximan, uno de ellos es una mujer.

-Claudia acaso, ¿Pudiste verla?

-Aún están lejos, no alcance a ver si es ella.

-Déjalos que lleguen, no tomen medidas a menos que yo lo indique.

-Sí señor.

Cuando los jinetes fueron visibles Virgilio reconoce a Claudia y acompañado de dos hombres más van a su encuentro.

-Claudia gracias a los dioses estás bien, no sabes cuán angustiado esta tu padre.

-Lo sé, lamento haber causado tantos problemas.

-Debemos regresar y en cuanto a tu esclavo recibirá un castigo por su osadía.

Almar lleva la mano lentamente al puño de su espada, pero Dedrick le hace señas con la cabeza que no lo haga.

-¿Podemos hablar por favor? debo informarte algo muy importante.

-Me lo dirás de camino, arréstenlos.

-No Virgilio por favor. -Dice Claudia exaltada. -Escúchame, prometo no quitarte mucho de tu valioso tiempo, estoy aquí no me iré a ningún lado.

-Habla te escucho. -Respondió sin quitarle los ojos de encima a Dedrick y Almar.

-Debes saber que fui yo la que le pedí a Dedrick que viniera conmigo, y cuando lo hizo fue en su condición de hombre libre, así que no te expreses de él como un esclavo.

-Sí, tu esclava nos contó, me refiero al motivo por el cual huiste de casa.

Virgilio parecía herido al pronunciar estas palabras. Claudia sintió pena por él, no era un mal hombre, pero sus sentimientos ya se debatían entre dos amores para incluir un tercero que complicara todo aún más.

-¡Oh Azeneth! -Expresó Claudia para sus adentros, sabía que no eras capaz de callar.

-Fue antes de que saliéramos a buscarte, no aguantó cargando ese secreto y se lo ha contado todo a tu padre, no debes culparla, ella sólo se preocupa por ti.

Dedrick vuelve a ver a Claudia interrogándola con la mirada, ella lo evade luego le daría explicaciones.

- ¿Y lo has encontrado? -Consulta Virgilio.

-Sí, Lucio está vivo pero no por mucho tiempo, los que lo tienen prisionero lo sacrificaran pronto.

-¿Y porqué estos te ayudan? ¿Qué interés puede tener él para ellos?

-No lo hacen por mí, sino por Dedrick.

-"Dedrick"-Repite con cierto desprecio. -¿Qué quieres que hagamos exactamente?

La mirada inquisitiva de Virgilio hace que Claudia por un momento dude, pero si no lo intentaba todo estaría perdido.

-Unir fuerzas, entre los dos bandos podrían planear como sacar a Lucio de su cautiverio.

-¿Qué? -Inquiere Virgilio esta vez con la furia reflejada en sus ojos negros que chispeaban como el fuego.

Claudia firme lo enfrentó y con cuidado escogió sus palabras.

-¿Acaso no me has dicho en el pasado que Lucio era tu amigo? que había sido un honor estar bajo su mando, ¿Acaso él no merece que por una vez se olviden las desavenencias entre vosotros trabajando juntos para que él retorne a Roma?

-Jamás nos mezclaremos con los de su clase. Además no los necesitamos.

Virgilio escupió sus palabras como una serpiente su veneno y esto hizo que Almar desenvainara la espada y se dirigiera a él con paso firme.

-No tío. -Dedrick se interpone y trata de calmar las cosas. Le habla en su lengua: -No permitas que él obtenga su propósito, es lo que quiere no te dejes manipular.

Almar entiende lo que Dedrick le ha dicho y vuelve a enfundar la espalda. Algunos soldados reaccionaron sacando ellos también sus espadas y apuntando sus lanzas a Almar, se podía sentir la tensión que se desarrollaban entre ambas partes. Virgilio les hace señas que todo está bien.

-Son demasiados aún para tu hombres, no podrán solos, ¿Qué le dirás a Plubio cuando regresemos a Roma? que no has salvado a su hijo por rencillas que se pudieron arreglar, ¿Podrás ver a los ojos del hombre que defendió tu vida con tango coraje y te ha tratado como a su propio hijo? ¿Podrás Virgilio?

Virgilio mantenía los puños cerrados, estaba molesto pero trataba de controlarse, sabía que Claudia decía la verdad y esto hacía que su ira fuera en aumento. Le debía la vida a Plubio, tenía una obligación con él, y fue cuando su rostro se relajó y suspiró como dejando ir toda la frustración que esto le generaba.

-Está bien lo haremos, pero después de esto no les debemos nada. -Pide Claudia.

Ninguno estuvo motivado con la solicitud, pero fue Almar el que dio el paso al frente extendiendo su mano. Aún yacía en al aire esperando a que Virgilio reaccionara.

-Por Lucio. -Suplicó Claudia.

De no muy buena gana Virgilio estrecho la mano de Almar y ambos hicieron el juramento de no atacarse y permitir que cada quién se fuera en paz por sus respectivos caminos cuando hubiera finalizado. Claudia suspiro aliviada, la peor parte había pasado.

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