Hyunjin suspiraba cansado y fastidiado. La clase era un total aburrimiento, algo que solía asquearlo, pero todo aquello podía ser olvidado con la presencia de cierta persona:

Hwang Yeji.

La chica más hermosa a sus ojos, un amor inalcanzable para él, estaba demás decir que jamás podrá ser parte de su vida de la manera en la que él se imaginaba estando con Yeji.

Odiaba fantasear un mundo en donde él y Yeji eran una hermosa pareja, feliz y encantadora.

Sin embargo, atesoraba los pocos momentos donde la chica de cabello platinado le dirigía la palabra, como lo fue en esa ocasión.

—Hyunjin, ¿podrías prestarme goma de borrar? —preguntó Yeji con aquella bella sonrisa, dirigiéndose al pelinegro.

Hyunjin asintió y torpemente rebuscó entre sus cosas.

—A-aquí tienes —dijo mientras le hacía entrega de su goma y emocionándose al sentir el roce de sus manos.

¿Cómo era posible que Yeji lo alterara de tal manera? No lo sabía.

Prontamente su felicidad fue apagada en cuanto vio a Soobin acercarse más a Yeji y decirle algo al oído, ocasionando un gran sonrojo en la mayor, acompañada de una risa nerviosa.

Odiaba con toda su vida a Choi Soobin. ¿Cómo era posible que ese tipo tuviera la atención completa de Yeji y él no? Lo odiaba, lo odiaba bastante. Aquel tipo se mostraba como alguien inalcanzable con sus marcados pectorales y sus brazos musculosos con sus venas sobresaliendo. De solo verlo su odio salía por sus fosas nasales como si de un toro enfurecido se tratase.

Si pudiera tener la oportunidad, le gustaría ser Soobin por un día entero, así sabría qué es lo que se siente tener a Yeji en la palma de su mano, porque eso era lo que era, tenía a la chica más linda del grupo envuelta alrededor de su dedo y a Soobin le encantaba fanfarronear con ello.

Hyunjin siempre se preguntaba, ¿qué se sentirá ser la razón por la cual Yeji se ponga nerviosa y le dedique esa hermosa sonrisa que lo hace sentir como en el maldito paraíso?

Odiaba ser un don nadie.

Odiaba ser Hwang Hyunjin.