12

El padre de Keith vaciló un segundo antes de dar un paso dentro de la habitación de su hijo, cosa extra en aquel hombre tan hosco y decidido, pero fue detenido por la mano temblorosa de la mujer.

-No dejaré que le hagas más daño. -dijo en un susurro. -Vamos abajo, tenemos que llamar a los padres de Lance,

-Ese chiquillo. Siempre supe que era una mala influencia para mi hijo. -espetó buscando la aprobación de su ex mujer, pero ella seguía seria y con la mirada baja. -quiero que salga ahora mismo de mi casa.

-Desde hace mucho que esta dejó de ser tu casa. -le recordó. -y también... desde hace mucho que Keith dejó de ser tu hijo.

-Eso no es cierto. -protestó ofendido, pero la madre de Keith no tenía intenciones de discutir nuevamente con su ex esposo.

-Vamos, entre antes los llamemos, mejor.

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Tenían los labios hinchados y las mejillas arreboladas. Luego de ponerse al día tras muchos años de ignorar sus verdaderos deseos, Keith y Lance se besaron por última vez, ahora con confianza adquirida, como si hubieran sido novios desde hace mucho. Al separarse ninguno pudo contener el ataque de risa que los asaltó.

Keith bajó del regazo del más alto y ambos se recostaron en el lecho con aquella risilla tonta a flor de piel. Miraban el techo agotados, ya no tanto por los besos como por la cantidad de nuevas emociones que ocupaban sus mentes y corazones.

-Todo lo que acaba de pasar... fue real, ¿cierto? -dijo Keith al voltearse para quedar mirando el perfil de su amigo, que a esas alturas era iluminado por la luz de la luna. Lance también se giró y sus ojos se encontraron nuevamente, felices.

-Tan real como el problema que tienes allá abajo. -dijo el moreno apuntando los pantalones de su amigo. Había valido la pena recibir un golpe en el brazo por parte del azabache con tal de ver su cara sonrojada.

- ¡Te odio tanto!

- No es cierto

- Lo sé, y odio que tengas razón. -le respondió Keith apegándose aun más al cuerpo contrario. Cuando sus manos se toparon, les bastó un segundo para entrelazarlas.

- ¿Qué haremos ahora? -preguntó el menor.

- Por lo pronto, ir a la cocina a buscar un trozo de pastel, me muero de hambre.

- Estoy hablando en serio.

- Yo también, en serio me muero de hambre.

-Keith... -lo llamó el moreno. -No podemos seguir como si nada hubiera pasado, las cosas serían muy raras.

-Somos amigos, ¿no es suficiente con seguir haciendo las mismas cosas?

-Los amigos no se besan. -rebatió Lance, y justamente dio en el blanco. Ellos estaban muy lejos de ser solo amigos. Keith escondió el rostro entre las manos. Lance no sabía muy bien cómo actuar, pero si sabía que las cosas no podían quedar así. No dejaría de insistir, aunque no pudiera apartarle al otro las manos de la cara. -Vamos, Keith, no me dejes solo en esto.

-No sé qué somos ni qué se supone que haremos de ahora en adelante. -habló por fin el azabache. -Solo sé que te quiero... y no quiero que las cosas cambien entre nosotros.

Keith dejó de hacer fuerza con los brazos y entonces el menor pudo descubrir su rostro. Tal vez era cierto que lo estaba presionando mucho o aquello era un efecto colateral del primer beso, sea lo que fuese, a Lance lo dejó perplejo ver vidriosos y enrojecidos los ojos de su amigo.

En todos esos años nunca lo había visto llorar. Ni siquiera cuando se torció la muñeca y no pudo bailar ballet durante dos semanas, ni cuando dejaron de transmitir su serie favorita. El llanto de Keith, por muy leve y callado que fuera, era algo que Lance no quería ver, y mucho menos si quien lo provocaba era él mismo.

- Oye, tranquilo. No tenemos que discutir eso ahora.

- ¿No estás molesto?

- No podría estarlo, es tu cumpleaños. Vamos por un trozo de pastel. -el mayor parpadeó varias veces para disipar las lágrimas y una inmensa sonrisa le adornó el rostro. Por una vez en la vida a Keith le estaba encantando su cumpleaños.

                                                                                    ----o----

El silencio de la sala de estar nunca auguraba nada bueno. Hasta ese entonces ninguno de los dos se había dado cuenta del paso del tiempo. La tarde había dado paso a la noche y el reloj de la pared marcaba las diez cuando irrumpieron en la sala y cuatro pares de ojos los recibieron.

Los invitados se habían ido, solo quedaban los padres de Keith sentados en sillas individuales y los de Lance en el sillón grande. Aquellas cuatro personas los miraron sin decir una palabra haciendo que los muchachos sintieran un chorro de agua fría cayéndoles por la espalda. A todas luces eso no podía ser bueno.

-Mamá, papá... ¿ocurre algo? -los rostros variaban de expresión. El padre de Keith estaba furioso y ensimismado, su madre nerviosa mientras se estrujaba las blancas manos. Por su parte los padres de Lance miraban al suelo, ella confundida, él suspiraba incómodo.

-Será mejor que tus padres hablen contigo a solas, Lance. -dijo la madre de Keith, luego volvió la vista a sus invitados y añadió. -lamento que hayan tenido que venir.

-No, discúlpanos a nosotros, por... las molestias que causó nuestro hijo. -repuso el padre del moreno poniéndose de pie.

-Solo son niños, no saben lo que hacen. -repuso la señora Kogane, aunque no muy convencida de sus palabras. A Lance no le fue difícil atar cabos para entender lo que ocurría. Un escalofrío le recorrió el cuerpo de solo pensar que los padres de Keith los habían visto besándose y sintió pánico, pánico de lo que sus padres dirían.

Lance apretó los puños y salió corriendo por la puerta principal que daba al jardín delantero. No era del tipo de chicos que saldría corriendo para nunca volver, sabía que tarde o temprano tendría que dar la cara a su familia, pero justamente en esos momentos no podía pensar en otra cosa que no fuera correr tan lejos como se lo permitieran las piernas.

-¡LANCE! -lo llamaron su madre y su amigo al unísono, pero el muchacho los ignoró. Cuando Keith trató de seguirlo por la puerta de atrás, la mano de su madre tomando su brazo lo detuvo.

-No Keith, vas a empeorar las cosas.

-No hay nada que empeorar, no hemos hecho nada malo.

-Hijo, esto es más delicado de lo que crees.

-Mamá, por favor. Lance está solo allá afuera quien sabe dónde, deja que vaya a buscarlo. – Keith miró a su madre a los ojos, los cuales eran idénticos a los suyos y se ablandó por un segundo, de hecho, todo en ella se suavizó. Keith era su único hijo y nunca le había dado problemas, de modo que no tenía ni idea de cómo se supone que debería actuar. Se vio convenientemente salvada cuando el padre del muchacho se puso de pie y tomando su abrigo del perchero dijo en voz alta.

-Yoiré por él. -y cerró la puerta a su espalda para perderse en la fría noche    

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Hola C: Muy buenas a todo el fandom ¿cómo están? Espero que muy bien. Yo puesssss dejaré este capítulo por aquí y me iré preparando para una maratón de Cheer Danshi, ¿han visto esa serie? Que cosa más linda! >w< Véanla si pueden, se las recomiendo mucho muuuuucho. 

La pregunta del capítulo: ¿qué canción están escuchando justo ahora? !SIN MENTIR! Yo estoy escuchando "Man in the mirror". Les mando un abrazototote gigante, muchas gracias por leer.


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