CAPITULO XX

        Dedrick mueve a Claudia con delicadeza, ella aún somnolienta trata de despertar pero está tan cansada que le cuesta abrir los ojos.

-Claudia es hora, debemos partir.

Ella entreabre los ojos y con gran esfuerzo se endereza embozando un pronunciado bostezo.

-¿Cuánto he dormido?

-Lo suficiente, jamás vi dormir a alguien tan profundamente.

Ella se acerca a la naciente, lava su cara varias veces para terminar de despertarse, luego toma del agua que se mantenía fresca por su estado natural.

-Come algo, tengo pan y frutas.

El estómago de Claudia ruge exigiendo el alimento, cayendo en la cuenta que de verdad está hambrienta. Se sienta nuevamente sobre las pieles y come lo que Dedrick le da de buena gana, después de terminar, ayuda a recoger las cosas y ponerlas en su lugar.

-Estoy lista,

Había oscurecido y la caverna estaba iluminada con antorchas.

-¿A dónde iremos?

-Tengo un tío, hermano de mi padre, cuando se casó se fue con la tribu de su esposa, los buscaremos.

-¿Sabes dónde empezar a buscar? dices que se movilizan constantemente.

-No, ellos a diferencia de nosotros son sedentarios, sé dónde está su aldea.

-¿Y tomará mucho tiempo llegar allá?

-Sí, esperando que aún estén ahí.

-¡Estén ahí! -Repite Claudia desconcertada.

-¿Quieres regresar? Te puedo encaminar porque no volveré contigo y lo sabes.

Claudia no contesta pero sí denota su disgusto, toma la montura y sin dejar que Dedrick la ayude ensilla a la yegua.

-¿Estás molesta? -Consulta Dedrick divertido por el comportamiento de Claudia.

Ella lo vuelve a ver con enojo y resentimiento, pero no le contesta.

-Claudia nadie te ha dicho que tienes muy mal carácter.

-Eso no es cierto, cómo te atreves.

Dedrick sonríe pero no dice nada, decide no insistir en el tema para evitar disgustos con la joven.

Retira la cerca, toma al caballo de las riendas y le hace señas para que lo siga. Caminan en silencio hasta llegar a la entrada.

-Quédate aquí, inspeccionaré la zona.

Ella obedece, esperando su regreso, al tardarse se preocupa, está a punto de salir cuando él entra.

-Están acampando cerca.

-¿Quiénes? -Interroga Claudia con curiosidad.

-Tu comité de búsqueda.

-¿Cómo? Tan pronto.

-¿Que esperabas? y tu prometido es el líder.

-¡Virgilio! ¿Qué vamos a hacer?

-Salir por el otro lado, si lo hacemos por aquí encontrarán las huellas.

-Hay otra salida ¿Y por qué no la hemos tomado?

-Por su complicidad, ya verás cuando la veas.

Retroceden iluminados por la luz de una antorcha llegando nuevamente a la gruta donde descansaron para continua por una abertura lo suficientemente ancha para que los caballos pasaran. El sonido del agua corriendo los recibe conforme se acercan a una amplia entrada.

-¡Una cascada! -Expresa Claudia maravillada mirando la enorme caída de agua que se precipitaba hacía el vacío.

-Es agua subterránea, tendremos que pasar por aquí.

-¿Por dónde?

-Por ahí. -Dedrick señala un puente colgante hecho de tablas y sujetado por gruesas cuerdas.

-¿Hace cuánto lo hicieron? -Vuelve a preguntar Claudia preocupada.

-No sé, un par de años.

-¿Es confiable? ¿Alguna vez lo han utilizado?

-Una vez que recuerde, es cruzar el puente o enfrentar a tus amigos.

-Si me pones a elegir prefiero regresar. Quizás podamos cubrir nuestras huellas como hiciste antes.

-Es más complicado que eso, pero no te preocupes yo voy primero.

Dedrick enciende una antorcha que estaba cerca del puente, tapa los ojos del caballo y se encamina, sujetando con una mano las riendas y con la otra la antorcha. Lentamente comienza a cruzarlo. El puente se estremece con el peso pero aguanta, cuando llegó al otro extremo amarra el caballo a una rama de un arbusto que crecía cerca del precipicio. Se devuelve repitiendo el proceso con la yegua, cuando regresa por Claudia puede ver que está aterrada.

-Confías en mí. -Le dice extendiéndole la mano.

Pero ella la rechaza y  por el contrario le responde: Cuando era niña había un enorme árbol cerca de la entrada de la casa. Soñaba con subir a la cumbre y mirar los alrededores, me imaginaba a Roma a la distancia, y te juro que creía poder tocar el cielo al estar ahí. A escondidas de mi padre comencé a escalar, raspando mis rodillas de vez en cuando pero mi meta era llegar a la copa, cuando por fin lo hice, la vista era impresionante, mejor de lo que esperaba, sentí el viento sobre mi cara, y Roma imponente y majestuosa apenas visible como una maqueta. Al intentar bajar fue el problema, me aterré al darme cuenta, cuánto había subido y a la altura a la cual me encontraba, me maree y aferre a una rama con fuerza, totalmente paralizada por el miedo. Cuando escuché a Adastros buscándome le grité tan duro como pude, debiste ver su expresión al conocer mi paradero, duraron toda la tarde tratando de bajarme porque no quería soltar aquella rama y después de eso incluso tuve pesadillas, donde la rama se quebraba y yo caía, y seguía cayendo. No puedo Dedrick, le temo a las alturas, lo lamento, no puedo.

-Viste lo que hice con los caballos.

-Sí, les tapaste los ojos.

-Correcto, sabes porque lo hice.

Ella mueve la cabeza de manera negativa.

-Los caballos son por naturaleza asustadizos, pero cuando les cubrí los ojos, ellos no podían ver por dónde iban, confiaban plenamente en mí.

-¿Vas a cubrirme los ojos?

-No, vas a cerrarlos y dejaras que yo te guíe.

-No creo poder.

-Aun no lo intentas. Este puente te separa de tu libertad, no podemos volver.

Ella se recuesta en la pared rocosa, meditando lo dicho por Dedrick encuentra coraje en su interior, cierra los ojos y le extiende la mano.

-No abras los ojos aunque sientas la necesidad de hacerlo, de acuerdo.

-De acuerdo.

Despacio comienzan a cruzar, cuando el puente se movió, Claudia se detiene, el corazón estalla en su pecho, quiere devolverse pero siente la mano de Dedrick sosteniéndola, sabía que él no la dejaría caer así que continúan el trayecto hasta que se detienen.

-Abre los ojos. -Le indica él.

Al hacerlo Claudia encuentra a Dedrick frente a ella con una amplia sonrisa, al ver hacia atrás se da cuenta que ya estaban al otro lado del puente.

-Lo hice. -Grita con emoción.

-Sí, lo lograste.

Claudia abraza a Dedrick, hasta encontrarse uno al frente del otro.

-Me siento orgulloso, venciste tu temor.

-Fue gracias a ti.

Aún estaban abrazados, él acaricia su rostro, ambos buscan los labios del otro, cada vez que se besaban Claudia deseaba que aquel beso no terminara, el roce de los labios de Dedrick sobre los suyos la hacían estremecer.

-Lista para continuar.

-Sí. -Contesta ella con el semblante radiante.

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