c u a t r o

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Luego de haber desayunado la comida especial que cocinó mi madre junto a la abuela, tomé mi chaqueta y le pedí mi abuela las llaves de cacharro. Tal así como se lo dije, me arrojó las llaves con tanta fuerza que casi dan contra mi cara, y me mostró los colmillos al decirle cacharro a su auto. Tras esa escena, tomé las flores que había escondido detrás de un arbusto del patio, y sin que me vea la abuela subí al auto. Agradecí que no me haya visto, ya que eso colmaría la gota del vaso y me arrancaría los ojos con una cuchara.

Cuando me adentré al auto, vi que aquella bella carrocería seguía estacionada frente de la casa. Desde que llegué a Busan jamás había visto este auto, es decir, era la primera vez que veía este auto estacionado frente a mi casa, lo cual me dejo pensando en que quizás Jungkook no vivía más con sus padres. Recordé las veces en las que me decía lo tanto que ansiaba tener un departamento para el solo cuando sea grande. Me alegré por el al pensar que quizás habría conseguido lo que él quería.

Conduje con tranquilidad por la ciudad observando lo mucho que había cambiado, parecía más iluminado y habitado. Era hermosa mi ciudad. En unos minutos, luego de haber conducido tranquilamente, por fin había llegado.

Al bajar sentí una opresión tan fuerte que se empeñaba en quitarme el aire. Esa sensación de culpabilidad otra vez. Intentaba calmarme observando la cantidad de flores que había en este lugar e inhalar y exhalar lentamente.

— ¿Miyeon? — escuché detrás mío.

Al girar, mi vista se encontró con la hermosa sonrisa de un chico, la cual, luego de unos segundos, me había contagiado.

Hoseok... — no lo dudes más y me abalancé sobre él. Lo abracé con mucha fuerza, pude sentir tu mano hacer presión en mi cintura. Reí sobre su cuello. — no te imaginas cuanto te extrañé. — aquella presión se había esfumado, estaba completamente feliz.

— Y no te das una idea de cuanto te extrañe yo. — ambos brazos se ajustaron fuerte en mi cintura para luego mantenerme sobre el aire unos segundos en los que reí por su acción. —  por cierto, feliz cumpleaños. — recordó. 

— Gracias, Hobi. — cuando nos alejamos pude notar lo mucho que había cambiado. Era más esbelto, incluso parecía más guapo de lo que acostumbraba a ser. Su cabello estaba negro, sus hombros eran anchos, y aparentaba a ser un hombre fuerte. Vaya que me perdí de mucho en estos años.

Conocí a Hoseok en aquella época, en la que solo pasaba por mi mente la velocidad y el acelerador siendo pisado con fuerza. Sí, lo había conocido en una de las carreras, ambos habíamos apostado por un corredor en especial. Esa noche platicamos mucho, y habíamos terminado en una cafetería, pasándonos los contactos y haciéndonos buenos amigos.

Luego de hablar un rato, sobre cómo me había ido en la universidad y demás, ambos habíamos quedado en vernos alguno de estos días, a lo que no me rehusé ya que no hacía más que nada en casa.

Al despedirme, comencé a caminar nuevamente. Caminando entre tantas lápidas, por fin había llegado a la que deseaba visitar, pero alguien ya se encontraba haciéndolo. Observé la figura, claramente de un chico. Era alto, muy alto, tenía los hombros anchos, al igual que su espalda. Pude deducir a través de los pantalones ajustados unos muslos que parecían reventar, y unos brazos que podían notarse lo marcados que estaban por la fuerza que ejercía su chaqueta. Capté como depositaba sobre la lápida una margarita blanca y luego acariciaba mármol con parsimonia.

Tragué saliva con fuerza. No conocía a nadie que pueda haberlo conocido, por lo cual me quedé pensativa un gran rato, tratando de reconocer al joven quien estaba visitando la tumba, sin embargo, nadie que tenga ese aspecto de chico malo se me venía en mente. Él no tenía amistades como él.

En unos segundos en los que me descuidé pensando de quien se podría tratar, el chico salió de mi vista. Disimuladamente trate de buscarlo, pero parecía haberse esfumado en el aire.

Suspiré pesadamente, y caminé hacia aquel lugar donde el chico se encontraba segundos atrás. Al ver nombre grabado allí, un nudo se formó en mi garganta, fue como si hubiesen hundido un dedo en una herida que llevaba tiempo sin curarse.

"Una vez que estás sobre la colina empiezas a ganar velocidad". Leí sobre el mármol deteriorado.

— Hola... — Susurré casi inaudible. Era imposible no quebrarme ante él de esa forma.

"Kim Taehyung".

— Creo que por fin se me da la oportunidad de visitarte de nuevo. — era extraño ¿verdad? Incluso parecía loco, yo hablando con una piedra estancada en la tierra, la cual estaba sucia, gastada, la erosión había hecho su trabajo. Aquella flor blanquecina me sacó de la realidad por unos momentos. — Sabes, por fin obtuve mi diploma, como lo querías. Ahora, oficialmente, puedo decir que soy médica, solo que sin trabajo. — Reí amargadamente, recordando lo mucho que él deseaba que sea médica. Ahora puedo decir que está orgulloso de mi. — Te extraño mucho, Tae. — los ojos comenzaron a picar, y lentamente mi vista se nublaba. La tristeza me estaba ganando cuando hace tiempo me había prometido a mi misma a no caer en ese agujero sin salida, pero era imposible no sentirme frágil ante aquellos recuerdos en los que me quitaban a la persona más importante para mi, arrancándola de mi corazón, y encerrándola en una oscuridad de la jamás podrá volver. — No es fácil todo esto, es una mierda. He intentado millones de veces de sanar las heridas. Como tú decías, que el tiempo se haría cargo. Pero llevo años tratando de superarte y no puedo, no puedo olvidarte, me dueles. Y es que es la realidad, y nunca te podré olvidar, porque mi otra mitad ya no está conmigo. — sentí como mis lágrimas caían lentamente por mi rostro, como mi voz temblaba y como mi corazón se rompía en pedazos.

Flashback

— Ya es la última vuelta. No me sorprende que aún mantenga el primer puesto. — comentó Hoseok, como si una padre orgulloso hablara se su hijo.

— Es el rey de la pista. — alagué.

— En realidad, los Kim son los reyes de la pista. — sonreí y escondí un pequeño sonrojo detrás de mi cabellera luego de que Jungkook dijera aquel cumplido.

— Gracias, supongo. — sonreí como estúpida. Pero como todo en la vida, no duró para siempre. A que momento fue arruinado por un gran estruendo; el auto del contrincante se había estampado bestialmente contra el de Taehyung. Mi corazón se agitó y empecé a quedarme sin aire, el auto colisionado maniobraba terriblemente para poder mantenerse sobre la pista y terminar de una maldita vez aquella carrera. Sin embargo, el conductor perdió el control del auto, dirigiéndose con gran velocidad hacia el muro que separaba la pista con las gradas. Y allí colisionó.

Todo fue a cámara lenta, pero aún así no logré evitar esa situación; el auto estrellándose con fuerza, la gente desesperada, los gritos exasperantes, Hoseok corriendo a socorrer al herido mientras Jungkook llamaba mi atención, y el auto del contrincante desconocido que había seguido con la carrera como si realmente no hubiese ocurrido nada, como si jamás hubiese chocado intencionalmente el auto nuevo y negro de Taehyung.

— Oye, Miyeon, mírame. Todo estará bien, ¿si? Estoy contigo. — su voz se oía lejana de mi cuerpo, pero se encontraba junto a mí sosteniendo mi rostro para que le vea. Pero no podía evitar ver cómo la ambulancia se retiraba con el cuerpo inerte de Tae.

Desde ese entonces, no volvió a abrir los ojos, no volvió a ver la luz, y se ahogó en la profundidad de aquella oscuridad de la que nunca iba a regresar. Y, fue la última vez que lo volví a ver.

Fin flashback

— Aún sigo insistiéndome que esto fue todo culpa mía. Que no debías ser tú, sino que yo. Tu no merecías eso, eras la mejor persona que me pudo haber tocado como hermano. Y agradezco a la vida que me haya considerado un tiempo para reconocer que estaba agradecida por coincidir contigo en esta vida. — para ese entonces, ni yo misma podía reconocer si era rabia o tristeza. Las lágrimas caían y caían, sin remordimiento, y esa sensación extraña en mi pecho me estaba matando. Necesitaba descargarme.

Escuché unos pasos que se detuvieron detrás mío, y como si lo hubiese hecho únicamente para poder verme hecha una desastre, tanto por dentro como afuera. Pero no me inmuté, no me importaba que alguien me esté viendo eso este estado, yo solo... quería llorar un poco más. Quería liberarme de esa estúpida sensación que en esos momentos me estaba ahogando. Y luego de unos segundos, oí un gran suspiro, cargado de pesadez, y luego otros pasos, haciéndome entender que aquella persona se había alejado. Quería girar por curiosidad, pero esta obvio que él ya no estaría allí.

— Feliz cumpleaños hermanito, mi alma gemela. Donde sea que estes, te amo y te amaré para siempre. — sonreí. — Ah, y no hagas enfadar tanto al abuelo allí arriba, recuerda lo gruñón que se ponía. — Reí entre lágrimas. Deje mis flores frente la lápida y acaricié el mármol con muchísima delicadeza.

Al levantarme y girarme, me encaminé rápidamente hacia Betty, limpiando mis lágrimas con los puños del suéter y tratando de regularizar mi corazón.

Pero fue en vano tratar de calmarlo cuando en el estacionamiento observé el auto negro que estaba frente a mi casa. Y dándome la espalda, reconocí un joven robusto mirando el cielo mientras le daba una calada a su cigarrillo. Era el chico de la flor. Sin embargo, no logré percibir quien era, pero que tenía pintas de chico malo, eso sí que lo sabía.










si es que no quedó claro, sí, Tae y Miyeon son hermanos GEMELOS FRATERNOS, y falleció en un accidente automovilístico.
Voten y comenteeen~
Gracias❤️

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