a story with some sparkle
"Sigo pensando en ti cada noche, en lo mucho que te extraño y en cómo habrían sido las cosas si hubieran sido diferentes. El simple hecho de esconderme en esta isla lejos de ti me entristece, porque en el fondo sé que no tengo la fuerza para liberarte ni para aceptar que ya no estás a mi lado. Seguiré esperando por ti, capitán, aunque tú no lo sepas..."
Springbonnie dejó el papel a un lado. Había terminado su carta de la misma forma en la que había escrito tantas otras antes. Parecía un ciclo interminable de cartas cargadas de falsas esperanzas.
Suspirando, miró por la ventana de su cuarto, un refugio formado por las cuatro paredes que albergaban su cantina y su morada. - Espero que los chicos estén bien... - musitó para sí mismo. Dudaba de su decisión de involucrarlos en todo esto. Sin embargo, confiaba en que podrían distraer a la marina lo suficiente para ejecutar un plan.
Mientras pensaba y reflexionaba, se encontraba bloqueado, sin saber cómo avanzar. La infiltración, la ubicación, cómo llegar... todos esos detalles parecían pertenecer a un rompecabezas sin resolver, un rompecabezas que solo podía ser resuelto por un...
.- Oh, capitán...- susurró con frustración y tristeza mientras apagaba la luz, optando por refugiarse en el sueño antes que enfrentar la realidad del amor que había perdido.
Se arrastró por su pequeña y oscura habitación, un estrecho espacio entre el escritorio hasta la hamaca que utilizaba para descansar. Se recostó, permitiendo que la tenue luz del faro iluminara su figura. Se sentía solo y despojado de todo honor, gloria y del derecho de seguir a algún capitán.
(Separador)
Volviendo a nuestros protagonistas, el cielo que rodeaba la isla se tiñó de un color rojo amarillento, un hermoso pero sombrío atardecer que resultaba de la mezcla de la pólvora, los cañonazos y el ocaso.
Aquella isla era un caos, un lugar dedicado al comercio, al entretenimiento y a la satisfacción de deseos efímeros. Por esa razón, la marina la atacó con una ferocidad inusual, como si estuvieran borrando una mancha del mapa mientras buscaban a una persona en particular.
Habían recibido información de que en esa isla se encontraba el paradero del "gran espiritista", aquel que podría revelarles todo acerca del monstruo, el barco y la recompensa; desde ubicaciones hasta poderes mágicos a usar.
No es que la marina fuera aficionada a la esotería, pero conocían bien al espiritista. A pesar de las diferencias que existían entre ellos, especialmente entre Baby y Alfred, quienes habían tenido experiencias dispares con "el espiritista", el capitán Vixen propuso intentar contactarlo. Después de todo, si resultaba ser un charlatán, podrían ejecutarlo, al igual que habían hecho con la isla... limpiarlo del mapa por decirlo de una forma bonita.
En medio del caos de explosiones y gritos de personas intentando salvar sus negocios o aprovecharse de la situación, tanto Freddy como Bonnie lograron encontrarse en el único lugar medianamente seguro que encontraron: un largo pasillo de casas que daban la espalda al puerto.
Al ver a su compañero, no pudieron evitar abrazarse, buscando consuelo mutuo y asegurándose de que estuvieran a salvo mientras a lo lejos podían escuchar una voz ronca con un acento inglés bastante deslenguado, casi bastardizado.
.- Execro sobre la marina todas las desgracias que les ocurran de ahora en adelante! -maldijo en voz alta mientras asomaba su cabeza por uno de los oscuros pasillos-
Freddy y Bonnie se miraron confundidos, pero antes de que siquiera pudieran preguntar, aquella voz misteriosa los arrastró al fondo del pasillo mientras se escuchaba otro cañonazo y un fuerte estruendo.
.- Por poco les vuelan la cabeza, vengan, pasen -dijo la voz misteriosa. La figura que tenían frente a ellos no era más que una sombra oscura cubierta con mantas que no permitían ver más allá de sus patas.- No podía dejarlos morir.
La sombra hizo un ademán con sus patas, indicando que subieran. A medida que ascendían, apareció una carpa llena de telas colgantes y desgastadas. A pesar de su aspecto inquietante, las luces y los patrones de estrellas le daban un toque familiar. Además, el aroma a incienso creaba una atmósfera hipnótica.
Se sentían casi atrapados, alejados de todo el caos, ya que solo se escuchaban sus propias respiraciones agotadas.
.-Vengan, entren sin miedo ni pena. Una taza de té no los matará - el extraño los arrastró hacia dentro de la tienda, sin prestar atención a la actitud inquieta de Freddy. Sin embargo, su pareja habló sin temor alguno.
.- ¿Tienes té Chai? - preguntó el conejo de forma tranquila, adentrándose en la tienda por su cuenta.
.- ¿Cómo demonios puedes decir eso? - exclamó el desconocido. - Acabas de pedirme té doble, chai es té. Acabas de decir 'té té'. ¡Dios mío! Ustedes, los piratas, son una bola de zotes...
Al entrar en la tienda, se encontraron con una pequeña mesa cubierta con un mantel con patrones de estrellas, una tetera y tazas ya servidas con el té.
.- Sean libres de ponerse cómodos. Yo iré a buscar algo - el desconocido desapareció detrás de una cascada de telas misteriosa y enmarañada.
.- ¿Cuándo... sirvió el té...? - preguntó Freddy con desconfianza. Bonnie le susurró al ver que este ya estaba sentado a la mesa.
El conejo acercó el té, olfateándolo y analiz
ándolo. - No está envenenado... - dijo el conejo.
.- Ajá, ¿y cómo lo sabes?
Bonnie en silencio se acercó al estante del extraño, tomando una maceta con una planta, derramando algo de té en esta.
.- La planta no murió - antes de que el conejo morado pudiera seguir hablando en su tono relajado, la planta soltó una pequeña explosión de brillos y humo místico.
Debido a la pequeña explosión, el conejo empezó a toser mientras su pelaje se volvía grisáceo, con detalles como si le hubieran tirado escarcha en toda su parte superior. Obviamente, la planta no murió; ahora se encontraba en el mismo estado que el conejo.
Ambos se sentaron en la mesa al escuchar que la misteriosa voz volvía, preguntando qué pasaba. Freddy, como pudo, intentó calmar la tos de su amado mientras le intentaba quitar el polvo y la escarcha.
El extraño se hizo presente nuevamente, esta vez sin su característica capucha, mostrando por fin sus facciones: era un conejo con aspecto andrajoso y descuidado, con una mirada semimuerta y los bigotes alborotados, con un pelaje verde musgo oscuro que se veía asqueroso. Mantenía su cuerpo erguido, mostrando cada una de sus heridas, pero en vez de hacerlo con pudor, lo hacía como si se pavoneara con estas.
.- Oh... no me digas, ¿tocaste mi hechizo? No temas, solo es una cosa para tirar brillitos, no es peligroso - dijo de forma relajada el conejo de colores verdes mientras se sentaba en la mesa aguantando la risa.
.- Por qué estaría servido en una tetera y tazas? - le encaró Freddy preocupado.
.- Porque no suelo tener visitas. Como sea, tu amigo estará bien, solo debe darse una ducha - sin mucho problema, aquel desconocido tiró del mantel, botando tanto la tetera como las tazas al suelo.
El gesto innecesario hizo chirriar a ambos, pero rápidamente quedaron sorprendidos al ver cómo con ese pequeño parpadeo aparecían en la mesa una bola de cristal y varios vasos de vidrio vacíos y una tetera.
.- Puedo ver que ustedes son una linda parejita. ¿Qué tal si... les hago un descuento para hacerles un trato de amor eterno? - les ofreció el conejo putrefacto mientras miraba su bola de cristal.
.- ¿Por qué todo el mundo asume que somos pareja? Digo, no se equivocan, pero... - Freddy intentó explicarse.
.- Awww, eres tímido - el desconocido se dirigió al otro conejo-. Entonces, tú tienes los pantalones en la relación.
.- ¡Oye! - Freddy soltó un leve chillido debido a que fue humillado de forma épica.
Bonnie solo asintió en silencio, aunque era común que no hablara mucho, ahora se debía a que seguía un poco aturdido por la mini explosión, sus ojos veían todo con brillitos.
.- Como sea... ¿qué diablos hicieron para que la marina les quisiera dar una buena paliza a todos? Digo, hace mucho que no veo una redada tan... grande, si que la cagaron.
.- Nosotros, ¿no hicimos nada, solo venimos por provisiones? - explicó el oso con cuidado en sus palabras.
.- Hablas chistoso... - dijo Bonnie a duras penas de fondo.
.- No me refiero a ustedes en sí, sino a todos. ¡Me beneficia mucho que venga gente a esta isla, clientes gratis! Pero la marina aquí presente no es... algo bueno, ¿sabes?
En algún momento, mientras Freddy y el extraño hablaban sobre lo que ocurría, contándole acerca de que debían ir por su capitán, Bonnie se alteró un poco, podía escuchar algo, algo que se acercaba.
Pasos se sentían más cerca, solo se preparó mentalmente para pelear de ser necesario; de resto, se dedicó a beber té mientras intentaba aclarar su garganta.
(Separador)
En algún punto, la pequeña paz fue sacudida por el grito de Goldfred y una intrusa, Puppet.
El de colores amarillos opacos entró gritando en
furia mientras intentaba quitarse a la marioneta de encima. Ambos tiraron todo en la pequeña carpa, aquel desconocido solo pudo intentar separarlos, dejando sin vigilancia a nuestros protagonistas.
Puppet no dejaba de atacar como podía al oso, únicamente usando sus manos y dientes como si de un gato rabioso se tratase.
.- ¡Ustedes dos! ¡Otra vez peleando! ¡Les dije que si peleaban fuera, lejos de mí! - el conejo más viejo intentaba separarlos con enfado.
.- Gracias por traerme hasta a él, osito... y... hola de nuevo conejito... cuánto tiempo... - dijo con saña la marioneta mientras se burlaba una vez fue separada de la pelea. La tenían sostenida del cuello, pero parecía no importarle.
.- Goldfred... - preguntó Freddy confundido.
.- No me digas, ¿das asilo a desconocidos y no a un viejo amigo? - encaró el mencionado a su captor, que de la misma forma, lo mantenía sostenido del cuello-. Claro... mantienes a unos desconocidos a salvo de Alfred... pero no al tipo que literalmente podría llevarte consigo a la tumba. - En algún momento, el monólogo de Goldfred fue cortado debido a que en su boca apareció una manzana, bloqueando su habla.
.- Por fin... silencio... - el extraño se dirigió a la marioneta-. Tú no te rías, tú también eres un dolor de muelas - como si nada, volvió a hacer el truco de la manzana, evitando que la marioneta hiciera ruido.
Freddy quería saber qué pasaba, pero no obtenía respuesta alguna, más que un comentario de su pareja.
.- Creo que se refiere a Funtime Freddy, con ese tal "Alfred" - comentó Bonnie en silencio.
.- ¡Ja! Le pusiste apodo a la marina, ¿y le pusiste apodo tomando el nombre de tu pareja? Dios... ustedes son todo un caso. Los mantendré conmigo, me caen bien - se burló el extraño mientras se deshacía de los intrusos, simplemente dejándolos en el suelo para luego hacer unos ademanes raros, y en algún momento, los intrusos dejaron de moverse.
.- ¿Dónde nos metimos...? - susurró Freddy mientras tomaba la mano de su pareja con intención de escapar.
.- Creo que es el gran espiritista... - respondió en un susurro Bonnie mientras acercaba a su pareja para abrazarla-. Nos agarró de sus payasos, nos conviene portarnos bien...
.- Bonnie, no me digas eso, dime que es broma.
.- ...Es broma.
.- No es broma, ¿verdad...?
.- No es, lo dije para que te sintieras mejor, perdón - Bonnie besó la mejilla de su pareja con calma, mientras el otro no más se moría por dentro intentando pensar en algo.
.- Y... sabía que el conejo tenía los pantalones en la relación, ¡eso, moradito! - se burló el espiritista.
.- ¡CONEJO ESPIRITISTA, ¿DÓNDE ESTÁS?! - se escuchó un grito molesto a lo lejos.
.- No, otro más... - dijo Freddy por lo bajo.
.- Bueno, supongo que hasta aquí queda mi participación - reaccionó el conejo de colores verdes, todo en un tono desinteresado-. Bueno... fue un gusto conocerlos - luego miró a Goldfred y Puppet-. Los extrañé, chicos. Si en un futuro hay una forma más fácil de comunicarnos... ahí los llamo pues. Nos vemos, mi par de zotes favorito...
(Separador)
El caos seguía, el humo se esparcía y los cañonazos continuaban. Los pasos de Alfred, apodado "Funtime Freddy", se volvían cada vez más imponentes al igual que su grito. Iba buscando de forma incesante a su objetivo, el "gran espiritista".
Rondaba y revisaba cada uno de los pasillos, hasta que en una zona cercana a su ubicación, entre medio de unas casas que daban espalda al puerto, se escuchó una explosión.
Una nube de humo y brillos se levantó en el cielo, agregándose a las tonalidades rojizas de los demás disparos y la pólvora. De inmediato, se dirigió a esa zona, esperando que aún no fuera muy tarde, pero... sí, era tarde, muy tarde.
Aquella pequeña carpa de telas había desaparecido en su totalidad junto a su dueño, dejando en ese espacio una mancha de pólvora y brillos, y a 4 individuos totalmente noqueados y completamente desmayados, cubiertos por el mismo polvo gris con ciertas pintitas de brillos.
.-Se volvió a escapar. Yo sabía que era una pérdida de tiempo... - maldijo el oso de tonalidades blancas, ignorando cómo su grito no era escuchado ni por su equipo ni por aquellos que simplemente se habían quedado desmayados-. Espera... Puppet y Goldfred... al menos tenemos unos conocidos aquí con los cuales jugar.
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