- Solo tienes que mover la mano y, te volveré a llamar "preciosa". - dijo el peliplata mirándola fijamente mientras sonreía.

¡Dios! Le estaba empezando a gustar esa timidez.

- pero... - reclamó ella apenada.

Él tocó su miembro ya erecto con su propia mano y la miró.

- Es muy fácil, yo lo hice por ti...

Se aguantó la risa cuando la vio inflar sus mejillas.

- Solo por un rato...

- Te tomo la palabra, preciosa.

La azabache se arrodilló entre sus piernas y agarró su miembro con una mano mientras la movía despacio observando al joven que la miraba expectante.

Adoraba la forma en que su mano se movía sobre él, ¿acaso él, Inuyasha, se estaba volviendo un masoquista?

Negó con la cabeza y después ayudó a la pelinegra a marcar un ritmo más rápido al mismo tiempo que disfrutaba sus muecas de asombro y excitación.

- Más rápido - quiso ordenar pero le salió como una súplica.

La azabache asintió y, algo apenada, movió su mano sobre esa parte tan íntima de su acompañante de manera salvaje. Para ella demasiado fuerte, para él increíblemente perfecto.

Siguió moviendo su mano, ahora ayudada por Inuyasha moviendo su mano aún más rápido.

¿Tendría Kagome experiencia en eso? Solo pensarlo lo hacía desearla más y querer hacerla solo suya.