CAPITULO XVI
¿Qué piensas Sarabi? -Pregunta Dedrick ansioso. -Sé que actué bien, pero no puedo evitar sentirme mal.
-¿La amas Dedrick?
-Con todo mi ser.
-Lucha por ella entonces.
-¿Cómo? lo único que me viene a la mente cuando acaricio la idea de huir con ella es que no tengo nada que ofrecerle.
-Al contrario, tienes mucho que entregar, tu amor por ella vale más que todo lo material que ese Virgilio o cualquier otro pueda brindarle.
-No sé Sarabi, estoy confundido.
-Pronto me iré y lo sabes, crees que tengo algo que ofrecerle a Niara y a su hijo, lo que me lleve de aquí será todo con lo que cuente. Sé que será un largo camino de regreso, pero al menos la tengo a ella y al niño, suficiente motivo para luchar por ellos.
-¿Crees que no tomo riesgos?
-Creo que tienes miedo, y por temor perderás a la señora Claudia, medita las cosas, no te vayas a arrepentir cuando ya no haya nada que hacer.
-Gracias Sarabi, voy a extrañar tus consejos.
-¿Por qué no vienes con nosotros? escapa con Claudia a África, yo la protegeré, Niara le tiene aprecio, ella le enseñaría a desenvolverse. ¿A qué le temes Dedrick?
-A que no pueda ambientarse, a que la arrepentida sea ella cuando vea que la vida fuera de estas paredes no es tan sencilla.
-Tú ya le indicaste las reales circunstancias que tendrá que afrontar si decide marcharse contigo, la señora tiene dos elecciones, o se va contigo con la mente abierta a lo que viene, o se queda y es desposada por el soldado romano, lo cual ambos sabemos no quiere. Ya ella ha decidido lo primero, así que el que está poniendo obstáculos eres tú. ¿Qué ella no lo vale?
-Ella lo vale todo.
-Faltan pocos días para su cumpleaños, yo que tú me apresuraría a evacuar todas las dudas que aún guardes. Partiré antes de la celebración.
-Tienes casi un mes preparándote para este viaje, ¿Crees que yo pueda alistarlo todo en tan poco tiempo?
-No si sigues hablando y no tomas las medidas necesarias. -Dice Sarabi con una sonora carcajada.
Ambos hombres ríen, al menos Dedrick ya había tomado la decisión, se marcharía con Claudia, lo intentaría, sabía lo que le ocurriría si los encontraban, pero si era listo y tenía cuidado, esto no pasaría.
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Claudia tomaba el sol cerca de la fuente, Azeneth trenzaba su largo cabello. Hacía dos días que hablara con Dedrick sobre huir y desde entonces no se había topado con él. Cuando lo vio en frente de ella sintió como su corazón empezó a latir con fuerza.
-Te veo en el sauce. -Le indicó Dedrick, marchándose.
La anciana y la joven se volvieron a ver con expectativa ante estas inusuales palabras. ¿Que sería tan importante para que Dedrick la viniera a buscar? Al llegar al sauce, él la esperaba de pie cerca de la banca, al igual que ella lucía nervioso.
-¿Qué sucede? ¿Cuál es el misterio? -Cuestiona Claudia tratando de sonar indiferente.
-He analizado tu proposición, no una sino mil veces.
-Te refieres a lo que conversamos hace un par de días.
-Sí Claudia a eso mismo, pensaste en lo que te dije, a lo que tendrías que renunciar si te ibas conmigo.
-¿Eso significa que lo harás? ¿Escaparemos juntos?
-¿Tienes claro a lo que tendrás que renunciar? eso incluye a tu padre, tu hogar, amigos, comodidades, a todo lo que estás acostumbrada.
-Sí lo he pensado, tanto que no he dormido, pero te amo, y definitivamente no es mi deseo desposarme con Virgilio, me hare responsable de las consecuencias de mis actos.
-Entonces lo haré, nos iremos un día antes de tu cumpleaños. Hoy mismo pediré mi libertad. Sarabi quiere que nos vayamos con él pero no puedo arriesgarlo, si nos encuentran, él también sería castigado y no lo permitiré.
-Sarabi sabe lo nuestro.
-Sí, nos vio el día en el puente y me acorraló con sus preguntas, no me quedó más que decirle la verdad.
-Hiciste bien, estoy tan feliz que accedieras.
Claudia abraza a Dedrick emocionada y sin esfuerzo los labios de ambos se encuentran, uniéndose en un pronunciado beso, dejándolos sin aliento.
-Prepararé los suministros para el viaje, debes conseguir un vestido diferente a los que usas, más sencillo, nada de joyas, tienes que pasar desapercibida. Sólo podrás usar la ropa que llevarás puesta, zapatos cómodos, un manto que cubra tu rostro y el cabello recogido como lo traes hoy. Nos iremos a la media noche, te estaré esperando en las caballerizas. Nadie puede saberlo Claudia, ni Azeneth, ni Adastros, nadie ¿Me entiendes? Y debes ser cuidadosa cuando salgas, que no te vean.
-Entiendo, lo haré, tendré cuidado.
-No puedes cargar cosas de valor, es peligroso, nos la arreglaremos con lo que tu padre me dé.
-Está bien, nada valioso conmigo.
-No habrá marcha atrás Claudia, ¿Tienes claro eso?
-Lo tengo, despreocúpate.
Dedrick la vuelve a besar, aquellos labios parecían adictivos, comprendía que ya no podía estar sin ella.
-Voy a hablar en este momento con tu padre, actúa lo más natural posible, no queremos levantar sospechas.
Claudia mueve la cabeza en afirmación, se queda sola ya que Dedrick va en busca de Antonio.
-Está hecho. -Dice para sus adentros. Siente una mezcla de alegría, temor, excitación y preocupación, se marcharía con Dedrick, era lo que ella quería, de todo lo que tenía que renunciar, dejar a su padre era lo único que le dolía, pero no había otra opción. Entonces pensó en hablarle sobre Dedrick, pero descartó inmediatamente la idea, sabía que Antonio Kaeso, jamás aceptaría a Dedrick como su yerno.
Cuando ingresó a la residencia se sorprendió al ver a Antonio en compañía de Virgilio. Había rasurado su barba y vestía su uniforme, las heridas estaban casi sanas por lo cual ya no requería los vendajes.
-Oh ahí estás, mandé a buscarte.
-Me encontraba recibiendo el sol, es una hermosa mañana.
-Te dejo para que atiendas bien a tu prometido, yo debo hablar con Dedrick, me uniré con ustedes en un momento.
Antonio se marcha quedando solos.
-Claudia, es un placer volver a verla.
Ella no contesta, sólo le regala una sonrisa.
-Me imagino que esto es muy incómodo para usted y apresurado, me refiero a lo del compromiso.
-Lo que yo opine no importa, mi padre ha decidido lo que él considera mejor para mí, y lo acepto.
-Tengo que admitir que es mi culpa, le comenté a su padre mientras visitaba al Tribuno, que el hombre que la desposara sería muy afortunado y una cosa llevo a la otra, terminamos conversando sobre nuestra posible unión. ¿Está molesta conmigo? sé y para nadie es un secreto que sigue amando a Lucio, quiero que tenga claro que jamás trataré de ocupar el lugar del centurión.
-Gracias es usted muy considerado.
-Tampoco la forzare a nada, usted sabe, me refiero después de casados.
Virgilio habla con nerviosismo, el tema lo incomodaba un poco.
-Lo aprecio, muy amable de su parte.
-Compartiremos el lecho nupcial cuando se sienta lista, créame que haré todo lo que esté en mí, para ganarme su cariño.
Claudia sintió pena por él, no es una mala persona, pero lamentablemente tampoco el hombre que ella pudiera amar.
-Perdón que actué como un tonto, es que su presencia me pone inquieto, aunque no lo crea no tengo mucha experiencia en estos asuntos.
-Tampoco yo, no se preocupe.
-Oh casi lo olvido, le traje un obsequio.
-No debió tomarse la molestia.
-Es un pequeño detalle que vi en el mercado y pensé que le gustaría. _Virgilio le hace entrega de una pulsera de oro blanco con delicados labrados.
Claudia le sonríe agradecida.
-Déjeme ponérsela por favor.
Ella extiende la mano, él procede a colocarla en su muñeca.
-Cómo le comenté es una baratija.
-No diga eso, todos los obsequios son valiosos, independientemente de lo que sean, lo importante es la intención.
-No me esperaba su cálido trato, en realidad creí que sería menos cordial.
-Sí, sé lo que la gente murmura de mí, pero no crea todo lo que escucha, ya tendrá tiempo de conocerme mejor.
-Eso espero. -Enuncia Virgilio mirándola fijamente.
Antonio se une a ellos al poco tiempo, luce contrariado.
-¿Sucede algo padre?
-Sí, Dedrick ha pedido su libertad.
-¡Lo ha hecho! -Exclama Claudia tratando de mostrar sorpresa.
-Lo lamento hija, sé que lo aprecias y es tu custodio pero sabes que no puedo negarme.
-Te ha dicho por qué.
-Dice que extraña su tierra.
-¿Cuándo padre? ¿Cuándo nos abandonará?
-Antes de tu cumpleaños
-¡Tan pronto!, le urge tanto dejarnos.
-Sus motivos tendrá, Adastros se hará cargo de ti mientras encuentro a alguien más que lo reemplace.
-No necesito reemplazo, nadie me conoce tan bien como Adastros.
-Pero está viejo, quiero a alguien más joven cerca de ti.
-Perdón la intromisión, tengo un esclavo, ha estado con nosotros por algunos años, cumple las características para ser custodio de Claudia, tómelo como un obsequio de bodas.
-No es necesario Virgilio. _Contesta Claudia cortésmente.
-Por favor, está en buenas condiciones, te servirá bien.
-Entonces que así sea. -Responde Antonio.- ¿Cuándo lo puedes traer?
-Si quiere mañana mismo.
-Oh no, por favor, prefiero que sea el día de mi fiesta, si no es inconveniente. -Agrega Claudia, ya que no podía tener a una sombra pegada tras de ella, esto arruinaría sus planes de huida.
-Sus deseos son órdenes señora. -Virgilio hace una reverencia.
-Qué lamentable perder a dos buenos hombres. -Menciona Antonio de verdad afligido.
-¿Perderlos? -Pregunta Virgilio extrañado.
-Tenemos una política, si un esclavo desea su libertad se le da, nadie está obligado a quedarse. -Aclara Antonio esperando la reacción del joven.
-Creo que eres el único hombre en Roma que actúa de esa forma.
-Sí bueno, al menos doy a la gente de qué hablar.
Ambos hombre sonríen, y en compañía de Claudia se dirigen al patio interno a conversar.
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