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Ninguno de los dos puede creer lo rápido que se ha pasado el tiempo. Parece que fuera ayer el día en que se conocieron en los baños de la academia, aunque ya van seis meses de aquello. Justamente en marzo, cuando el frio no les deja ni un respiro y la nieve inunda las aceras. Pero ni a Lance ni a Keith les importa. No sienten frio, están demasiado nerviosos como para percatarse de los copos que caen fuera del teatro.

Es un día muy importante para la academia. Son las presentaciones de mitad de ciclo, y se han estado preparando muy seriamente. Los camerinos están llenos de madres que arrastran a sus hijas de la mano para arreglarles el último detalle antes de salir al escenario a bailar. La señora María está bastante calmada, a Lance no le ha tocado nada muy difícil. Ya se ha puesto el traje de sapo que le correspondía y le han pintado la cara verde. Cuando su hijo le asegura que estará bien solo hasta que el show empiece, ella baja hasta los asientos, a sentarse junto a su familia que, por su numerosa cantidad de hijos, ocupa toda una fila de sillas.

Lance tiene que abrirse camino a través de los voluminosos tutús de sus compañeras y sus madres peinándolas. Luego de lo que parece una eternidad, llega hasta un camerino aparte, donde se encuentra el pelinegro. Hay una joven arrodillada frente a su silla, poniéndole polvos blancos en la cara. Keith lleva puesto un traje de príncipe que lo hace ver más hermoso que nunca. Lance pensó que no le importaría tener que bailar cientos de obras de princesas si así puede ver al más bajo luciendo tan bien.

- Ya estás listo, dulzura. -le dije la chica antes de ponerse de pie y empezar a guardar el maquillaje en una caja. -los dejo solos, pero recuerden que salimos en diez minutos.

Keith le da las gracias y ella sale del lugar. Solo entonces Lance se le acerca y lo mira a través del espejo con luces a los costados.

- Te ves bien. -le dice el moreno.

- Tú no estás mal. Ese disfraz de rana captura tu esencia. -de haber estado en cualquier otra situación, lance le hubiera seguido el juego, respondiéndole con otra broma. Pero ya conocía bastante al chico de ojos violetas como para saber que el sarcasmo era solo un mecanismo de defensa que ocupaba a veces cuando ya no daba más de los nervios.

- Oye, lo harás espectacular. Eres el mejor bailarín de la academia. –Keith suavizó el gesto, y a riesgo de correrse el maquillase escondió el rostro tras las manos, abrumado.

- Lo dices porque soy el único además de ti... no voy a poder hacerlo, Lance. Hay como un millón de personas allá afuera.

- Claro que puedes, has practicado mucho. -Lance lo tomó por los hombros, pero Keith se negaba a levantarse. El moreno cambia de estrategia y termina por hacerlo levantar el rostro con las manos.

- ¿Qué? -le dice el pelinegro en un susurro ronco.

- Siempre haces que toda la clase brille, eres una estrella Keith, no importa si eres un príncipe, un sapo... o incluso la princesa. -por un instante el más bajo sonríe, Lance no sabe de dónde salen todas esas palabras, pero no puede detenerse. - eres tan brillante que todos allá afuera tendrán que dar un paso atrás para poder verte.

- Pero... ¿y si me caigo? ¿o si olvido mi coreografía?

- Saldré desde atrás a hacer el ridículo contigo. -Keith ya no puede contenerse más. Salta de su asiento hacia su amigo y le rodea el cuello con los brazos. Lance se queda perplejo no solo por la acción, sino por tenerlo tan cerca y sin nadie más a su alrededor. Keith restriega el rostro en su cuello y Lance sabe que todo está bien, también decide que le gusta la sensación del cuerpo delgado del más bajo entre sus brazos. – ya tienes que salir, príncipe.

                                                                                       ----o----

Lance no puede ver nada más allá del escenario, y más precisamente, nada más allá de Keith dando saltos junto a la bailarina principal. Una vez hizo su parte en el baile, fue relegado al grupo de bailarines de apoyo en la parte de atrás, y casi arruina todo tres veces por quedarse mirando el baile de su amigo. Cada uno de sus pasos reflejan una dedicación y talento que pocas veces se ha visto en un bailarín de su edad. A Lance simplemente le parece que está soñando, porque es imposible que alguien se mueva con tanta ligereza con pies humanos.

La música del último acto deja de sonar y todos aguardan en la posición de cierre que les enseñaron, a Lance le cuesta muchísimo quedarse quieto, sobre todo por el hecho de que las luces bajaron, y que finalmente puede ver al público. Keith tenía razón, eran al menos un millón de personas.

Todos aplauden o se acercan a tomar fotografías. El moreno espera que el maquillaje verde siga ahí para cubrirlo, y no se haya corrido con el sudor. Los niños hacen una fila y se toman de las manos. Lance y Keith quedan juntos y ambos sienten un escalofrío que los recorre con el contacto, pero Lance está aturdido por los flashes, y Keith... Keith está temblando y demasiado agitado como para decir algo, poco le hubiera importado aunque se tratase de un terremoto.

Todas sus compañeras reciben flores, y están felices y radiantes, solo hasta que ven llegar a la madre de Keith con el ramo más grande y hermoso que Lance ha visto en su vida. No sabe que clase de flores son, pero son rojas y blancas, cada una más extraña y bonita que la anterior.

- Eres el mejor, Keith. -le dice su madre mientras lo abraza. -estoy muy orgullosa de ti.

Al pelinegro casi no le cabe la sonrisa en las mejillas, y Lance hubiera jurado que se le escapaba una lágrima. él está junto a su familia, y piensa ir a felicitarlo también hasta que de pronto el semblante dichoso de su amigo cambia completamente a uno sorprendido y casi aterrado. Lance está sobre los hombros de su padre y puede ver todo cuanto pasa a su alrededor. Sigue la mirada de Keith que cae sobre un hombre alto con traje y cabello negro que empieza a platinar. Lance no tiene que sacar ninguna conclusión, recuerda haber visto su rostro en las fotografías de la sala de estar de la familia Kogane.

- Papá... -lo llama el más bajo al desprenderse del abrazo de su madre, pero no recibe respuesta del hombre. Él solo ha apretado los labios haciendo a su vez el gesto de cubrirse el rostro. Lance no entiende muy bien que está pasando, pero no le gusta la expresión de su amigo. La odia y quiere bajar de los brazos de su padre para acercarse y hacerla desaparecer. No solo porque no quiere verlo triste, sino porque le recuerda mucho a la expresión de aquel muchacho al que empujó y llamó marica.

Noes una expresión de miedo, mucho menos de enojo. El de aquel chico y el deKeith es el rostro de la más inmensa soledad.    

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Un capítulo para ustedes! perdonen la demora >-< ahora mismo voy a actualizar el siguiente. Por favor no se vayan sin dejarme una estrellita dorada <3

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