14
No se dijo más durante todo el camino. El señor Kogane condujo al menor hasta el auto que seguía aparcado y comenzaba a llenarse de gotas de rocío. Lance dudó un segundo antes de subir, pero terminó aceptando que estaba demasiado alterado y perdido como para hallar el camino a casa por su cuenta, si no se dejaba llevar en auto seguramente estaría dando vueltas a pie hasta las tres de la mañana, y por otra parte dudaba que el padre de Keith tuviera mucha paciencia con él. Subió en uno de los asientos de atrás y se quedó cabizbajo palpándose la marca en la muñeca.
El murmullo de las ruedas deslizándose sobre el pavimento fue un alivio, tenía la esperanza de no hablarle al hombre otra vez, pero no tuvo tanta suerte. El motor se detuvo una vez llegaron frente a la casa de la familia Kogane. El padre de Keith miró a lance un largo rato sin que él pudiera hacer nada más que buscar a tientas la forma de abrir la puerta con el seguro puesto. Cuando hubo recuperado su voz serena le habló.
-¿Lance? ¿entiendes por qué hago esto? -el menor asintió con la cabeza, aun asustado de levantar la vista. -sabes que lo que hiciste está mal.
-si...
-muy bien, es mejor si lo entiendes ahora que eres joven. -dijo con cierta satisfacción al desabrocharse el cinturón de seguridad. -dos muchachos no pueden enamorarse.
Algo dentro de Lance se estremeció, fue como sentir el derrumbe de una montaña. Si en algún momento pensó que su relación con Keith podía llegar a algo, todas sus esperanzas cayeron por el suelo. Era una vocecita tímida y que susurraba la que le decía que valía la pena intentarlo, que era imposible pensar que todo lo maravilloso que Keith lo hacía sentir pudiera estar mal. Pero ese débil murmullo era demasiado escuálido como para hacerle frente al vozarrón cargado de asco que le gritaba que estaba enfermo, tal y como el señor Kogane le había dicho. Los chicos no se enamoran de otros chicos.
Sus padres lo estaban esperando fuera de la casa junto a la madre de Keith. el azabache no estaba por ningún lado y pronto supo por qué. De su ventana salía un resplandor amarillo, y aunque no podía asomarse por la buhardilla, lance sabía que Keith estaba ahí, seguramente con la oreja pegada a la muralla para no perderse nada de lo que los adultos hablaran.
-mandé a Keith a su habitación. -dijo la señora Kogane con lo que intentaba ser una sonrisa reconfortante. Cuando lance la vio le pareció que estaba más pálida y cansada que nunca y que sus ojos violetas habían perdido todo el brillo. -es mejor así.
-gracias. -dijo simplemente, porque no tenía más palabras para expresar lo muy agradecido que estaba por no tener que ver a Keith en esos momentos. -lo siento mucho, por todo.
La madre de Keith lo miró con extrañeza. No sabía si se estaba disculpando por el beso o simplemente porque lamentaba la incómoda situación en la que todos de una forma u otra estaban metidos. Quiso abrazarlo y decirle que no había sido su culpa, que realmente no había nada por lo que disculparse, pero el muchacho no le dio oportunidad. Se alejó de todos tan rápido como pudo y subió al auto de sus padres.
Los adultos se quedaron unos minutos más charlando y dándose las ultimas disculpas correspondientes y lance ni siquiera trató de oír lo que decían. Su mente y su corazón se habían quedado prendados de la ventana en la buhardilla de Keith.
----o----
-Mamá... papá... -los llamó lance desde el asiento trasero una vez llegaron a casa. Su padre permanecía con las manos firmes en el volante, aunque el motor se había detenido hace mucho. Buscó la mirada de su esposa para enfrentar a su hijo con nuevos bríos. -ya no quiero volver a la casa de Keith.
-Esa no es la forma de enfrentar las cosas, Lance. No puedes huir de tus problemas.
-Tu padre tiene razón. -dijo la madre del muchacho. -Ya es tarde, vamos adentro y discutiremos esto mañana cuando estemos tranquilos.
-No quiero discutir nada mamá. -le respondió el menor para luego apretar los labios.
-Lance, no vamos a regañarte por... por besar a Keith. -dijo su padre con torpeza. A él le costaba mucho más que a su mujer procesar toda la información de aquella noche. -solo queremos hablar contigo y advertirte algunas cosas.
-Por favor. -dijo Lance en un susurro. Sus padres no podían estar hablando en serio, se suponía que ellos debían ser los primeros en prohibirle una relación con otro hombre. Pero no, ellos querían dárselas de padres comprensivos y modernos... iban y lo inscribían en clases de ballet a los ocho años y ahora apoyaban una decisión que le destruiría la vida. Solo lograban confundirlo más. -soy un hombre. -dijo terminante como si eso explicase todo.
-Eres un niño, Lance. -le recodó su padre.
-Solo quiero dejar de verlo.
-Keith es tu amigo, no importa lo que haya pasado. -dijo su madre. -No puedes simplemente alejarte de él.
-Sí que puedo. Ya tengo 13 años y puedo decidir con quién quiero estar. -su madre estaba frustrada, no había tenido que pasar algo así con ninguno de sus otros hijos y no sabía con certeza que se suponía que hiciera. Quería imponerse y obligarlo a enfrentarse a la realidad, aunque sabía por descontado lo muy confundido e incómodo que podía llegar a sentirse una persona con poca confianza y en plena adolescencia. Se limitó a quedarse mirando a su hijo con tristeza, sobre todo por las últimas palabras que dijo antes de bajar del auto. -Keith ya no es mi amigo.
-----o-----
La tarde del domingo fue un suplicio, porque lance se negaba a salir de la cama o a probar bocado y la mayoría de sus hermanos no entendía qué pasaba. Una de ellas, Maggie de ocho años, se acercó muy afligida al lecho del muchacho para comprobar que seguía vivo, pero no satisfecha con el gruñido de lance como respuesta fue hasta su hermana mayor Amelia.
-¿Qué le pasa a Lance?
-No sé, creo que está enamorado.
-¿Enamorado? -dijo la pequeña niña llevándose un dedo a los labios sin comprender por qué el amor tenía a su hermano tan decaído.
-Es algo más complicado. -dijo su madre, que aparecía por la escalera en esos momentos cargando un enorme cesto de ropa sucia. -dejen a lance en paz y vengan a ayudarme con la ropa.
Toda su incomodidad quedó reducida a nada cuando se dio cuenta de que el domingo en casa era una taza de leche en comparación a la mañana del día lunes. Su madre lo dejó en la puerta de la escuela y se despidió deseándole un buen día. Lance lo necesitaría.
Sus compañeros lo saludaron como siempre, lo que le pareció extraño, ya que juraba que tenía las palabras "besé a un chico" escritas en la frente. Contaba con ver a Keith al entrar a la sala, pero definitivamente no estaba preparado para hablarle.
-Lance. -lo llamó el azabache poniéndose de pie, aún faltaban unos minutos para que la clase empezara. Keith avanzó hasta su amigo, pero con cada paso que daba, lance retrocedía uno, para finalmente dar media vuelta y caminar a paso acelerado de vuelta al patio. -¡Lance, espera!
Tuvo que trotar para alcanzarlo, y aunque el moreno se juró a si mismo que no iba a perder los estribos, Keith se lo estaba poniendo difícil.
-Oye, te estoy hablando. -soltó enfadado. -¿Qué pasa contigo?
-¿Cómo puedes preguntar eso?, sabes bien lo que pasa.
-Por un momento pensé que ibas a ser suficientemente maduro como para que habláramos... eras tú quien insistía sobre lo nuestro.
-Eso fue antes
-¿Antes de qué?
-Solo... escucha, Keith. no hay manera de que pase algo entre nosotros.
-¿Por qué dices eso? Ni siquiera lo estás intentando.
-Se supone que nos tienen que gustar las chicas, esto no está bien.
-De nuevo estás con eso. Pensé que... -el mayor se detuvo y entornó los ojos. Por un segundo lance pensó que había notado las ultimas huellas del apretón en su muñeca. -acaso fue por algo que mi padre dijo.
-Déjame...
-Es eso. No puedo creer que seas tan idiota como para creer todo lo que te dicen.
-Tal vez sea un idiota, ¿pero sabes qué? Al menos no soy un marica que baila ballet. -los ojos de Keith se abrieron de par en par. Lance no podía creer lo que estaba diciendo. -no quiero que te acerques a mí de nuevo. Si quieres búscate un novio o lo que sea, pero no me metas a mí en tus cosas raras. -le dolía como miles de dagas ocultas en las palabras, pero tenía que asegurarse de que Keith no querría hablarle. Iba a seguir con la horrible cantaleta, pero no pudo. El puño de Keith en su mejilla lo hizo cerrar la boca y caer de espaldas al suelo. Lance sacudió la cabeza y con la mano comprobó que no había rastro de sangre, pero era solo cuestión de tiempo. El azabache lo volvía a tomar por el cuello de la camisa para alzarlo y golpearlo de nuevo. Solo se detuvo cuando las lágrimas le nublaron la vista y los nudillos le escocían. Dejó al moreno en el suelo y con las manos magulladas se limpió el rostro.
-Siempre echo todo a perder... -dijo Keith. -no debí haberte besado... y nunca debí haberme enamorado de ti.
Lance no iba a decir nada, apenas si podía moverse.
-Algunas personas son diferentes, ¿Qué hay de malo en eso?
-no es tan simple como que te guste el ballet, Keith. estamos hablando de que te gustan los hombres. -Keith lo miró decaído, al igual que cuando vio a la señora Kogane, los ojos del muchacho le parecieron mucho menos brillantes. Keith tomó aire para recomponerse y volver al salón, ya no había nada que hacer ahí.
-No es que me gusten los hombres, Lance... solo me gustas tú.
Fin de la segunda parte
-----------------------
Hola criaturitas fantásticas :3 espero que hayan pasado las fiestas muy bien, yo estuve con mi familia recuperando todo el tiempo que perdimos en el año de estar juntos uwu <3 por eso no había escrito. Pero ya volví!! creo que voy a poder publicar el inicio de la tercera y ultima parte mañana. Los quiero infinitamente :))
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top