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Todo el mundo se ha ido, el estacionamiento del teatro está casi vacío. Es casi media noche y solo quedan dentro el hombre de la limpieza acomodando las sillas a un lado. Keith está sentado en el borde del escenario, ahora vestido con su ropa normal, pero aun con rastros del polvo blanco en el rostro. Le cuelgas las piernas y las balancea con la mirada baja, justo en eso, Lance se le acerca con el abrigo puesto.
- Sigues aquí. -le dice tentativamente, y sabe que el otro está mal porque no le contesta irónicamente.
- Mamá me pidió que esperara aquí, ella y papá están conversando en el auto. -el más bajo levanta la cabeza y ve el reloj. La hora avanza y nada ocurre, termina por soltar un suspiro y volver la atención a sus pies.
- No he podido felicitarte, lo hiciste muy bien.
- Gracias... aunque parece a algunos no les gustó como bailé. -Lance no puede callar, le resulta imposible mantener la boca cerrada y mucho menos si se trata de su amigo.
- Tu padre está mal. -le dice firmemente haciendo que Keith levante la vista para mirarlo fijamente. El mismo nunca tuvo el valor de decir esas palabras en voz alta. - lo siento, pero si no puede apreciar lo que haces, tal vez o debería venir a verte.
- Es mi padre, se supone que venga a apoyarme... o algo así.
- También se supone que los bailarines son unos llorones debiluchos, y que el ballet es para chicas. Pero llegaste tú a romper todas las jodidas normas de la vida.
- ¿Las normas de la vida? -pregunta Keith divertido, Lance asiente con la cabeza y se sienta a su lado, dejando caer una mano en su hombro. -¿Qué sabes tú de las normas de la vida?
- Solo sé lo básico... como qué la estrella del show no puede quedarse triste después de bailar en su primera presentación. -Lance empuja el cuerpo del mas bajo suavemente hacia el suyo, y por inercia la cabeza de Keith queda entre sus hombros y cuello. A Lance le hacen cosquillas sus cabellos, pero no dice nada. No quiere arruinar el momento. - Lo hiciste muy bien Keith, no dejes que tu padre te diga lo contrario.
- Lance, lo estás haciendo de nuevo.
- ¿El qué?
- Cuidándome... te dije que no necesitaba que me estuvieras cuidando.
- Ya lo sé, pero quiero hacerlo de todas formas. -ambos chicos agradecieron estar en esa posición. Ya que así Keith no alcanzaba a ver el violento sonrojo en las mejillas del moreno, y Lance no llegó a ver la sonrisa agradecida en los labios del otro.
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El timbre de entrada sonaba cuando lance bajo del auto con varios de sus hermanos. Aunque se les hacía tarde, Keith estaba esperándolo fuera de la puerta como todos los días. Había pasado una semana desde el recital de ballet y con las vacaciones de fin de trimestre no se habían visto en lo que para ellos había sido una eternidad.
- Por fin llegas, tortuga, siempre voy a tener que estar esperando por ti. -le dijo Keith al hacer su saludo secreto con las manos. -apresúrate, no quiero que nos dejen fuera otra vez.
Aunque hubiera sido mejor si esa clase se hubiesen quedado fuera, escondidos, tal vez bajo una piedra, por mucho tiempo. Cuando Lance y Keith llegaron, todas las miradas se fijaron en ellos. Un grupo de chicos rodeaba algo que ninguno de los dos alcanzaba a ver, pero por sus sonrisas siniestras, no podía ser nada bueno.
- ¿Qué pasa aquí? -dijo Lance dejando su mochila en el banco seguido por el más bajo. Uno de sus compañeros se le acercó moviendo en la mano una fotografía, que a ninguno de los dos les tomó más de un segundo reconocer. - ¿De dónde sacaste eso?
- No nos habías dicho que bailabas ballet, Keith. –se dirigió al pelinegro, que solo miraba con el ceño fruncido y alerta, atento a cualquier que viniera por parte de un grupo de chicos con ganas de molestar. Por una vez en su vida a Lance le hubiera gustado que la maestra llegara a clases temprano. -¿Hay algo más que nos hayas ocultado? ¿Te gustan los vestidos también? Seguro que llegas a jugar con muñecas todos los días.
La fotografía mostraba al azabache en primer plano, posando en la última posición del show con su traje de príncipe y una bella sonrisa, algo que parecía muy lejano al verlo tan a la defensiva. El chico se acercó un poco más, hasta darle un leve empujón en el pecho a Keith. De ser posible, Lance hubiera explotado ahí mismo.
- ¿Por qué no contestas, eh?
- No tengo que darte explicaciones, ni a ti ni a ninguno de ustedes.
- Seguro que no quieres que nadie más lo sepa.
- No me importa lo que tú y este grupo de idiotas piense de mí. –eso pareció molestarlos mucho más. Pero no pudieron hacer nada. Cuando el muchacho quiso empujar de nuevo a Keith, este lo tomó por la muñeca, con una fuerza impresionante que lo dejó perplejo. Rápidamente se giró para buscar ayuda, pero todos estaban demasiado asustados como para reaccionar. Nadie nunca espera que la presa reaccione contra el que la ataca. – Déjame en paz... te aseguro que un traje de ballet no va a impedir que te de una paliza.
- Lance, ¿tú lo sabías? –preguntó como última esperanza al moreno que se había quedado detrás de Keith. A Lance se le secó la boca, no tanto por la pregunta como por el rostro de su amigo girándose a encararlo. Lance tragó saliva y esperó un milagro.
-yo... bueno... -balbuceó. Los ojos de keith no dejaban de mirarlo. Primero sorprendidos, después decepcionados. Lance sintió una mano en su hombro. Casi pega un grito de felicidad cuando al voltearse vio a la maestra con el gesto serio y un libro en las manos.
- No sé a qué se deba tanto alboroto, pero espero que no estén peleando. –dijo y nadie respondió. La profesora fue hasta su banco y la atención del lugar se disipó del grupo de la fotografía. Todo había quedado en nada. El chico casi golpeado por Keith se sentó en su lugar, aunque sin dejar de mirar al pelinegro de reojo durante toda la clase. Él por su parte, sacó sus cosas y no habló en lo que quedaba de hora. Lance permanecía en su lugar, cuidando de ni siquiera rozar a su compañero de asiento y rezándole a todo cuanto conocía para que no estuviese enojado con él. No tenía la culpa después de todo, es decir... no era su culpa que a Keith le gustaran cosas de chicas.
Casi pudo escuchar a su madre regañándolo desde su mente. Definitivamente tendría que hablar con Keith al terminar la clase, solo esperaba tener mejor suerte que el resto y no llevarse ese merecido puñetazo que el mayor había estado a punto de dar.
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Dos capítulos para ustedes!! se merecen esto y mucho más, gracias por esperar nwnU ahora creo que me voy corriendo, voy tarde al trabajo. Pero no me voy sin antes dejarles un beso enorme, muchas gracias por estar siguiendo la historia.
bye!! <3
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