CAPÍTULO 15
Un niño de aproximadamente ocho años jugaba con un perro, le tiraba un palo y el animal corría atrapándolo en el aire, trayéndolo de nuevo a su portador. El niño repetía la acción y el perro moviendo la cola no mostraba cansancio sino más bien animoso ladraba para que la volviera a lanzar. Sus caballos rubios resplandecían bajo el caluroso sol de verano y sus ojos azules denotaban la alegría que le producía jugar con su fiel amigo.
-Déjame a mí Octavio, es mi turno.
La niña de cinco años, con el cabello castaño, similar en ciertas facciones al niño, con pronunciadas pestañas que encerraban unos ojos color chocolate, miraban suplicante a su hermano quién le otorga la rama explicándole como lanzarlo, ella impaciente estalla reprochándole: -Ya sé cómo se hace, dámelo.
Él sólo sonríe y se aleja para evitar ser golpeado, ella calcula la distancia mientras que el perro sentado, está en espera del lanzamiento, una vez hecho el animal corre y lo trae a los pies de su dueña.
-Octavio, Diana, es hora. -Dedrick llama a sus hijos que pronto se reúnen con él.
-¿Viste que largo lo lancé padre?
-Sí casi llegó al río. -Responde Dedrick muy serio, Octavio pone los ojos en blanco ante la exageración de su padre. Claudia aparece acompañada de Almar, Adelka y su hijo Hendrick que sólo es unos cuantos meses mayor que Diana.
-No tienen que irse y lo saben, les dice Almar realmente sentido por su partida.
-Necesito saber Almar, por favor comprende.
-Lo sé Claudia, las puertas están abiertas cuando decidan regresar.
-Me duele dejar este lugar, lo siento más mi hogar que Roma misma.
-Que no te escuchen los romanos expresarte así.
-Nunca me ha importado lo que ellos piensen.
Ahora Almar se dirige a Dedrick.
–Ya tienen suficientes provisiones para varios días pero no creo que alcancen hasta su destino final.
-No te preocupes tío además si no me equivoco estamos de camino por aquel pueblo donde Claudia fue vendida, quizás Assus aún ofrezca recompensa por ella, con ese dinero podremos llegar perfectamente.
Claudia fulmina a Dedrick con la mirada y Octavio sonríe ya que conoce la historia.
-Estaremos bien tío.
-Al menos deja que algunos de nuestros hombres los acompañen hasta la frontera, llevas niños no es seguro que vayas solo.
-Está bien, si eso te hace sentir mejor.
-Mucho mejor, gracias.
-Prométeme que volverán. -Esta vez en Adelka la que habla.
-Lo haremos. -Contesta Dedrick.
Dietlinde y toda la familia están presentes en la despedida al igual que algunas personas del pueblo.
-No es una despedida. -Aclara Claudia, mirando sus caras llenas de tristeza.
-Lo sabemos. -Responde Adelka abrazándola.
-Debemos irnos. -Interrumpe Dedrick.
-Lo cuidaras bien tío. -Octavio acaricia al perro.
-No te preocupes, aquí te estará esperando tu retorno.
Ahora es Claudia la que habla:
-Necesito hacer algo primero, no me demoro. -Se aleja en dirección a un gran árbol camino al río donde un tumulto de piedras estaban acomodadas cerca de su ancho tronco.
-Mi dulce Azeneth, hoy inicio el camino de regreso a casa, me gustaría tanto que estuvieras aquí. -Unas lágrimas se desplazan con rapidez por sus blancas mejillas.
-Te extraño tanto, extraño a Adastros y a mi padre. Deberías ver lo grande que está Diana, aún recuerdo como la mecías arrullándola por las noches, como alguna vez lo hiciste conmigo y con Octavio. Te llevo en mi corazón madre, porque eso es lo que eres y serás siempre para mí. Algún día volveremos a reunirnos, hasta ese momento espérame.
Claudia se aleja, limpiando su rostro se sube a la carreta donde su familia la esperaba. Fue un trayecto largo y muy cansado, como lo prometió Almar sus hombres llegaron hasta la frontera y se devolvieron, después de ahí fue cuestión de días lo que les tomó llegar a la hacienda. La entrada principal hizo que el corazón de Claudia se acelerara, se abrieron paso hasta llegar a las estatuas que decoraban la entrada de la residencia. La propiedad lucía tal y como ella la recordaba, se extrañó ya que más bien esperaba encontrarla en el abandono o quizás ocupaba por alguien más. Dos niños de piel marrón corrían uno persiguiendo al otro y al ver a los extraños se van en dirección al patio trasero trayendo a alguien consigo. Para sorpresa de Claudia es Navid el que sale a recibirlos, el hombre al reconocer a Claudia se dirige a ella y sin contemplaciones la abraza.
-Sabía que regresarías, sabía que lo harías.
-Oh Navid, mi corazón se regocija al verte, pero ¿Cómo?
-La fui a buscar a Grecia, pero recibí terribles noticias al saber que usted nunca llegó, sin embargo yo sentía que estaba bien y que volvería por lo suyo. Trataron de expropiarla pero su padre lo previó y me dejó un poder como hombre libre donde me nombraba albacea oficial de su herencia hasta su retorno. El tribuno Virgilio me ayudó, sin él no lo hubiera logrado.
-¡Virgilio! ¿Acaso ha sobrevivido a la plaga?
-Estaba lejos en campaña cuando la plaga llegó a Roma, regresó hasta que no hubo rastros de ella. Sin embargo su esposa e hija no corrieron la misma suerte.
-Pobre Virgilio a todos nos tocó perder a alguien amado.
-Sí, pero no se sienta mal por él, después de un año volvió a desposarse y su actual esposa está por dar a luz por segunda vez.
-Oh me alegra tanto saberlo.-Y dime Navid, ¿Qué pasó con los demás sirvientes, los que decidieron quedarse? ellos....
-Todos murieron mi señora.
-¿Y mi padre?...-Las palabras se negaban a salir de su boca.
-Lo lamento señora, tenía varios días de muerto cuando llegue, quemé su cuerpo y enterré sus cenizas junto al sauce, para que estuviera cerca de usted.
Al escucharlo el corazón de Claudia se estremece de dolor, si Navid no hubiera llegado quién le daría sepultura a su padre.
-¿Cómo es que no enfermaste?
-No lo sé, los dioses fueron favorables conmigo. Cuando regresé el olor a muerte inundaba todos los alrededores tuve que usar el turbante para cubrir mi nariz y no me lo quité hasta que los cuerpos estuvieron sepultados y el lugar limpio. Quemé algunas cosas del señor con su perdón, pero tenía que eliminar todo rastro de la enfermedad.
-Hiciste bien Navid, no tienes que disculparte
-Cuando ya no hubo peligro traje a mi familia.
-¿Ellos son tus hijos? -Claudia señala a los niños que los vieron llegar.
-Sí, los menores, los mayores están trabajando en la hacienda, tengo siete varones señora, mi orgullo, ya los conocerá cuando lleguen de sus labores. ¿Y él es Octavio?
-Sí ya es todo un hombrecito, y ella es Diana mi hija.
Navid vuelve a ver a Dedrick que hasta ese momento no lo había determinado, como él viajaba constantemente atendiendo el negocio de Antonio nunca socializó mucho con él, fueron pocas veces las que se dirigieron la palabra, pero sí conocía la relación que hubo con Claudia. Observa a la niña y luego a él y comprende quién es su padre.
-Es igual de hermosa a usted mi señora, sean bienvenidos pasen.
La esposa de Navid sale a recibirlos, era una mujer de rostro amable, traía su largo cabello trenzado.
-Deben de estar cansados, vengan los acomodaré en las habitaciones y luego hablaremos.
Claudia mira con nostalgia la enorme casa con amplios ventanales, le parece estar viendo a su padre leyendo los papiros y tomando su habitual té de hierbas.
-Dijiste que lo enterraste por el sauce.
-Sí mi señora, ¿Desea ir a verlo?
-Sí pero sola. -Y al decir esto vuelve a ver a Dedrick quién comprende que este es un momento suyo.
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Hola, bueno acá les dejo cuatro capítulos. La historia está por terminar, espero la hayan disfrutado. 😘
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