Reencuentro.


Toji jamás fue contratado para asesinar a Satoru, Geto y a la chica que escoltarían así que al no tener dicho enfrentamiento siguió viviendo varios años más, feliz al lado de su esposa y su hijo Megumi, a quien vio crecer sano y fuerte cosa que le llenaba de orgullo. Pero Toji quería algo grande para su hijo, quería verlo como el siguiente líder del clan Zenin, sabía que su hijo tenía más potencial que cualquier otro hechicero de la familia.

Fue desheredado, pero a pesar de eso aun mantenía cierta comunicación con el clan Zenin, más por conveniencias que por otras cosas. Visitaría al viejo esa noche, al anciano líder del clan, necesitaba hablar con el y proponerle que Megumi tomará su lugar en un futuro.

Llego la noche, cuando su esposa e hijo dormían, tomo camino rumbo al hogar de la familia zenin, le fue fácil adentrarse en el lugar, caminaba por los solos pasillos de la casa rumbo a la habitación del viejo, cuando se encontró con Naoya, su molesto primo menor, el cual se veía más grande que la última vez que lo vio, aunque aún seguía siendo un mocoso para Toji.

— Vaya, ¿a quién tenemos aquí? Al señor sin energía maldita, ¿volviste hasta acá arrastrándote para rogar que te dejen volver al clan Zenin? — Hablo con sarcasmo y su risa burlona, colocándose por un lado de Toji.

— Ja, ¿Sabes que de un solo puñetazo puedo romperte toda la cara? — respondió con el mismo sarcasmo, mientras seguía caminando, sin siquiera mirar a quien le hablaba.

— ¿Tu? ¿darme un golpe? Eso es lo más estúpido que he oído. — respondió de cierta forma nerviosa, ya que en el fondo sabia lo fuerte que era Toji pero su ego no le dejaría admitirlo.

Toji lo tomo del brazo con fuerza arrinconando a Naoya en una de las paredes del pasillo, acercando su rostro al del joven.

— Ponme a prueba, primito. — el pelinegro lo miro a los ojos con intensidad, era tan imponente.

Naoya se quedó en silencio, si bien su conducta siempre fue la de alguien soberbio, que disfrutaba burlarse de quienes eran inferiores, en esta ocasión, no sabía porque actuaba así. Desde pequeño tuvo un pequeño interés en su primo Toji, que con el paso del tiempo se fue incrementando, viéndolo ahora con otros ojos, descubriendo que en realidad le gustan los hombres, los hombres fornidos y varoniles como el pelinegro.

— ... — Naoya desvió la mirada, y luego coloco su puño cerrado sobre su boca, tosiendo un poco. — Así que... escuche que para sobrevivir vendes tu cuerpo a varias mujeres ¿no es así, Toji?

— Eso fue hace tiempo. — Sonrió con cierta sorpresa, no le causaba pena alguna hablar sobre dicho asunto. — Ya no doy ese tipo de servicios, ¿o qué? No me digas que estabas interesado, primo.

— Yo-yo no quise decir eso, solo fue una simple pregunta. — Se ruborizo, negando con la cabeza. Luego su mirada se quedó quieta, por unos instantes, miro aquellos ojos tan penetrantes, no podía gustarle más aquel hombre que tenía tantos años sin ver, y que en cualquier momento podía volver a desaparecer sin aviso previo, tenía que hacer algo, su corazón se aceleraba al estar tan cerca de su primo mayor. — Pero... bueno... quizás si lo estoy... — Poso sus manos sobre el amplio pecho de su contrario, acercando su rostro al de él, repentinamente le robo un beso.

Toji se sorprendió por la acción de su primo menor, podría fácilmente quitárselo de encima, pero le causaba cierto interés en jugar con él, pensaba que podría sacarle provecho a la situación de alguna forma, siempre fue bueno tomando conveniencias. El pelinegro correspondió el beso, siendo bastante apasionado y lujurioso, tan sofocante, tan acalorado, poso una de sus manos sobre la cintura ajena, acercando ambos cuerpos un poco más, prolongando la acción de sus labios. Se separaron del beso un par de minutos después, mirándose ambos a los ojos.

— ... ¿Quieres ir a mi habitación? — Sugirió el joven en voz baja.

— Estaba esperando a que me lo pidieras. — Susurro Toji con encanto.

Estaban los dos, encerrados en aquellas cuatro paredes, en el silencio de la noche, nadie podría molestarlos, mientras fueran lo suficientemente discretos. Toji se quitó su camiseta negra, dejando al descubierto sus marcados pectorales, así como su abdomen musculoso, una vista bastante tentadora para cualquiera, Naoya que estaba sentado al borde de la cama, casi se iba para atrás, no podía creerlo, el hombre que tenía al frente suyo, era como un Dios griego en la tierra, no podía resistirse más quería darle su cuerpo a Toji. El pelinegro camino hacia su contrario, empujándolo contra la cama, quedo encima de su primo menor, acomodado entre sus piernas, viéndolo desde arriba.

— ¿En serio quieres que hagamos esto... ? — Volvió a susurrar el pelinegro al oído ajeno, para después morderle y besarle el cuello. — ¿No es incorrecto? — Sus manos se escabullían por dentro de las ropas ajenas, acariciando con lujuria aquel cuerpo que estaba debajo suyo.

— Mmm... Me gustas Toji, siempre me has gustado, maldita sea... quiero ser tuyo, no me importa lo demás... — Hablo entrecortado, jadeando por lo bajo, sonriendo de una forma victoriosa, después de todo, era ese momento de intimidad con Toji lo que tanto había anhelado, tenerlo entre sus brazos, sentir su calor, su respiración.

Una erección crecía debajo de los pantalones del pelinegro, su cuerpo reaccionaba al momento que estaba viviendo, termino por retirarse los pantalones, haciendo lo mismo con los ajenos, ahora podía darle un respiro a su húmedo y enorme falo, restregó la punta de su miembro viril en aquella entrada, abriéndose paso en su interior lento y suave, era tan estrecho y caliente, una sensación bastante placentera.

— Ah... No-no seas muy rudo... — Murmuro el joven mientras cubría su boca con sus dedos torpemente, su rostro estaba enrojecido, nervioso y a la vez excitado.

— Descuida, tengo experiencia en estas cosas. — Comenzó a mover su cuerpo de adelante hacia atrás en un vaivén lento, jadeando de forma ronca, cada vez que ingresaba y retiraba su miembro viril de aquella estrecha cavidad.

Los movimientos del pelinegro se fueron convirtiendo de suaves y gentiles a embestidas rápidas y fuertes, Naoya enredo sus piernas en el cuerpo ajeno, mientras clavaba sus uñas en aquella musculosa espalda, sintiendo el más grande placer de su vida, deseando poder demostrar su disfrute con fuertes gemidos de su boca, pero por las circunstancias el hacer alboroto no era una opción, ser atrapado teniendo intimidad con otro hombre y mas con su primo, el desterrado, sería por lo menos una sentencia de muerte para el joven zenin. El dolor de las embestidas iba desapareciendo a pesar de estar siendo penetrado por un falo de tamaño bastante grande, pronto se acostumbraría, deseando ser partido en dos por su rudo primo mayor. El joven poso sus brazos alrededor del cuello de Toji, dándole otro de sus besos apasionados, siendo igual de correspondidos con toda la lujuria y calor del momento.

— Ah... creo que estoy a punto de terminar. — Dijo el pelinegro entre bajos jadeos, sonriéndole de forma atrevida.

— Si-si... quiero que te vengas dentro de mí. ♡ — Murmuro al oído ajeno, con un tono de voz cariñoso, y seductor.

Toji enderezo su espalda, tomando las piernas de su contrario, y colocándolas sobre sus hombros, prosiguió a seguir penetrándolo con bastante violencia, debia admitir que tener intimidad con un hombre se sentía mejor que cuando lo hacia con una mujer, no sabía porque, pero follar con hombres sacaba su lado más rudo, sin tener que ser delicado, ni considerado. El pelinegro llevo una de sus manos hacia el cuello de Naoya, sujetándolo con fuerza, empezó a cerrar su mano, ahorcándolo sin llegar a asfixiarlo, con solo ver el rostro de su primo menor, disfrutando como era ahorcado, no pudo contenerse más, obtuvo un potente orgasmo, eyaculando en aquel interior que penetraba en movimientos rápidos, su amante, segundos después también llego al éxtasis, eyaculando sobre el abdomen del pelinegro. El pesado cuerpo del pelinegro se hizo a un lado, cayendo al costado de la cama, viendo hacia el techo, su respiración estaba agitada, pero estaba satisfecho con una sonrisa traviesa, se giró a ver al joven zenin.

— Ahora hablemos de dinero, que pienso cobrarte por esto. — Hablo Toji serio, para luego dejar escapar una risita, era una broma.

— Si lo dices enserio, sabes que estoy dispuesto a pagar lo que sea por tenerte aquí, solo para mí. — Respondió, mientras se acercaba a su primo mayor, abrazándolo de lado, poso su brazo sobre el pecho ajeno, recostando también su cabeza en esa misma zona, en un abrazo bastante cariñoso. — Podría pagar cualquier precio. — Sonrió, estaba feliz de poder tener una noche junto a su amor platónico, que ahora no era tan platónico.

— Mmm... pienso tomarte la palabra, tengo muchas deudas. — Siguió bromeando, mientras uno de sus brazos pasaba por la espalda de su amante, abrazándolo también. — Solo me conformo con que nadie más sepa de esto, por obvias razones, nadie debe de saber sobre lo que hicimos.

— Por-por supuesto... yo no diré nada, sabes que mi padre me mataría si se entera.

— Eso quería escuchar, primito. — Sonrió con un poco de malicia, le gustaba saber que estaba al mando y tenía todo controlado. — Y con todo esto aclarado... — bostezo, bastante adormilado — ...necesito descansar, me has dejado muy agotado.

— Si... yo también tengo sueño, Toji. — Fingió un bostezo, cerrando sus parpados. Realmente no deseaba dormir, pero no deseaba molestar a su contrario con más platica, así que solo disfrutaría de la compañía del mayor en silencio, cosa que le parecía bien, quedando dormido muchos minutos después.


Nota :   Ni se porque escribí esto XD pero j0der quisiera ser yo quien f0llara con papiguro.  

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