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Tras dar mil vueltas por mi habitación, arreglándome para la dicha cita que tendré con Yoongi, finalmente tomé mi abrigo y me encaminé hacia mis padres para despedirme de ellos con un simple movimiento de manos.
Cuando abrí la puerta bufé escandalosamente al ver a Jungkook fumando un cigarro, como acostumbraba a ver. El muchacho había estado observándome ir y venir en mi habitación, y esos pequeños ataques de desesperación al no encontrar las prendas que deseaba usa. Podía jurar que cada vez que pasaba por delante de la ventana, tenía una estúpida sonrisa burlona en sus labios, y eso me aumentaba las ganas de salir de mi sucucho y romperle la cara con mis debiluchos puños.
Comencé a caminar, cuando de repente: — Vas a tu cita con el idiota de Yoongi, ¿verdad? — mi caminata se paró de repente al oír su voz ronca, descolocándome al instante.
¿Cómo mierda sabía eso? A parte de pintas de matón, ahora era psicópata y me perseguía.
Me giré lentamente para encararlo con la frente en alto. Él estaba apoyado sobre el capo de su bellísimo auto negro, exhalando lentamente el humo para luego observarme con frialdad y dureza que ahora lo caracterizaba.
— Si... sí, hoy saldré con Yoongi. ¿Algún problema con eso? — me crucé de brazos, enfrentándolo. De alguna u otra forma, que él sepa sobre mi cita - entre comillas - con Yoongi me había puesto a la defensiva. Bueno, últimamente casi todo lo que estaba relacionado con Jungkook me ponía a la defensiva.
Él se negó con indiferencia, generando un puchero que carecía de cualquier inocencia y ternura. Tiro el cigarro a la helada brea y lo pisó, y se reincorporó, dando unos pasos hacia mi presencia. — No, no tiene por qué haberlo. — asentí con indiferencia. El muchacho vestido completa de negro, se cruzó de brazos, enseñando sus duros pectorales que se marcaban tras su camiseta negra, y los músculos de sus brazos parecían de piedra bajo esa chaqueta de cuero del mismo color que las otras prendas. De repente, los nervios comenzaron a invadirme el sistema. — Solo ten cuidado con Min. El no es lo que aparenta ser, Miyeon.
Alce una ceja con diversión y solté una carcajada irónica. — Pues, vaya, lo dice el que parece un punk salido de MTV en los ochenta. — lo miré burlonamente. Actualmente, una sensación de tristeza irónica me invadió el pecho al pensar que quizás él se estaba preocupando por mí. Vaya ingenua.
Pude divisar como su lengua empujó su mejilla con bruteza, notando lo furioso que lo había puesto. — Mira, no se que pretendes diciéndome esto. Pero no creas que confiaré en lo que dices después de tratarme como si básicamente no existiera para ti. — bufó exageradamente, y ladeó su rostro soltando una carcajada sin gracia, seca. Mi corazón se estrujó. Su lengua aún seguía jugando con su mejilla, notablemente enojado. — Así que muchas gracias por tu intención, pero estoy apurada. Yoongi me espera. Nos vemos. — me giré, retomando mi camino.
— No se porque demonios intento ayudarte dándote consejos si lo vas a desechar a la basura. — maldijo nuevamente. Escuché como sacaba otro cigarrillo y lo encendía. En serio, si no dejaba esa mierda, moriría. — No cuentes conmigo si estas en peligro.
Tragué el nudo que se formó en mi garganta con fuerza. Miles de preguntas rodeaban en mi cabeza, ¿qué clase de persona aparentaba ser Yoongi, según Jungkook? ¿Acaso debía tener en cuenta las palabras que me dijo? ¿Debía seguir confiando en Jungkook después de todo? Sacudí mi cabeza y me di un bofetada mentalmente; ¿por qué debería seguir confiando en Jeon? De todas formas, era como si para él ya no existiera más.
Agradecí internamente que la pista de hielo no quedaba tan lejos de mi casa, por lo que no tarde tanto en llegar. A lo lejos divisé a mi compañero, ahogué una risita al verlo vestido completamente de negro. Camine con decisión hacia él.
— Hola princesa.
— Uhm, hola Min.
— Te ves linda. — mis mejillas se tomaron rojas ante el comentario del de piel pálida, quien pensaba que mi outfit me sentaba bien cuando en realidad estaba usando unos jeans que me quedaban enormes y el suéter rosa chillón que me tejió mi abuelita; y, obviamente, la frutilla del postre: las conversé blancas que estaban igual de sucias que los asientos traseros de Betty.
— Seguramente le dices lo mismo a todas las chicas que ves por ahí, ¿verdad? — negó con gracia.
— A decir verdad, luces hermosa usando cualquier cosa. — sonrió.
Tomó mi mano desprevenidamente al notar que me había rendido ante sus palabras. Él mantenía una sonrisa victoriosa en sus labios, seguramente felicitándose por ser tan galán con una pobre ingenua como yo.
Entramos a un local, el ambiente era muy tibio, al igual que mi mano junto con la suya. Una sonrisa tímida se instaló en mis labios helados. Nos acercamos a un recepcionista, el cual estaba ensimismado con su teléfono celular. Yoongi carraspeó un poco su garganta, llamando su atención. El joven levantó la vista de su celular, y lo depositó con pereza en el mostrador, y dijo con un tono oficinesco e indiferente: — Bienvenidos a la pista de patinaje "Icy Han". ¿Qué talla van a necesitar?
¿¡Patín?! ¿En serio íbamos a patinar? ¿Como es que no me di cuenta antes? ¡No se patinar! Ugh, esto va a ser un épico fiasco.
— ¿Y tú?
— ¿Yo que? — cuestioné desentendida cuando me sacó de mis pensamientos.
— ¿Cual es tu talla? — soltó una risita divertida al notar lo distraída que me encontraba.
— Uhm... si, esto... no creo que quiera patinar. — susurré por lo bajo en su oído, siendo consiente que el muchacho al frente mío me miraba con la misma cara de póker con la que lo encontramos.
— Oh, ¡sí que quieres! Vamos, no seas aguafiestas, Miyeon. — alentó con entusiasmo, una parte de mi corazón se enterneció al oír sus súplicas con gracias. — La vamos a pasar de maravilla.
Quedarás como una idiota, no sabes patinar. — Está bien.
La voz de mi subconsciente me pego una bofetada. Pues más que marcado estaba mi destino; terminaría comiendo el hielo de la pista y el Yoongi se partiría el culo de la risa.
Tras habernos puesto los patines, con mucha paciencia y cuidado me dirigí a la pista. Observé que mi compañero ya tenía la agilidad de caminar con los patines y desplazarse sobre el hielo con tranquilidad. No obstante, al poner un pie sobre la pista, mi pie se resbaló. Me sobresalté ante aquello y me tomé fuertemente de la baranda que bordeaba la pista. Vaya, esto iba a ser una completa broma.
— Oye, ven aquí. Vamos.
Observe a Yoongi, quien se encontraba en medio de la pista esperándome con una sonrisa burlona.
Joder. Esta bien, aquí voy.
Intenté dar un paso sobre el hielo, e hice lo mismo con mi otro pie, y me quedé súper tiesa deslizándome sobre la pista con la cara dura de la concentración.
— ¿Necesitas ayuda, princesa? — preguntó, tragándose una carcajada que, obviamente, pude escuchar reprimir.
— ¿Crees que necesito ayuda? Mírame... — sin embargo no sabía si me estaba observando, ya que estaba a espaldas a él y aún seguía inmóvil, avanzando por el hielo, súper tiesa; pero supuse que quizás estaba levantando una ceja mientras se reía silenciosamente de mí. Supuse, porque me iba a girar para verle. Era mirarlo o evitar caer sobre mi trasero. — soy la princesa del hiel... ¡AH!
Exclamé con terror cuando el muchacho agarró mi cintura con firmeza por detrás mío. Mis pies se resbalaron un par de veces, pero el seguro agarre de Yoongi me permitió mantener la poca estabilidad que conservaba sobre el hielo.
¡Santa papaya! Me iba a matar de esa forma. Cuando su pecho tocó mi espalda noté que se estaba riendo silenciosamente debido a las insistentes y pequeñas vibraciones de su pecho. Inmediatamente mis mejillas se tornaron rojas, y no sabía si era por la vergüenza o por nuestra posición. ¡Tierra trágame, por favor!
— Vamos, yo te ayudaré, princesa. — soltó una risita. Por todos los santos, algo en su mirada me ponía completamente nerviosa, incluso no podía quitar mi vista de su labio inferior, ese maldito piercing negro quitaba de los cabales a cualquier chica que tenga la osadía de contemplarlo con mayores detalles. Era extraño, pero al mismo tiempo me gustaba.
Se deslizó hasta quedar al frente mío, y tomar de mis manos, y con una sonrisa tranquilizadora - al parecer mi rostro demostraba lo preocupada y asustada que estaba - comenzó a deslizarse sobre el hielo, arrastrándome con él suavemente. Y fue divertido, aunque hubo unas cuantas veces en las que teníamos que parar porque mis piernas se abrían y no podía ponerme de pie normalmente sin caerme.
El chico se había comportado como un caballero conmigo, sin embargo las palabras de Jungkook me hacían preguntarme centenares de veces si debía o no confiar en Yoongi; o en Jungkook.
— Oh, ya es muy tarde. Creo que es hora de irme. — sonreí de costado, apenada. La estaba pasando muy bien, de veras, pero estaba oscureciendo y debía llegar lo más pronto a mi casa en lo posible. Mis padres se preocuparían, aunque ya tuviese mayoría de edad, ellos seguían tratándome como un bebé.
Mientras le devolvía los patines al joven cara de póker del mostrador, me tomé el atrevimiento a observar su perfil. Su piel simétrica y blanca como la nieve contrastaba perfectamente con el negro de sus prendas. Y el olor varonil que desprendía era completamente embriagador para mis inocentes sentidos.
— ¿Quieres que te acompañe a casa, princesa? — princesa... no ha dejado de llamarme así en toda la tarde.
— No te preocupes. — sonreí de lado de nuevo, quitándole importancia con un simple movimiento de manos.
— La he pasado muy bien hoy. Pero la próxima vez, quiero que me enseñes lo buena que eres en la pista.
— ¿Así que habrá segunda vez? — acomodé un mechón detrás de mi oreja, mientras observaba como la sonrisa de Yoongi se ensanchaba cada vez más, luciendo sus encías rosadas.
— Solo si tú quieres. — de pronto, su dedo índice acarició mi mejilla con lentitud. Aquella acción provocó un sentimiento de vértigo en mi estómago, poniéndome completamente en blanco. Su dedo dejaba mi piel ardiendo tras su camino, no podía quitar mis ojos en su profunda y oscura mirada. Tenía algo secreto e interesante que me llamaba la atención, y no sabía qué rayos era. Pero era tan revelador. — Nos vemos.
Cuando su mano se retiró de mi rostro, sentí una sensación de pérdida. En joven sonrió una vez más y desapareció por la puerta, dejándome con unos varios suspiros atrapados en mi boca.
🏁
El clima estaba extremadamente helado para caminar hasta casa, pero nada me iba a quitar la jodida sonrisa del rostro. No. Parecía que en cualquier segundo las facciones de mi rostro se iban a congelar, pero no me importaba. Por Dios, Min Yoongi era el gangster más caballero y sexy que había visto en mi vida. Aunque, si realmente no lo conociese - no digo que lo conozco profundamente de verdad, solo algo superficial -, no se me pasaría por la cabeza establecer algún tipo de relación con un muchacho así. Pero, por favor, Min tenía una belleza que atontaba hasta al más tonto.
Era el típico chico malo que toda adolescente puberta desea tener en su vida. Vestía de negro, piercings, tatuajes, ¡y corría carreras ilegales! Por Dios, es el prototipo perfecto, y no lo iba a negar por nada en el mundo. Era simplemente adictivo.
Pero, de repente, unos gritos burlescos y risotadas siniestras brotaron de la oscuridad, sacándome brutalmente de mis estúpidos pensamientos.
— ¡Kim Miyeon! ¿Te harás la sorda y te olvidarás de nosotros tal como hiciste con tu hermanito?
Mi sangre se heló por completo. Parando mi paso abruptamente por la acera, encaré el dueño de esa voz con valentía y enojo. ¿Y quién era este?
Cuando entorné mi vista, pude conseguir reconocer de quien se trataba: — Choi Sungwo.
— Pensé que te habrías olvidado de mi, pequeña Miyi. — soltó burlesco, provocando la risa de los dos hombres que estaba detrás de él. Rodeé los ojos, cruzando los brazos sobre mi pecho.
Este hombre, lo conocía perfectamente. Como olvidarme de él, si fue uno de los malditos corredores que hizo trampa cuando corría con mi hermano. Además de ser un narcotraficante conocido por todos - incluso, por la policía-el desgraciado, al fin y al cabo, se había quedado con el dinero del premio que le pertenecía a mi hermano. Y todo aquello porque debía ajustar sus cuentas, o sino era un hombre perdido. Era una maldita escoria.
— ¿Que quieres, Sungwo? ¿Se te perdió algo? Porque si es así, a dos calles está la central policial. — solté sarcástica.
— Solo quería decirte que realmente me agrada volverte a ver. Ah, y gracias por regalarme el dinero esa vez, fue muy agradable de su parte. — carcajeó junto a sus secuaces.
— Sabias perfectamente que ese dinero no te pertenecía, Sungwo. No te lo merecías, de ninguna manera.
— Taehyung tampoco se merecía ganar, siempre había sido un tonto muy sobrevalorado en las pistas clandestinas. Había que bajarlo del poni unos momentos ¿no? — sus risas erizaban mi piel, y el nudo en mi garganta no tardó en aparecer tras hablar de mi hermano de esa forma. — Siempre fue un perdedor, una rata mentirosa, un tramposo, eso fue. Un egoísta y la vergüenza de la familia. Los Kim siempre fueron tan respetuosos y educados, y luego llegaron tu y tu hermano para arruinar con esa reputación.
— Eso es mentira. — negué apretando los labios con furia. ¿Como mierda se atrevía a hablar de nosotros de ese modo? Maldita sea, lo haría trizas con mis propios puños, lo juro.
— Siempre fue una vergüenza... y así terminó el pobre muchacho. Bajo un metro de tierra. Eso era lo que se merecía, el karma termino con él finalmente. Y creo que fue lo mejor que podría haber pasado.
Retomé mi paso, dando zancadas largas y silenciosas, apretando mi saco ente mis puños furiosamente, sintiendo como las tibias lagrimas recorrían mis mejillas gélidas por el frío.
— Nos vemos, pequeña Miyi.
La soberbia inundó mi corazón, haciéndolo doler con fervor. Las palabras de Sungwo, los recuerdos de mi infancia, y la escena de el auto de aquel extraño conductor desconocido embistiendo en contra del auto de Taehyung fue como una estaca en mi corazón.
Cuando estaba llegando a mi casa, el llanto se hizo más fuerte. Observe la figura oscura de Jungkook sentado en el techo de su casa, inhalando el humo de su cigarrillo. Fingí como si no lo hubiese visto, pero increíblemente sentí como si hubiese llamado por mi nombre, aunque creo que solo fue una terrible confusión. Jungkook ya no se preocupaba por mi. Ya no.
Entré inmediatamente a la casa, y dejé las converse a un lado. Trate de calmarme pero no podía. No podía. Tenía unas inmensas ganas de que Tae esté aquí, conmigo, y decirle todas las cosas lindas que el tiempo no me permitió decir, y pedirle perdón sobre todas las cosas.
— Miyeon, ¿ya estás en casa? ¡Maldita piruja! ¡Mira a qué horas llegas! ¡Y dejas a una pobre anciana como yo sola en la casa! — sus alaridos pararon cuando vio mi deplorable estado. — ¿Qué sucede?
Con un repentino semblante preocupado, hizo una seña con la mano para que me acerque a ella. Obedecí al instante, no tenía ánimos para actuar indiferente. Ambas nos sentamos en el sofá de la sala, frente al gigante ventanal y la chimenea encendida.
— Mi niña, ¿qué ocurre?
— Abuela... — sorbí mi nariz, y tomé una gran bocanada de oxígeno para mis pulmones. Proseguí: — ¿y si, tal vez, Taehyung murió por mi culpa?
— Miyeon, cariño, ya hemos hablado sobre esto. No fue tu culpa. Fue solo una obra trágica del destino.
— Pero no hice nada para detenerlo. Tu dices que no fue mi culpa, pero... ¿y si realmente fue mi culpa? No me lo perdonaría jamás. Tendría que haber sido yo y no él.
Me abrazó con fuerza, apoyando su barbilla en mi cabeza, dejando que yo descargara todo mi llanto en su pecho. Estaba destrozada.
— No digas más esas cosas, por favor Miyeon. Si tu también te vas, sería dejarme en la deriva a mi. — acarició mi brazo con su mano. Note como luchaba por no llorar también. — Aveces vas a tener que aceptar el hecho de que algunas cosas nunca más volverán a ser como antes. Y eso está bien, Miyeon... porque quizás ese cambio no es lo que queremos que ocurra, pero eso es lo que te permitirá crecer.
Pinche novela dramática. Necesito tomar una tacita de clorox plox
Este capítulo está bien feo porque son la UNA DE LA MAÑANA Y TENGO LOS OJOS EN COMPOTA. Así que si hay un error ME DISCULPAN, mañana lo corrijo. Zenkiu, y perdón por la espera esperadora❤️
Voten y comenteeen~
Gracias❤️
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