n u e v e
Al despertar con los impresionantes gritos que mi querida abuelita daba, pude notar la terrible sensación de mi cien latir irregularmente, y dolía como el infierno. Todo en consecuencia a llorar casi toda la noche. A pesar de que mi abuela haya servido un poco para apaciguar el dolor y tristeza que se amontonaba en mi pecho, sentía que el nudo en mi garganta acrecentaba cada vez más, por lo que terminé liberando todas mis emociones abrazada fuertemente a mi suave almohada.
Me giré en la cama con pesar y con un ojo entrecerrado encendí el móvil para ver la hora: ¡las seis de la tarde! Demonios, había tomado una siesta larga. Decidí levantarme a la fuerza, pues si fuese por mí estaría todo el día acostada entre mis sábanas, pero debía despejarme un poco de estas vibras tan trágicas que me ahogaban en este mísero cuarto.
Así que, tomé una ducha relajante y duradera, y me vestí con un enorme hoodie celeste, un pantalón de algodón negro para pasar la noche calientita, y mis vans negras. Y tras no secarme el pelo y dejar mi cabello un poco ondulado, llame a Hobi inmediatamente. Necesitaba hablar con él.
🏁
— ¡Te juro que los voy a...!
— Hey, hey, hey... — pase mis brazos sobre la mesa, empujando a Hobi hacia abajo para que se siente en el pequeño y alargado sillón de la cafetería nuevamente; y con una pequeña sonrisa tranquilizante contesté: —...tranquilízate y pon primera, ¿sí? Estoy perfecta Hobi, solo intentaron molestarme y hostigarme un poco. Además, sabes a la perfección que yo no me dejo intimidar por nadie. — alcé ambas cejas.
Resopló el aire contenido en sus pulmones, despeinando su flequillo lacio y castaño. — Los mataré. — le dio un pequeño sorbo a su café amargo e hizo una mueca de desagrado al quemarse con la infusión. Sin embargo no se inmutó. — Los mataré si vuelven a hacer algo de ese estilo, lo prometo. Y no tendré piedad. — su vista procuraba de calarme hasta el interior de mi alma, dejándome en claro la próxima vez cobraría venganza por su propia cuenta.
Jung Hoseok era el joven más feliz, amable y agradable que alguna vez podría haber conocido - y también guapo, debía admitirlo -. Siempre lo ibas a encontrar con una enorme y radiante sonrisa en sus labios, la cual mágicamente es capaz de contagiarte. Pero a pesar de ello, Hoseok era un ser humano también, y como toda persona del planeta le resulta inevitable enfadarse. Aunque Hobi no era una persona de enfurecerse con continuidad, cuando lo hacía era otra persona, literalmente. El chico borraba por completo su adorable sonrisa y sus pómulos inflados para distorsionar sus facciones en unas serias, oscuras al igual que sus profundos ojos marrones que poseía. Era intimidante la forma minuciosa en la que analizaba cada detalle con su rauda vista, en la que su ceño se fruncía con ferocidad y como su voz se tornabas grave y ronca, más oscura.
En definitiva, Jung Hoseok enojado era una pesadilla suelta en la realidad.
— No si yo lo hago primero... — susurré lo suficientemente audible para él, intentado calmar las aguas con una insignificante broma.
— Kim Miyeon, eres una persona muy valiente y, sobre todas las cosas, muy fuerte, y agradezco fuertemente a todos los ancestros que te hayan dado esas virtudes. Pero ya has pasado por mucho, pequeña ¿no crees? Déjame ayudarte, no estás sola en esto. ¿Quieres?
Ladeé mi rostro, y con una media sonrisa respondí: — Jung Hoseok, ¿si te contesto que sí, volverás a la normalidad? Me estas asustando. — el muchacho entendió que sus facciones eran muy duras al dirigirse a mí, por lo que un poco avergonzado suavizó sus ojos, y elevó sus pómulos mientras asentía con timidez. Solté una risita. — Está bien.
Ambos terminamos nuestros cafés en silencio, me sentía en paz con la suave y lenta música de la acogedora cafetería. De repente, Hoseok y yo giramos nuestras cabezas con rapidez al sentir el inconfundible sonido de los motores de un auto acelerando a punto de cambiar a sexta velocidad. Un par de autos deportivos, tuneados, con luces led que cambiaban de color en la parrilla y en el borde inferior del auto. Ambos tenían la misma fachada, aunque eran diferentes autos y diferentes colores. Lo que lo hacía muy similares era la forma en la que aceleraban y esquivaban con facilidad a los pocos coches que transitaban por la oscura autopista de Busan.
— Demonios... — canturreamos al mismo tiempo viendo con la rapidez con la que esos deportivos se alejaban de nuestra mira. Sentí la mirada de Hobi, y al observarlo tenía sus facciones cargadas de confusión. Entreabrió sus labios para decir algo, pero antes tomó una larga y profunda respiración.
— Miyeon, ¿acaso tú no extrañas correr? — aquella pregunta me tomó completamente por sorpresa, hasta el punto de llegar a interne en blanco y bloquearme ante su mirada inquirente. ¿Qué debía responder ante aquella curiosidad? ¡Ni siquiera yo sabía exactamente la respuesta! — Es decir, sé que quizás sientas algo de terror correr en las pistas después de tanto tiempo, y... después de todo lo que ha pasado.
Luego de virar unos instantes los ojos por su rostro, resoplé el aire contenido y respondí. — Tal vez un poco, sí.
— ¿Tal vez? — cuestionó. Pude notar una insignificancia de desilusión en sus facciones.
Correr era un vínculo que compartíamos mi hermano, Jungkook y yo. Siempre habíamos anhelado correr en carreras en alguna pista, con la multitud exclamando extasiada mientras rebasábamos a los autos contrincantes con precisión y la rapidez suficiente para alcanzar la cima.
Pero nos padres eran un gran obstáculo en nuestro camino. A ellos no les gustaba la idea de manejar un auto a altísimas velocidades, y lo comprendía, porque ir en un auto que está a punto de alcanzar los doscientos kilómetros por hora era una maldita locura. Pero sabíamos disfrutar al máximo de esa velocidad, la adrenalina corría por nuestras venas y se hacía tan adictiva como una maldita droga tan peligrosa.
Por esa razón, y a escondidas de nuestros padres, comenzamos a visitar las carreras clandestinas de la ciudad, hasta que en un momento pudimos ser los protagonistas de emocionantes y exasperantes carreras.
Pero desde que Taehyung perdió su vida, aquella fiel pasión por caer rugir los motores se fue opacando poco a poco, hasta que llegó el momento en el que comencé a sentir un tipo cobardía al pensar en volver otra vez a las pistas del autódromo. Cobardía al no tener el valor de enfrentar el terror de que aún no haya podido superar completamente la pérdida de mi alma gemela. De que esas trágicas imágenes se repitan en mi mente como disco roto, dañando un poco más cada parte de mi débil alma.
— Quizás lo extraño demasiado. Sólo que no tengo el suficiente valor de enfrentarlo de nuevo.
🏁
— Joder, ¿has visto como lo rebasó? ¡Ahora tomó la delantera! ¡Vamos tu puedes, Nam! — alentó Jin, quien al principio pensaba que haber apostado por su amigo había perdido todo aquel dinero acordado. Sin embargo, puedo asegurar que Nam no dejó a todos anonadados de la forma en la logró dejar atrás a su contrincante.
— Tiene demasiados cojones al apostar esa cantidad de dinero por Nam. Es como un verdadero tiro al aire. — dijo Hoseok, carcajeé por lo bajo.
— Será la última vez que lo hago, lo juro. — prometió Jin sin dudarlo dos veces. Y cuando el chico de los hoyuelos termino la carrera, declarándose como ganador, el mayor de todos pudo respirar con tranquilidad nuevamente.
Los tres bajamos a felicitarlo, y Jin a agradecerle eternamente por ganar, pues ahora obtendría mucho dinero de algún bravucón idiota y mugroso de por aquí.
Pero de un momento a otro siento que jalan de mi brazo con un poco de bruteza, hasta que me encuentro detrás de un auto, alejada de las personas que rodeaban a los competidores.
— ¡Oye, oye, oye! ¡¿Qué te pasa?! — bramé para reprocharle al desconocido que había sujetado mi brazo con fuerza y me arrastró hasta aquí.
Cuando alzó mi vista, abro la boca sorprendida, y jodidamente nerviosa, al ver que el muchacho que me trajo hasta aquí era el mismo Yeon Kimin. El joven misterioso que nadie conoce su identidad.
Alzó una ceja interrogante y me cruzo de brazos. — ¿N-necesitas algo? — traté de sonar un poco ruda, pues había agarrado mi brazo como si fuese un maldito peluche manipulable; pero, vaya... ¿por qué mierda llevaba ese maldito casco negro? ¿Acaso pensaba que tengo ojos con rayos x? Me estaba incomodando ese maldito casco.
No obstante, el muchacho pareció escuchar mi mente, suplicándole que se quite esa maldita cosa de la cabeza, y sin importar si alguien lo estuviese observando, así lo hizo.
— ¡¿Yoongi?!
— El mismo, preciosa. — me enseño su sonrisa encantadora.
Me había quedado completamente en blanco, mis neuronas dejaron de funcionar de repente y me había quedado nula. ¿Min Yoongi era el misterioso Yeon Kimin? Mis ojos inspeccionaron sus facciones tan delicadas y blanquecinas, quedándome totalmente pasmada viéndolo como una adolescente hormonal.
— ¿Quieres un autógrafo, o prefieres una foto?
Bromeó al ver mi estado de estupefacción, por lo que escondí mi rostro detrás de las cortinas de mi ondulado y castaño cabello.
— Me pareció haberte dicho alguna vez que este no es un lugar muy seguro para ti, ¿verdad? Deberías volver a casa de inmediato; o si quieres puedes quedarte conmigo.
— Ya soy demasiado grande y fuerte para que alguien como tú me esté diciendo que es lo que debo hacer. — enfaticé la forma en la que lo mencioné, evitando por completo mi sonrojo y la última propuesta que me había hecho hace unos instantes.
— ¿Ruda, eh? Me encanta.
— ¿Sabes que cualquier persona podría descubrir tu identidad en cualquier momento, verdad? — ignore nuevamente lo que dijo, recalcándole algo que realmente me estaba poniendo un poco ansiosa y preocupada.
— ¿Podrías dejar que cambiar el tema todo el tiempo? Nena, quiero hablar contigo, pero siempre me cambias el tema.
— Y que se supone que responda a una frase que suena igual de verde que los plátanos maduros de mi abuelita en la mesada de mi cocina. ¿Ruda, eh? Me encanta. ¡Que te jodan!
Su dedo índice se posicionó sobre mis labios, callando mi ruidoso berrinche en un santiamén.
— Las princesas no dicen esas palabrotas. Mhh...
— Yo no soy una princesa. Y... deja de llamarme así. Me llamo Kim Miyeon por algunas razones, y antes que pertenecer a la nobleza, dependo de una familia lo suficientemente abastecida para mantenernos y poder terminar mis estudios como doctora.
— Doctora sexy.
— ¡Ya cállate!
De donde donde quita toda esa confianza, por todos los cielos.
Se acercó muchísimo más de lo que esperaba, y tomando mi cintura, susurró. — Te callas o te callo, por las buenas o por las malas. Tú decides. — la piel de sus tibios labios rozaron el lóbulo helado de mi oreja, haciéndome sentir una corriente eléctrica por todo mi cuerpo. ¡Ay, por todos los santos! Aléjenlo de mí, por favor. — Si me descubren por tus chillidos de niña grosera será tu culpa. — pico mi nariz.
Tragué saliva nerviosa al reconocer, después de unos infinitos segundos en blanco, de la terrible cercanía entre ambos cuerpos. — Suéltame.
— ¿Debería? Hace unos segundos atrás casi expones mi identidad secreta, princesa.
Suspiré hastiada, evitando conectar mis ojos con los suyos, pues sería exponer por completo mi cara rojiza. — ¿Yo? Tú eres el que decidió revelar que eres el novato de corredor Yeon Kimin. — alce una ceja junto con mi rostro, enfrentándolo y desafiándolo.
Me exalte cuando afianzó sus manos en mi cintura, junto su frente con la mía, haciéndome sentir realmente muy pequeñita a su lado.
— Nena, ¿me estas retando?
A pesar de sentirme totalmente acobardada atrapada en sus brazos asentí con mi rostro orgulloso, aceptando su desafío. — Si eso es lo que quieres.
Soltó una risita dejando salir su aliento fresco a menta. Abrió la boca para decir algo más, sin embargo lo evito por completo metiendo las manos en su bolsillo, quitando unas llaves de un auto.
— La próxima carrera iba ser yo quien la corra, pero dejare que tú lo hagas, preciosa. — me tendió las llaves de lo que parecía ser su auto. — Toda tuya. Cuida a mi auto como si fuese tu bebé, por favor. — jugueteó con el piercieng negro de su labio inferior dejándome atontada.
— La próxima carrera comenzara en unos diez minutos. No se la pueden perder, será realmente increíble. Le pedimos a los competidores que comiencen a alistarse, por favor; el tiempo es veloz. Les deseamos suerte. — en anuncio que salió despavorido de los parlantes de aquel lugar me sacudió por completo. La multitud comenzó a chillar mientas iban tomando asiento en las gradas.
— ¿Estas lista? — sonrió, y le mire nerviosa mientras tragaba el nudo en mi garganta. Asentí insegura.
¿Realmente lo estaba?
Realmente siento que este capitulo en una V E R G A, but bueno. Además, considere en hacer un capitulo mega largo, pero iba a ser muy pesado y aburrido; luego pensé en partir el mega capitulo en dos partes y hacer una segunda parte; but termine decidiendo que iba a hacer dos capitulos diferentes. Tengo problemas para decidirme, espero que no se hayan dado cuenta.
Posdata: me imagino que ya se habian dado cuenta que Yeon Kimin era Yoongi ¿no? Si no lo sacaron hasta que vieron este capitulo les voy a decir que VAYAN A VER EL VIDEO DE NAM DICIENDO PORRRRNESIAN PARRRRAPIO :))))))
pOSDATA X2: YA SON 2K VISTAS OMG WAT o.O
Voten y comenteeen~
Gracias <3
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