CAPITULO XXI

Después del suceso de la cueva transcurrieron varios días, Dedrick se movía sólo de noche, mientras durante el día descansaban ocultándose en refugios improvisados. Claudia se sentía exhausta, no estaba acostumbrada como Dedrick a esta ajetreada rutina, si no encontraban pronto la aldea, creía no poder continuar.

Dedrick la llama por su nombre y le toca el hombro, ella despierta exaltada.

-Lo lamento no quería asustarte.

-Está bien, ¿Qué sucede?

-Los encontré.

-¿A quiénes?

-A la tribu de mi tío.

-¡En serio! eso es maravilloso.

-No están muy lejos, debemos ponernos en marcha.

-¿Y qué le dirás?

-La verdad

-¿Y crees que nos permita quedarnos sabiendo que nos persiguen?

-No lo sé, hace mucho que no hablo con él, veremos que ocurre.

Levantan el campamento y se dirigen a la pequeña aldea. Aún estaban relativamente lejos cuando dos hombres montados en sus caballos los topan cortándoles el paso. Les hablan en un lenguaje que Claudia no entiende y Dedrick les responde, ellos lo observan detenidamente y al intercambiar algunos comentarios le hacen señas para que los sigan. Uno de los hombres se adelanta y cuando ya están en la aldea los recibe Almar el tío de Dedrick.

Dedrick desmonta y ayuda a Claudia a bajar de su caballo. Se acerca a ella y le susurra: -Espera.- Se acerca a su tío que guardaba cierto parecido con él pero un poco más alto y fornido. Su cabello era largo y al igual que el padre de Dedrick llevaba la tupida barba trenzada. Los hombres se miran, Dedrick espera la reacción de su tío. Almar se acerca a él y lo abraza con fuerza. En su idioma natal le dice: -Creí que habías muerto, nos contaron que tu aldea fue atacada. ¿Dime mi hermano y los demás?

-Muertos. -Contesta Dedrick con tristeza.

-¿Cómo es que estás aquí?

-Fui capturado y llevado a Roma como esclavo.

-¿Has escapado entonces?

-No se me ha dado mi libertad.

Almar pone cara de no entender y Dedrick le responde: -Podemos hablar en un lugar más privado.

-Claro, vamos.

-"Claudia". -Dedrick se dirige a ella y le extiende la mano.

-¿Quién es ella? -Pregunta Almar

-Ya sabrás todo con detalle, te lo prometo.

Almar los lleva a una choza donde una chimenea humeaba. Cuando ingresan todo era rústico y sencillo, una mujer cocinaba junto al fuego, al entrar los hombres, los mira con detenimiento.

-"Dietlinde"-La llama Almar.

-!Oh¡. Exclama la mujer y se dirige a Dedrick abrazándolo. Lo miraba como si lo que tuviera al frente fuera un fantasma.

Almar le dice algo que Claudia no comprende y Dietlinde se acerca a ella para que la siga. Claudia vuelve a ver a Dedrick y él hace una seña de aprobación, por lo cual permite que se la lleve.

-¿Quién es ella? Con sólo verla es romana, ¿Qué haces con una romana?

-Es una larga historia.

-Cuéntame. -Responde Almar acomodándose cerca del fuego. Dedrick se sienta junto a él y lo pone al tanto de todo lo sucedido hasta el momento en que encontró la aldea.

-Estás loco al traerla aquí, nos pones en peligro, ¿Cuántos hombres eran?

-No lo sé, alcancé a contar una veintena.

-Tenías que enamorarte de una romana, rechazaste casarte con tu prima Adelka, mi hija no fue suficiente para ti, tu misma sangre y raza, pero sí te mezclas con esta mujer. Pero en algo tengo que darte la razón, jamás he visto criatura más hermosa, no te culpo de que hechizara tu corazón.

-Es más que apariencia tío, ella me cautivo por otros atributos aparte de los físicos, a veces es testaruda y tiene un carácter difícil pero la amo, es la mujer que elegí y me gustaría que me ayudaras, al menos permítenos descansar un par de días, no pido más.

-Te vienen siguiendo de cerca, así como tú nos encontraste ellos también lo harán.

-Ella no puede continuar, no en su estado, por favor tío, te lo ruego, no tengo a dónde ir.

Almar se queda pensativo, después de meditarlo detenidamente le dice:

-Dos días, es todo, te daré provisiones para el viaje, puedes dirigirte al oeste, muchos se cansaron de estar deambulando de un lado a otro. Los romanos nos obligan a estar movilizándonos contantemente por temor a ser hallados y atacados. Ellos se encuentran ocultos en los bosques, aún no han invadido esos territorios, los consideran inhóspitos, puede que te acepten como parte de su pueblo.

-¿Y porqué ustedes no hacen lo mismo y se van?

-Esta es nuestra tierra, nadie nos sacará de ella, la defenderemos con nuestro último aliento.

-Entiendo. -Dice Dedrick cabizbajo.

-Come algo y descansa.

-Los caballos deben ocultarlos, si los atisban nos descubrirán.

-No te preocupes, ya lo resolví.

-¿Dónde está Claudia?

- Dietlinde le preparará un baño y un lugar para que descanse.

Adelka entra, se puede ver en su rostro la alegría de ver a su primo. Al igual que su madre lo abraza.

-Creímos que habías muerto, los dioses te favorecieron.

Adelka llevaba su rubio cabello peinado en dos trenzas, sus ojos celestes lo miraban con ilusión.

-¿Ya comiste algo?

-No, aún no pero estaría bien gracias.  -Dedrick estaba contento de volver a ver a su familia.

-¿Padre también quieres que te sirva?

Almar mueve la cabeza en afirmación y sonríe al ver el comportamiento de su hija, ella siempre estuvo enamorada de Dedrick pero él nunca la vio como mujer sino como otra hermana, ella no despertaba en su interior la pasión que Claudia encendía en él.

Estaban los tres sentados cuando Dietlinde llegó con Claudia, traía el cabello mojado y suelto, usaba un vestido de Adelka, de tela simple pero cómodo. Adelka la ve pero no comenta nada, sin embargo observa la forma en que Dedrick mira a Claudia y sin que nadie le explicara, comprende que él la ama, intuición característica de las mujeres.

Dietlinde le sirve a Claudia un platón con sopa y un pedazo de pan fresco, Claudia conservando sus modales comienza a comer, se moría de hambre pero se contuvo para no tomar el tazón y sorber el caldo. Cuando termino Dedrick le pregunta: -¿Quieres más?

Ella extiende el platón y Dietlinde le vuelve a servir, se sentía un poco incómoda por la manera en que Almar, Dietlinde y Adelka la veían.

-Gracias, estaba delicioso. -Agradece Claudia.

-Con gusto. -Contesta Dietlinde en latín.

-¿Hablas mi idioma?

-Poco, descansa. -Vuelve a agregar y se levanta haciéndole señas a Claudia para que la siga.

-Ve y duerme lo necesitas. Le indica Dedrick sonriéndole.

El cuerpo le pesaba, realmente necesitaba dormir. Nuevamente quedan en la estancia Dedrick, Almar y Adelka.

-¿Es ella la mujer que has elegido como tu compañera? -Inquiere Adelka con cierto resentimiento en su tono de voz.

-Sí. -Dedrick esta incómodo por el rumbo que iba a tomar la conversación.

-¿Y tú ya te casaste? -Le consulta a Adelka para cambiar el tema.

-No, pero estoy comprometida.

-¿Y quién es el afortunado?

-Pudiste ser tú. -Adelka se levanta de la mesa. Recoge los recipientes colocándolos en un balde y se va con dirección al arroyo que estaba a unos cuantos metros de la aldea para lavarlos.

-Sigue molesta conmigo.

-La rechazaste, ofendiste su orgullo

-Lo siento tío, Adelka es linda pero....

-Lo sé, no tienes por qué darme explicaciones.

-Gracias tío, no sabes cómo me alegra verlos.

Almar le sonríe pero con algo de nostalgia.

-Iré a ver que traten bien a tus caballos.

Dedrick se queda solo, mira a su alrededor, extrañaba esa vida, por un instante sintió que todo seguía igual, imaginó a su madre cocinando, a su hermana ayudándole, y a su padre preparando las armas para ir de caza al día siguiente. Aquella noche lo había perdido todo, pero su destino era encontrarse con Claudia, con un futuro incierto se iría al oeste como Almar le recomendó.


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