Lo único que recordaba Hyunjin después de haber llegado a casa fue cómo se metió a la ducha y comenzó a golpear el azulejo del baño sin cesar, hasta que sus nudillos comenzaron a sangrar y aquel líquido rojo se mezclaba con el agua de la ducha.

Después de ello cayó desmayado y se quedó dormido en la ducha, luego de eso despertó sobre su cama, sus manos con una venda sobre sus nudillos y cambiado de ropa, seguramente su mamá había sido la responsable de cuidarlo. Como siempre lo había sido.

Esa noche no pudo dormir de solo recordar una y otra vez aquel estúpido beso que no tenía porqué haber visto.

La culpa era de la estúpida profesora Jia y su grandioso castigo de querer repartir las pruebas. De saber que eso iba a suceder, hubiera preferido tomar detención.

Si antes su odio por Soobin estaba en un 7.6 en escala al 10, ahora su odio estaba en un 9.3. Definitivamente era ese su sentir.

Al otro día, se arregló el uniforme y fue directo al colegio donde debía aguantar la asquerosa presencia de Choi y apreciar la bella sonrisa de Hwang.

Quizás hoy sería un mejor día.

La clase transcurría con total tranquilidad hasta el momento y a la hora del almuerzo salió del aula; ese día moría de hambre. Quizás tanta molestia le abría el apetito.

Pero en camino a la cafetería, Soobin se cruzó en frente suyo, impidiendo seguir su camino.

—No creas que no me di cuenta cómo arrojaste mi prueba toda arrugada al suelo, idiota —Soobin tomó a Hyunjin del suéter del uniforme acercándolo hasta él—. Ahora prepárate para terminar igual que mi prueba. Hecho una mierda.

Soobin sujetó con fuerza el uniforme de Hyunjin y lo arrastró hasta el patio donde se juega fútbol, el cual se encontraba solitario. Al llegar al lugar lo arrojó hacia el pasto y le dio una patada en un costado de su espalda baja.

—¿Acaso te da celos cómo tengo a Hwang Yeji en la palma de mi mano? —cuestionó, rodeándolo mientras le daba otra patada ahora en su estómago, logrando sacarle el aire al pelinegro—. No sabes la satisfacción que me da el saber eso, pero Hwang es solo una más que pienso ocupar para mi beneficio; me gusta divertirme con esa perra y verla rogar por mi atención.

Hyunjin se levantó furioso al escuchar eso y trató de encestarle un merecido golpe, el cual el castaño desvió fácilmente y tomó ventaja de ello para sujetar el brazo de Hyunjin y jalarlo con fuerza.

—Tu furia solo me confirma lo celoso que estás, pero tranquilo, si muestras un poco de respeto por mí, te dejaré coger con ella más tarde en el armario del conserje —propuso burlonamente.

Quizás Hyunjin era mayor que Soobin, pero aquel idiota era mucho más intimidante y fuerte que el pelinegro, lo que le dejaba una gran desventaja.

Hyunjin intentó zafarse de él, pero Soobin no lo permitió. En su lugar, lo despojó de su suéter y como si nada lo arrojó lejos de ellos, cayendo justamente sobre un charco de lodo.

La respiración de Hyunjin, al ver eso, se detuvo por un momento. Su madre trabajaba arduamente todos los días para poder pagar el uniforme y ver aquello solo lo había destrozado. Era como si le hubiera fallado a su madre.

Soobin, por otro lado, reía fuertemente al ver el rostro pálido de Hyunjin, quien solo veía el suéter a lo lejos.

—Quizás ahora aprendas que debes quitarte de mi camino si no quieres que termine peor —Soobin se acercó lentamente hasta Hyunjin donde logró encestarle un fuerte golpe logrando que se desmayara al instante debido al fuerte impacto.

Para cuando Hyunjin despertó de aquello ya estaba casi a oscuras, se levantó lentamente del pasto y se tocó al instante la cabeza, tenía un dolor intenso que aumentó cuando se levantó rápidamente.

Entonces recordó lo que había pasado y buscó a su alrededor su suéter donde logró hallarlo no muy lejos suyo, al levantarlo logró observar no solo lo sucio que estaba, sino que ahora estaba rasgado por todas partes.

La furia de esos momentos era tan fuerte que lágrimas de impotencia salían de sus ojos.

No sabía con qué cara vería a su mamá ahora que llegara a casa.

No quería llegar a casa.