15

De aquellos tiempos de discusiones, dudas y sentimientos a flor de piel mucho había pasado. Lance ya no era ningún niño, o al menos eso era lo que a él le gustaba creer. El invierno pasado había cumplido los diecisiete y se sentía como tener el mundo en la palma de las manos. Había estirado muchísimo, se había convertido en un joven alto y delgado y ya no tenía mucha diferencia física con sus hermanos mayores o incluso su padre. A fin de cuentas, era atractivo y con rostro pícaro el cual cuidaba como si fuera de porcelana y que le había asegurado la atención de muchas personas durante su adolescencia.

Con el paso de los años varios de sus hermanos mayores habían salido de casa por los estudios o porque ya tenían trabajo y una nueva familia, y aunque los extrañaba a veces, no habría renunciado por nada del mundo a su nuevo cuarto individual. Era su refugio y su fortaleza, aunque a veces no consiguiera que sus hermanos menores la respetaran como impenetrable. Sobre todo Maggie, que en esos momentos saltaba en su cama para despertarlo.

-¡Lance, Lance! Vamos despierta, es tarde. -dijo la chica que lo zarandeaba enérgicamente sin importarle que fueran las ocho de la mañana de un día sábado.

-Mag... ¿Cuántas veces te he dicho que no entres a mi cuarto? -dijo con voz ronca y rasposa por el sueño.

-Mamá dice que tienes que llevarme a la academia de ballet. -soltó ignorando la pregunta del mayor. Ya se había vestido y tenía su bolso bajo el brazo, no aceptaría un No por respuesta.

-Ajá...

-Es mi primera clase y no quiero llegar tarde.

-Ya tienes trece años, puedes ir sola. -le dijo mientras se acurrucaba boca abajo para volver a dormir.

-Dijo que dirías eso... pero también dice que, si no vas, no dejará que vayas a las prácticas de voleibol

-Ni quería ir... ahora vete.

-Y si no vas... -comenzó pausadamente y con cautela. -le diré que trajiste a casa a unas chicas y que se encerraron en tu cuarto cuando ni ella ni papá estaban. -todos los colores se le subieron de golpe al rostro, de un instante para otro, lance estaba m{as despierto que nunca.

-¿Cómo sabes eso?

-No importa ahora, dime, ¿Vas a llevarme a la academia?

-Eres una niñita odiosa y desagradable. -le respondió de mal humor antes de ponerse de pie y tomar una camiseta colgada en la silla del escritorio. -Deja que me vista, te llevaré a tu tonta clase.

Maggie sonrió satisfecha y sorprendida. Lo de Lance y las chicas se lo acababa de inventar, nunca pensó que funcionaría o que realmente hubiera pasado. De todos modos, se alegraba de que lo fuera si así conseguía sacar a su hermano de la cama. Luego de besarlo en la mejilla para agradecerle, salió del cuarto dando saltitos hacia el primer piso.

Lance tuvo que parpadear varias veces para espabilarse del todo. No le hacía nada de gracia pasar su mañana de sábado esperando junto a un grupo de madres a que la pesada de su hermana bailara ballet, mucho menos si tenía que llevarla a ese lugar.

Nunca tuvieron muchas alternativas. Él y sus hermanos habían crecido en las afueras de la ciudad y no es como si pudieran elegir entre dos academias de ballet infantiles.

Los recuerdos lo invadían. sabía que era imposible ver a Keith bailando o algo por el estilo, ese lugar solo daba clases a muchachos por debajo de los quince años y Keith había cumplido los diecisiete el año pasado. Sin embargo, tener que recorrer los pasillos de antaño y revivir los primeros momentos que pasó junto al azabache lo perturbaban. Esos juegos infantiles y roces de manos que hace mucho habían quedado sepultados en su memoria.

Lo seguía viendo, por supuesto. Pero solo en la escuela y para ser más exactos en los descansos y a veces caminando en los pasillos. El azabache se había cambiado de grupo y ya casi no compartían asignaturas. Nunca fue lo mismo desde aquel cumpleaños, y en cierto modo agradecía que así fuera. Entre menos lo viera más sencillo se le hacía ignorar lo que algún día los unió.

Por lo que sabía, Keith no tenía muchos amigos. Solo lo había visto hablar con Shiro, el consejero y psicólogo de la escuela que era al menos seis o siete años mayor que él. Al parecer se había volcado de lleno al ballet, así que no era difícil suponer dónde estaría estudiando ahora. La liga de danza para adultos de ese lado de la ciudad era realmente la única opción para quien quisiera estudiar una disciplina así. Con el talento y las habilidades de Keith, tenía un puesto asegurado, incluso a Lance le sorprendía que aún no lo hubiera secuestrado un grupo de bailarines rusos para hacerlo uno de ellos.

-¿Lance, estás listo? -le llegó la voz de su hermana desde abajo, y aunque aún no encontraba su zapatilla izquierda no tardó en responder.

-Bajo en seguida.

Las llaves estaban a mano, las tomó junto con su chaqueta y la billetera, ya se compraría una hamburguesa de camino para desayunar. Era muy temprano como para encontrar al resto de su familia en pie así que salieron en silencio y sin más demora rumbo a la academia de baile.

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-Lance, tienes que verme bailar como el resto de las madres con sus hijas. ¡suelta el celular! - el joven levantó la vista de la pantalla para ver a su hermana ya con la ropa de prácticas puesta, un traje entero verde limón y las zapatillas de ballet. También se había recogido su largo cabello castaño en una coleta que se balanceaba con cada uno de sus movimientos.

-¿Qué parte de "no me gusta el ballet" no has entendido todavía, enana?- Maggie lo miró con rabia y no pensó ni por un momento en quedarse atrás en esa batalla de hermanos, pero no pudo responder, ya que el reloj en la pared marcaba las nueve de la mañana y el inicio de la clase. La profesora, la señorita Meredith, llamó a sus alumnas desde el estudio. Lance se puso la capucha de la sudadera al instante para que no lo reconociera, aunque hubiera sido difícil dada la cantidad de alumnos mucho más destacados que él que habían pasado por sus clases. Él la hubiera reconocido en medio de una multitud. Su huesudo rostro de ojos grises y su esbelta figura eran inconfundibles, el moreno aun recordaba su voz con fingido acento ruso regañándolo por no hacer los ejercicios decentemente.

-Ya me voy. -dijo la muchacha un tanto vacilante. Dio media vuelta, pero fue detenida por su hermano que la tomaba por el brazo. -¿Qué?

-Lo harás bien, enana. -le dijo con una sonrisa en el rostro. Maggie le sonrió a su vez y asintió con la cabeza. Cuando caminó hacia el salón de baile lo hizo mucho más tranquila.

Lance se puso de pie justo cuando iba a comenzar la clase. Su hermana lo había sacado tan rápido de casa que no le había dado tiempo si quiera de pasar al baño. Recordaba muy bien donde estaba. Entró en la primera puerta del pasillo a la derecha sorteando al grupo de mamás que charlaban y presumían sobre lo orgullosas que estaban de sus hijas.

Las cosas en la academia habían permanecido estancadas en el tiempo hasta el punto de que los baños seguían tal y como él los recordaba a sus ocho años. Lo invadió algo parecido a la nostalgia cuando se acercó al lavamanos después de usar el servicio. Se miró al espejo solo para cerciorarse de que seguía teniendo 17 y que el tiempo no lo había llevado de vuelta al pasado de improvisto.

Entonces una puerta de los cubículos se abrió dejando ver a un muchacho alto y de cabello negro con mallas grises que cargaba un bolso de deportes. Estaba tan distraído luchando con el cierre que no levantó la vista al hablar.

-El tercer grifo está descompuesto, vas a tener que usar otro.

Pero a Lance poco podía importarle la avería del grifo o cualquier otra cosa, estaba perplejo mirando el reflejo del joven en el espejo y parpadeando exageradamente para asegurarse de que no soñaba. Pero para su sorpresa, estaba más que consciente. Aquello debí ser una cruel broma del destino.

El muchacho a su espalda levantó la vista y para ese entonces la capucha no pudo ocultarlo. Esos ojos violetas que Lance tan bien conocía se abrieron de par en par, también su boca se entreabrió ligeramente. Estaba sorprendido, desconcertado, molesto y feliz. Todo al mismo tiempo.

-¿Lance? -el moreno solo atinó a respirar hondo como si hubiera olvidado como hablar. Pero luego de unos segundos no le quedó de otra que saludar.

-Hola... Keith.

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Hola C: Estoy aquí desde temprano para llenar sus corazones de klance. Espero que les haya gustado el capítulo, ahora se viene lo bueno <3 No he tenido mucho tiempo :c así que me es difícil contestar a veces sus comentarios, pero hoy en la tarde voy a dedicarme a leerlos y contestarlos todos. (Si en alguna ocasión se me pasa contestarles es porque soy lo más olvidadiza del mundo, pero SIEMPRE los leo todos) 

Muchas gracias por leer :) nos vemos en el siguiente

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